Estado
del conocimiento de la historiografía de la educación en
Tamaulipas siglo XIX
State of knowledge of 19th
Century higher education historiography in Tamaulipas
La historiografía de la
educación en Tamaulipas siglo XIX
Luisa Álvarez-Cervantes*, José Rafael Sáenz-Rangel
*Correspondencia: lalvarez@docentes.uat.edu.mx/Fecha de recepción: 3 de diciembre de 2019/Fecha de aceptación: 21 de agosto de 2020/Fecha de publicación: 29 de enero de 2021
Universidad Autónoma de Tamaulipas,
Unidad Académica Multidisciplinaria de Ciencias, Educación y Humanidades,
Centro Universitario Victoria, Ciudad Victoria, Tamaulipas, México, C. P.
87149.
Resumen
El
estado de Tamaulipas está ubicado al noreste
de México, región geográfica colonizada años más tarde que el centro y
el sur del país. Se ha documentado poco del devenir histórico de las primeras
instituciones educativas del nivel superior
de la entidad. El objetivo del presente trabajo fue presentar el estado actual que guarda el conocimiento de la historiografía de la
educación en Tamaulipas del siglo XIX. Se localizaron 22 obras editadas y publicadas entre 1948 y 2018, que recogieron las memorias y experiencias educativas. Se sometieron a un procedimiento,
con base en criterios historiográficos, que permitió ordenarlas en
historias, biografías, crónicas o memorias. Se agruparon en correspondencia a espacios y temporalidades, en generales o regionales y por periodos históricos.
Se describen las obras que hablan de las dos etapas:
la inicial, referente a la fundación de las primeras instituciones por maestros
republicanos ilustrados; escritas por sus
egresados, historiadores por
vocación, autores de las primeras historias de la educación estatal, que
trabajaron en un marco ilustrado, liberal, republicano y juarista, promotor de
ofrecer al pueblo una educación pública,
laica, gratuita y obligatoria, en el
que quedó institucionalizada la educación superior del estado. La segunda etapa ocurre en el siglo XX, con
la creación de la Universidad de Tamaulipas,
que sería después la Universidad Autónoma de Tamaulipas, institución que
permite formar historiadores de profesión, maestros e historiadores de
raigambre decimonónica, que complementan el marco histórico educativo. Este
trabajo permite un punto de partida al
investigador interesado en continuar con la línea de la historia e historiografía de este tiempo y espacio.
Palabras clave: instituciones educativas, ilustración, Tamaulipas, historiografía de la educación,
siglo XIX.
Abstract
The state of Tamaulipas is located
in the northeast geographical region of Mexico,
which was colonized several years after the center and south of the country. Little has been documented of the historical evolution of the first
higher education institutions of the state. The aim of this work is to show the current state of knowledge of
the historiography of education in Tamaulipas in the 19th century. Twenty-two
edited and published works, which collected memories and educational experiences between 1948 and 2018
were found. They underwent a procedure, based on historiographic criteria,
which allowed their classification into histories, biographies, chronicles, or memoirs. They were grouped according
to spaces and temporalities in general or regional, and by historical periods
of education. The works that discuss each of
the stages are described as follows: those of the initial stage, referring to the founding of the first institutions
by illustrated republican teachers were written by its graduates, historians by
vocation, authors of the first histories of
state education, who worked within an
enlightened, liberal, republican and juarista framework, promoter of
offering the people a public, secular, free and compulsory education, in which
higher education in the state was institutionalized.
The second stage occurred in the 20th century, with the creation of the
University of Tamaulipas, which would later become the Universidad Autónoma
de Tamaulipas, an institution that
educates professional historians, history teachers and historians of
nineteenth-century roots, which
complement the historical educational
framework. This work provides a starting point for the researcher who is
interested in continuing with the line of history and historiography of this
time and space.
Keywords: educational
institutions, illustration, Tamaulipas,
education historiography, 19th century.
Introducción
Ante la ausencia de un estado del conocimiento sobre la historiografía de la
educación en Tamaulipas, el Centro
Regional de Formación Docente e Investigación Educativa (CRETAM) impulsó un proyecto de investigación con la
intención de integrarlo. En él participaron miembros del actual Cuerpo Académico de Historia e Historiografía Regional de
la Universidad Autónoma de Tamaulipas e integrantes del Proyecto de Investigación Universidad,
Sociedad y Acción Comunitaria de la Facultad
de Estudios Superiores Iztacala, de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue desarrollado entre
2014 y 2016, y de este proyecto resultaron 2 obras: Historiografía
de la educación en Tamaulipas Tomo I: siglo XIX (Álvarez y Avendaño, 2015)
e Historiografía de la educación en Tamaulipas Tomo II: siglo XX
(Álvarez y Avendaño, 2016), la primera publicada
en el año 2015 y la segunda en el año 2016. La relevancia radica en que
los investigadores de la historia de la educación tienen en sus manos un estado del conocimiento sobre la
historiografía de la educación en Tamaulipas.
La
investigación se enfocó en dar respuesta a las preguntas: ¿Quiénes
investigaron? ¿Qué investigaron? ¿Cómo
investigaron? ¿Desde qué instituciones educativas lo hicieron? ¿Cuáles fueron sus resultados? ¿Con qué perspectivas
se identificaron y cuáles fueron sus aportaciones?
¿Qué temas, problemas o periodos educativos
abordaron? Al mismo tiempo, para hacer comprensible el contexto de producción
de la obra historiográfica sobre la educación en
Tamaulipas en el siglo XIX, fue imprescindible abordar las condiciones
históricas de Tamaulipas, es decir, cuáles eran los proyectos educativos que elaboraron los maestros fundadores
de las instituciones de educación superior del siglo XIX, ya que de ellas
egresaron quienes publicaron las primeras historias de la educación que
constituyen la obra historiográfica hasta el 2018. Estas obras fueron
localizadas en bibliotecas públicas y privadas e instituciones educativas. Para
ello fue necesaria una previa investigación documental de corte historiográfico
en obras generales sobre la historia
educativa de Tamaulipas, a fin de indagar en qué ciudades del estado se fundaron los centros de educación superior durante el siglo XIX, cuáles fueron y quiénes
las crearon. Bajo el supuesto de que
los egresados de estas instituciones
aportarían relatos, crónicas o memorias de sus centros educativos. Las
instituciones educativas creadas en el estado a lo largo del siglo XIX fueron
el Instituto Hidalguiano, en 1830, y el Instituto Científico y Literario del Estado, en 1889, ambas en Ciudad
Victoria; el Instituto Literario de San
Juan, en 1859, en Matamoros y, aunque
de breve duración, el Instituto Literario y Mercantil, en 1855, en Tampico.
