Caracterización de los determinantes
sociales de la salud del envejecimiento activo en estudios enfocados a la
calidad de vida: mapeo sistemático
Characterization
of the social determinants of health in active aging in
studies focused on
quality of life: systematic mapping
Determinantes
sociales de salud en envejecimiento activo
Ana Paulina Campos-Tapia1, Rosa
Martha Meda-Lara2*, Beatriz Adriana Corona-Figueroa3
*Correspondencia:
rosa.meda@academicos.udg.mx/Fecha de
recepción: 24 de marzo de 2021/Fecha de aceptación: 17 de junio de 2022/Fecha de publicación: 21 de julio de 2022.
1Universidad
de Guadalajara, Centro Universitario del Sur, Departamento de Promoción,
Preservación y Desarrollo de la Salud, Ciudad Guzmán, Jalisco, México. 2Universidad
de Guadalajara, Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Departamento de
Psicología Básica, Sierra Nevada núm. 950, colonia Independencia, Guadalajara,
Jalisco, México. C. P. 44340. 3Universidad Autónoma de Guadalajara,
Departamento de Humanidades y Desarrollo Humano, Zapopan, Jalisco, México.
Resumen
El aumento demográfico de adultos mayores se está presentando acompañado de condiciones socioeconómicas
y de salud desfavorables, que afectan
su calidad de vida. Esta situación puede paliarse
a través del marco del envejecimiento activo, el cual aporta lineamientos
alternativos que pueden resultar eficaces para contrarrestarlos. La Organización Mundial de la Salud establece que el envejecimiento activo tiene seis Determinantes
Sociales de la Salud (DSS) que han sido abordados desde diferentes áreas
por la comunidad científica. El objetivo del presente trabajo fue identificar y
caracterizar el tipo de estudios enfocados a la calidad de vida, desde
el envejecimiento activo, y clasificarlos de
acuerdo con los DSS. Se revisaron las
bases de datos Ebscohost, Scopus,
Oxford, Redalyc y
Sage Journals. Los descriptores utilizados fueron
“envejecimiento activo” y “calidad de vida”,
en inglés y español. La búsqueda del
mapeo sistemático comprendió enero 2015
a marzo 2022. Se localizaron 91 artículos en los que se evaluó la calidad
de vida, desde la perspectiva del
envejecimiento activo y la mayoría (81.3 %) fueron estudios transversales. Se identificaron 3
intervenciones psicológicas, con
evaluación antes y después de las sesiones, abordando los DSS
relacionados con los factores personales,
como salud psicológica, percepción positiva con la actividad física y
función cognitiva. Así mismo, los factores
conductuales, como estilos de vida para la prevención de riesgo
de caídas y mejora de la vida en general, que podrían condicionar la calidad de
vida. El principal alcance temático de los estudios fue la vinculación existente entre la calidad de vida
y los DSS relacionados con los
factores personales y con el entorno social. Se requieren más estudios
interdisciplinarios que ayuden a generar políticas públicas que impacten
favorablemente en este sector poblacional.
Palabras
clave: determinantes sociales de la salud,
envejecimiento activo, calidad de vida.
Abstract
The demographic
increase of elderly people is taking place along with unfavorable socioeconomic and health conditions, which affect their quality of life. This situation can be alleviated through an active aging framework, which provides
alternative guidelines that can be effective in counteracting them. The World Health Organization
establishes that active aging has six Social Determinants of Health (SDH) that
have been approached from different areas by the scientific community. The objective of this work was to identify and
characterize the type of studies focused on quality of life, from active aging,
and classify them according to the SDH. Ebscohost,
Scopus, Oxford, Redalyc and Sage Journals databases
were reviewed. The descriptors used were
“active aging” and “quality of life”, in English and Spanish. The systematic mapping search comprised from January 2015 to March 2022. 91 articles were located where quality of life was
evaluated from the perspective of active aging and the majority (81.3 %) were cross-sectional studies. Three psychological interventions were
identified, with an evaluation before and after the sessions, comprising the SDH
related to personal factors, such as psychological health, positive perception
with physical activity and cognitive function. Likewise, behavioral factors
such as lifestyles for the prevention of risk of falls and general life
improvement which could condition the quality of life. The main thematic scope
of the analyzed studies was the existing relationship between quality of life
and the SDH related to personal factors and the social environment. Further
interdisciplinary studies are required to contribute to the creation of public
policy that impacts favorably this sector of the population.
