Soledad en la
pareja y su relación con el apego
Loneliness in couples and its relationship with attachment
Soledad y apego en la pareja
Luisa Fernanda Granillo-Velasco*, Rozzana Sánchez-Aragón
*Correspondencia:
luisagranillovelasco1705@gmail.com/Fecha de recepción: 27 de septiembre de 2019/Fecha de aceptación: 19 de marzo de 2020/Fecha de publicación: 31 de julio de 2020.
Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), Facultad de Psicología, Circuito Ciudad
Universitaria Avenida, Ciudad Universitaria, Ciudad de México, México, C. P.
04510.
Resumen
La soledad es un fenómeno con importantes repercusiones en la vida de quien la padece, impactando
en su salud psicológica. Esta ha sido concebida
como una experiencia desagradable relacionada
con la necesidad de intimidad interpersonal no satisfecha, lo que
implica un desequilibrio en el nivel de
interacción socio-afectiva de un individuo, y ocurre cuando la red
social del individuo es deficiente. Su medición se ha realizado a través de diferentes instrumentos, entre los que resalta, por sus características psicométricas, la Escala de Soledad Social y
Emocional para Adultos (SELSA), que comprende la soledad en tres
dominios sociales: pareja, familia y amigos. El objetivo de la presente
investigación fue la validación psicométrica de la Escala de Soledad Social y Emocional para Adultos (SELSA) en el
contexto de la relación de pareja, así como evaluar su relación con los estilos
de apego en México. Para ello, se trabajó
con una muestra no probabilística
accidental de 194 parejas heterosexuales. El diseño del estudio fue de
tipo instrumental, debido a que se realizó la validación de una nueva medida de
soledad; y correlacional, al realizarse un
análisis de correlación de Pearson entre los factores obtenidos de
soledad y los estilos de apego. Como resultado a la validación se obtuvieron 5 factores: acompañamiento de los amigos,
acompañamiento de la pareja, acompañamiento de la familia, sentimiento de vacío
y añoranza, de los cuales, los dos últimos no habían sido obtenidos en la
versión original. Finalmente, al analizar las
relaciones entre estilos de apego y soledad, se observaron datos interesantes que señalan la importancia del acompañamiento de la pareja cuando
se tiene apego seguro, y de la familia y amigos
cuando se tienen apegos ansiosos o evitantes, además
de mayores índices de sentimientos de vacío y añoranza.
Palabras clave: soledad, pareja,
apego, validación, México.
Abstract
Loneliness is a
phenomenon with important consequences in the life of those who
suffer from it, including on their psychological health. This has been
conceived as an unpleasant experience related to the need for unsatisfied
interpersonal intimacy, which implies an imbalance in the level of
socio-affective interaction of an individual
and occurs when the individual’s social network is deficient. Its measurement
has been carried out through different instruments, among which the
Social and Emotional Loneliness Scale for
Adults (SELSA), which includes loneliness in 3 social domains: couple,
family and friends, stand out for their
psychometric characteristics. The
objective of this research was the psychometric validation of the Social
and Emotional Loneliness Scale for Adults
(SELSA) in the context of the
couple’s relationship, as well as assess
its relationship with attachment styles in
Mexico. This requires an accidental non-probabilistic
sample of 194 heterosexual couples. The study design was instrumental
because the validation of a new measure of loneliness was performed and correlated to the analysis of Pearson’s
correlation between loneliness factors and attachment styles. As a result of
the validation, 5 factors were obtained,
accompaniment of friends, accompaniment of the partner, accompaniment of the family, feeling of emptiness and longing for which the last two had not been
obtained in the original version. Finally, when
analyzing the relationships between
attachment styles and loneliness, interesting data were observed that indicate the importance of the accompaniment of the partner when secure
attachment is developed. Furthermore, the data also show the central role played by the accompaniment of family
and friends when anxious or avoidant attachments, in addition to higher rates of
feelings of emptiness and longing, are experienced.
Keywords: loneliness, couple relationships, attachment,
validation, Mexico.
Introducción
La soledad se ha descrito de diferentes
formas a lo largo del tiempo, por ejemplo, se ha definido, de forma general, como una respuesta
ante la ausencia de lo que puede brindar una relación en particular,
implicando, así, un desequilibrio en el nivel deseado y logrado de interacción
socio-afectiva (Sermat, 1978). En congruencia, ha
sido concebida por Young (1982) como la
ausencia real o percibida en las relaciones sociales que son
satisfactorias para el individuo, tomándose como una experiencia subjetiva de
tipo emocional, que se presenta cuando
no se han logrado establecer las relaciones
interpersonales de la manera deseada (Ayalon,
2014). Asimismo, Hawkley y Capitanio (2015) la definen como una discrepancia
entre los niveles de contacto social deseados y la disponibilidad del entorno.
