Análisis
del financiamiento, comercialización y rentabilidad del cultivo del melón con
enfoque de “siembras por etapas” en la Comarca Lagunera de Coahuila, México
Analysis of financing, marketing and profitability of
melon with a “sowing by stages” approach in the Comarca Lagunera
region of Coahuila state, Mexico
José de
Jesús Espinoza-Arellano1 *, Ignacio Orona-Castillo2,
Liliana Angélica Guerrero-Ramos1, Víctor Manuel Molina-Morejón1
y Eva Cristina Ramírez-Quiroga1
*Correspondencia:
jesusespinoza_612@yahoo.com.mx/ Fecha de recepción: 13 de diciembre de 2017/
Fecha de aceptación: 9 de julio de 2018/ Fecha de publicación: 31 de enero de
2019
1
Universidad Autónoma de Coahuila, Facultad de Contaduría y Administración,
Unidad Torreón, boulevard Revolución 153 oriente, Torreón, Coahuila, México, C.
P. 27000. 2 Universidad Juárez del Estado de Durango, Facultad de
Agricultura y Zootecnia.
RESUMEN
La Comarca Lagunera, con una participación del
25 % de la producción nacional, es la región melonera más importante del país.
No obstante su importancia, se carece de estudios recientes que reflejen su
situación en materia socioeconómica. El objetivo del presente trabajo fue determinar
la problemática a la que se enfrentan los productores de melón de la región de
la Comarca Lagunera en los temas de financiamiento, comercialización y
rentabilidad del cultivo, con un enfoque de siembras por etapas. Para obtener
la información necesaria, se elaboró y aplicó un cuestionario a 60 productores
de melón de la zona de estudio. El cuestionario estuvo integrado por 30
preguntas, divididas en cinco bloques, en los temas de aspectos técnicos del
cultivo, financiamiento, costos de producción, ingresos y comercialización. En
la comercialización se identificaron tres “etapas” de siembra y cosecha durante
el año, siendo las fechas “tempranas” y “tardías” las que se vendieron a
mejores precios, pero con mayores riesgos climatológicos y biológicos; mientras
que, las “intermedias” fueron las de mayor producción y menor riesgo, pero de
menor rentabilidad, al venderse a menores precios. La situación en materia de
financiamiento sigue siendo una limitante para la rentabilidad de este cultivo,
con créditos escasos y tasas altas. En la comercialización se encontró que se
sigue dependiendo de los intermediarios. Se concluye que es necesario reforzar
la organización para poder hacer una mejor planeación de las etapas de siembra
y cosecha, obtener financiamientos más accesibles y con mayor cobertura, así
como fortalecer la capacidad de negociación con los intermediarios.
PALABRAS
CLAVE: financiamiento a la producción, rentabilidad,
comercialización.
ABSTRACT
The Comarca Lagunera,
with a participation of 25 % of the national production, is the most important
melon region in the country. Despite its importance, recent studies reflecting
its socio-economic situation are lacking. In this work, the objective was to
generate information on the issues of financing, commercialization and
profitability of melon cultivation with a “step by step” approach, which will
serve as the basis to promote the development of this crop in the Coahuila Lagunera Region. To obtain the necessary information, a
questionnaire was prepared and administered to 60 melon producers in the study
area. The questionnaire was composed of 30 items, divided into five blocks, on
the topics of: technical aspects of cultivation, financing, production costs,
revenue and marketing. In marketing, three “stages” of planting and harvesting
were identified during the year, with “early” and “late” dates being sold at
better prices, but with greater climatic and biological risks; while, the
“intermediaries” were those with higher production and lower risk, but with
lower profitability, when sold at lower prices. The situation regarding
financing continues to be a limitation for the profitability of this crop, with
expensive and scarce credits. In commercialization, it was found that it
continues to depend on intermediaries. It is concluded that it is necessary to
reinforce the organization to be able to do a better planning of the sowing and
harvesting stages, to obtain more accessible financing and with greater
coverage, as well as to strengthen the negotiation capacity with the
intermediaries.
KEYWORDS: financing to production, profitability, commercialization.
