Uso de las tecnologías de la
información y la comunicación como estrategia para reducir el desperdicio de
frutas y verduras
The use of information and
communication technologies as a strategy to reduce fruit and vegetable waste
TIC para reducir el desperdicio de
frutas y verduras
Héctor Simón Muñiz-López1,
Rocío Margarita Uresti-Marín2, Juan Francisco Castañón-Rodríguez2*
*Correspondencia: jfcastanon@docentes.uat.edu.mx/ Fecha de
recepción: 21 de enero de 2021/Fecha de aceptación: 13 de mayo de 2021/Fecha de
publicación: 27 de julio de 2021.
1Universidad
Autónoma de Tamaulipas, Centro de Excelencia, Gestión y Transferencia del
Conocimiento, Ciudad Victoria, Tamaulipas, México. 2Universidad
Autónoma de Tamaulipas, Unidad Académica de Trabajo Social y Ciencias para el
Desarrollo Humano, Centro Universitario, Ciudad Victoria, Tamaulipas, México,
C. P. 87149.
Resumen
El desperdicio
de frutas, verduras y otros alimentos es un problema mundial, que puede disminuir
con la utilización de las Tecnologías de la Información y la Comunicación
(TIC), en todos los escenarios de los sistemas
alimentarios. El propósito de este trabajo fue identificar las TIC que se han
propuesto e implementado en el comercio
electrónico, en diferentes cadenas alimentarias, como estrategia para reducir el desperdicio de frutas y
verduras. Entre las tecnologías revisadas se encuentran: internet de las cosas
(IoT), sensores RFID, crowdsourcing,
aplicaciones móviles (APP), plataformas web y tecnología de computación en la
nube. Las herramientas tecnológicas arrojan información de valor para su análisis y aplicación, por las partes interesadas,
para tomar las mejores decisiones y contribuir de mejor manera a la reducción
del desperdicio de alimentos y dar respuesta a acciones oportunas, que favorezcan
la seguridad alimentaria y nutricional y el cuidado al medio ambiente. Las TIC
pueden orientar a los diferentes actores involucrados en los sistemas alimentarios
sostenibles. También es factible implementarlas en el comercio electrónico en
México, obteniendo beneficios económicos, sociales y medioambientales.
Palabras clave: desperdicio
de frutas y verduras, comercio electrónico, tecnologías de la información y la
comunicación (TIC), herramientas tecnológicas, sistemas alimentarios
sostenibles.
Abstract
The waste of fruits, vegetables and other foods is a global problem,
which can be reduced with the use of Information and Communication Technologies
(ICTs) in all scenarios of food systems. The purpose of this work was to
identify how some ICTs that have been proposed and implemented in electronic
commerce intervene in different food chains where they have been applied as
strategies to reduce the waste of fruits and vegetables.
Features of some technologies are shown: Internet of Things (IoT), RFID sensors,
crowdsourcing, mobile applications (APPs), web platforms and cloud computing
technology. Technological tools provide valuable information for analysis and
applications by stakeholders to make the best decisions and better contribute
to reducing food waste and responding to timely actions that promote food and
nutritional security and caring for the environment. ICTs can serve as guidelines for the different actors
involved in sustainable food systems. They can also be implemented in
electronic commerce in Mexico, in a way of obtaining economic, social and
environmental benefits.
Keywords: waste of fruits and vegetables,
electronic commerce, information and communication technologies (ICTs),
technological tools, sustainable food systems.
INTRODUCCIÓN
El desperdicio de alimentos se define como el descarte o uso
alternativo de alimentos que son seguros y nutritivos para el consumo humano,
de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la
Agricultura (FAO por sus siglas en inglés: Food and Agriculture Organization); y es un
problema de afectación mundial. Se estima que un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se
pierden o se desperdician, en toda la cadena de suministro, desde la producción
agrícola inicial (pérdida) hasta el consumo
final en los hogares (desperdicio), lo que equivale a aproximadamente 1
300 millones de T/a (FAO, 2019).
En la Unión Europea se estiman pérdidas y
desperdicios de 88 millones de T/a de comida
(Peira y col., 2018); mientras que en Latinoamérica
se pierden o desperdician 127 millones de T/a
de alimentos (223 kg por habitante). En Estados Unidos de América la
cifra ronda los 126 millones de T/a de alimentos, y se considera que los consumidores tiran a la basura más de 38
millones de T/a de alimentos, un problema que
ha escalado a la par del hambre creciente
en el continente (El Comercio, 2019). Los alimentos producidos que no
son utilizados para el consumo humano son también un despilfarro de recursos (Göbel y col., 2015). Las cadenas de suministro están
contribuyendo significativamente en las emisiones de carbono a gran escala
(Singh y col., 2015).
En América Latina y el Caribe, el 6 % de las pérdidas
mundiales de alimentos suceden cada año, la región pierde y/o desperdicia alrededor
de 15 % de sus alimentos disponibles. Se
destaca que los países con mayor cantidad de comida desperdiciada son
Argentina, Brasil, México y Colombia,
cuantificando alrededor de 348 000 T de
alimentos al día en toda América Latina (FAO, 2019).
En México, un estudio del Banco Mundial
(Agencia EFE, 2017), estimó que se
desperdician 20.4 millones de T/a de alimentos, lo que representa
un 34 % de su producción de comida, en la que se incluyen productos de origen animal, como la carne de res, cerdo, camarón
y leche, mientras que, entre los alimentos de origen vegetal sobresalen
aguacate, tomate, papa y mango. En contraste a este hecho, hay familias que
permanecen en pobreza extrema, con problemas económicos para alcanzar una
adecuada alimentación. Se considera que, si
no se perdieran o desecharán esos alimentos, podrían ayudar a atender a 7.4 millones de mexicanos que se
encuentra en deficiencia alimentaria. El Banco Mundial estima que es necesario establecer estrategias que contribuyan a alcanzar los objetivos de desarrollo
sostenible (ODS) 2030, que incluyen reducir la pobreza extrema. Por tanto, el problema del desperdicio de los diferentes grupos de alimentos, sobre todo el de frutas
y verduras, continúa siendo un reto para garantizar su disponibilidad, acceso, utilización
y estabilidad, por lo que es necesario abordarlo desde diferentes enfoques y la
utilización de diversas herramientas como son
las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Las TIC son herramientas que pueden
ayudar a reducir el desperdicio o pérdida de alimentos, ya que incluyen
recursos y programas que permiten procesar, administrar y compartir información a
través de diferentes soportes tecnológicos, como
computadoras, teléfonos móviles, televisores,
reproductores portátiles de audio y
video e incluso consolas de videojuegos, por lo que contribuyen a
ofrecer servicios en diversos ámbitos (Espacioteca,
2017: 1). Según Cabero (1998), las TIC involucran tres grandes
entornos: informática, microelectrónica y telecomunicaciones; su gran ventaja es que lo hacen de forma interactiva e interconectadas,
dando oportunidad a nuevas realidades comunicativas.