La soledad afecta a muchas personas, tendiendo a aumentar
cuando se han cubierto las necesidades básicas (vivienda, sanitarias, educativas,
prestaciones sociales, condiciones laborales, entre otras), puesto que es en
este momento cuando se crean mayores expectativas respecto a la cantidad y
calidad de relaciones cercanas. Así, a pesar
de no existir aún un consenso sobre el
rol adaptativo o evolutivo que puede representar la soledad (Cacioppo y Cacioppo, 2014), ha sido
mayormente identificada como un factor de riesgo para la salud física y mental (Friedler
y col., 2015; Gajardo, 2015; Holt-Lunstad y
col., 2015; Liu y col., 2016).
La soledad ha sido analizada dentro de
dos enfoques conceptuales generales: unidimensional o multidimensional (Russell y col., 1980; Perlman y Peplau, 1981; DiTommaso y Spinner, 1993), y es
diferenciada en dos tipos: social y emocional. La soledad social se presenta
como consecuencia de una red social inadecuada
o pequeña (Zebhauser y col., 2014), produciendo
la sensación de no ser aceptado por los
demás, aislamiento (Jaremka y col., 2014; Mushtaq y col., 2014) y aburrimiento, que pueden contrarrestarse con el acceso y
establecimiento de relaciones sociales que resulten satisfactorias para el
individuo, dependiendo de la percepción del sujeto de la compañía social
(Gajardo, 2015; Cohen-Mansfield
y col., 2016; Ejlskov y col., 2019).
La soledad emocional es resultado de la ausencia de una relación cercana de apego emocional y que proporciona una base
segura (Bowlby, 1982), que puede ser aliviada
únicamente mediante la restauración de dicha
relación o un “sustituto” de la misma; este tipo de soledad se asocia con sensaciones
de vacío y deseo de compartir con alguien.
En esta misma línea del carácter multidimensional de la
soledad, la medida más reconocida y utilizada es la Escala de la Universidad de California en los Ángeles (Russell y col.,
1980), la cual evalúa la soledad a través de 20 ítems con formato tipo Likert
de 4 opciones de respuesta (1. “Me siento así a menudo”, 2. “Me siento así con frecuencia”, 3. “Raramente me siento
así”, 4. “Nunca me siento de ese modo”),
incluyendo: “Con qué frecuencia siente que no tiene a nadie con quien
hablar”, “Con qué frecuencia se siente completamente solo”, “Con qué frecuencia
siente que es difícil para usted hacer
amigos”, entre otros. Se conforma por 2 dimensiones teóricas (intimidad
con otros y sociabilidad), que dieron pauta
a la obtención de tres factores: percepción
subjetiva de soledad, apoyo familiar y apoyo social.
Otra medida desarrollada es la Escala de Soledad Diferencial (Schmidt y Sermat,
1983), que incluye 60 ítems como: “A menudo me siento tímido y me retraigo
en compañía de otros”, “Tengo al menos un
buen amigo del mismo sexo”, “En este momento no tengo verdadera compatibilidad en una relación romántica
o matrimonial”, “Me resulta difícil invitar a un amigo a hacer algo conmigo”. Y
se compone por 4 subescalas: soledad romántica-sexual, soledad-amigos, soledad-familia y soledad
en un grupo más grande.
Además, se encuentra también la Escala
de Clasificación de la Soledad (Scalise y
col., 1984), que identifica cuatro factores: el agotamiento, relacionado con el sentimiento de falta de aquello que le da sentido a la vida del individuo;
el aislamiento, como la experiencia negativa
en lo interpersonal; inquietud,
referida al mundo
externo y al propio, relacionándose con aspectos de frustración, displacer y tensión; y el abatimiento,
descrito como depresión
y desaliento.
DiTommaso y Spinner
(1993) desarrollaron la Escala de Soledad
Social y Emocional para Adultos
(SELSA, por sus siglas en inglés: Social and
Emotional Loneliness Scale for Adults),compuesta por 37
ítems como: “Soy parte importante de
la vida de otra persona”, y lo referente a la familia, incluyendo reactivos
como “Me siento solo cuando estoy con mi familia”, y, por otra parte, la
soledad social “Lo que es importante
para mí no parece ser importante para las
personas que conozco”. La consistencia interna de la prueba es de 0.89, y se encuentra conformada por 3 factores: social,
romántica y familia. Años más tarde, se creó una versión reducida de dicha
escala, denominada SELSA-S (DiTommaso y col., 2004), compuesta por 15 ítems seleccionados de la
escala original (SELSA), distribuidos en 3 factores:
soledad social, soledad familiar y soledad romántica, contando con una
alta consistencia interna (0.89) y validez
de constructo.