A los resultados de este macroproyecto se agrega y se expone, para el caso del estado del conocimiento de
la historiografía de la educación en Tamaulipas, en el siglo XIX, la situación
que guarda hasta el 2018.
El objetivo del presente trabajo fue dar a conocer el estado actual que guarda el conocimiento de la historiografía de la educación en
Tamaulipas del siglo XIX, desde la primera obra en 1948 hasta la última,
publicada en 2018.
MATERIALES Y
MÉTODOS
Una
vez localizadas las instituciones de educación superior, las ciudades donde se
fundaron y el tipo de estudios que ofrecieron, se procedió al trabajo de campo,
recorriendo los archivos y fondos
documentales y bibliotecas de libros viejos en la Ciudad de México, Ciudad
Victoria, Tampico y Matamoros, con el propósito de encontrar obras sobre
historia de la educación en Tamaulipas. La localización de los datos se efectuó de
marzo de 2014 a enero de 2019.
La documentación encontrada fue revisada, clasificada, sistematizada, ordenada y reseñada con base en criterios historiográficos. A fin de
romper la tensión generada entre las políticas estatales en materia
educativa y las iniciativas regionales derivadas de esfuerzos colectivos y personales expresadas en las obras mismas, se recurrió al criterio
teórico-metodológico de Álvarez y Avendaño (2015; 2016). Se clasificaron en “obra general” y “obra regional”, para
distinguir sus contenidos. También, las
instituciones de las que provenían los autores. La primera se refiere a la
historiografía de la educación en Tamaulipas, la segunda, a las memorias, relatos y crónicas regionales o municipales que contienen información
sobre las instituciones educativas.
Otra clasificación fue para determinar qué material podía ser
considerado como “obra”. Se recurrió
a los criterios fijados para los investigadores
educativos del Consejo Mexicano de
Investigación Educativa (COMIE), (Galván
y col., 2003: 5-6), institución que se ha dedicado, como contribución a
la educación en México, a la elaboración
de los estados del conocimiento de la
investigación educativa del
país. Sin embargo, ajustarse a los criterios promovidos por el COMIE habría
conducido a que buena parte de los trabajos localizados
no alcanzaran la norma para ser considerados
“resultados de la investigación científica” y quedarían fuera de esta
recopilación, pues el criterio del COMIE, no contempla la obra en sí, sino que los autores sean académicos
reconocidos, con líneas de investigación
definidas. De modo que los “criterios en
cuanto a su organización: son investigaciones dirigidas por comités del
COMIE. Y por el contenido, es una actividad investigativa orientada a los
investigadores” (Galván y col., 2003: 5-6).
El criterio elegido fue considerar como “obras” todos los materiales que forman este acopio historiográfico:
historias, memorias, crónicas, biografías, para evitar excluir los esfuerzos de
muchos maestros que dejaron registro escrito
de la fundación de sus instituciones educativas y de sus experiencias
pedagógicas. La sistematización y el orden exigieron la lectura
completa y detallada de toda la obra en su conjunto. Lo anterior, obedeciendo también al aporte teórico de Gaos (2015),
quien afirmó que la historia y la
historiografía, esta última entendida
como la historia escrita, constituyen
el ámbito de lo histórico. Lo histórico incluye, para la historiografía,
la historia y la historiografía. Por lo que se decidió incluir las obras como
producción historiográfica a pesar de no cubrir
los criterios “académicos” que aparecen en los manuales y que norman la
producción historiográfica más ortodoxa, ya
que, de aceptar el criterio del COMIE,
Tamaulipas seguiría ayuno, por un
lado, del estado del conocimiento sobre la historiografía de la
educación y por otro, sin la evidencia de la gran distancia entre las
realidades educativas del centro y la periferia que esta investigación aporta
al quehacer educativo actual. Someter la investigación a los criterios
académicos más ortodoxos implicaría la negación de la riqueza de la obra educativa
que fue encontrada. El mismo criterio teórico-metodológico se aplicó para el caso de obras escritas tanto por “historiadores de vocación como de profesión”,
cuya distinción se hace más adelante, al momento
de abordar las condiciones de la publicación de la obra historiográfica sobre
la educación en el siglo XIX y la producción escrita por cronistas.
Por
otro lado, durante el análisis del contenido de las obras fue posible
ordenarlas historiográficamente. A fin de contextualizar la compilación del conjunto,
se reconoció la importancia de recurrir a
obras complementarias, es decir, a la
producción literaria de otras disciplinas, con la idea de describir los
contextos en los que se elaboraron las propuestas educativas, exigencia que
guio la reconstrucción de los marcos ideológicos, sociales y políticos. Por
ello, se consultaron y examinaron la historiografía nacional y la de
Tamaulipas.
Las
obras que constituyen el estado del conocimiento sobre la historiografía de la
educación del siglo XIX se clasificaron en
Historias Generales, Historias Regionales, Historias Institucionales,
Biografías de profesores y los Nuevos aportes (Álvarez y Avendaño, 2015; 2016).
Para
alcanzar una mejor comprensión y coherencia
al relato sobre la historiografía de la educación del siglo XIX en Tamaulipas fue necesario recurrir al
auxilio de una disciplina indispensable: la sociología de la religión, pues las novedades encontradas en cuanto a las
instituciones educativas fundadas por distintas filiaciones religiosas
obligaban a compenetrarse en esta disciplina, con base en Bastian (1993), autor que fue referente. Estas lecturas
hicieron posible la comprensión del papel que jugaron las dobles militancias
político-sociales de los actores educativos, y los orígenes de la nación, que
tuvieron un papel determinante en la edificación de los proyectos educativos en
Tamaulipas. Además, otros saberes
fundamentales fueron la filosofía y la sociología de la educación, la
legislación y la política educativa. Esto a fin de desentrañar los supuestos y
presupuestos de los discursos educativos contenido en las obras. Se tuvo
presente atender el contexto y problematizar las comprensiones historiográficas
que afloraron a la luz de la investigación.
Una vez hecho el recorrido a través de
la obra general, regional y complementaria aún quedaban huecos, por lo
que fue necesario tratar de subsanarlos, y se
optó por consultar fuentes primarias, con el propósito de dar coherencia
a la exposición final de la investigación, la cual va acompañada de una narrativa
histórica y política que contextualiza el siglo XIX y que se expone en el
presente trabajo.