El objetivo del presente trabajo fue analizar el uso de
diferentes tecnologías de la información y
comunicación (TIC) en el comercio electrónico de frutas y verduras y en
el escenario de su cadena de suministro,
donde han sido implementadas como una estrategia para reducir su desperdicio.
Causas del desperdicio de frutas y verduras Los productos que viajan kilómetros
hacia los mercados lo hacen usualmente a
través de transporte sin
refrigeración (Balaji y Arshinder,
2016; Porat y col., 2018). Aunado a lo
anterior, los negocios, cuyo giro es la venta
de frutas y verduras, por lo general no cuentan con espacios y equipos
de almacenamiento refrigerado, lo que ocasiona una reducción del tiempo de vida de los productos (Balaji
y Arshinder, 2016).
Diferentes fuentes coinciden que el almacenaje incorrecto en
los negocios genera desperdicio de frutas y verduras (Cicatiello
y col., 2016; Porat y col., 2018). Además, autores
como Garrone y col. (2014); Balaji
y Arshinder (2016); Cicatiello
y col. (2016), concuerdan en sus investigaciones, que los empaques dañados son otra causa importante de esta problemática. Los
estándares de calidad inadecuados son otro
factor de desperdicio de frutas y verduras debido a una pobre percepción
de calidad del consumidor, con relación a color, tamaño, forma y sabor (Cicatiello y col., 2016 y Porat y
col., 2018). Aunado a ello, productos de buena calidad y aptos para consumo son
descartados al momento de la elección de compra por tener detalles estéticos, como
manchas y deformaciones (Cicatiello y col., 2016).
La fecha de caducidad
también causa desperdicio (Garrone y col.,
2014). Por su parte, el estudio de Bilska y col.
(2018), en Polonia, reportó a las frutas y verduras dentro de los grupos de
productos con mayor participación porcentual
en la estructura de residuos, a través de una evaluación en base a su valor
financiero, valor calórico y peso. Mientras tanto,
Scholz y col. (2015) destacaron que, de 1 500 T de desperdicio durante 3 años, en
supermercados, las frutas y verduras contribuyeron
con un 85 % de dicha masa. A diferencia de otros autores, Balaji
y Arshinder (2016) identificaron otros factores, como
la gestión de la demanda, falta de capacitación en el manejo, apilado de productos, la gran cantidad de
intermediarios y por supuesto la falta del uso de las TIC.
En la cadena de suministro de frutas y verduras existen
diferentes actores (Figura 1), por lo que las causas por las que se pierden o
desperdician se considera multifactorial. La
eficiente producción, distribución y consumo de este tipo de alimentos
depende de la adecuada participación de agricultores, transportistas,
almacenistas, distribuidores, operadores de producción, comerciantes y consumidores, por mencionar algunos. Todos ellos involucrados en las distintas
etapas del sistema productivo que permite llevar el alimento desde los campos
agrícolas, las centrales de abasto e industrias, hasta los hogares y
restaurantes. Se ha determinado que en estos dos últimos ocurre un desperdicio
considerable, ya que el consumidor contribuye en gran medida a ello (Cicatiello y col., 2016 y Porat y
col., 2018).
La sustentabilidad de esta cadena productiva
requiere la cooperación y coordinación entre los diversos sectores
involucrados, alineados a las necesidades de los consumidores.
Tiene gran importancia una eficiente rapidez,
flexibilidad, precisión y transparencia en el manejo del
recurso, para evitar
su deterioro.
Una pobre o inadecuada infraestructura y logística para el
almacenamiento, transporte y distribución, combinada con habilidades insuficientes de los actores involucrados, en cuanto
al manejo apropiado de los mismos, pueden provocar pérdidas económicas
que, a su vez, contribuyen a la subsecuente reducción del valor
de mercado del producto, reducción en la disponibilidad para satisfacer las
necesidades de la población y aumento del costo en el mercado.
Optimizar la eficiencia en las diferentes
etapas involucradas en el sistema alimentario, para que sea más
sostenible, mediante el uso del comercio electrónico y las TIC favorecerá el
manejo, comercialización y consumo adecuado, con la consecuente disminución de
desperdicios.
Uso del comercio electrónico y las
tecnologías para la comercialización
de productos frescos
El comercio electrónico ha tenido un impacto tangible en la
forma en que se llevan a cabo los negocios y la estructura de los mercados. El
desarrollo del comercio electrónico en el sector agronegocios
mostró que Polomia se encuentra en una etapa temprana y al mismo tiempo en un proceso de cambio evolucionario (Strzebicki,
2015). El estudio de Berg y Henriksson (2020), muestra que las compras de comestibles en línea es una práctica habilitada para múltiples
recursos, generada por múltiples necesidades e ideologías en los hogares. Las razones para preferir las compras en
línea incluyeron argumentos como, que era difícil realizar compras con niños pequeños, aparte de la dificultad
para acarrear cosas pesadas, ir de
compras era aburrido, sin sentido, y consumía mucho tiempo que puede ser
aprovechado para realizar otro tipo de
actividades que consideran más relevantes; mientras que comprar en línea
permite llevar a cabo una selección y planificación
más detallada de los alimentos que
realmente se consumirán, de acuerdo
con sus hábitos alimenticios, además de que resultaba ser más económico
al no tener el impulso de comprar cosas que no se necesitaban y significaba menos actividades de desgaste
físico durante el día.
Al utilizar los datos del escáner de comestibles,
proporcionados por una cadena de supermercados que vende tanto en línea y de
forma tradicional, se observó que la introducción
del comercio electrónico conduce a un aumento en el comportamiento de compra masiva y almacenamiento por parte de los
clientes, dado que los artículos a granel y
con descuento se venden a un precio más bajo por unidad (Pozzi, 2013). Esto destaca una nueva dimensión, en la que
comprar en línea puede ser beneficioso para
los consumidores, siendo de vital
importancia mantener en condiciones adecuadas de almacenamiento dichos
productos, para evitar que se generen
desperdicios que se verá reflejado en
las cuestiones económicas. Adicionalmente, la reducción en el costo de
almacenamiento, provocada por la introducción del comercio electrónico, genera ahorros significativos a
las empresas.