INTRODUCCIÓN
El melón es un cultivo de gran
importancia económica y social en México, debido a la magnitud de la superficie
sembrada, altos volúmenes de producción, fuente de empleo e ingreso para los
productores, así como por la generación de divisas para el país. La superficie
cultivada con melón en México asciende a 19 076 ha anuales, con una producción
de 543 651 T, según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y
Pesquera (SIAP, 2017); genera alrededor de 120 jornales por ha solamente de
siembra a cosecha, con una cantidad similar en actividades de acarreo,
clasificación, empaque y comercialización, de acuerdo con la Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, delegación en
la Comarca Lagunera (SAGARPA-LAGUNA, 2017). La Comarca Lagunera, con una
producción de 141 202 T, contribuye con el 25 % de la producción nacional y se
constituye como la principal región melonera del país (SAGARPALAGUNA, 2017).
Existen estudios sobre aspectos
socioeconómicos del cultivo del melón en la Comarca Lagunera (Espinoza y col.,
2005; 2011), pero el contexto socioeconómico que rodea a esta actividad, así
como las tecnologías de producción, han cambiado significativamente. Es
necesario contar con información actualizada, debido a que los sectores público
y privado demandan este tipo de estudios para la toma de decisiones.
La falta de financiamiento es
una limitante para el fortalecimiento de las actividades productivas, entre
ellas la agricultura (Guirkinger y Trivelli, 2006; Cieza, 2012). De hecho, toda
la cadena de valor, que incluye a los actores y actividades para llevar el
producto desde el campo al consumidor, necesita financiamiento, no solamente de
las fuentes tradicionales, sino también de proveedores de insumos y
comercializadores (Shwedel, 2006). Juárez y col. (2005), mencionaron que en
México, con el cambio del modelo económico (mediados de los 90´s), se redujo la
participación del Estado en la economía, y con ello el financiamiento al campo
disminuyó significativamente, reduciéndose el crédito formal, y aumentando el
informal; desde entonces, la banca comercial y los intermediarios financieros
privados no han podido volver a tener la cobertura que se tenía hasta entonces.
Autores como Kopparthi y Kagabo (2012), dan evidencia empírica de que el acceso
al financiamiento permite incrementar la productividad, las utilidades y el
nivel de vida de los agricultores.
En la comercialización, se
observa que los consumidores urbanos, en casi todos los países, han modificado
sus hábitos de consumo; exigen productos de mayor calidad y de disponibilidad,
preferentemente, durante todo el año. Las cadenas comerciales, para responder a
estas demandas, han implementado procesos más rigurosos de calidad con sus
proveedores, así como mejoramiento en la infraestructura de almacenamiento y
distribución -cadena de frío- (González, 2006). Las compras en tiendas de
abarrotes, lo que en México se conoce como “changarros”, se han quedado
estancadas, no están creciendo, y hoy en día, en México, casi la mitad de lo
que gastan las familias en alimentos lo hacen en un supermercado. ¿Quiénes
están definiendo las reglas del juego? Son los detallistas, porque son los que
están “pegados a los clientes”. Si no lo compran los supermercados, si no se
ajusta a las normas de estos, entonces los productores no pueden vender
(Shwedel, 2006).
El principal incentivo para los
productores, para continuar en esta actividad, es la obtención de un buen
retorno sobre su inversión. Hay varios autores que han estimado la rentabilidad
agrícola en México: Ugalde y col. (2011) en el cultivo del frijol; Terrones y
Sánchez (2011) en jitomate de invernadero; Almaguer y col. (2012) en
hortalizas; Ayala y col. (2014) en amaranto; Retes y col. (2014) en nogal;
Vázquez y col. (2014) en jitomate silvestre; y Borja y col. (2016) en uva de
mesa; pero ninguno lo ha hecho con el enfoque de estacionalidad. Sus
estimaciones están basadas en rendimientos y precios promedio. Sin embargo, la
realidad de la agricultura, sobre todo las frutas y hortalizas, es que los
precios varían constantemente de acuerdo a la época del año.
El objetivo de este trabajo fue
determinar la problemática existente en los temas de financiamiento,
comercialización y rentabilidad del cultivo del melón en la Comarca Lagunera,
Coahuila, con enfoque de siembras por etapas.