RESULTADOS Y
DISCUSIÓN
Tamaulipas liberal y educador
Tamaulipas
nació a la vida republicana como un estado liberal. “El liberalismo
decimonónico […] reside […] en el caso mexicano, [en que] las ideas de laicidad y el Estado laico se articularon al
interior de la postura liberal defendida en
el siglo XIX y en la primera mitad del XX. […] liberalismo y laicidad
son inseparables” (Rivera-Castro, 2011: 192)
de la instauración de la República y sus instituciones seculares, una de
estas será la instrucción y más tarde la educación pública y laica. Por lo que el liberalismo mexicano no puede identificarse con la vertiente anglo-estadounidense contemporánea. El surgimiento del propio Estado laico mexicano fue el resultado victorioso
de una guerra de reforma contra la hegemonía material y espiritual de la jerarquía católica y el papado romano. La república y el
liberalismo surgieron entrelazados con la instrucción en las primeras
letras, y posteriormente la educación, y florecieron como fuentes de un solo
proceso histórico-social en el Tamaulipas del siglo XIX. Por lo que no es
comprensible el liberalismo decimonónico sin la república y la república sin la
secularización de las instituciones, entre
estas, las de la instrucción y la educación laica y pública.
En el caso de Tamaulipas
la creación de instituciones educativas de
nivel superior son tardías, con respecto al resto de la república. Ello se debió a que quedaron ajustadas bajo
la peculiar condición de un estado con fronteras
móviles, las cuales se fueron fijando geográfica y políticamente a lo
largo del siglo XIX. Es importante considerar que Tamaulipas formó parte de la región del noreste de México que se
conoció como “Nuevo Santander […] penúltima provincia de la Nueva España en ser
fundada […] en donde convergieron colonos
españoles, mestizos e indios
seminómadas” (Andrews y Hernández, 2012:
19); en suma, una colonización tardía con respecto al resto de la colonia.
Ante esa situación, lo que interesa resaltar son las tareas de aquellos que
asumieron la labor de emprender iniciativas para desarrollar instituciones
educativas; su relevancia radica en la forma que adquirió la tarea de educar a una población en permanente crisis por su condición de litoral, frontera y en conflicto con los indios de esa inmensa zona.
Tamaulipas
formó parte de una región extensa, con una frontera conflictuada con los Estados Unidos y con tres puertos marítimos que funcionaron hasta mediados del siglo XIX, de
los cuales solamente sobrevivieron Matamoros y Tampico. Situado en este espacio
de fronteras, colocado al lado de los Estados Unidos de Norteamérica y con sus puertos mediante los que se intercomunicó con el resto del mundo, Tamaulipas
quedó instalado en un incuestionable espacio
geopolítico, que a lo largo del siglo, por esas fronteras terrestres y marítimas no solo ingresaron mercancías,
sino una migración temprana de maestros europeos
ilustrados, quienes actuaron bajo el precepto kantiano de “ten el valor
de servirte de tu propia razón; he ahí el lema de la ilustración” (Kant, 1985: 25-27), lo cual significó,
para los preceptores de la época, que “La
esencia del hombre es su razón […]”
(Kant, 1985: 25-27).
La
peculiaridad de la razón [clave de la historia]
no puede ser completamente desarrollada en la vida de un hombre. “Nadie puede inventar las matemáticas por su cuenta. La peculiaridad del hombre es ser un animal con la facultad de aprovechar las experiencias
de otros. Tiene esa facultad porque es racional. El propósito de la naturaleza para el desarrollo de la razón
humana es un propósito que solo se puede
realizar en la historia de la raza
humana y no en una vida individual”
(Collingwood, 2004: 167). “La realización de la especie humana en la historia es el plan de la
naturaleza en la historia, como un plan de desarrollo de la libertad
humana” (Collingwood, 2004: 167). Y esto solo era posible mediante la fundación
de instituciones educativas, a lo cual se
abocaron los ilustrados europeos junto a otros ilustrados católicos, anarquistas,
protestantes, socialistas, masones, todos ellos unidos en un proyecto liberal.
Los
preceptores y las instituciones de instrucción en las primeras letras
Los
preceptores ilustrados liberales fundaron las primeras instituciones
educativas, primero bajo los preceptos de la
constitución de Cádiz, y luego bajo el amparo de la libertad, protegida por
gobiernos liberales y republicanos que garantizaron las actividades educativas
de carácter laico. Por ello, desde antes de que en esta región
quedara constituido el estado, el 7 de febrero de 1824, y “cuya
institucionalización se afianzaría en
1825 con la promulgación de la constitución
del Estado de Tamaulipas” (Andrews y
Hernández, 2012: 221), el constituyente
incluyó entre los artículos de la primera constitución el 235, que ordenaba “se
establecerán en todos los pueblos del
Estado escuelas de primeras letras […]” (Ramos-Aguirre, 2009: 33).
Promulgada la constitución y hasta fines del siglo XIX, se organizaron
grupos de liberales ilustrados que arrojaron un abanico plural de organizaciones católicas, protestantes, masonas, anarquistas y socialistas, cuyo propósito
común fue conquistar plenamente una educación laica, pública, gratuita y
obligatoria.
Cada una de estas expresiones sociales buscó promover un
modelo social desde un proyecto educativo, que se acercara al precepto constitucional dictado por la república; para lograrlo,
se apoyaron en instituciones educativas
fundadas y financiadas por ellos mismos; de no haber sido de ese modo, Tamaulipas no tendría una importante obra educativa. De acuerdo con Historiografía
de la educación en Tamaulipas Tomo I: siglo
XIX (Álvarez y Avendaño,
2015), la primera escuela de primeras letras, siguiendo con los preceptos
establecidos por la Constitución de Cádiz, se estableció en Matamoros en 1814,
cuando “siendo alcalde don Felipe Roque de la Portilla, teniente de las
milicias provinciales, tomó el acuerdo el 15 de febrero de 1814 de establecer
una escuela de las primeras letras” (Rangel-Córdova, 1991: 39).