Wen y
col. (2018) presentaron un sistema de comercio electrónico inteligente, basado
en el conocimiento para vender productos
agrícolas, con la posibilidad de pronosticar ventas y análisis financieros. También provee soluciones factibles o acciones provenientes de resultados
de razonamiento basado en reglas. Además,
cuenta con un base de datos que integra un sistema inteligente, una base de
reglas y un modelo base para crear una
herramienta que los administradores pueden usar para tratar problemas de
decisiones vía internet. Adicionalmente, cuenta con un mapa electrónico, combinado
con un sistema de posicionamiento global (GPS, por sus siglas en inglés: global
positioning system) para
realizar las entregas a los clientes.
Al abrir nuevos canales de ventas, como
la venta en línea por medio del comercio electrónico, se requiere un aumento en campañas de comunicación
de la identidad de la marca, los valores y cultura de la marca, con la
intención de ganar conciencia en el mercado, término mejor conocido como
campaña de marca, además comunicar los nuevos canales de ventas por medio de
redes sociales y la web (Russo, 2016). Esto es
importante, ya que Canavari y col. (2010) encontraron
que, para lograr una adopción del comercio
electrónico en las redes agroalimentarias se requiere principalmente de
la generación de confianza de los compradores
en las transacciones, lo que depende de diversos factores y de la forma
de comunicarlas.
Una de las estrategias relacionadas con la reducción de los desperdicios de frutas y verduras,
es el uso de plataformas tecnológicas, que agilicen el proceso de venta de las
mismas, siendo el comercio electrónico una herramienta que permite concretar transacciones de venta y compra de
productos o servicios por medio de internet,
ya que el Internet se ha convertido en uno de los mayores canales para que los
consumidores compren productos frescos (Gestiopolis,
2017). He y col. (2019) propusieron un modelo
de preventa en línea de productos,
para ayudar a reducir las cuotas de pérdidas de circulación, siendo este un problema significativo al que se enfrentan las tiendas
físicas tradicionales al vender los productos frescos. El estudio identificó
estrategias de precios en los mercados, como la de la reducción y penetración
de precios para tiendas en físico, Para tiendas en línea, se detectó la estrategia de precios contingentes y de adaptación
de precios. Las estrategias de precios contribuyen al posicionamiento de los
productos ya que ayudan a centrarse en la segmentación de los consumidores.
Además de plataformas web, también han surgido aplicaciones
móviles (APP, por sus siglas en inglés: application or application
program), con diferentes formatos de distribución alternativa de
alimentos. Su finalidad tiene que ver con la disminución del desperdicio de alimentos
y la generación de un impacto social positivo. En el estudio realizado por Michelini y col.
(2017) se realizó un análisis de conglomerados jerárquico, basado en el
intercambio de alimentos, agrupando la muestra de 52 casos en tres diferentes categorías: “compartir por
dinero”, “compartir por caridad” y “compartir para la comunidad”. El agrupamiento
de compartir por dinero es el más apegado a esta investigación, así que, en el
estudio se identificaron diferentes plataformas relacionadas con la venta de
productos en línea. Estas aplicaciones operan solamete
en línea y son caracterizadas por ser con fines de lucro, además utilizan sistemas de geolocalización, lo que evidenció los efectos de las nuevas formas de compartir
sobre la desigualdad social en la adquisición de alimentos y la disponibilidad
de herramientas tecnológicas.
De acuerdo con el Centro Global de Mercado Electrónico, la utilidad del comercio electrónico
es que permite llevar a cabo la transacción
o intercambio de información entre las diferentes partes que interactúan, mediante el uso de las TIC, en
lugar de hacerlo por intercambio o contacto
físico directo (Sánchez-Torres y col., 2017). Este uso de las
tecnologías como medio con fines comerciales, dentro de los negocios, permite la flexibilidad y eficiencia en sus operaciones, lo que reduce tiempos de
entrega, espacios físicos y costos (Cultura colectiva, 2014). Por otro lado, la
infraestructura adecuada de comercio electrónico ha evolucionado en las redes
de suministro de alimentos. Diferentes tipos
de plataformas de comercio electrónico respaldan transacciones a lo
largo de toda la cadena agroalimentaria, y están especializadas en apoyar las
relaciones comerciales existentes, en una
etapa específica de la cadena
agroalimentaria, particularmente adaptados a los requisitos de sus
participantes (Canavari
y col., 2010).
Aunque hay estudios donde se ha mostrado el impacto del uso
del comercio electrónico en la distribución y compra-venta de alimentos tales
como el de Baourakis y col. (2002); Zeng y col. (2017); Cristobal-Fransi y col. (2020); Spruit
y Almenar (2021), utilizando sistemas y
modelos que permiten pronosticar ventas y realizar
análisis financieros, aún es necesario que
se genere esa concientización y confianza
por parte de los actores involucrados en el sistema alimentario de las
frutas y verduras, para poder lograr que se utilicen las plataformas digitales
de comercio electrónico que respalden, por un lado, las transacciones en toda la
cadena productiva y por otro lado, el impacto que tendría en la reducción de
desperdicios de frutas y verduras, aprovechando las múltiples ventajas que
conlleva la implementación de dichas estrategias de comercialización y el uso
de TIC, cuyas características generales de estas tecnologías se detallarán en
las siguientes secciones.
Uso de TIC en el manejo y reducción del desperdicio
Las TIC son definidas como diversas herramientas tecnológicas
y recursos utilizados para transmitir, almacenar, crear, compartir o
intercambiar información. Estas herramientas tecnológicas y recursos incluyen
computadoras, el internet (websites, blogs,
email), tecnologías de transmisión en vivo (radio, televisión y web-casting),
tecnologías de grabación y transmisión (podcasting,
reproductores de audio y video, y almacenamiento en dispositivos) y telefonía (fija o móbil,
videoconferencia, satelital) de acuerdo a la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus
siglas en inglés: United Nations Educational, Scientific
and Cultural Organization) (UNESCO, 2019). Por
lo tanto, a continuación se muestran los aspectos generales de algunas de las
TIC que han sido evaluadas para su utilización en la aplicación de sistemas alimentarios
y de esta manera contribuir a la seguridad
alimentaria y nutricional: internet de las cosas (IoT,
por sus siglas en inglés: Internet of Things), tecnología
de radiofrecuencia (RFID, por sus siglas en inglés: radio frequency identification),
crowdsourcing, aplicaciones móviles,
páginas web y tecnología de computación en la nube (CCT, por sus siglas en inglés: cloud computing technology).