MATERIALES
Y MÉTODOS
La Comarca Lagunera es una región árida, con
una precipitación media de 220 mm anuales y una altitud de 1 150 msnm. Está
integrada por 10 municipios del noreste del estado de Durango y 5 del suroeste
del estado de Coahuila. Este estudio se llevó a cabo en la Comarca Lagunera de
Coahuila, integrada por los municipios de Torreón, Francisco I. Madero, San
Pedro, Viesca y Matamoros. La producción de melón se obtiene principalmente de
los tres últimos municipios, ya que en Torreón y Francisco I. Madero, la superficie
sembrada con melón es mínima (SAGARPA-LAGUNA, 2017).
Al finalizar la cosecha del
2015, se elaboró y aplicó un cuestionario a productores de melón de los 3
municipios estudiados. El cuestionario estuvo integrado por 30 preguntas,
divididas en cinco bloques: aspectos técnicos del cultivo, financiamiento,
costos de producción, ingresos y comercialización.
Para el cálculo del tamaño de muestra se
utilizó el muestreo aleatorio simple, en el cual todos los individuos de la
población tienen la misma probabilidad de ser elegidos. Ante el desconocimiento
del tamaño de la población, el cálculo del tamaño de muestra se basó en la
fórmula propuesta por Santoyo y col. (2002: 94):
Donde:
n = tamaño de muestra
Z = valor de la distribución “Z”
para una confiabilidad del 95 % =1.96.
CV = Coeficiente de Variación (se asumió
máxima variación = 0.25).
D= Precisión absoluta
(desviación absoluta máxima deseada) (se estableció en un valor del 10 %).
El tamaño de muestra fue de 49, sin embargo,
se aplicaron 60 cuestionarios para mejorar la precisión de los resultados. No
se estratificó, debido a que según Espinoza y col. (2005), los productores son
en general pequeños, del sector social, con superficies muy similares que
rondan 1 ha de siembra de acuerdo a la dotación de agua que les corresponde.
Solamente se distribuyó según la importancia relativa de cada municipio de la
siguiente manera: Matamoros 31 cuestionarios, Viesca 17 y San Pedro 12. Los
datos de la encuesta se analizaron con estadística descriptiva, a través de
análisis de frecuencia, en el paquete estadístico SPSS versión 20.0
Los costos de producción se
promediaron, para cada una de las etapas e incluyeron actividades que iniciaron
con la preparación del terreno, barbecho, rastreo, nivelación, preparación de
camas, instalación del acolchado plástico, riego por cintilla, semilla,
siembra, control de plagas y enfermedades, fertilización al suelo y foliar,
cultivos, etcétera, hasta los costos de cosecha.
Los costos de la mayoría de los
productores fluctuaron entre $ 60 000/ha y $ 70 000/ha. Se agregó un 10 % por
costos administrativos. En cuanto a los ingresos, las variables registradas
fueron la cantidad vendida y el precio de venta, los cuales también se
promediaron, independientemente del cliente, para cada una de las etapas de
siembra y cosecha. Con la información de los costos e ingresos, se calculó la
rentabilidad para el año 2015; y en el caso del cálculo de la rentabilidad del
2016, se utilizaron los mismos coeficientes técnicos del 2015 y únicamente se
actualizaron los precios de insumos, servicios y precios del melón. Los
cálculos se hicieron para las siembras “tempranas” (segunda semana de enero a
febrero), “intermedias” (marzo a mayo) y “tardías” (junio a principios de
agosto), mediante la siguiente fórmula (Ayala y col., 2014; Borja y col.,
2016):
Donde IT es el ingreso total por
ha, el cual se obtiene al multiplicar el rendimiento del cultivo por su precio
de mercado. La expresión algebraica es:
Donde: IT = Ingreso total ($/ha), Py
= Precio de mercado del producto ($/T); y Y = Rendimiento del cultivo (T/ha).
CT es el costo total, el cual se
obtiene al sumar los gastos en insumos y actividades:
Donde: CT= Costo total, la expresión = es la
sumatoria de los insumos y actividades utilizadas (Xi) en la
producción, multiplicados por su precio (Pxi). Aquí se incluyen
actividades como el barbecho, el rastreo, entre otros, e insumos, como las
semillas y los fertilizantes.