Después de
promulgada la constitución liberal, en 1828, llega la
Compañía Lancasteriana al estado,
liderada por Ignacio Ribott, educador de
origen español, quien firma contrata [sic] para el establecimiento de una Escuela Pública de Enseñanza Mutua, “con
la anuencia de una comisión que nombró el Gobernador Lucas Fernández” (Ramos-Aguirre, 2009: 40). Para mayor comprensión
del interés de Fernández y del contenido
sobre la instrucción y la educación del liberalismo decimonónico, se
citan sus palabras con respecto a lo que
esperaban del proyecto educativo que postulaba: “el 22 de abril de 1828,
[Lucas Fernández] anunció a la ciudadanía la
presencia del pedagogo [sic], a quien contrató con base en el artículo 4° de la Ley
del 6 de diciembre de 1826: [...] se han abierto fuentes de luces, y de
ciencias, y los niños deben correr, si no es que deben volar a beber de
ellas, excitádlos pues a que lo verifiquen y secunden con este hecho las miras
benéficas de la Legislatura que ha dictado Leyes sabias y prudentes con tan
noble y sagrado fin” (Ramos-Aguirre, 2009: 40).
Además, la
contrata establecía el compromiso de crear una Escuela Normal. Ramos afirmó que, de acuerdo con el modelo
lancasteriano, junto a las Escuelas de Enseñanza Mutua, sería regla el establecimiento de las Escuelas Normales. La particularidad era que la instrucción y la formación de docentes se establecían
bajo el principio laico, es decir, la separación
del clero, cuestión que también confirma en su obra García-García
(1980). Y como es sabido, este modelo
educativo se sostuvo en el método de monitores, lo que posibilitaba
instruir en las primeras letras a grupos numerosos de niños y adultos. La
Compañía Lancasteriana en Tamaulipas impulsó su modelo educativo en Matamoros y
Tampico (Ramos-Aguirre, 2009: 40), y seguramente en otros lugares del estado. El sistema lancasteriano desaparece a finales del siglo XIX, una vez que se
promulga “en 1891 la Ley Reglamentaria de la
Instrucción Obligatoria en el DF y territorios, que consigna de manera definitiva
la facultad del estado para intervenir en la educación pública, puesta en vigor el 7 de enero de 1892” (Morales, 1993: 471).
La ilustración. Las instituciones de
educación superior y los historiadores por vocación
La ilustración trae consigo una idea
de felicidad otorgada por las ciencias y las
letras, las cuales no solo producirían
ciudadanos, sino que estos ciudadanos
quedarían a la altura de las
exigencias del progreso social y político de la república. En 1830 se fundó en
Ciudad Victoria el Instituto Hidalguiano Tamaulipeco
por iniciativa “del gobernador Juan Guerra, a través del Congreso
Constitucional, que emitió un decreto para la
creación del Instituto Hidalguiano
Tamaulipeco […]. Por su carácter
científico y literario, este plantel fue precursor de la educación superior en
la entidad, pero también antecedente del culto oficial al cura de Dolores” (Ramos-Aguirre, 2009:
56). El propósito se establecía en forma clara: “[...] proporcionar al
estado un establecimiento de instrucción pública en el que se cultiven las
letras y la ciencia, tan necesarias para la
felicidad social, y a fin de que los ciudadanos del estado puedan
educarse sin necesidad de ir a adquirir conocimientos a algunos lugares
extraños y distantes” (Ramos-Aguirre, 2009:
56). Más tarde, una vez que este instituto cierra sus puertas a mitad de
la centuria, en 1859, en el periodo juarista, en plena emisión de las primeras
leyes de reforma, en el gobierno liberal del
general licenciado Juan José de la Garza se fundó el Instituto Literario
de San Juan, en Matamoros. Este instituto
ofreció estudios preparatorios y la formación de abogados. Es menester
mencionar que este tipo de centros educativos ya funcionaban en otros estados de la república: “los institutos
y liceos de Oaxaca, Jalisco, Veracruz, Campeche
y Toluca, por mencionar algunos” (Ramos-Aguirre,
2009: 127). También se precisa que “el concepto de instituto se empleó en el México decimonónico como sinónimo de un
establecimiento de enseñanza secundaria y profesional”
(Ramos-Aguirre, 2009: 128).
Al
instituto de San Juan se le agrega la noción de literario, seguramente
porque se pretendía “formar humanistas con inclinación social mediante un
programa que incluía idiomas, filosofía, ciencias exactas y ciencias sociales”
(Álvarez y Avendaño, 2015: 151). Mientras
que en Tampico, puerto marítimo, se fundó el Instituto Literario y
Mercantil de Tampico en 1855 (Ramos-Aguirre, 2009: 137), que, al igual que el Instituto Hidalguiano, fueron
de breve existencia. En todas estas expresiones educativas se aprecia la existencia de un compromiso por vincular la educación con la libertad.
La educación y la libertad fueron los
valores enraizados en la modernidad liberal decimonónica. Como se advierte, la
formación de un grupo conservador, con un
proyecto educativo ligado a la iglesia católica apostólica y romana se
hizo posible solamente hasta mediados del siglo XX. Esta evidencia presupone
que no hubo un proyecto educativo postulado
por la iglesia católica y el papado romano, como sí lo hubo en el centro
y sur de México en ese siglo. Y que más bien,
en el caso de Tamaulipas, por su
condición de frontera, condicionó proyectos educativos que se materializaron en instituciones educativas bajo los auspicios de maestros ilustrados, que
crearon instituciones de educación superior, que darán lugar a los
historiadores de vocación; de no ser por ellos, no se podría escribir esta
historia. Pues incluso, en el caso de Tamaulipas, el liberalismo fue postulado
por sacerdotes católicos, como el Obispo Ignacio Montes de Oca, quien en 1872
fundó el primer seminario. Primer obispo de
Tamaulipas y sacerdote liberal a quien se le atribuye la frase “antes
escuelas que parroquias” (Ramos-Aguirre, 2018: 44). Su labor representa un
esfuerzo tímido y con una duración corta, pero muestra a Tamaulipas como un
estado liberal y educador que impulsó un abanico de proyectos educativos bajo
el lema de la ilustración.
Hasta este momento, lo que aporta la
historiografía sobre la educación religiosa (González-Salas, 1993: 10) es que
en la entidad puede sostenerse el desarrollo de un proyecto educativo
conservador solamente hasta mediados del siglo XX, en 1946, a partir de la
fundación del Seminario Conciliar del Sagrado Corazón en Tampico y su
engrandecimiento con la división de la diócesis de Tamaulipas y la creación de
la diócesis de Matamoros. El impulso de las
instituciones educativas como parte de las congregaciones religiosas fue
un efecto de la segunda reforma, en 1946, al artículo 3º de la Constitución.