Internet de las Cosas (IoT)
El internet de las cosas conocido como IoT,
se puede definir como una red de objetos físicos (cosas o things),
tales como, vehículos, máquinas, electrodomésticos y otros objetos embebidos
con electrónicos, que tienen sensores integrados, software, actuadores y
otras tecnologías que podrían ser visibles. Esto permite la conectividad e intercambio
de datos entre más de 7 000 millones de
dispositivos cotidianos del IoT conectados
actualmente, los cuales incluyen no solo
objetos domésticos cotidianos, sino hasta sofisticadas herramientas
industriales y sistemas a través de
internet (Oracle México, 2019). Entre los usos más habituales del IoT está la fabricación inteligente, mantenimiento preventivo
y predictivo, redes eléctricas inteligentes,
ciudades inteligentes, logística conectada e inteligente y por supuesto las
cadenas de suministro digitales inteligentes
(Oracle México, 2019). Desde 2011, la mayoría
de los estudios han sido desarrollados por universidades en China, donde
la materia de las aplicaciones del tema de IoT fue en
la cadena de suministro alimentario, rastreo
de productos alimenticios, seguido
por el monitoreo de la calidad y
seguridad de alimentos (Bouzembrak y col., 2019).
La mayoría de las publicaciones estuvieron
relacionadas con comida, carnes, productos congelados y por supuesto frutas y
verduras. En los estudios se usaron sensores
para monitorear temperatura, humedad
y ubicación (Bouzembrak y col., 2019).
El IoT permite que los objetos se
detecten o controlen de manera remota a través de la infraestructura de red
existente, creando oportunidades para una
integración más directa del mundo físico, en sistemas basados en
computadoras, y resultando en eficiencia mejoradas, precisión y beneficio
económico, además de una intervención humana reducida (Vallan-dingham y col., 2018). En los últimos años se han visto avances innovadores en sensores inalámbricos y tecnologías de procesamiento de
datos, allanando el camino para una infraestructura ciber
física de escala global del IoT. Esto incrementó
sustancialmente la cantidad de datos generados por la implementación del IoT y sus avances posteriores, como estadísticas avanzadas
y aprendizaje automático (machine learning), son
denominados bajo el término de “Big Data” (Mc-Carthy y
col., 2018).
En la sociedad de la información de la Unión Europea, el uso
del IoT en las cadenas de suministro de comida fue
mencionado como una de las nuevas áreas promesa, con aplicaciones en
agricultura de precisión, producción de comida, procesamiento, almacenaje,
distribución, consumo, trazabilidad, visibilidad y desafíos de controlabilidad. Las nuevas tecnologías que son basadas en el IoT se
esperan traigan seguridad, más
eficiencia y una cadena de alimentación sostenible en el futuro (Bouzembrak y col.,
2019). La sustentabilidad del sistema
alimentario puede ser mejorada a través del potencial del IoT, perspectiva que puede permitir visualizar, monitorear, controlar, y así optimizar el
proceso de la cadena alimentaria por los sistemas de tecnologías de información
inteligentes, autónomos y autoadaptativos. Además, las tecnologías de Internet y las
TIC contribuyen al desarrollo de nuevos
conceptos en la cadena agroalimentaria en la que productores regionales y
consumidores están conectados (El-Bilali y Allahyari, 2018). En este sentido, Wen
y col. (2018) describen la implementación de sensores en botes de basura
y en camiones recolectores de desperdicio en restaurantes, en una ciudad de China. Los camiones están equipados con una báscula y los botes cuentan con
sensores para el registro y monitoreo de las
cantidades de alimentos desperdiciados que son traslados diariamente en
los camiones. Los camiones también cuentan con cámaras de video vigilancia y
están equipados con controladores y dispositivos que permiten su geolocalización
en tiempo real.
El IoT puede posibilitar el
optimizar las cadenas de distribución, mejorar la trazabilidad y calidad de los alimentos, lo cual, al contribuir
a ampliar la vida útil de los alimentos, como las frutas y verduras, tendrá un
impacto positivo en la sostenibilidad de este sistema alimentario, ya que al haber millones de dispositivos
inteligentes conectados se revoluciona el modo de producir y comercializar
alimentos, como el uso de etiquetas de códigos de barras que pudieran localizar
los productos alimenticios en cada etapa de la cadena de suministro, lo cual reduciría
los tiempos de almacenamiento y tránsito de los productos, además de la
utilización de sensores inteligentes que ayudarán a mejorar las cosecha, a una
mejor gestión de los recursos hídricos, informar a los consumidores acerca del
origen de las frutas y verduras, fecha de cosecha o de producción y hasta la
forma en la que se produjo. El uso del
IoT facilitará la manipulación, transporte, almacenamiento y
comercialización de frutas y verduras y que la información esté disponible
para todos los actores involucrados en su cadena de suministro, de forma que
pueda tener una mayor aplicación práctica.
Sensores de tecnología de radiofrecuencia
(RFID)
La tecnología de radiofrecuencia es una
forma de comunicación inalámbrica, donde se utilizan ondas de radio entre un
lector y un emisor. Es un método de almacenamiento y recuperación de datos por
medio de dispositivos, como tarjetas o tags
RFID. Se emplea como sistema de identificación, seguimiento y recuperación de datos, sin necesidad de contacto visual, de manera similar a los
códigos de barras. Las etiquetas que generan pueden ser usadas en las industrias para la localización
de objetos y de esta manera llevar un
buen control de inventarios (Universidad Internacional de
Valencia, 2019).