Keywords: social
determinants of health, active aging, quality of life.
INTRODUCCIÓN
La población de adultos mayores, de acuerdo con la
Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021) incrementará un 34 % durante el
periodo 2020 al 2030. En México, el Consejo Nacional de Población (CONAPO, 2018) estima que, para el año 2050, habrá 24.9 millones de habitantes y se
espera que 17 de cada 100 personas serán
adultos mayores. Esto representa 7 más de los que existen actualmente (CONAPO, 2021). En datos de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL),
se menciona que el aumento demográfico en
México está acompañado de marginación
alta, nivel socioeconómico medio/bajo,
culminación laboral, viudez y género (CEPAL, 2018). Es importante destacar que, en este segmento poblacional, en México, en promedio,
tienen una escolaridad baja (INAPAM, 2016;
CEPAL, 2018). Adicionalmente, según datos del Consejo Nacional Para
Prevenir la Discriminación (CONAPRED,
2018), 1 de cada 10 sufre algún tipo de
violencia. Y, de acuerdo con la información del Sistema Nacional de Vigilancia
Epidemiológica (SNVE, 2018) solo 4 de cada 10 adultos mayores tienen
acceso a servicios de salud. Por otra parte, su mortalidad y morbilidad se
caracteriza por enfermedades crónicas
degenerativas y violencia (OMS, 2017; SNVE, 2018).
Por consiguiente, se han publicado acuerdos
basados en el modelo del envejecimiento activo, definido como “el proceso de
optimizar las oportunidades en salud,
participación y seguridad, para mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen” (OMS, 2015: 5).
La definición de calidad de vida integra la percepción que tienen las personas,
basada en el lugar donde viven, sus costumbres y tradiciones y con relación al
logro de sus metas personales (OMS, 2015). En México, estos lineamientos se han declarado y publicado en el
Programa Nacional Gerontológico (INAPAM, 2016), explicitando directrices
sobre la mejora de la salud, el aprendizaje
continuo, promover la participación
social y dar seguridad en todo el curso de vida, complementándose con
las líneas de acciones sobre explorar,
identificar y proponer tipos de
estudios contextualizados con relación
a la calidad de vida, de diversas áreas,
como la médica, psicológica y social, adecuados a las necesidades de los
adultos mayores (OMS, 2015). La calidad de
vida de los adultos mayores puede verse condicionada por diferentes Determinantes Sociales de la Salud
(DSS). Son 6 relacionados con los factores:
1) personales (integrados por condiciones psicológicas, genéticas y biológicas); 2) conductuales (como tabaquismo, actividad física, alimentación sana, alcohol, medicamentos); 3) los
del entorno social (apoyo social, violencia,
abuso, educación y alfabetización);
4) los servicios sociales y sanitarios
(promoción de la salud y prevención de enfermedades, servicios curativos, asistencia de larga duración y servicios de salud mental; 5) el entorno físico (ambientes físicos,
seguridad en la vivienda, caídas y ausencia
de contaminación); y 6) económicos (ingresos, protección social y trabajo)
(Petretto y col., 2016; OMS, 2021).
Este trabajo tuvo como objetivo identificar y
caracterizar los estudios relacionados a la calidad de vida de los adultos
mayores desde el envejecimiento activo y clasificarlos en
relación a los factores de los DSS de la OMS a través de un mapeo
sistemático.
MATERIALES Y MÉTODOS
Identificación bibliográfica
El mapeo sistemático se basó en la propuesta de Sinoara y col. (2017), que
integró la fase de planteamiento (pregunta), la fase de localización de la
producción científica (selección de descriptores y búsqueda), la fase de
preanálisis (exclusión y preparación de datos) y la fase de análisis (identificación de patrones). La pregunta de la fase del planteamiento fue PICO: P: adultos mayores; I: factores de los DSS del envejecimiento
activo abordados en estudios que se
relacionaron con la calidad de vida; C: tipo
de factores de los DSS abordados o relacionados al envejecimiento
activo; O: comparación entre los DSS
abordados entre diferentes estudios.