Las medidas más actuales de soledad son escasas, sin embargo,
se puede encontrar la Escala de Soledad en Adultos Mayores Mexicanos (Quiroz y col., 2017), conformada por
30 ítems, distribuidos en 5 factores: “Soledad social”, que se refiere al contacto que se tiene con otras personas; “Soledad conyugal”, que
alude a la relación que se tiene con una pareja
afectiva; “Soledad familiar”, relacionada con el vínculo que se tiene
con la familia en la actualidad; “Agitación y actitud al envejecimiento”,
referida a las percepciones negativas de las vivencias en la vejez; y “Crisis
existencial”, que es la forma en que el adulto mayor se percibe a sí mismo. Con una consistencia interna total de 0.924.
La soledad está en función de la cantidad, calidad y expectativas de las relaciones interpersonales con las que se cuenta; aquí -como ya se
mencionó-, el individuo posee una percepción
del “acceso” que tiene a una fuente de gratificación social, lo que
además lo hace reflexionar sobre “su visión de sí mismo” como merecedor o no de dichas fuentes de gratificación
y seguridad (Bowlby, 1982; Yárnoz-Yaben,
2008). De ahí que la soledad puede estar teórica y empíricamente vinculada con
el apego.
El apego, según Bowlby
(1982), se trata del vínculo establecido entre un individuo y su cuidador primario en la infancia temprana, el cual se reproducirá posteriormente en las relaciones
adultas, como la de pareja (Sahin-Kiralp y Serin, 2017), siendo estas últimas una fuente importante de afecto y soporte social para sus miembros (Díaz-Loving
y Rivera-Aragón, 2010). Así, cuando no se reciben adecuadamente dichas
muestras de afecto y soporte, resultando en
necesidades insatisfechas, es cuando se habla de soledad social o
emocional (Weiss,
1973), relacionada con el vínculo del apego.
Los reportes en la literatura respecto a las implicaciones
del apego en la experiencia de soledad, indican que los estilos de apego
formados durante la infancia, tienen un impacto en la soledad adulta (Akdoğan, 2017; Guan y col., 2017), ya que el apego se trata del vínculo establecido
y el cumplimiento de las necesidades propias por parte del otro,
experimentándose soledad como resultado de necesidades de apego no satisfechas adecuadamente (Pereira y col., 2015).
Diversos estudios han relacionado al estilo de apego con la
sensación de soledad, resultando que los individuos con estilo de apego seguro tienden a tener una visión positiva de sí mismos
y de los otros, tienen menos ansiedad por abandono, así como evitación a la
intimidad, lo que les permite formar relaciones íntimas satisfactorias, y, por ello, se sienten menos solos (Shaver y Mikulincer, 2002). Quienes poseen un estilo de apego ansioso ambivalente tienen un
esquema negativo de sí mismos y de los
otros, tienen alta ansiedad y baja evitación a la intimidad, por lo que
al relacionarse presentan un déficit en habilidades sociales y soledad (DiTommaso y col., 2003;
Mikulincer y Shaver, 2014).
Mientras que Wiseman
y col. (2006) encontraron que el apego seguro
tenía relación con una forma negativa de soledad, y la autocrítica era
un mediador entre el apego ambivalente y la
soledad. Por otra parte, Wei y col. (2005) confirmaron
la relación del apego ansioso y evitante con la
soledad, vergüenza y depresión. Entendiéndose
entonces al vínculo afectivo como un factor protector de suma
importancia ante la soledad (Villanea y Gómez, 2019)
(Tabla 1).
Aunque en México existen estudios que asocian a la soledad
con diversos indicadores de salud (Swami y col.,
2007; Gerst-Emerson y Jayawardhana,
2015; Hawkley, 2019), no se tiene una suficiente
exploración de la soledad como condición, experiencia y magnitud en la
población mexicana.
El objetivo de la presente investigación fue la validación
psicométrica de la Escala de Soledad Social y Emocional para Adultos (SELSA) en el contexto de pareja, examinar la relación
de dicha variable con los estilos de apego e identificar si existen diferencias
en la experiencia de la soledad entre las personas con alto y bajo apego seguro, ansioso-ambivalente y evitante.
MATERIALES Y MÉTODOS
Participantes
Se trabajó con una
muestra no probabilística de 388
participantes heterosexuales (50 % hombres
y 50 % mujeres), de entre 17 y 62 años (M
= 63.04, Moda = 42), residentes de la Ciudad de México, de los cuales, 73
contaban con estudios de secundaria, 123 con preparatoria y 186 con
licenciatura (6 no respondieron). Al momento
de la aplicación, todos los participantes se encontraban en una relación
de pareja desde hacía un mínimo de 5 meses y
un máximo de 41 años; su estado
civil era: 181 en unión libre y 207 casados.