La tecnología RFID se utiliza para
diversas funciones, como el control
de inventario, etiquetado dinámico de
productos y ubicación (Tao y col., 2017). Dicha tecnología se aplica
también en las cadenas de suministro de
alimentos, ya que los chips tienen la capacidad de almacenar datos de los
productos y de las condiciones en que son transportados, como la temperatura y
la humedad relativa. Provee información en tiempo real, lo que permite a su vez
la trazabilidad del producto en los diferentes escenarios de la cadena de suministro (Abad y col., 2009). Se considera una de las principales tecnologías en
el campo de la identificación. Su tecnología se basa en la comunicación
inalámbrica, particularmente a través de ondas de radio frecuencia, entre una etiqueta anexada a un objeto y un interrogador. Este sistema es más conveniente para identificación
de productos, a comparación de otros sistemas, como los códigos de barras, porque no requieren contacto visual y
pueden ser colocados dentro de cajas y contenedores, o inyectado dentro de animales y embebido dentro de cualquier objeto, como pasaportes (Bibi y col., 2017).
La tecnología RFID está relacionada
actualmente con el concepto de trazabilidad que se refiere a la habilidad de localizar productos para su gestión,
control y aspectos de seguridad. En la Unión Europea, la trazabilidad se define
como la localización de cualquier producto, alimento, animales para producción
de alimentos o sustancias, que serán usadas para consumo a través de todas las
etapas de producción, procesamiento y distribución. Está estrictamente regulada
e identifica desde su origen, hasta el destino final, a los productos
alimenticios, debiendo ser correctamente etiquetados (Bibi
y col., 2017).
Baig y
col. (2019a) destacaron el uso de herramientas
analíticas de medición y seguimiento de residuos. El rango de
herramientas va desde escritos en papel, escalas, hojas de cálculo, aplicaciones, software sofisticado de
seguimiento y análisis, y consultores contratados para el análisis. El
seguimiento y medición de los residuos genera gran valor a través de toda la cadena
de alimentos incluyendo las granjas, almacenaje
de comida, distribución y procesamiento,
ventas al por menor y restaurantes. La RFID permite asignar de forma
automática precio a productos lácteos, carnes, frutas y verduras recién
cortados de acuerdo su fecha de expiración y
al mismo tiempo promueve la venta de productos con fecha cercana de
expiración reduciendo su precio en lugar de desecharlos (Porat
y col., 2018). Este procedimiento es parte de la trazabilidad de los alimentos, desde la producción primaria
hasta el lugar de consumo. La digitalización de la información que genera el uso de etiquetas RFID permite visualizar
si ocurre un problema de interrupción de la cadena alimentaria, en tiempo real,
lo que permite controlar la calidad y frescura de los alimentos y la automatización
de procesos. Tales etiquetas también pueden avisar si los productos están
próximos a caducar, para acelerar su venta mediante ofertas o si debieran ser reemplazados en anaquel,
debido a la expiración de su fecha de consumo preferente. También
facilita el tener control sobre las condiciones de las cámaras de
almacenamiento, como la humedad, temperatura o grado de maduración. Es factible
programar las etiquetas para que emitan alertas cuando dichas variables superen
los límites permitidos para cada fruta y verdura, contribuyendo a una gestión
en la reducción notable de mermas, lo que impactaría en la reducción de la
huella de los residuos de frutas y verduras, y a su vez el fomento de un futuro
más prometedor y sostenible en el sistema alimentario.
Crowdsourcing
Esta técnica es una nueva herramienta que se genera, principalmente
en internet, para obtener ideas, contenido, y contribuciones de un gran grupo
de personas o público en general,
especialmente de la comunidad en línea, en lugar de los empleados y
proveedores tradicionales, sobre aspectos relacionados con la calidad,
aceptación y comercialización de los productos (Soon
y Saguy, 2017). El crowdsourcing
está muy disperso en numerosas aplicaciones de comida (ejemplo:
tecnología, proyectos de emprendimiento,
financiación de nuevas empresas y desarrollo
de productos innovadores). Destaca como ejemplo la empresa McDonald´s, quienes crearon una campaña de crowdsourcing
donde se convocaba a los consumidores a crear una línea de hamburguesas, específicamente
nuevos sándwiches con los ingredientes que ellos creían convenientes y les
podrían proporcionar un nombre a cada una de sus creaciones, que posteriormente
se comercializaron en los restaurantes de
Reino Unido por tiempo limitado (Rockcontent, 2019). Y en Estados Unidos, la empresa
PepsiCo utilizó también una campaña de crowdsourcing para impulsar la
innovación de productos y renovar el entusiasmo de sus consumidores con su marca de papas fritas Lay (Digital Initiative, 2018).
Futuros usos del crowdsourcing en la vida útil y
rotación en el inventario de alimentos tienen que ver con la utilización de
datos que arrojan los sensores de tiempo y temperatura durante la distribución
de alimentos. Soon y Saguy
(2017), revelaron que la utilización futura para monitorear los sensores de
temperatura ofrece los siguientes beneficios: comunicación con el fabricante o
base de datos pública que ofrece el conocimiento exacto de las condijones de las cadenas de distribución calculando la calidad, e identificando las posibles condiciones de abuso. Reducción del desperdicio cambiando la terminología de etiquetado en los productos
con relación a la fecha de caducidad;
identificar y alertar a los consumidores finales de el no consumo de
productos que han sufrido una pérdida de calidad en el proceso de distribución y expandir el sistema y su utilización
para otros propósitos, permitiendo una comunicación
de dos vías entre almacenes, tiendas y cadenas de vendedores y consumidores.
Debido a que el crowdsourcing facilita la interacción
de personas conocedoras de un tema, se puede lograr un trabajo colaborativo en
el cual todos los actores que participen en el sistema alimentario de las frutas y verduras, hagan sus aportaciones, ideas y contribuciones, y de esta manera proponer una planeación
estratégica, que permitan mejores soluciones
en un menor tiempo, esfuerzo y optimizando los
recursos. Se ha utilizado en la aplicación de encuestas para recibir
propuestas de nuevos productos. También, se puede lograr que los participantes de una cadena alimentaria expongan
sus problemáticas y restricciones, en cuanto a su producción, almacenamiento,
distribución, procesamiento,
comercialización, venta; así al recibir los comentarios, los usuarios puedan
establecer un plan que permita hacer los ajustes necesarios para eficientizar el sistema
alimentario de las frutas y verduras y tomar decisiones inteligentes por medio
de ideas innovadoras utilizando dicha
tecnología.
Aplicaciones móviles y plataformas web
Las aplicaciones móviles o APP
emergieron en los noventa, pero ganaron mucha popularidad con el
lanzamiento de la primera generación del iPhone de la empresa Apple, Inc.