RESULTADOS
Y DISCUSIÓN
Se describen y analizan
diferentes aspectos relacionados con las fechas de siembra y cosecha del melón,
así como las fuentes de financiamiento, la comercialización y estimaciones de
su rentabilidad para el periodo 2015 y 2016.
Época de siembra y cosecha En la Tabla 1, se
muestran las etapas de siembra y cosecha de melón en los municipios estudiados.
De acuerdo a los resultados de la encuesta, las siembras inician a partir de la
segunda semana de enero con las siembras “tempranas” (enero a febrero), y
terminan a principios de agosto con las “tardías” (junio a agosto). La mayoría
de los productores de este estudio sembraron en más de una etapa. El 35 %
sembraron en la etapa temprana y en la etapa tardía, mientras que el 20 % lo hicieron
en las tres etapas, escalonando sus siembras. El 16.7 % sembraron
exclusivamente en la etapa temprana y el 25 % lo hicieron en la etapa
intermedia; no hubo ningún productor que sembrara exclusivamente en la etapa
tardía. Cabe mencionar que los productores de los municipios de Matamoros y
Viesca contaban con agua de bombeo (subsuelo), lo que les permite manejar las
fechas de siembra. Por el contrario, los productores del municipio de San Pedro
estaban sujetos a una fecha, debido a que sembraban con agua de la presa, por
lo que dependen del calendario de riegos del distrito que les proporciona el
agua a partir de marzo, coincidiendo con las siembras intermedias.
Aunque las siembras tempranas son de alto
riesgo, por las altas probabilidades de heladas (Daza y col., 2001), el 71 % de
los productores encuestados asumían ese riesgo, porque de no presentarse
heladas, sus cosechas eran de las primeras y vendían el producto a mejores
precios. En el caso de las siembras tardías, el problema es que el calor favorece
el aumento de la población de insectos, hongos y virus (Ramírez y col., 2002),
lo cual implica que el productor realice aplicaciones de pesticidas con mayor
frecuencia, elevando los costos de producción y bajando la cantidad y calidad
del producto.
Los productores revelaron que
las siembras “intermedias” (mediados de marzo a mediados de mayo) son las de
menor riesgo, de acuerdo a su experiencia, y el melón que obtenían era de mejor
calidad, sin embargo, cosechaban cuando lo hacía la mayoría de los productores,
por lo que los precios estaban en su menor nivel. Agregaron que un evento
climático, que afecta a las siembras tempranas e intermedias, es el granizo,
que se presenta principalmente entre abril y mayo, y según la intensidad del
evento, los daños pueden ser desde ligeros hasta la destrucción total de la
huerta, en un momento en el que la producción de las siembras tempranas está
próxima a cosecharse, representando grandes pérdidas para ellos.
Por otro lado, comentaron que
las cosechas iniciaban regularmente en mayo, aunque algunos participantes
mencionaron que lo hacían desde abril, y continuaban hasta principios de noviembre
(Tabla 1); dijeron también que la temporada de cosecha terminaba cuando se
registraban las primeras heladas de la temporada, regularmente antes del 15 de
noviembre. Los niveles de producción varían a lo largo de los meses, lo cual se
ve reflejado en los niveles de precios. Los niveles de producción más bajos se
presentaban a finales de abril y principios de mayo, y luego en las tardías, de
agosto en adelante, periodos en los que se registran las mejores cotizaciones
del año. En los meses de junio y julio se reportaron los mayores volúmenes de
producción, correspondiendo también a los precios más bajos de la temporada de
cosecha (Figura 1).
Financiamiento
a la producción
Uno de los factores más
importantes en la producción de melón es la disponibilidad de recursos para
adquirir los insumos y servicios que se requieren para producir, sobre todo si
se toma en cuenta que es un cultivo que requiere de una alta inversión
(alrededor de $ 65 000 por ha). Sin embargo, un alto porcentaje de los
productores (81.7 %) reportaron algún tipo de problema para conseguir
financiamiento formal.