Instrumento
• Escala de Soledad Social y Emocional para
Adultos (DiTommaso y Spinner,
1993), compuesta por 37 ítems
distribuidos en tres dimensiones:
romántica, conformada por 12 reactivos en donde se evalúa el sentimiento de importancia, intimidad y felicidad con la
pareja; social, compuesta por 11 reactivos que evalúan las relaciones
con los amigos y su dinámica; y familia,
conformada por 14 reactivos referentes a la convivencia familiar y la
importancia de esta para el individuo. Con una consistencia interna total de 0.89 y una estabilidad factorial
y validez concurrente y discriminante
apropiada, la cual fue traducida al español para su aplicación, y
posteriormente validada mediante el
procedimiento establecido por Reyes-Lagunes y García-y-Barragán (2008), basado en Cronbach y Meehl (1955),
reportado en la siguiente sección.
• Escala de Apego en Adultos en México (Márquez-Domínguez y col., 2009), compuesta
por 21 reactivos, evaluados por medio de un
autorreporte con formato de respuesta tipo
Likert de 5 puntos (1. “Totalmente en desacuerdo” a 5. “Totalmente de
acuerdo”), correspondientes a 3 dimensiones denominadas: apego evitante, con 7 reactivos respecto a sentimientos de
incomodidad ante la cercanía e
intimidad con la pareja; apego ansioso, compuesta por 8 reactivos que evalúan
sentimientos de miedo y preocupación ante la relación de pareja del individuo; y,
por último, apego seguro, con 6 reactivos respecto a sentir seguridad y
bienestar con el establecimiento de intimidad y cercanía con el otro. Con una
consistencia interna de 0.813 a 0.888.
Debido al presente objetivo, respecto a los estilos de apego a partir de esta escala, se categorizó mediante
apego alto y bajo para cada estilo, tomando
en cuenta el puntaje válido en cada factor. Para el estilo de apego
seguro bajo se consideró de 2 a 3 puntos, y
para el alto a partir de 3.14.
Mientras que para los estilos de apego ansioso y evitante
bajo se consideró de 1 a 3 puntos, y alto a partir
de 3.20 en cada estilo (ansioso y evitante).
Procedimiento
Los cuestionarios
fueron aplicados por cuatro psicólogos en
lugares donde podían encontrarse personas que quisieran participar de manera voluntaria en esta investigación
(plazas comerciales, casas, escuelas, oficinas, entre otros sitios de la Ciudad de México). Se les aclaró
verbalmente que los datos proporcionados serían anónimos y tratados de manera confidencial, se les resolvieron
-dudas y se pusieron a su disposición los resultados personales.
Asimismo, dichos instrumentos fueron aplicados a personas en una relación de pareja al momento de contestar, haciéndolo
de manera individual y buscando –en mayor medida- que la pareja no estuviera
presente o cerca del encuestado al momento de dicha aplicación, para evitar que
interfiriera en las respuestas dadas.
Análisis de
resultados
Con el fin de obtener una medida válida y confiable, se realizó la traducción-retraducción de los reactivos pertenecientes a la medida de soledad, seguida por el procedimiento establecido por Reyes-Lagunes
y García-y-Barragán (2008), basado en Cronbach y Meehl (1955), para lo cual se realizaron análisis de
frecuencias por reactivo, para examinar que todas las opciones de respuesta
hubieran sido utilizadas. Posteriormente,
corrió una prueba t de Student, reactivo por reactivo, para estimar así su
capacidad de discriminación. Con los reactivos que mostraron diferencias
estadísticamente significativas se hizo un análisis
de Alpha de Cronbach, para
evaluar la consistencia interna de la
escala; además, un análisis de correlaciones de los reactivos, con el
que se determinó el tipo de rotación del Análisis Factorial. A partir de ello
se categorizó como una escala con un coeficiente de confiabilidad respetable según García-Cadena (2006), quien plantea la siguiente clasificación:
inaceptable (por debajo de 0.60), indeseable (de 0.60 a 0.65), mínimamente
aceptable (entre 0.65 y 0.70), respetable (de 0.70 a 0.80) y muy buena (de 0.80
a 0.90).
Posteriormente, se realizó un análisis de correlación producto-momento
de Pearson en el programa SPSS, considerando al total de la muestra en los
factores obtenidos de soledad (acompañamiento pareja, acompañamiento amigos y
acompañamiento familia, sentimiento de vacío y añoranza) y los estilos de apego
(evitante, ansioso y seguro).
Por último, con la
categorización realizada en alto y bajo estilo de apego según los ítems de
dicha escala, se realizó un análisis t de Student
para muestras independientes, para conocer
las diferencias en los factores de soledad en función de un alto o bajo estilo de
apego seguro, ansioso y evitante.
RESULTADOS
El análisis
estadístico realizado para la Escala de soledad mostró que 31 de los 37 reactivos discriminaron, cumpliendo así con los criterios
establecidos (Reyes-Lagunes y García-y-Barragán,
2008). Estos reactivos fueron sometidos a un
Análisis Factorial de componentes
principales con Rotación Ortogonal (tipo
Varimax), seleccionando solo aquellos con cargas factoriales iguales o superiores a 0.40 (Tabla 2). El análisis factorial arrojó
un índice KMO = 0.882 y la Prueba de Esfericidad de Barlett
B = 5 413 373, gl = 465, P = 0.000, lo cual confirmó la adecuación de la muestra.