Actualmente las APP son usadas como métodos estratégicos para alcanzar y
mantener clientes por diferentes ramas de
negocios. Los dispositivos móviles son considerados como equipos portátiles
y personales para sus usuarios, y que a la vez
cuentan con conexión a internet. Las APP corren sobre estos dispositivos que también son conocidos como
teléfonos inteligentes (smartphones) y pueden
ser definidas como una aplicación de software
que es ejecutada en una plataforma móvil (Jabangwe
y col., 2018).
Existen varias empresas que han contribuido al diseño y programación de APP, utilizando diferentes sistemas operativos, por ejemplo: Google
creo la plataforma Android, cuyas aplicaciones al ser aprobadas son enviadas a
Play Store; en tanto que, Apple, Inc. desarrolló la plataforma iOS (antes
iPhone OS), y las aplicaciones son validadas
y publicadas en AppStore. Una vez que se
publican los usuarios tienen la posibilidad de descargarlas e instalarlas en
sus dispositivos móviles. La utilización de las APP dentro de la cadena de suministro y venta de alimentos, reduce los
tiempos de exhibición de los productos en los negocios, mediante una comercialización
en línea y a su vez guarda información relativa a la venta del producto y sus
características en servidores remotos (Nosrati y
col., 2012).
Michelini y col. (2017) comentaron que una alternativa para evitar el desperdicio de alimentos
está en la distribución a través de los bancos
de alimentos, los supermercados sociales y el uso de aplicaciones
digitales, esquemas que pueden reducir el problema y generar impactos sociales
positivos. En este sentido, mediante un análisis de clúster jerárquico, basado
en 52 plataformas digitales, catalogadas en
3 modelos, uno de ellos llamado “compartir
por dinero”, se ubicaron algunas aplicaciones
móviles, como MyFoody,
plataforma italiana que permite a
productores y distribuidores ofrecer a
la venta en tiempo real productos cercanos a su fecha de vencimiento, que
son ofertados con descuento, para prevenir que sean descartados o tirados. Leloca es otra
aplicación que es operada en las áreas de Nueva York, enfocada a los restaurantes, donde ayuda a reducir las
cantidades de desperdicio de productos frescos. La plataforma permite generar
descuentos a los clientes del 30 % al
50 % y para ser obtenidos tienen que reclamarse durante los primeros 45
min (Baig y col.,
2019b).
Too Good to Go
es otra aplicación que permite a los restaurantes ofrecer comidas para llevar a
precios reducidos. Esta aplicación, desde su lanzamiento en el año 2015 hasta
mediados de 2018 ha servido para rescatar 4 millones de comidas por medio de
sus usuarios (Baig y
col., 2019b). OLIO, aplicación fundada por Tessa
Cook y Saasha Celestial-One,
en el año 2015, acorde su sitio web “es una
aplicación gratuita que conecta a vecinos y negocios locales para que
sus excedentes de comida puedan ser compartidos y no desperdiciados, pudiendo
ser comida cercana a su fecha de vencimiento en tiendas locales, vegetales, pan
de pastelerías o alimentos del refrigerador, al salir de viaje o cambiarse de
domicilio” (Harvey y col., 2020). Muth y col. (2019),
identificaron diferentes intervenciones tecnológicas de recuperación de frutas
y verduras. En la parte de ventas al por menor y restaurantes, mencionan el uso
de aplicaciones para celulares que notifican
a destinatarios sobre el exceso de comida disponible. La oferta de
productos abarca donaciones de comida no vendida, productos con grados estéticos
bajos o productos dañados, ofertas de productos preparados y excedentes de alimentos
procesados con bajo precio a minoristas.
En general, las tecnologías de la información, como los teléfonos móviles, acortan las distancias
entre los diferentes actores de la cadena alimentaria relacionados con la producción,
procesamiento, transporte y comercialización de alimentos (El-Bilali y Allahyari, 2018).
Algunas de las herramientas que se han utilizado
para contribuir a reducir los desperdicios de alimentos son Tesco
FareShare FoodCloud en el
Reino Unido, que permite a los supermercados enviar alertas a diferentes
organizaciones para el rescate de alimentos aún comestibles. Otras soluciones
como Winnow y LeanPath son
herramientas que proveen apoyo para
medir y monitorear la cantidad de
alimentos que no se aprovechan en cocinas (Porat
y col., 2018). Las anteriores a pesar de que
no son herramientas estrictamente apegadas a la parte de ventas, son buenas prácticas que pueden ser replicadas. Otras
APP mencionadas por Ágora (2016) que están
enfocadas en abordar la problemática asociada al despilfarro de alimentos, son ZeroMermas, Expire, FoodLoop,
FlashFood, LoveFood Hate Waste (p. 1).
Foodtank
(2015) menciona 23 aplicaciones que están disponibles para ayudar a que consumidores, productores, defensores y activistas puedan
tener acceso a alimentos sanos, que contribuyan
a llevar una vida más sostenible y saludable, y a reducir el que no se aprovechen de manera adecuada. Las
aplicaciones relacionadas con la cadena de suministro de frutas y verduras son Locavore (HevvaCorp.), Buscar fruta (Neighborhood Fruit),
Farmstand, Seasons (What Is It Productiomn Ltd.), NRDC
Eat Local, ¿Qué es fresco? (Simplicidad móvil) y En Temporada (Light Year Software,
LLC) por citar algunas.
El desperdicio de alimentos es un problema que afecta tanto a
los sectores implicados directamente en el sistema alimentario, como a la población
en general. Por ello, el interés de aprovechar las TIC, específicamente de las
aplicaciones móviles, como las que se han mencionado anteriormente, como estrategias
para la reducción del desperdicio de alimentos de manera exitosa. Estas
aplicaciones se han usado en las etapas de comercialización y consumo, para gestionar de forma correcta el aprovechamiento
de los alimentos (en su manipulación,
preparación, compra) y a reducir mermas. También se usan para atender los excedentes
de alimentos o productos con fecha de caducidad
próxima o aquellos que, por ser considerados no estéticos, puedan ser
llevados a comunidades necesitadas y así
contribuir a la seguridad alimentaria
y nutricional. Por lo que, el reto latente, al menos en México, sería la adquisición de dispositivos móviles por ciertos
actores principalmente en la producción primaria de las frutas y verduras y con
la consecuente limitación de conectividad que contribuiría a no aprovechar
dichas aplicaciones y sus consecuentes ventajas en la reducción de la problemática asociada con un uso y
manejo inadecuado de estos alimentos.