Las razones por las cuales el
81.7 % de los entrevistados tuvieron problemas para acceder al financiamiento
fueron de diversa naturaleza, pero predominaron la tramitología/burocracia/
requisitos para poder gestionarlos (Tabla 2). Estos se refieren a créditos
bancarios y de intermediarios financieros no bancarios, como las dispersoras de
crédito, que por lo regular les piden garantías para poder ser sujetos de
crédito. Sin embargo, la mayor parte de los productores eran del sector social
y contaban con pocos activos para poder respaldar los créditos. Otros
productores, principalmente los que se financiaron con prestamistas rurales,
revelaron problemas de altos intereses; y esto se debe a que las tasas que les
cobraron promediaron el 10 % mensual. Considerando que el capital solicitado a
estos prestamistas se utiliza por aproximadamente cuatro meses, esto implica
que gran parte de las utilidades se destinan al pago de intereses. Algunos
otros productores no pudieron obtener préstamos por estar en el buró de crédito
o por falta de información para acceder a fuentes de menor costo.
En cuanto a las fuentes de financiamiento,
predominaron los proveedores de agroinsumos con el 28.4 % del total de
productores (Tabla 3). Cabe mencionar que varios proveedores de insumos actúan
como intermediarios financieros no bancarios con fondos de Financiera Rural, lo
que permite financiar a los productores con tasas relativamente bajas (en
comparación con los prestamistas locales) de alrededor del 2.5 % mensual. Le
siguen los prestamistas locales, que son los que mayores tasas de interés
cobran, seguidos de los bancos privados, que cobran en promedio el 3 % mensual.
Por último, están los productores que trabajan con recursos propios y los
compradores o intermediarios que al financiar a un productor lo comprometen a
que les venda la cosecha, generalmente a un precio inferior al del mercado. En
el caso de los proveedores de insumos y los compradores o “coyotes”, como se
denominan en algunos lugares del país, el financiamiento es en gran parte en
especie, apoyándolos con plásticos (acolchados), semilla, fertilizantes y
pesticidas.
En definitiva, el financiamiento
es un elemento muy importante para la producción, ya que aquellos productores
que tienen dificultades para obtener recursos se ven limitados para aplicar
adecuadamente al paquete tecnológico, por sus limitaciones para adquirir
oportunamente los insumos necesarios y realizar las prácticas agronómicas que
requiere el cultivo, por ende, la producción es menor y de calidad inferior.
Los resultados de este trabajo
coinciden con otros autores, quienes encontraron que el financiamiento a los
pequeños productores proviene principalmente de la cadena de valor (proveedores
de insumos y comercializadoras), y con muy poca participación de la banca
comercial (Chen y col., 2015), la cual ve en la agricultura una actividad
riesgosa, y los productores regularmente no cuentan con suficientes activos que
garanticen los préstamos bancarios, por lo que no son sujetos de crédito.
Guirkinger y Trivelli (2006: 58) argumentaron que, “para que la banca comercial
tenga mayor participación en el financiamiento agropecuario, se requieren
cambios en el riesgo de los productores y de las instituciones financieras, es
decir, reducir al mínimo la probabilidad de caer en cartera vencida”.
Comercialización
y precios
Uno de los aspectos más importantes para los
productores es la comercialización de sus productos, de la cual depende
finalmente el éxito o fracaso de su inversión, por ello, es necesario evaluar
la decisión sobre el comprador a quien vender, la forma de pago, el uso de
marca y el comportamiento de los precios.
El 81.7 % de los productores
vendían a intermediarios (Tabla 4), los cuales acopiaban la producción en sus
instalaciones, la empacaban o la manejaban a granel para enviarla al mercado
nacional, principalmente a los grandes centros de consumo, como México,
Guadalajara, Monterrey, Puebla, León, San Luis Potosí, Morelia y otras
ciudades.
El 16.7 % vendían la cosecha de
primera calidad a Walmart; y la de segunda y tercera calidad, que era rechazada
por la cadena a los intermediarios.
La forma de pago era en efectivo o cheque.