Aunque en Matamoros ya venía funcionando la primera escuela particular, el Colegio Don Bosco, desde 1941, dirigido por
un grupo de religiosas pertenecientes a la Congregación del Divino Pastor
(Álvarez y Avendaño, 2016: 287). Pero claramente se advierte que en el siglo
XIX Tamaulipas se configuró como un estado liberal y laico; prueba de ello son las instituciones educativas fundadas en la entidad para las primeras letras, las normales y las instituciones
de educación superior, por ejemplo, el
Instituto Literario de Instrucción Secundaria y Preparatoria, de carácter particular, que fundó Luis Puebla
y Cuadra en 1888, posterior Instituto Científico y Literario del Estado, que diera origen a la Escuela Secundaria
Normal y Preparatoria, verdadero venero de maestros y profesionistas
ilustrados; sus egresados serían los
promotores de la actual máxima casa de estudios. Otro caso, en
Matamoros, fue el Instituto Científico y Literario de San Juan. Lo que muestra
que la historiografía de la educación enfrenta el cuestionamiento en torno a la
mirada y perspectiva sociohistórica entre el centro y la periferia, o la
capital y la provincia. Al parecer, se heredó una tradición de la educación
fuertemente centralizada, como si en toda la república, de manera uniforme y del mismo modo, se transitara por
los periodos del devenir nacional. Basta con abrir un libro de historia de
México sobre el siglo XIX para advertir que, el campo educativo se sitúa en medio de una pugna entre liberales y conservadores. Evidentemente es un conflicto, pero en el centro de la república, donde los conservadores, aliados con el clero, tenían
de rehén a la escuela y a la educación,
propiamente religiosa. En Tamaulipas este conflicto es tardío y aparece hasta el siglo XX. Esto se evidencia en la obra de
Carlos González Salas sobre los seminarios.
Desde esta historiografía de la
educación se reconocieron las
peculiaridades de la región tamaulipeca, en el entendido de que la interpretación del centro se ajusta a una línea conservadora, que asume el acontecimiento educativo
como resultado de la introducción de una norma predeterminada y acotada por su lectura
moderna y liberal. Su registro da cuenta de causalidades, a las que somete a la
periferia o la provincia, como si las iniciativas educativas fuera del centro,
el relato centralista no reconoce las que no se ajustan al libreto pensado, pese a la existencia de
otros proyectos, otros actores, otros
imaginarios sociales, simplemente los desacreditan. Y aquí es donde no es posible seguirlos, porque simplemente
traicionan lo que aconteció en la región.
Los historiadores de la educación por vocación como Raúl García García, José del
Carmen Tirado y Candelario Reyes Flores, y los profesionales, como el maestro en historia Francisco Ramos Aguirre, así lo manifiestan
en sus obras (Reyes-Flores, 1948; Ramos-Aguirre, 2009).
Universidad de Tamaulipas y la tardía profesionalización del
historiador
No es posible separar la vocación por
la historia de las instituciones de educación superior decimonónicas, particularmente
del Instituto Científico y Literario del
Estado, de tránsito a la Escuela
Secundaria Normal y Preparatoria. Precisamente, de los egresados de estas dos instituciones surgieron destacados
autores de las obras sobre la historia de la educación. Sin desconocer los
aportes de los egresados del resto de instituciones en el estado, lo que se
pretende mostrar es que en Tamaulipas fue posible la historiografía de la educación, a partir de los historiadores por
vocación, que serán los precursores de los
historiadores profesionales una vez que tuviera
lugar la fundación de la Universidad de Tamaulipas.
De las obras historiográficas, sobre
la educación del siglo XIX habrá que
distinguir dos grandes corrientes en cuanto al tipo de textos. Aquellas
cuyo contenido es apologético y las elaboradas bajo los procedimientos
validados por la profesión de historiador. En las apologéticas, no podría ser
de otro modo, la libertad como lema de
la ilustración estuvo acompañada de las fundaciones asignadas a las instituciones educativas, donde se promovió
la historia patria, por consiguiente, el amor a la escuela, a la bandera y a la
historia nacional, la cual fue una asignatura de primer orden que resultó de la
necesidad de la cohesión social republicana. Al respecto cabe mencionar que en
Tamaulipas se realizó el primer Congreso de Pedagogía en 1899, en Ciudad
Victoria. Convocados los maestros de la época, se advierte que entre las
propuestas sobre el contenido de los programas escolares está la materia de la historia patria a partir del segundo año de primaria, y hasta el
sexto grado se encuentra la materia de historia universal (Olivares-Arriaga,
2007: 48-62).
En cuanto a las obras elaboradas de
acuerdo a los procedimientos validados por la profesión de historiador, son producto de historiadores egresados de la
Universidad de Tamaulipas, institución
que una vez conquistada su autonomía
en 1972 se denominará Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT). Bajo
la premisa de que los historiadores de vocación
son los precursores de los de profesión, la UAT, aunque de tardía
fundación respecto de las instituciones de
educación superior del resto del país, tendría como antecedente a las
instituciones educativas decimonónicas, las
que motivaron la vocación por la historia e historiografía tamaulipeca.
El contexto institucional de los
autores cuyas obras son necesariamente
apologéticas con respecto a la
república, la historia, la libertad, el conocimiento y la ciencia, en
suma, al hombre de letras, data de finales del siglo XIX, en 1888, cuando por iniciativa de la sociedad de padres
de familia, con el apoyo del Gobierno del
Estado, funcionó como particular el
Instituto Científico y Literario de Tamaulipas
de Instrucción Preparatoria, dirigido por el Ing. Luis Cuadra y Puebla
(Tirado-Porras, 1995: 76). José del Carmen Tirado rememora la apertura de la institución: “Hoy, 12 de
septiembre de 1888, abre sus puertas para
recibir lleno de fé [sic] en tu porvenir, y el amor puro y santo en su
corazón, el Instituto Científico y Literario
de Tamaulipas. En tu propio jardín se
ha inaugurado hoy la fuente de agua pura y cristalina que contiene,
[…] el néctar divino de la verdad científica que te vigorizará y te dará
vida en el mundo científico e
intelectual” (Tirado-Porras, 1995:
75). Dado el prestigio alcanzado por este centro educativo, fue que la Junta de
Instrucción Pública lo acoge, apoyándolo, y da lugar a la creación, en 1889,
del Instituto Científico y Literario del Estado, funcionando en Ciudad
Victoria, y continuando como director el Ing. Cuadra y Puebla.