Tecnologías de computación en la nube (cloud
computing technology) (CCT)
Las tecnologías de computación basadas en la nube son
utilizadas para integrar segmentos separados de una industria en particular,
usando recursos mínimos. CCT permite hacer la información visible en todos los segmentos
de una industria desplegando su modelo de entrega de servicios en formato de software
como servicio, plataforma como servicio e infraestructura como servicio (Singh
y col., 2015).
“La CCT es un tipo de arquitectura informática que se define
como una tecnología que permite ofrecer servicios de computación a través de
internet, totalmente en línea, en el que los usuarios ya no tienen la necesidad
de instalar ningún programa en la computadora, debido a que lo ejecutará
directamente desde internet, desde un proveedor
de servicios que le permitiría, entre otras cosas, optimizar, aligerar y
ahorrar gran cantidad de espacio en su disco
duro” (ECURED, 2019). Entre las características principales del modelo
de computación en la nube, de acuerdo con Pedroso (2013), destacan el servicio a demanda, en el cual no hay
necesidad de ningún tipo de interacción entre el proveedor del servicio y los
usuarios; los recursos compartidos: donde el proveedor libera en forma dinámica
los servicios físicos y virtuales dependiendo de la demanda de los consumidores, la independencia de la ubicación,
los sistemas escalables, y el pago por uso.
Singh y col. (2015) proponen un sistema
integrado mediante el uso de CCT, donde todas las partes involucradas en la
cadena de suministro de carnes puedan minimizar y medir la emisión de carbono
dentro de gastos razonables e infraestructura. El enfoque integrado
de mapear toda la cadena de suministro de carne,
por una simple nube mejorará la coordinación entre las partes involucradas.
Esta propuesta utilizada en la cadena productiva de carnes, puede ser
implementada también en el sistema alimentario de las frutas y verduras, pues es
una opción viable para subsanar la contradicción existente entre el uso de la
tecnología actual y el cuidado al medio ambiente, lo que hace más sostenible su
utilización. Realizar el mapeo de todos los eslabones de la cadena alimentaria
permitiría mayor rentabilidad en cada una de las etapas, mediante el aumento de
la eficiencia operativa, ahorro en tiempo y dinero.
Análisis de la
intervención de las TIC en la reducción de
desperdicios de frutas y verduras
Las TIC son una herramienta que puede ser aplicada durante la
cadena de suministro de alimentos y de esta manera aminorar desperdicios de
frutas y verduras, lo cual favorecería positivamente en reducir la inseguridad
alimentaria debido a su gran expansión y rápido crecimiento. El tiempo de vida
de productos frescos, como frutas y verduras, es determinante para su venta y
consumo. Los consumidores al momento de la elección de compra del producto valoran que estén frescos, de buen
color y de buena forma. El uso de tecnologías
de vanguardia puede ser aprovechado para asegurar la calidad de los
productos desde la cosecha hasta el consumidor final y a la vez evitar su
inadecuada utilización.
En la Tabla 1, se muestran ejemplos de qué manera
las TIC pueden contribuir a la reducción de desperdicios de alimentos dentro de
las etapas del sistema alimentario sostenible: producción primaria, almacenamiento y distribución, procesamiento
y comercialización y consumo. Se resaltan algunas contribuciones, como el uso
de sensores, planteamiento de objetivos de trazabilidad, monitoreo, rastreo y geolocalización,
que permiten lograr mayor eficiencia y aprovechamiento de los recursos durante
todas las etapas, además de que ofrecen alternativas de consumo mediante la
generación de alertas, descuentos y donaciones que contribuyen a la
sostenibilidad de la cadena de suministro. Es importante considerar que el 54 %
de las pérdidas de alimentos ocurre en la
producción primaria (cosecha, postcosecha y procesamiento) y el 46 % del desperdicio
ocurre en el procesamiento, distribución y consumo (Interempresas,
2019), lo cual puede revertirse conforme se vayan adaptando estas TIC en
acciones preventivas. Destacan sus contribuciones en el monitoreo, trazabilidad, venta, compra, donaciones y control de alimentos,
mediante el uso de tales tecnologías, cuya aplicación práctica varía de acuerdo
al grado de crecimiento de los países, ya que, por ejemplo según lo que
menciona Cienciamx (2018) “en países desarrollados de
Europa, así como Estados Unidos, Japón, China o Australia, el mayor desperdicio
de alimentos se da en la distribución y,
particularmente en el consumidor,
debido a que este último compra más de lo que puede comer; mientras que en
naciones con ingresos bajos, la pérdida se presenta en todos los eslabones de
la cadena, ante la falta de infraestructura, tecnologías obsoletas y carencia
de recursos para invertir en la producción” (p. 1). México como país en vías de convertirse en un país avanzado, presenta en ocasiones,
tecnologías obsoletas o estas TIC no tienen un alcance para todos los
actores involucrados en la producción de alimentos. Aunado a que el impulso y desarrollo de las TIC se ha aplicado
fundamentalmente en el sector frutícola, durante la etapa de postcosecha, en el diseño,
planteamiento o en la realización de tecnologías y aplicaciones para riego, uso de sensores para el monitoreo de
parámetros agronómicos, agricultura de
precisión, además de la trazabilidad y gestión de rutas más sostenibles
y de logística en el transporte y distribución (Interempresas,
2020).
A nivel mundial, se han propuesto ciertas iniciativas enfocadas en acabar con el desperdicio de
alimentos destinados al aprovechamiento humano (FAO, 2019). En México, las asociaciones
de Bancos de Alimentos de México (BAMX), Alimentos para Todos y Banco de Alimentos
Carita, tratan de erradicar el hambre y la desnutrición, a través de la recaudación
de alimentos y la Cruzada Nacional contra el
Hambre (Cienciamx, 2018). El objetivo principal es
buscar estrategias que ayuden a minimizar las pérdidas postcosecha y de alimentos durante su almacenamiento,
transporte, distribución y comercialización; se han propuesto proyectos
enfocados en optimizar la cadena alimentaria de frutas, desde la recolección al punto de venta, mediante la digitalización
y aplicación de TIC, con el fin de mantener la calidad inicial y reducir las
pérdidas, tales como el Proyecto TICS4FRUIT: “Diseño
de TICS para optimizar cadena postcosecha y distribución
de fruta”, en el cual se analizan fuentes de datos externas como internas; el
análisis de datos con tecnologías Big Data, desarrollo de etiquetas
inteligentes y diferentes APP y la definición y diseño de procesos logísticos (Interempresas, 2020). Tomra Food trabaja en colaboración con agricultores, procesadores
y comercios ofreciendo soluciones de
clasificación basada en sensores, que determinan los estándares de
calidad, lo que facilita la venta de frutas y
verduras como productos de menor calidad, pero aún aptos para su consumo
(Interempresas, 2019).