Selección de artículos
Se
utilizaron los siguientes criterios de inclusión: a) cualquier diseño de
estudio b) artículos originales; c) presenta en el título o resumen 2 o 3 de las palabras clave en ambos idiomas:
“envejecimiento activo” o “active ageing”, incluyendo la combinación AND “incremento de calidad de vida” OR “increase
quality of life” AND
“intervenciones psicológicas” OR “psychological
interventions”; d) evaluación y clasificación acorde
a los factores de los DSS abordados en los estudios. Los criterios de exclusión fueron: artículos que requirieron de pago y no se contó con presupuesto para acceder a ellos. La búsqueda fue en modalidad
electrónica y comprendió de enero 2015 a marzo 2022.
Se exploraron las bases de datos de Ebscohost, Scopus, Oxford, Redalyc y Sage
Journals. La búsqueda la realizaron dos personas en forma simultánea e independiente durante todo el periodo señalado.
Se
separaron aquellos artículos que describieron
los factores que optimizaron las condiciones para mejorar la calidad de vida desde
el envejecimiento activo, para ser posteriormente clasificados conforme a los
DSS. De los 5 079 artículos encontrados, se revisó cada uno de acuerdo a su título y posteriormente
se seleccionaron por resumen. Al final, se revisaron
101 artículos como potencialmente útiles. Tras eliminar 10, por no ser
estudios relacionados a la calidad de vida desde el envejecimiento activo o ser
duplicados, quedaron un total de 91. Se identificó que 74 fueron transversales,
de los cuales 8 se caracterizaron por ser
estudios con diseño mixto y/o cualitativos;
3 intervenciones psicológicas; 4 ensayos clínicos y 10 longitudinales
(Figura 1).
RESULTADOS y DISCUSIÓN
Intervenciones psicológicas
Se
hallaron sólo tres intervenciones psicológicas,
llevadas a cabo en España e Inglaterra, que midieron la calidad de vida
antes y después de las sesiones. Los
programas de intervención se diseñaron para favorecer aspectos
específicos que impactaron positivamente en
alguno de los determinantes sociales de la salud. Coulton
y col. (2015) mejoraron la salud
psicológica a través de sesiones de canto grupales, disminuyendo significativamente los niveles de ansiedad y depresión,
y conforme se realizaban más sesiones también se fortaleció su sentido de
identidad grupal. Por su lado, Mendoza y
Arias (2015), previnieron los riesgos
a caídas mediante la promoción y
enseñanza de conocimientos relacionados
a los diferentes estilos de vida saludable. Finalmente, Dumitrache y col. (2017), estimularon la función cognitiva,
promoviendo la actividad física y elaboración de manualidades, mejorando la
salud psicológica (Tabla 1).
Estudios transversales
En la Tabla 2 se muestra que estos estudios transversales
cuantitativos abordaron principalmente los
factores personales y los del entorno social. Los estudios sobre
factores económicos se relacionaron con la calidad de vida (Rondón
y Ramírez, 2018) y el lugar de residencia
(Vanleerberghe
y col., 2017). Lo anterior se fortalece con los hallazgos asociados al tipo de
vivienda, del estudio de Ferraz y Silva
(2015), en el que encontraron que los adultos mayores que vivían en sus
hogares, respecto a quienes estaban
institucionalizados en residencias geriátricas, tuvieron menor calidad
de vida, sobre todo en el funcionamiento de
los sentidos y la participación social.
Panday y col. (2015); Sungaya (2016), también describieron
que había calidad de vida en las personas
que vivían en casas para adultos mayores, teniendo como mejora su capacidad
física y el dominio psicológico. Contrario al estudio de Manav
y col. (2018), donde más de la mitad de las personas mayores que vivían en residencias de ancianos
tuvieron trastornos cognitivos y depresión.