A iniciativa del
gobierno liberal de Alejandro Prieto, el Congreso del Estado emitió decreto
para financiarlo y vigilarlo (Tirado-Porras, 1995: 93). Este instituto agregó
dos secciones, en las que ofreció educación
secundaria y normal, además de la preparatoria, que ya venía funcionando
(Tirado-Porras, 1995: 86). El hecho mismo de la creación de estas secciones
evidenció el giro dirigido a la formación de maestros y que, por ello, se
distanciaría de los institutos decimonónicos del centro y sur del país, al
transformarse en universidades. Pues fue
evidente la preeminencia de la formación de
maestros como profesores de primera clase, lo que significó la
certificación del maestro de primaria elemental, puesto que en el periodo 1894-1895 se proyectó la creación de la escuela anexa a la Normal de Prácticas Pedagógicas. “La escuela se
inauguró el 18 de septiembre de 1896”
(Tirado-Porras, 1995: 105). En
1904, Lauro Aguirre, pedagogo y educador, se
haría cargo de la Dirección de la Escuela Anexa a la Normal. El
historiador de vocación Artemio Villafaña, egresado del Instituto Científico y Literario del Estado, quien recibió en 1909 el
“título de Profesor de Primera Clase, siendo posteriormente director de la Normal y Catedrático de la misma […]” (Tirado-Porras,
1995: 122), es figura importante en el ámbito educativo tamaulipeco y uno de
los biógrafos de otro personaje de la educación pública en el estado en la
segunda mitad del siglo XX, el profesor Lauro Aguirre.
A mediados del siglo XX, en Tampico, la
Escuela Preparatoria del puerto, siendo director Artemio Villafaña (Tirado-Porras, 1995: 122), fue el lugar donde se constituyó la asociación
civil “Educación profesional de Tampico,
A.C.” Archivo del Instituto de
Investigaciones Históricas-UAT (1950). Fondos documentales Joaquín Meade. Acta constitutiva de la educación profesional de Tampico, A. C. Villafaña,
como director de la Escuela Preparatoria y
de la asociación, cobijó la iniciativa para
la creación de la Universidad de Tamaulipas. Los primeros
cursos comenzaron en “el salón de actos de la
antigua Escuela Preparatoria de Tampico. [Con un] sencillo acto de
iniciación de cursos, de las referidas escuelas de Derecho y Medicina,
correspondiente al año 1950-1951 […]”
(Zorrilla, 1976: 13). Juan Guerrero Villarreal asistió como
representante del gobernador, general Raúl Garate Legleu, y hablaron en el acto
el doctor Alfredo E. Gochicoa, el citado
Artemio Villafaña, integrantes de la asociación civil y Juan Guerrero
Villarreal.
Un historiador
por vocación de la Universidad de Tamaulipas fue Juan Fidel Zorrilla. Entre su vasta obra publicada se encuentra
la historia de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. En ella relata que por el
decreto 320, expedido por la legislatura estatal el 8 de noviembre de 1950 y
promulgado el 14 del mismo mes por el licenciado Juan Guerrero Villareal, encargado del despacho del ejecutivo, se declararon escuelas oficiales del
estado las de medicina y derecho, cuyos planes de estudios se ajustaron a los
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y funcionaban en la ciudad
y puerto de Tampico.
Se advierte que
dos historiadores por vocación serían parte
importante de la fundación de la Universidad y de la institucionalización de la profesión de historiador. Artemio Villafaña,
egresado del Instituto Científico y Literario en 1909, y Juan Fidel Zorrilla,
egresado de la Escuela Secundaria Normal y Preparatoria
del estado, de quien José del Carmen se
expresa: “fue a terminar sus estudios en
el extranjero, mediante un brillante examen
profesional obtuvo su título de abogado. Fue catedrático de la Escuela Preparatoria y Normal” (Tirado-Porras, 1995: 126), de la que egresó.
Villafaña y otros destacados profesionistas y posteriormente otros grupos
fundacionales en Victoria, Matamoros y otros lugares del estado
impulsaron las diversas escuelas y facultades de la Universidad.
Pero ¿cuándo se
originó la institucionalización de la investigación
histórica, que posibilitó la profesión de historiador? la respuesta se
encuentra en la obra de Juan Fidel Zorrilla. En su Reseña histórica de la UAT da cuenta de que “El 7 de noviembre de 1962
el gobernador Norberto Treviño Zapata
promulgó el decreto 209, por cuyo texto el Gobierno del Estado de
Tamaulipas donó a la Universidad el Museo de Arqueología, Antropología e
Historia que había sido creado en 1957 […] (Zorrilla, 1976: 16). Por acuerdo de
“La Asamblea Universitaria del 15 de junio de 1963 se fundó el Instituto de
Investigaciones Históricas, con sede en Ciudad Victoria y a cuyo cargo está la custodia
del museo. Designándose como primer director […] al profesor Raúl García
García” (Ramos-Aguirre, 2009: 16). El año siguiente se nombró a Ciro de la
Garza y en mayo de 1974 asumió la dirección
el licenciado Juan Fidel Zorrilla. Se destaca que también Ciro de la Garza fue “hijo de la Escuela Normal Tamaulipeca”
(Tirado-Porras, 1995: 169), además de
Raúl García García, autor de la primera obra sobre la historia de la educación
en Tamaulipas. Por lo que se asume que será hasta 1963 cuando se formalizó el
interés por la historia con la creación del Instituto de Investigaciones
Históricas de la UAT, dando lugar al impulso de la investigación en ese ramo
con la publicación de una vasta obra sobre la historia de Tamaulipas. Para
1972, la Universidad logra la
autonomía y a partir de ahí se le conoce como
Universidad Autónoma de Tamaulipas. Un año antes, en 1971, la Asamblea Universitaria, máximo órgano de gobierno de la institución, crea la
Facultad de Ciencias de la Educación
(Sánchez-López, s/f); una década
después cambiaría el nombre a Unidad Académica Multidisciplinaria de
Ciencias, Educación y Humanidades, que en 2003 abrió la Licenciatura en Historia (en 2012 se modificó su plan de estudios, quedando como Licenciatura en Historia y Gestión del
Patrimonio Cultural). Previo a esta apertura, la
Universidad Autónoma de Tamaulipas, en convenio con el Instituto de
Investigaciones Históricas de la UNAM,
ofreció un programa de maestría en Historia (2002-2004), del cual solo egresó
una generación, de la cual fue integrante
Francisco Ramos Aguirre, autor de dos
obras generales en las que se da cuenta de la historia de la educación durante
el porfiriato.