Una de las tecnologías identificadas es el uso de sensores RFID o tecnología de radiofrecuencia que permite el monitoreo de los productos
durante su traslado por la cadena de suministro. Los sensores tienen la
capacidad de almacenar datos sensibles de los
productos como la humedad, temperatura y ubicación en la transportación,
que a su vez pueden ser enviados hacia
centros de monitoreo. En consecuencia, los sensores generadores de datos
forman parte del IoT,
tecnología que según Bouzembrak y col. (2019)
es una de las nuevas áreas promesa en el sector alimentario, con aplicación en
la agricultura de precisión, producción de comida, procesamiento, almacenaje,
distribución, consumo, trazabilidad, visibilidad y desafíos de controlabilidad. La información generada en las diferentes
tecnologías mencionadas puede servir de base para la operación de otras
herramientas como el crowdsourcing, que según Soon y Saguy (2017) permite la
participación de diferentes agentes (almacenes, tiendas, consumidores) con la
finalidad de dar respuesta a problemáticas mediante
soluciones definidas de manera conjunta.
En lo que respecta a aplicaciones móviles
y plataformas web, tales como MyFoody,
LeLoca, Too Good to go
y Olio, ayudan a reducir el desperdicio de alimentos y al mismo tiempo generan
beneficios para sus usuarios. Sus funciones principales van desde la venta con
descuento de productos con fecha próxima de caducidad, reservado de mesas en restaurantes, para el consumo de platillos
con descuento y conectar personas que
compartan alimentos de buena calidad a otras personas con necesidades
alimentarias. Por último, está la CCT, que ofrece sus servicios en internet
(nube) y que pueden ser utilizados de apoyo en actividades de producción,
procesamiento y ventas.
Es importante la implementación de tecnologías en las diferentes
etapas de la cadena de suministro para lograr el cumplimiento de los objetivos
incluidos en la agenda 2030, sobre el desarrollo sostenible aprobado por la Organización de las Naciones Unidas de acuerdo con la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2015). Actualmente,
el índice de inseguridad alimentaria en el
mundo es de 17.2 % de la población. Se estima que 1 300 millones de
personas han experimentado inseguridad alimentaria en niveles moderados. Sin
embargo, la cifra asciende a 26.4 % de la población mundial, esto es alrededor
de 2 000 millones de personas, al considerar inseguridad alimentaria en niveles
moderados y graves.
En México, de acuerdo con Aguirre y col.
(2017), el 70 % de los hogares cuentan con algún grado de inseguridad
alimentaria, de los cuales el 42.6 %
presentan inseguridad alimentaria leve, 17.7
% moderada y 10.5 % severa. Mundo-Rosas y col. (2018), señalan que 7 de cada 10
hogares en México presentan inseguridad
alimentaria, que se ve reflejada en problemas de nutrición, tales como
la baja talla en preescolares, diabetes, hipertensión, sobrepeso y obesidad en
mujeres en edad reproductiva y la mala calidad de la dieta. Estos problemas de
salud pública podrían verse aminorados mediante el aprovechamiento,
disponibilidad y manejo adecuado de los alimentos.
La disminución de residuos, principalmente durante la comercialización y consumo, puede contribuir
a la reducción de contaminantes, que dejan
una enorme huella de carbono, equivalente a 3 300 millones de T de dióxido de
carbono y la generación de 193 millones de T de gases de efecto invernadero, asociados a los 715 millones de T de
frutas y verduras que se desperdician anualmente a nivel mundial (Ganar-ganar,
2019); además de la huella hídrica, ya que el agua que se utiliza para producir
alimentos que terminan en la basura es de 40 000 millones de m3,
equivalente a 2.4 años de consumo de agua de todos los mexicanos.
Se requiere un mejor control en el
aprovechamiento de los alimentos y de la suma de acciones por parte de la
ciencia, tecnología, gobierno e iniciativas sociales, así como los sectores y
actores involucrados en la producción de alimentos, para apoyar en reducir o
eliminar el número de personas vulnerables que viven con diferentes grados de
inseguridad alimentaria o que viven en situación de hambre
(Forbes, 2020).
Es evidente que el uso de las TIC representa una alternativa
viable emergente para que, durante toda la cadena productiva, se reduzcan de manera drástica las pérdidas y desperdicios de alimentos, y de esta manera contribuir
a la gran lucha contra el hambre y los problemas actuales de malnutrición.
Estas acciones ayudarían a la población a que
tenga la oportunidad de consumir productos más baratos y en buen estado,
a canalizar apoyos alimentarios a poblaciones
vulnerables y aumentar la disponibilidad y asequibilidad de alimentos nutritivos que constituyen una dieta saludable.
Además, de que su utilización promueve sistemas alimentarios colaborativos y eficientes,
para la sensibilización e innovación social,
que se vean reflejados en la promoción de mejoras en la forma en que se
producen, procesan, distribuyen, compran y consumen los alimentos, y los múltiples
beneficios económicos, sociales y ambientales.
CONCLUSIONES
La utilización de las tecnologías de la información y comunciación (TIC) mostradas en el presente trabajo pueden
contribuir a la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, específicamente de
las frutas y verduras, cuya comercialización está limitada por su corta vida útil
y los múltiples actores involucrados en todo el suministro de estos. La
operatividad, implementación y eficiencia del uso de las TIC, dentro del
sistema alimentario de frutas y verduras
podría tener impacto en la seguridad alimentaria y la nutrición de la
población, de la cual el 70.8 % padecen algún grado de inseguridad alimentaria. También impactarían favorablemente
en el medio ambiente, al reducir los contaminantes, que dejan una enorme huella
de carbono y la generación de toneladas de gases de efecto invernadero, además
del inadecuado aprovechamiento de agua que es utilizada en producir alimentos.
Los datos digitalizados en cada etapa puedan ser procesados en conjunto para
tener un mejor control en el aprovechamiento de los alimentos. En México, es factible implementar las TIC en el
comercio electrónico, para obtener beneficios económicos, sociales y medioambientales.
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