Por
su parte, Hernandez y col. (2016), hallaron que la
calidad de vida en los adultos mayores que
vivían en zonas rurales fue más elevada que los que vivían en zonas
urbanas. También identificaron diferencias en
las dimensiones de este factor, ya que en el primer grupo resaltaron muerte e intimidad, y en el
segundo grupo, las habilidades sensoriales,
participación social y
actividades presentes, pasado y futuras. En
otra investigación, realizada en la
zona de residencia en una aldea, se reportó que
los adultos mayores manifestaron tener baja calidad de vida en
relación a la salud psicológica y dependencia económica (Dasgupta y col., 2018). Finalmente, se encontró un
estudio que asoció la calidad de vida con el
uso de la tecnología en los servicios del hogar en atención a las
necesidades del adulto mayor (Pal y col., 2018).
Los
estudios enfocados a factores conductuales relacionaron la importancia de
promover los diversos estilos de vida, como la actividad física, para reducir las caídas y fragilidad (Aliaga
y col., 2016), debilitamiento en la fuerza y reducción de la masa corporal
(Latorre y col., 2015). La actividad física
fue limitada en adultos mayores institucionalizados (Fernández y col,
2015; Alcívar y col., 2018) a diferencia de la muestra de deportistas que
obtuvieron mejores puntajes en calidad de
vida (da-Fonte y col., 2016). Además de los
beneficios en su mejoría, el estimular la
actividad en los adultos mayores es importante, ya que ésta va disminuyendo con la edad (Sertel
y col., 2017) y como derecho humano
debe promoverse (Alcívar y col., 2018), porque previene caídas (Leszczyńska
y col., 2016). Oh y col. (2017) mencionaron
también que la promoción de la
actividad física debe enfocarse en la mejora de la resistencia, la
flexibilidad y la caminata. Otro factor conductual, relacionado a los estilos
de vida, fue la nutrición asociada a mejores niveles y calidad de vida en el adulto mayor (Khan y col., 2017;
Sharma y col., 2021). Los anteriores estilos de vida se relacionaron con la capacidad de autocuidado
de las personas y la calidad de vida (Luthy y col., 2015).
Los
estudios asociados a factores personales fueron
los aspectos psicológicos, que incluían
la depresión y ansiedad (Ingrand y col., 2018). También algunos padecimientos
de salud física afectaron la calidad de vida
como la hipertensión (Chaves y col., 2015) y la demencia (Castro y col., 2016), que parecieron influir en la función cognitiva (Chaves y col.,
2015; Castro y col., 2016). La
insuficiencia renal estuvo relacionada con un
bajo funcionamiento físico y social (Moura y col., 2015); la obesidad se asoció significativamente con baja calidad
de vida en la dimensión física (de-Almeida
y col., 2019), al igual que tener deterioro cognitivo (Assed
y col., 2016; Dias y col., 2017) y discapacidad intelectual (Chen y col., 2020). Los anteriores estudios se complementaron con la relación entre percepción sobre tener mala salud y la baja calidad de vida (Barbosa
y col., 2018). En algunas investigaciones se demostró que, cuando las
personas con obesidad adquirieron conocimientos sobre su salud, la calidad de vida mejoró en autonomía, habilidades sociales e intimidad (Campos-de-Sousa
y col., 2016).
Los
estudios sobre la fragilidad la relacionaron con la baja calidad de vida,
principalmente asociados con afectación de las habilidades sensoriales (Kojima y col., 2016; Henchoz y
col., 2017), siendo más grave en las mujeres (Pham y
col., 2018). También se indujo pérdida auditiva (Joanovič
y col., 2019) y daños neurológicos,
disminuyendo su capacidad de control
y afectando su bienestar (Hahm y col., 2019).
En cuanto al factor sexo (masculino o femenino), se encontró que, la calidad de vida en hombres
de edad avanzada fue menor que en mujeres (Veni y Merlene, 2017), pero no se
estableció una asociación
significativa por la edad dentro del
grupo de estudio (Bravo y col., 2018). Finalmente, el tener y hacer
proyectos personales, sobre todo al aire libre, se relacionó con una mejor
percepción de calidad de vida (Curl y col., 2016).