En el hecho de
que la formación de profesionales universitarios humanistas (Burke, 1999: 27) fuese tardío es de valorar que las
aportaciones historiográficas a través de las cuales
se recupera la historia de la educación las hicieran maestros normalistas egresados de
los institutos decimonónicos y muchos años después los historiadores. Y aquí,
justamente, se desprende una
consideración relevante: los criterios
metodológicos para investigar no pueden ser similares a los del resto del país;
sus peculiaridades exigen proceder atendiendo las particularidades de la
región.
Reseña del estado del conocimiento de la historiografía de la educación del siglo XIX
El recorrido
hecho hasta aquí muestra la creación de Tamaulipas, en el ámbito educativo,
como un estado liberal y laico que, en el marco de la configuración de sus
fronteras, posibilitó el tránsito y migración de grupos de liberales ilustrados
que arrojaron un abanico plural de organizaciones católicas, protestantes,
masonas, anarquistas y socialistas cuyo propósito común fue conquistar
plenamente una educación laica, pública, gratuita y obligatoria, y lo hicieron al fundar centros de educación de largo alcance. De estos grupos surgieron maestros que
crearon instituciones educativas que posibilitaron las de educación
superior decimonónicas, que a su vez fueron el lugar de los
historiadores de vocación; posteriormente impulsaron también la educación
superior contemporánea, en la que se formaron los historiadores de profesión.
Cabe señalar que las fechas de las
publicaciones de las obras permitieron establecer un orden cronológico que
indica quiénes, dónde y desde cuándo los tamaulipecos se mostraron interesados en dejar por escrito historias,
crónicas o memorias sobre la educación en el estado. Es menester mencionar que
la primera obra registrada sobre la historiografía de la educación apareció en
1948, titulada Estefanía Castañeda (la vida y obras de un gran Kinderhartner [sic]), del ingeniero civil Candelario
Reyes Flores. Es justo insistir en que
los primeros historiadores fueron maestros egresados de las instituciones de
educación superior que aparecieron en la última década del siglo XIX. Se
destaca a los autores y sus aportes, al tiempo que se expone un conjunto de
problemáticas inherentes a los esfuerzos por investigar este periodo educativo
en la región. Evidentemente, este trabajo
está inacabado, y no puede ser de otra manera, porque la producción
sobre la historia de la educación durante el siglo XIX continúa y continuará.
Pues, se incorpora al estado del conocimiento de la historiografía de la educación del siglo XIX la más reciente
obra: Antes Escuelas que parroquias. La educación en Tamaulipas durante el
Porfiriato 1870-1900, publicada en 2018 por el maestro Ramos Aguirre. Precisamente, porque el oficio de
historiar se ha institucionalizado y profesionalizado.
De la revisión minuciosa de las obras
regionales resultaron las referentes a las historias de las instituciones
educativas y biografías sobre los maestros ilustres del estado, y finalmente,
las obras que aportaban nuevas perspectivas sobre la educación. En la Tabla 1
se presenta una breve reseña de cada obra.
Como resultado
del acopio de la obra historiográfica de la educación en Tamaulipas durante el
siglo XIX, se encontraron 22 publicaciones entre 1948 y 2018 (Tabla 1). La
última, publicada en 2018, permitió sumar dos obras generales sobre la educación
en el periodo del porfiriato en Tamaulipas. Se clasificaron
4 historias generales, 2 regionales, 7 sobre
instituciones educativas, 8 obras sobre biografías de profesores y 1 que
aborda por primera vez el problema sobre el financiamiento a la educación
pública en el periodo de Alejandro Prieto, con importantes aportes teóricos y
metodológicos.
En las historias
generales, destaca: Apuntes para la Historia de la Educación en Tamaulipas,
primer trabajo historiográfico sobre la historia de la educación, del profesor
normalista Raúl García García, con dos ediciones del mismo autor; la primera
fue publicada en 1964 y la segunda en 1980. Abarcan desde el proceso de
colonización hasta la mitad del siglo XX. Esta obra
es clásica, con fuentes oficiales y legislativas.
En el mismo rubro, los textos del
maestro de historia Ramos Aguirre se refieren exclusivamente al siglo XIX. Fuente de la libertad: la educación
en Tamaulipas, 1822-1870 es rica
en fuentes primarias, desde donde cita y sitúa a actores educativos, la
fundación de las instituciones educativas, legislaciones, y penetra en los programas de estudio. Su obra Antes Escuelas
que parroquias. La educación en Tamaulipas
durante el Porfiriato 1870-1900,
publicado en 2018, cubre este importante periodo.
En cuanto a
historias regionales, se cuenta con 2 obras: Una historia breve de la Educación en Brownsville y Matamoros,
escrita por Kearney y col. (1989) (Kearney es el primer profesor emérito de la
Universidad de Texas). El periodo de estudio
va de la Colonia a la fundación de las primeras instituciones
educativas, considerando a las dos ciudades como una sola región, a diferencia
de la Historia de la educación en Matamoros, Tamaulipas, desde sus inicios
al Liberalismo, originalmente trabajo de tesis de los maestros Elda A.
Rangel Córdova, Elia García e Hilarino
Jiménez León, de la Normal Superior de
Nuevo León, quienes más bien rastrean el proceso de fundación de lo que hoy es Matamoros, desde 1793,
junto al de la institucionalización de la educación en el Municipio,
finalizando en 1867, con la
publicación de la Ley de Instrucción Pública,
al triunfo de la República de Juárez.
Sobre las
historias institucionales hay 7 obras: Antiguo
Instituto Científico y Literario de San Juan,
año de 1864, de
Edelmiro Villarreal, de la
sociedad de Historia y Geografía de Matamoros. Además, Conflictos entre
gobiernos por adeudo
al Colegio de San Juan, Matamoros, Tamaulipas,
1878-1879, de Jaime Mendoza Martínez, del Colegio de la Frontera Norte; de él es
también Las escuelas protestantes en Matamoros a fines del siglo XIX. Sobre la misma institución educativa está El
Colegio Literario de San Juan.
Conquista de un pueblo heroico, de
Oscar Rivera Saldaña, historiador de Matamoros,
y la tesis El proceso de creación de los estudios preparatorios
y profesionales en Tamaulipas: El Instituto Literario de San Juan y el
Instituto Literario del Estado, 1858-1914, de la Dra. Yessenia Flores
Méndez. Como se advierte, la atención gira entorno a dos instituciones
educativas del siglo XIX, y la educación protestante aparece como novedad.