Esto ha sido una ventaja de los intermediarios versus las cadenas comerciales, ya que si bien estas últimas pagan
mejor precio, el tiempo para pagarles tomaba de 3 a 4 semanas, algo complicado
para los pequeños productores, quienes necesitan de liquidez diaria para el
pago de los salarios a los trabajadores y compra de insumos, como insecticidas
y fungicidas. Además, el porcentaje de rechazo de las cadenas era muy alto, lo
cual merma los ingresos de los pequeños productores. En este sentido, R.,
Ávila-García, gerente técnico del empaque de melón de la “Unión de Productores
de Hortalizas del Municipio de Viesca, Coahuila”, estima que el porcentaje de
rechazo llega hasta 40 % (Comunicación personal, 12 de julio, 2017). Esta
situación coincide con lo reportado por otros autores, como Cieza (2012), quien
afirmó que los pequeños productores están subordinados a las cadenas
comerciales. Maiwa y col. (2016), documentaron que las ventas bajo contrato,
como es el caso de las que se realizan a Walmart, no necesariamente mejoran el
ingreso de los productores, especialmente cuando los términos del mismo no son
suficientemente claros. Parthiban y col. (2015), en un estudio sobre el cultivo
del mango en la India, sugie ren que las organizaciones de productores deben
integrarse en clusters, de tal manera
que puedan bajar los costos de transacción, elevar los estándares de calidad de
sus productos, integrarse a las cadenas de valor, lograr economías de escala y
mejorar la capacidad de negociación con sus clientes. En el mismo sentido,
Junkin y col. (2005) y Huang y col. (2015) enfatizaron que la organización de
los productores es una condición necesaria para una mejor negociación con el
eslabón de la comercialización.
Cabe mencionar que la Comarca Lagunera, no
obstante su cercanía de los Estados Unidos, no es una región exportadora de
melón; casi el 100 % de su producción se envía a mercado nacional. Esta
situación se debe a que muy pocas empresas de la Comarca Lagunera cuentan con un
certificado en materia de inocuidad (Espinoza y col., 2011), requisito para ser
exportador. Lo anterior porque, en octubre del año 2002, se observó un brote de
Salmonella en Estados Unidos y fue
atribuido a los melones mexicanos, por lo cual este país restringió el acceso
de la fruta al mercado estadounidense de acuerdo a la Administración de
Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés: Food and Drug
Administration) (FDA, 2002). Semanas después, Canadá aplicó también un cierre
de fronteras al melón mexicano, según la Agencia Canadiense de Inspección de
Alimentos (CFIA, por sus siglas en inglés: Canadian Food Inspection Agency)
(CFIA, 2002). En el 2005, a través de negociaciones entre las entidades
sanitarias de México (SENASICA) y Estados Unidos (FDA) la frontera se vuelve a
abrir a productores mexicanos que logren obtener una certificación de inocuidad
en sus procesos de producción y empaque, como lo indica el Servicio Nacional de
Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA, 2006). Al cierre de
abril de 2018, en el estado de Coahuila, solamente dos empresas contaban con
una certificación en Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y Buenas Prácticas de
Manufactura (BPM), una de ellas una empacadora y otra una unidad con nueve
campos de producción (SENASICA, 2018).
Otro aspecto que se abordó en el estudio
respecto a la comercialización, fue el del uso de marca. Se encontró que solo
un productor de la población encuestada vendía su cosecha empacada con marca
propia. Se dio el caso de algunos intermediarios que compraban a granel,
empacaban y etiquetaban; pero eran los comercializadores, no los productores
los que lo hacían.
En el análisis del desarrollo de
este cultivo en la región, en los últimos 20 años, se observan, desde el punto
de vista tecnológico, dos cambios importantes: uno de ellos, referido a la
semilla de siembra, es el cambio de variedades a híbridos y el otro el de la
utilización de acolchados en lugar de siembras a suelo desnudo, lo cual ha
permitido mejorar la productividad (Espinoza y col., 2003). A pesar de que en
el aspecto tecnológico, en el proceso de producción de melón en la Comarca
Lagunera, ha habido un avance sustancial, en la comercialización se sigue
vendiendo a los intermediarios como hace 40 años. Este resultado es similar a
lo reportado por Hu y Gale (2016), quienes han encontrado que en países en
desarrollo se da un contraste entre un gran avance del sector comercial al
detalle (cadenas comerciales) versus
pequeños productores, que muestran rezagos en sus procesos de producción para
obtener productos de calidad acorde a la demanda de los consumidores urbanos.