Los
estudios transversales que abordaron factores relacionados al entorno social
con baja percepción de calidad de vida
fueron, por ejemplo, adultos mayores abandonados, afectando su
autocuidado y salud psicológica (Zhao y col., 2017) y el no tener conflictos
familiares, es decir que existen limitaciones en el número de personas en las
que el adulto mayor se apoya (Widmer y col., 2018). También el tener
experiencias previas de abuso es un posible indicador de baja calidad de vida
(Fraga y col., 2017). A diferencia de los
hallazgos de quienes contaron con apoyo familiar (Kwan y Ali, 2016; Bahramnezhad y col., 2017; Mehdi
y col., 2017; Chan y Leng, 2022) relacionado con tener calidad de vida en las dimensiones de autonomía, actividades presentes,
pasadas y futuras (Amonkar
y col., 2018), además se asoció con
la mejora de la memoria, menor riesgo de depresión (León y col., 2020) y con tener satisfacción con la
vida (Deniz y col., 2019).
Otro factor relacionado al entorno social fue la
participación, que se asoció con la calidad de vida
(Oliveira y col., 2016; Rotenberg y col., 2019; Eum y Kim,
2021).
Las
características sociodemográficas que se relacionaron con baja calidad de vida,
fueron ser mayor edad, ser mujer (Datta y col., 2015;
Gobbens y Remmen, 2019);
presentar analfabetismo y dependencia económica (Datta
y col., 2015); viudez (Canković y col., 2016; Soria y
Montoya, 2017), y el no contar con derechohabiencia
(Soria y Montoya, 2017). Mientras que tener un empleo se asoció a mejores
niveles de calidad de vida, relacionado a la salud (Álvarez y col., 2016).
En
los estudios relacionados con sistemas sanitarios y sociales del envejecimiento
activo, se asoció a la mejora de calidad de vida con la atención centrada en el
paciente (Monfort y col., 2018), el uso de terapia de reminiscencia (Gil y
col., 2019) reduciendo los niveles de depresión en adultos mayores y el contar
con atención asistida en áreas de supermercados (Bechtold
y col., 2021).
Los determinantes asociados a factores sociales
integrales, que afectan la calidad de vida,
fueron el vivir solos,
particularmente las condiciones de vivienda (Raggi
y col., 2016); y las relaciones
sociales (Campos y col., 2015), ingresos familiares bajos, la presencia de enfermedad
renal crónica y el autoreporte de estado de salud deficiente (Rathnayake
y Siop, 2015). Finalmente, los determinantes sociales relacionados con el
entorno físico que dan como resultado una menor calidad de vida fue el no
contar con accesibilidad sanitaria, adquisición de información y condiciones en
el transporte y la seguridad (Leung y col., 2019), al
igual que estar enfrentando algún tipo de desastre natural (Cherry y col., 2017).
Estudios transversales con diseño mixto y/o método
cualitativo
En la
Tabla 3 se observan los estudios cualitativos
con relación principalmente a factores personales y calidad de vida. En
adultos mayores con demencia, los
factores asociados fueron la
libertad, la independencia, el tener necesidades básicas satisfechas, salud
física, compromiso en actividades
significativas y tranquilidad (Stewart y col., 2016). Atender estos
aspectos en población adulta sana, les proporciona
una percepción de empoderamiento (Tabatabaei y
col., 2017). También son importantes las
actividades significativas como el
seguir aprendiendo cosas nuevas (Escarbajal-de-Haro y col., 2015) y el desarrollo de la creatividad (Molina y col.,
2022). Por otro lado, los adultos
mayores de población abierta con deterioro cognitivo relacionaron la
calidad de vida con tener espiritualidad, que fue caracterizado por creer en
algo superior (Chaves y Gil, 2015).
La
calidad de vida se asoció con el entorno social,
donde destacó la vida social de mujeres
de población abierta, como el participar en eventos políticos (Herbert, 2018).
Para
los factores de los sistemas sanitarios y sociales, los estudios de Del-Barrio
y Santur-de-del-Arco (2015) y Oliveira y col. (2019) describieron que la atención a la salud
y atención personalizada, en adultos atendidos en instituciones, se relacionó
con la calidad de vida.