Además, mostró la existencia de 5 factores con valor propio, mayor a 1, que
explicaron el 52.05 % de la varianza, con
coeficiente de confiabilidad Alpha de Cronbach respetable de
0.750.
En la relación
existente entre la soledad y los estudios de apego en el contexto mexicano
(Tabla 3) se encontró que en la medida en que
las personas tenían un estilo de apego seguro (“Pienso que la relación
marcha bien”, “Me siento bien compartiendo mis sentimientos y pensamientos con mi pareja”), tendieron a percibir mayor
acompañamiento por parte de su pareja (“Hay alguien que quiere compartir su
vida conmigo”, “Estoy enamorado(a) de alguien quien está enamorado(a) de mí”) y amigos (“Me siento parte de un grupo de
amigos”, “Mis amigos entienden mis motivos y mi razonamiento”), y menos de su
familia (más soledad familiar), así como menos añoranza (“Me encuentro deseando a alguien con quien compartir mi
vida”, “Me gustaría tener una relación romántica más satisfactoria”). Cuando
los participantes tuvieron un apego ansioso (“Necesito que mi pareja me
confirme constantemente que me quiere”, “Me da miedo perder a mi pareja”),
tendieron a sentir más sentimientos de vacío (“No me siento satisfecho con los
amigos que tengo”, “Lo que es importante para
mí no parece importante para las personas que conozco”) y añoranza, así como más acompañamiento por parte de su familia (“Mi familia realmente
se preocupa por mí”, “Me siento cerca de mi familia”), no así de sus amigos
(soledad respecto a amigos) y pareja (soledad respecto a
la pareja). Por
último, a mayor estilo evitante (“Preferiría
no estar muy cercano a mi pareja”, “Me incomoda la cercanía con mi pareja”),
menos percepción de acompañamiento por parte de la pareja (soledad respecto a
la pareja), más de la familia (“Realmente pertenezco a mi familia”, “Mi familia
es importante para mí”), a la vez que más
añoranza (“Tengo una necesidad insatisfecha de una relación romántica
cercana”, “Me gustaría poder decirle a alguien a quien amo que lo amo”) y
sentimientos de vacío (“Lo que es importante para mí no parece importante para las personas que conozco”, “No me siento satisfecho con los amigos que
tengo”).
En la Tabla 4 se
muestra el tamaño de muestra obtenido para cada tipo de apego. En el estilo de
apego seguro se obtuvo un mayor número de individuos con alto apego (345), en
tanto que presentaron bajo apego ansioso y evitante (245
y 346, respectivamente). En la Tabla 5 se observa que los individuos con apego seguro alto valoraron más, de forma significativa
(P < 0.05), el acompañamiento de la pareja, de los amigos y de la familia;
asimismo, presentaron un mayor nivel de añoranza.
Las personas con
bajo apego ansioso mostraron un mayor deseo de acompañamiento de amigos (P <
0.05); en tanto que aquellos que presentaron un alto apego ansioso tendieron a experimentar mayor sentimiento de vacío y
de añoranza (Tabla 6).
Las personas con bajo apego evitante
reportaron sentir mayor acompañamiento de la pareja (P < 0.05),
pero un menor sentimiento de añoranza
(Tabla 7).
DISCUSIÓN
El procedimiento de validación permitió identificar 31 reactivos y 5 factores (Tabla 2), que explicaron el 52.05 % de la varianza con coeficientes de confiabilidad Alpha de Cronbach respetables (Reyes-Lagunes
y García-y-Barragán, 2008). El primer
factor, denominado acompañamiento de la
pareja (7 reactivos), aborda la percepción del participante de que cuenta con una
pareja, con quien comparte sus más íntimos pensamientos y sentimientos, y que
le brinda apoyo, aliento y satisface sus necesidades. Desde su punto de vista, el/la participante considera que tiene
una pareja a la cual hace feliz y quien le comparte su vida, cubre sus
necesidades emocionales y de intimidad, y que, de manera recíproca, existe el
enamoramiento entre él y su pareja. Así, este factor evidencia la ausencia de
soledad de tipo conyugal, que hace alusión a la relación que se tiene con una pareja con quien se experimenta afecto y
sentimientos de valía y acompañamiento, lo que se ve reflejado en la evaluación positiva de la relación en
términos de su calidad (Ayalon, 2014). En antagonismo
con este factor, Cardona-Jiménez y col. (2013) mencionaron que la soledad puede vivirse como consecuencia de la insatisfacción
de necesidades de intimidad interpersonal, es decir, cuando se percibe
distancia se dejan de compartir ciertos aspectos con el otro, lo que crea
sentimientos de frustración, fracaso, temor al cambio, entre otros. En congruencia, la soledad emocional sobreviene con
el sentimiento de ausencia de una persona
especial e íntima, alguien significativo en quien se pueda confiar, compartir sueños, ideales (Iskender,
2018), tener una meta de vida y planificar (Cacioppo y col., 2015), lo cual es una parte vital
para sentir conexión con el otro, y poder con ello amortiguar consecuencias
negativas (Shevlin y col., 2015), cubriendo aspectos
como la provisión o recepción de información, ayuda instrumental, apoyo o consejo (Valtorta y col.,
2016); siendo que la ausencia de los elementos mencionados resulte en sentimientos de vacío, soledad y
pánico, al darse cuenta de tal inaccesibilidad (Shevlin
y col., 2015).