Por ello Hu y Gale (2016), propusieron un modelo, que ya se aplica en varios
países, de venta directa entre productores y cadenas comerciales, con beneficios
y reglas claras para ambas partes, entre otras, la reducción en el número de
intermediarios en la cadena de suministro.
Un aspecto muy importante para
los productores en la comercialización, es el precio de venta del producto. En
la Figura 1, se muestra el comportamiento de los precios promedio de venta de
melón, en los municipios estudiados, durante las temporadas de cosecha 2015 y
2016. Se observó un comportamiento estacional con altos precios en las primeras
semanas, y conforme se generalizó la cosecha, los precios fueron a la baja,
para recuperarse hacia finales de la temporada, a partir del mes de septiembre.
Esto coincide con autores como Ramírez y col. (2015), quienes documentaron que
el 70 % de la producción de melón de la Comarca Lagunera se obtiene de junio a
agosto, lo que provoca bajos precios, afectando la ganancia del productor. De
manera similar, la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de
Mercados Agropecuarios (ASERCA, 2000), en un análisis nacional del cultivo del
melón, argumentó que la vasta oferta del verano provoca una baja considerable
de los precios, que registran sus mejores niveles al inicio y finales de la
temporada de cosecha.
En la primera semana de mayo,
los precios fluctuaron entre $ 5/kg y $ 6/kg, pero para fines del mes y
principios de junio se registraron los precios más bajos de la temporada, con
niveles incluso por debajo de $ 2/kg. Durante el resto del mes de junio, julio
y mediados de agosto, los precios fluctuaron $ 3/kg y $ 4/kg. A partir de mediados
de septiembre, cuando las cosechas habían disminuido significativamente, los
precios iniciaron una tendencia ascendente, que fluctuó alrededor de los $ 7/kg
y $ 8/kg, manteniéndose en esos niveles, excepto en 2015, cuando se tuvo una
cosecha tardía abundante, que desplomó el precio desde finales de octubre y
continuó hasta que terminó la cosecha en el mes de noviembre. Cabe mencionar
que, el precio mínimo para recuperar costos (precio de equilibrio), fue de
aproximadamente $ 2.30/kg.
El comportamiento de los precios mostrados en
la Figura 1 fue cíclico, año tras año, con un comportamiento en forma de “U”,
con altos precios al inicio y final de la cosecha, y bajos hacia la mitad de la
temporada, con algunas variaciones, cuando los productores sembraron mayor o
menor superficie, cuando existió algún evento climático que afectara la
producción (heladas, granizo, exceso de lluvia), o cuando se presentó algún
evento biológico inusual, como una alta incidencia de plagas y/o enfermedades.
Rentabilidad
de la producción
En la Tabla 5 se presentan las
tasas de rentabilidad del cultivo del melón para las tres “etapas” de siembra,
para los años 2015 y 2016. En el año 2015, la tasa de rentabilidad promedio fue
de 31.10 %, mientras que, en 2016, fue de 89.81 %, con un promedio en ambos
años de 60.45 %. Esta diferencia en rentabilidad entre años se debe a que en
2016, los precios del melón fueron en promedio más altos. Dado que los precios
están en función de la oferta y la demanda, y que en el 2016, la producción fue
menor que en 2015, los precios se incrementaron. En 2015, la producción
regional fue de 180 837 T; mientras que, en 2016 fue de 133 794 T, es decir,
una reducción de 47 043 T, lo que impactó directamente en un incremento del
precio. Adicionalmente, en el 2015, en las siembras tardías, se presentaron
lluvias “atípicas” en septiembre y octubre, las que afectaron negativamente los
rendimientos unitarios, así como la calidad del fruto, ocasionando bajos
precios y pérdidas económicas (Tabla 5).
Las variables rendimiento y
precio al productor, a través de las etapas de siembra, presentaron un
comportamiento muy similar en ambos años: los rendimientos tienden a disminuir
a través del año; mientras que los precios son altos al inicio y final de la cosecha,
y bajos hacia la mitad de la temporada. En ambos años, la rentabilidad del
melón fue mayor en siembras tempranas; sin embargo, los productores revelaron
que en estos dos años de estudio no se presentaron heladas tardías extremas, ni
granizadas, que son típicas en los primeros meses del año, por lo que las
siembras tempranas no fueron afectadas. La realidad es que tanto las siembras
tempranas, como las tardías, son de mayor riesgo en comparación con las
intermedias (Daza y col., 2001), pero ante la posibilidad de vender a mejor
precio los productores toman el riesgo.