También, en esta sección se encuentra Historia
del Seminario de Ciudad Victoria, de Carlos González Salas, reconocido historiador de Tamaulipas que se ha
ocupado de documentar la historia de la educación sacerdotal. Finalmente, Manuales del Kindergarten en conección [sic]
con el primer ciclo de la escuela primaria. Filosofía. Historia. Principios.
Leyes. Organización. Propósitos. Planes de
Estudio Normales. Y técnica del Kindergarten, de Estefanía
Castañeda, que originalmente se publicó como folleto
en 1931, según lo data Candelario Reyes
Flores en su obra sobre Estefanía y
el Kindergarten. En su texto, Estefanía Castañeda expone los
fundamentos filosóficos y pedagógicos del Kindergarten y da cuenta de
los primeros educadores y fundadores de este nivel educativo, que aún
no se consideraba parte de algún otro.
Se identificaron
8 biografías de profesores, entre las que destacan las dedicadas a Luis Cuadra y Puebla y a Estefanía Castañeda.
Sobre Cuadra está la de Uribe y Cisneros-Zuckerman (1964). Además, Blas Uvalle González,
maestro normalista, en Una Hazaña
Cultural. La Escuela Normal y Preparatoria de Tamaulipas le
dedica un gran apartado al creador del Instituto Científico y Literario
del Estado, por ello se incluye en esta
clasificación. Sobre Estefanía Castañeda Núñez de Cáceres, fundadora de
los Kindergarten, escribe el Ing.
Candelario Reyes Flores. Sobre el autor: “Elocuente orador y prominente
historiador tamaulipeco”
(Tirado-Porras, 1995: 228) y “egresado de la Escuela Preparatoria del Estado” (Tirado-Porras, 1995: 120) que le dedica su
extenso texto “Estefanía Castañeda. La vida y obras de un gran Kindergarten”. Además de este destacado
historiador de Tamaulipas, escriben sobre ella la profesora Luisa Castañeda y
María Guadalupe Domínguez Vega. Hay otras 2
obras biográficas sobre maestros: el Diccionario Biográfico del Magisterio Tamaulipeco,
de Francisco Ramos Aguirre, y Maestros Ilustres de Tamaulipas,
coordinada por él mismo y que consiste en una selección de pequeños folletos
que resaltan la obra educativa realizada por los profesores tamaulipecos. Y una
más: Profesionales de la Medicina y la
Enfermería de H. Matamoros, de Eliseo Pérez Manzano, fundador de
la Sociedad Tamaulipeca de Historia.
Es importante resaltar
que quienes mayormente se han ocupado de investigar la historia de la educación
durante el siglo XIX son el maestro en historia
Francisco Ramos Aguirre y los
miembros de la Sociedad de Geografía e Historia
de Matamoros. Sin dejar de lado las obras del
maestro Raúl García, quien tiene el mérito de haber iniciado la recuperación de
la memoria historiográfica de la educación en Tamaulipas. Finalmente, se
incluye la tesis de maestría de
Ernesto Méndez Estrada El financiamiento de la Educación en
Tamaulipas durante el gobierno del Ingeniero
Alejandro Prieto Quintero: 1888-1896, primera investigación que aborda el financiamiento educativo en
el periodo del porfiriato en Tamaulipas. Las dos obras de historia general sobre la educación del maestro Ramos Aguirre,
la tesis de maestría del maestro Méndez Estrada y la Historiografía de la
educación en Tamaulipas Tomo I, cuentan con acervo historiográfico, aunque pequeño, sobre un periodo muy
importante del siglo XIX, del cual no se había escrito, y que contienen los elementos históricos más fundamentales
de la educación laica, publica, gratuita y obligatoria en Tamaulipas.
Del estado del conocimiento sobre la
historiografía de la educación en Tamaulipas del siglo XIX se destacan dos tipos de narraciones. Un conjunto de obras
contiene como hilo conductor un relato apologético sobre la fundación de las
instituciones educativas de educación superior y, a la par, una extensa
biografía de maestros destacados por sus aportaciones pedagógicas en el que
hacer educativo. El relato apologético contiene un profundo valor porque
además retrata la época, colmada de
acontecimientos históricos, entre los que se hallan el triunfo de la República
en 1867, acontecimiento ligado a la expulsión de los franceses; sucesos
que dieron lugar a la configuración de la Nación y al ideal decimonónico del
progreso económico, social y político fincado,
primero en la instrucción y luego en la educación pública, laica y libre. Otra parte más reducida de las obras está formulada en
los marcos de la exigencia académica. Pero lo común de ellas es que se
sostienen en fuentes históricas o testimoniales. De la obra historiográfica se
destaca, con una mayor producción sobre
la educación del siglo XIX, el maestro Francisco Ramos Aguirre. Con respecto a
un primer balance de la investigación sobre la historia de la educación, se
abre un mar que navegar; aquí se contribuye con pequeñas islas, a fin de
transitarlo, se tiene por caso que hasta 2018
Tamaulipas conforma una historiografía sobre la educación en el periodo
del porfiriato.
Finalmente, la
historia de la educación en Tamaulipas o, más bien, las historias de la educación en Tamaulipas siguen siendo una tarea para los historiadores de vocación y para los de
profesión. El estado del conocimiento
acerca de ello en Tamaulipas del siglo XIX es un aporte a los investigadores de la historia de la educación y a las
instituciones educativas. A los primeros les ofrece la posibilidad de seguir o
abrir nuevas líneas de investigación, y a las instituciones, su lugar en la
tradición educativa.
CONCLUSIONES
La historiografía de la educación en
Tamaulipas del siglo XIX da evidencia de la activa participación de ilustres
liberales que buscaron el establecimiento de una educación superior pública y
laica, lo cual se logró mediante la fundación de instituciones educativas. Los
textos historiográficos referidos manejan dos tipos de discursos, uno apologético que
retrata el contexto de la época con sus principios y valores, y otro académico biográfico, que describe las personalidades de los principales
actores, su obra y motivaciones. Ambos tipos fundamentados en fuentes históricas y testimonios. El maestro Francisco Ramos Aguirre, historiador sobre el siglo XIX,
destaca por su aportación a la historia de la educación en el estado. La evidencia señala que existen aún muchos aspectos
por descubrir en el campo de
la investigación educativa de Tamaulipas.
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