El factor de
acompañamiento de los amigos (6 reactivos)
se refiere a la percepción de contar con
amistades con quienes compartir puntos de
vista, obtener información, hablar de las presiones de la vida y que le brindan
el sentimiento de pertenencia,
entendimiento y agrado hacia ellos. Este
factor se ve apoyado por Luque-Parra
y Luque-Rojas (2015), quienes señalaron que la amistad es un vínculo fundamental
que promueve el bienestar general y social, ya que un amigo es afiliativo, confiable,
afectivo, tranquilo, optimista, bondadoso y con algunos defectos. Por su parte, López-Becerra (2007) reveló que tener un amigo
es tener alguien similar en actitudes y valores,
comprensivo y honesto, además de que la
relación se ve matizada de expresión de afecto
y apoyo. Con base en esta lógica, pero desde su opuesto, Fernández y
col. (2013) indicaron que si la
persona refiere un déficit percibido en
amistades basado en el número de ellas y la frecuencia del contacto, ello
facilitará los sentimientos y experiencia de la soledad. Asimismo, cuando las
personas indican la ausencia de un confidente
(Berg y Peplau, 1982; Cutrona, 1982),
se genera un sentimiento de marginalidad, de no ser aceptado por otros,
aislamiento, aburrimiento y falta de pertenencia a un grupo o red social
(Fernández y col., 2013). Este factor es de suma importancia, debido a que relaciones como la amistad permiten la
construcción de una red de apoyo significativa, en la que el individuo puede
compartir ideas, sentirse importante, escuchado y con un lugar dentro de cierto
grupo, lo cual refleja una necesidad básica
(Jiménez y col., 2010), además de una cohesión grupal que muestre el sentirse
en “sintonía” con los demás o
compartir intereses comunes (Shevlin y col., 2015), teniendo en cuenta que la
soledad sobreviene al individuo cuando este
experimenta la ausencia de relaciones,
aunado a un sentimiento de falta de apoyo social (Ríos-Zapata, 2017).
El tercer factor,
denominado acompañamiento de la familia (7 reactivos), versa sobre el sentimiento de pertenencia y cercanía hacia ella, igualmente, el reconocimiento de que su
familia se preocupa por el/la participante, lo cual propicia la importancia que
se le atribuye, y en consecuencia, la experiencia de soledad cuando no se está
con ella. Este factor se ve apoyado por varios autores, ya que se le ha conferido un papel sustancial en el
proceso de vida y socialización del individuo,
siendo los padres y la familia los que juegan un papel importante en ello (Marroquín y Nolen-Hoeksema,
2015). Así, Herrera-Santí (1997) mencionó que la
familia es el grupo social primario, cuya función es satisfacer sus necesidades
básicas materiales y espirituales, actuando
como sistema de apoyo. Como lo indica el contenido del factor, la
interacción con los miembros de la familia puede ayudar como amortiguadora de
las tensiones al momento de enfrentar algún tipo de crisis, así como ayudar a
expresar los afectos del individuo, favoreciendo además el crecimiento de cada
uno de sus miembros al haber una interacción constante entre ellos (Pérez-Martínez y Lorenzo-Parra, 2004). Los recursos familiares pueden ayudar para la resolución de
ciertos conflictos, reducir estrés, y
brindar apoyo en cualquier situación (Fontes y col.,
2012). Por lo tanto, la soledad en esta esfera estaría dada por una carencia
emocional en su relación con los padres y
hermanos -de existir-. La familia ocupa un espacio central en la prevención o precipitación de la soledad al
convertirse en un referente importante para la construcción de relaciones
futuras que el individuo establezca, y constituir así una importante fuente de apoyo (Jiménez y col.,
2010).
Estos 3 primeros
factores, referentes a las relaciones sociales e interpersonales, están apoyados por Albo y col. (2015), quien mencionó que
a pesar de tenerse ciertas conexiones sociales, puede reportarse la soledad,
siendo que, altos niveles de conectividad no siempre corresponden a bajos
niveles de soledad.