La rentabilidad obtenida en este
cultivo, 60.45 %, comparada con otros, fue mayor con respecto a cultivos
básicos, pero menor que cultivos de alta inversión bajo invernadero. Por
ejemplo, en frijol, en Durango, se obtuvo una rentabilidad del 39.54 %
(Espinoza y col., 2014) y 40 % en Veracruz (Ugalde y col., 2011). En el
amaranto se tuvo una rentabilidad del 12 % en Tlaxcala y 47 % en Morelos (Ayala
y col., 2014). En hortalizas cultivadas con baja tecnología en la Ciudad de
México, se registró una rentabilidad en el brócoli de 45 % y en el apio de 35 %
(Almaguer y col., 2012). Supera también al nogal cosechado en la costa de
Hermosillo, 34 % (Retes y col., 2014). Sin embargo, hay otros cultivos más
rentables que el melón, como la vid en Aguascalientes (70 % la variedad
Salvador y 200 % la variedad Red Globe) (Borja y col., 2016); el jitomate
silvestre orgánico en Puebla, 79 % (Vázquez y col., 2014) y el jitomate de
invernadero en Hidalgo, 130 % a 150 %, (Terrones y Sánchez, 2011). Estas son
estimaciones de rentabilidad que se han hecho en varios cultivos en diferentes
estados del país; en ningún caso se hicieron estimaciones por etapa de siembra
como se hizo en este trabajo. Si bien se hicieron estimaciones puntuales, la
realidad es que la rentabilidad de los cultivos depende de muchos factores,
destacando la variabilidad de precios y rendimientos, que fueron cubiertos en
este trabajo, al incluir las diferentes etapas de siembra.
En términos generales, se
aprecia que el melón es un cultivo rentable, pero también muy susceptible a los
cambios en los precios y niveles de producción, por lo que sigue siendo
prioritario planear adecuadamente las siembras para evitar periodos de
sobreproducción y desplome de precios.
CONCLUSIONES
La información obtenida, sobre
fechas de siembra y cosecha, permitió identificar tres “etapas” en la
comercialización del melón en la Comarca Lagunera de Coahuila: “tempranas”,
“intermedias” y “tardías”, las cuales se caracterizaron por tener diferentes
niveles de riesgo, productividad y precios de venta. El financiamiento a la
producción es una limitante para el fortalecimiento de esta actividad; entre
los factores que limitan el acceso al crédito están la burocracia, los
numerosos requisitos y los altos intereses que cobran los prestamistas rurales.
Es necesaria una mayor participación de la banca de desarrollo para hacer más
accesibles los créditos a los productores. En la comercialización de melón, los
productores dependen fuertemente de los intermediarios para colocar su
producción en los mercados de consumo. Los productores de melón de la Comarca
Lagunera han tenido experiencias en vender directamente a una cadena comercial,
evitando a los intermediarios de la cadena de distribución; sin embargo, son
muy pocos los productores que han accedido a esta opción, debido a que las
cadenas demandan fruta con estándares de calidad, que al no cumplirlos, existe
un alto porcentaje de rechazo de la producción. Es recomendable que los
productores trabajen en torno a una mejor organización para mantener o aumentar
la rentabilidad del cultivo, con base, principalmente, en una mejor planeación
de las siembras, una mejor gestión del crédito, una mejor comercialización con
melón de mayor calidad, estableciendo una marca propia y una comercialización
más directa con los consumidores, evitando algunos intermediarios en la cadena
de suministro. Los resultados de este estudio pueden servir de base para la
toma de decisiones de política pública e impulsar el desarrollo de este cultivo
en la Comarca Lagunera.
AGRADECIMIENTOS
Se agradece el apoyo del Programa para el
desarrollo profesional docente de la Secretaría de Educación Pública (SEP)
(PRODEP), el apoyo financiero al proyecto “Rentabilidad de las Pymes del sector
agropecuario de la Comarca Lagunera de Coahuila”, del cual se generó la
información para el presente trabajo.
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