Ensayos clínicos
Respecto a los factores conductuales (Tabla 4) los
estudios de Brandão y col. (2018) y de Gomeñuka y col. (2019) promovieron la actividad física, con un abordaje aparentemente diferente. Los resultados mostraron que las personas
sedentarias mejoraron su calidad de vida al realizar las actividades
propuestas. Además, el ejercicio aérobico se relacionó con la mejora de
la salud física (Song y Yu,
2019). Mientras que los estudios
acerca de los factores relacionados a sistemas sanitarios y sociales fueron el
de Young y col. (2019) que mejoró la calidad de vida a través de la
psicoterapia.
Estudios longitudinales
Los estudios longitudinales (Tabla 5) que abordaron
determinantes asociados a factores conductuales (Figueiredo y col., 2015; Hao y col., 2019), se repiten con
otros tipos de estudios, como la calidad de vida con relación a la actividad física (Aliaga y col., 2016; Brandão y col., 2018; Gomeñuka
y col., 2019) y realización de
actividades de la vida diaria (Villeneuve y col., 2018).
Con relación a factores personales, aquellas personas
con demencia, al estar en soledad, tuvieron un efecto negativo en el control y
autonomía (Ydstebø y col., 2018).
En relación al entorno social, se encontró que la participación del
adulto mayor en el cuidado de crías o nietos (Ju y col., 2016), y el estar
jubilados y seguir participando activamente (Ayala y col., 2021) como,
por ejemplo, el seguir empleado (Min y Chon,
2018), mejoró la calidad de vida, a
diferencia de quienes pasan mayor tiempo solos (Szabo
y col., 2019). En factores del entorno físico, el tener mayor espacio de
movilidad (Rantakokko y col., 2016) y fácil acceso
(Davis y col., 2015) aumentaron la
calidad de vida (Tabla 5).
CONCLUSIONES
Se
encontraron pocas intervenciones psicológicas
que evaluaran la calidad de vida, referente a los Determinantes Sociales de la Salud (DSS) relacionados al envejecimiento
activo, antes y después de las
sesiones. Las intervenciones psicológicas se enfocaron en los determinantes con
relación a factores personales como la salud psicológica y a los conductuales
como la promoción de la actividad física. La mayoría
de los estudios relacionaron la calidad de vida con los factores personales y
con el entorno social, seguido de los conductuales. Los factores personales de los DSS son
los que podrían condicionar más la calidad de
vida de los adultos mayores, como, por ejemplo, función cognitiva,
depresión y ansiedad, lo que afecta su
autonomía e independencia. En cuanto
al entorno social fueron el tipo de redes de apoyo, algún tipo de abuso
y la generación de espacios donde el adulto mayor
participe activamente, ya que estos le permiten, por un lado, fortalecer
su identidad, y por el otro, mantener cierto
estatus social. Los estudios conductuales se enfocaron en desarrollar el
autocuidado del adulto mayor a través de la actividad física como fortalecimiento de huesos que puede inferir en la
prevención de caídas y en la alimentación saludable, ambos estilos que pueden
fungir como factores protectores ante el desarrollo o maximización de síntomas
de alguna o algunas enfermedades crónicas
degenerativas. Finalmente, los estudios transversales con diseño mixto o
cualitativo profundizan en la comprensión de factores personales como son la
espiritualidad y la creatividad. Además de ser los determinantes menos
abordados, los relacionados con los servicios
sanitarios y sociales, al entorno físico. Los primeros se enfocaron en la atención, más no en la promoción y prevención;
y los segundos, en el acceso y seguridad de espacios donde se encuentra el
adulto mayor. Estos últimos DSS son de gran
importancia en cuanto a la salud pública, dado que las estadísticas poblaciones van en aumento acompañadas de cierta morbilidad que requiere la atención integral del adulto mayor y
propiciar estrategias que prevengan enfermedades crónico degenerativas durante el ciclo de vida. Por lo que es
menester, generar mayor evidencia para
analizar resultados que puedan
posicionar nuevas políticas públicas integrales, pero para ello será
necesario la interdisciplinariedad en el
abordaje de la investigación e intervención sobre más DSS.
AGRADECIMIENTOS
Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) por
la beca otorgada al primer autor para sus estudios de doctorado.
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