Respecto al cuarto
factor, titulado sentimiento de vacío, se define como aquellas emociones y
sentimientos asociados a la falta de relaciones
sociales significativas (amigos y familia) o de calidad que provean a la persona de entendimiento, cercanía, valor, aceptación y
preocupación por su bienestar. Del mismo modo,
refleja una insatisfacción ante dicho déficit, lo que le hace desear
contar con aquello que siente que le hace falta. En congruencia, Yildiz (2016)
definió a la soledad como una deficiencia o vacío en las relaciones sociales.
Aunado a esto, se ha observado que un estilo de apego ansioso es capaz de
predecir mayores emociones negativas y sentimiento de soledad (Garrido-Rojas y
col., 2016). Esta soledad puede aparecer cuando las relaciones con los demás no
están en los niveles deseados (Demir y Kutlu, 2016), siendo una experiencia desagradable y
estresante, con un importante impacto emocional y diversos sentimientos como
tristeza, angustia, mal humor o sensación de rechazo (Higuera, 2016). Por otro lado, Weiss (1998)
argumentó que la soledad, respecto a la parte social, es la carencia de
relaciones afiliativas que provocan un sentimiento de
marginalidad, sensación de no ser aceptado por los otros, aislamiento y
aburrimiento; puede aparecer cuando no se tiene con quien compartir y no hay
sentido de pertenencia a un grupo. Esto, debido a que todo ser humano tiende a
relacionarse de manera significativa con otros, ocupando sus vacantes previstas respecto a las relaciones. Cuando
descubre que no hay alguien disponible para ello, alguien que satisfaga sus necesidades,
llega el sentimiento de pena y vacío (Higuera, 2016). Además, esta soledad puede variar en intensidad como consecuencia de
dichos déficits relacionales (Russell y col., 1980) y diversas condiciones de
la vida, como la falta de tiempo para realizar actividades sociales y sentir
vinculación a un grupo (Pinedo y López, 2015), siendo percibida, entonces, como
el sentimiento de no tener amigos o no tener los que se quisieran (Fernández y
col., 2013), lo que a su vez conlleva al aislamiento (Jürschik
y col., 2013), y en muchas ocasiones afectando al bienestar físico, psicológico
y social, resultando en insatisfacción con la vida (Roldán, 2017).
El factor de añoranza hace referencia al deseo/anhelo de
contar con relaciones significativas que
satisfagan necesidades insatisfechas como compartir la vida, decirle a
alguien que se le ama y tener una relación romántica satisfactoria. Este factor se ve apoyado por lo mencionado en la
literatura, donde se indica que la
soledad es un sentimiento angustiante que incluye la percepción de que las
necesidades sociales no han sido satisfechas
como
se quisiera (Liu y col., 2016), y puede
aparecer cuando las relaciones que se establecen
con otro son débiles y se desea fervientemente tener un lugar dentro de
un grupo determinado en el que, puedan compartirse intereses y preocupaciones, además de encontrar
a alguien especial con quien compartir la
vida (Yárnoz-Yaben, 2008), siendo la búsqueda de compañía una estrategia para evitar
o afrontar de alguna manera la soledad (Hawkley y
col., 2008). Sin embargo, el individuo
considerará, y llevará a cabo, solo aquellas actividades para las cuales
se valore con la capacidad suficiente,
evitando situaciones que puedan parecerle excedentes a sus capacidades,
lo cual haría que la persona evite y rechace participar en actividades sociales
que podrían permitirle sentirse menos solo (Isidro y col., 1999). Además, según
estos mismos autores, esta renuencia a participar o involucrarse con otros, sumado al no esforzarse ni perseverar
cuando la relación no logra ser como se añora, hacen que surjan dificultades que refuerzan dicha soledad. Es decir, la soledad se puede dar debido a una red
social evaluada por el individuo como deficiente en calidad o cantidad, asociándose a sentimientos negativos
(Ríos-Zapata, 2017).
La encuesta de
evaluación de la soledad resultó válida para
muestras mexicanas, pues la literatura al respecto apoya y fundamenta los factores obtenidos; y confiable, ya que sus coeficientes
resultaron respetables. Estos hallazgos, en comparación con la versión original
de DiTommaso y Spinner
(1993), mostraron la existencia de dos factores más no reportados por dichos
autores: sentimiento de vacío y añoranza,
mismos que, como ya se vio en este
estudio, son sustentados como parte de esta variable y dan cuenta del
carácter multidimensional de la soledad (Weiss,
1973).
Se analizó la
relación que existe entre la soledad y los
estilos de apego. Los hallazgos mostraron que en la medida en que las
personas tienen un estilo de apego seguro, tienden a percibir mayor
acompañamiento por parte de su pareja y amigos, y menos de su familia, así como
menos añoranza. Y esto sucede porque la pareja les brinda el apoyo necesario,
cubre sus necesidades tanto emocionales como de intimidad, hay enamoramiento y se propicia el compartir distintos
elementos dentro de la relación. Asimismo,
Fujimori y col. (2017) mencionaron que tener un estilo de apego seguro puede reducir la soledad, siendo
que sus experiencias amorosas son descritas como más felices, amistosas y de
confianza (Hazan
y Shaver, 1987).
Cuando los
participantes tienen un apego ansioso y evitante tienden a sentir más sentimientos de vacío y añoranza, así como más acompañamiento
por parte de su familia, no así de sus amigos
y pareja. En este tenor, las personas con estilo de apego ansioso harán
una evaluación negativa de sí mismos y de
los demás, lo que contribuirá a una percepción
de menor calidad en sus relaciones en términos de satisfacción, compromiso y ajuste
(Martínez-Álvarez y col., 2014), lo que puede
llevar a experimentar más sentimientos de vacío y deseos de tener
fuentes gratificantes emocionalmente,
lo que conlleva a sentirse más solos (Hazan y Shaver, 1987). Los
resultados del presente estudio apoyan lo
mencionado por Carrasco y González
(2016); Akdoğan (2017) y Sahin-Kiralp
y Serin (2017), quienes refieren, además de
otros autores, una vinculación entre la soledad y las deficiencias durante el
proceso de apego.
En cuanto a las
diferencias en soledad según el estilo de apego, se observó que quienes
mostraron un apego seguro alto refirieron sentirse mayormente acompañados por
su pareja, amigos y familia, en comparación con quienes presentaron un bajo apego seguro, ocurriendo de igual manera con el sentimiento
de añoranza. Por otra parte, respecto al apego ansioso, se encontró que quienes
indicaron un bajo apego ansioso reportaron mayor sentimiento de acompañamiento
de los amigos, en comparación con quienes mostraron
un alto
apego ansioso, que manifestaron mayor sentimiento de vacío y añoranza. Mientras
que, en lo que respecta al apego evitante, se observó
que las personas con un bajo apego evitante registraron un mayor sentimiento de
acompañamiento por parte de su pareja, en comparación con quienes mostraron un
alto apego evitante, los cuales reportaron mayor
sentimiento de añoranza. Estos datos son congruentes con la teoría respecto al apego, en donde autores como Hazan y Shaver (1987) han
descrito que un estilo de apego seguro se caracteriza por el
establecimiento de relaciones con una mayor intimidad y compromiso, obteniendo
una mayor satisfacción de estas, teniendo una visión más realista de dichas
interacciones, pero haciéndolo siempre de manera positiva, contrario a un
estilo de apego ansioso-ambivalente, que presenta dificultades para el
establecimiento de relaciones
interpersonales, añorando sentirse amado y experimentando la falta de dichas interacciones (Hazan y
Shaver,1987). Mientras que un estilo de apego evitante
presenta una generación de conflicto ante la
cercanía e intimidad dentro de sus relaciones, buscando no involucrarse emocionalmente, como precaución a poder ser herido, manteniendo cierta distancia
afectiva (Márquez-Domínguez y col., 2009).
Es así que los resultados obtenidos dieron cuenta de la
exitosa validación en México de la Escala de Soledad Social y Emocional para
Adultos (DiTommaso y Spinner,
1993), no solo porque mostró características
psicométricas apropiadas, sino por la
identificación de 2 factores extras
que muestran especificidades inexistentes en la versión original,
contribuyendo así con estudios posteriores de la soledad, al poder evaluarla de
una manera más completa y precisa. Además, las correlaciones realizadas ponen
en evidencia el peso que tienen los estilos de vida en la experiencia de la
soledad, y cómo el acompañamiento de la pareja resulta central en las personas
con un estilo seguro, y el acompañamiento de la familia y los amigos se vuelve
fundamental cuando se tiene un estilo de apego ansioso o evitante (Lodder
y col., 2016). Siendo la soledad un resultado de problemas interpersonales y relaciones inestables (Mikulincer y Shaver, 2014).
Debido a esto, puede entenderse que la soledad en la edad adulta tiene
una estrecha relación con el marco del apego, tomando en cuenta que puede
significar una interrupción de este (Varghese y Pistole, 2017). A futuro habrá que examinar qué otras
variables están vinculadas a estos efectos, a fin de identificar los mecanismos
con que operan estas relaciones.
CONCLUSIONES
La investigación presentada cumplió con
los objetivos de validar en México la Escala
de Soledad Social y Emocional para Adultos, ya que se encontró que cuenta con características psicométricas robustas (validez y confiabilidad),
además de evidenciar particularidades culturales de la muestra con que
se trabajó. Aunado a ello, los hallazgos de las correlaciones mostraron la
importancia de un apego seguro para no sentir soledad, y en contraposición, los efectos negativos de los estilos
de apego ansioso-ambivalente y evitante para sí
sentirla.
AGRADECIMIENTOS
Esta investigación fue realizada gracias al Programa
UNAM-PAPIIT IN304919 del proyecto: “Factores protectores y de riesgo a la salud
en parejas sanas y con enfermedad crónico-degenerativa”.
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