https://doi.org/10.29059/cienciauat.v17i2.1699
Mujeres investigadoras en
los trabajos más citados con adscripción a México
Female
researchers in the most cited works affiliated to Mexico
Investigadoras
mexicanas más citadas
María Elena Luna-Morales*, Evelia Luna-Morales
*Correspondencia:
meluna@cinvestav.mx/Fecha de recepción: 31 de mayo de 2022/Fecha de aceptación: 23 de septiembre de 2022/Fecha de publicación:
31 de enero de 2023.
Centro de
Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional,
Coordinación General de Servicios Bibliográficos, Av. Instituto Politécnico
Nacional núm. 2508, San Pedro Zacatenco, Alcaldía Gustavo Adolfo Madero, Ciudad
de México, México, C. P. 07360.
Resumen
Las mujeres han atravesado por muchas dificultades para integrarse en la
investigación, pese a los esfuerzos, a nivel mundial mantienen menor
representación en diversos aspectos, por ejemplo, en la incursión en la
ciencia, registro de publicaciones, credibilidad a su trabajo científico y
participación en los artículos científicos más citados. En México, el Sistema
Nacional de Investigadores, en su reporte de 2021, evidenció que la aceptación
de mujeres es baja (38 %), comparada con la de los hombres. El objetivo del presente
estudio fue determinar la participación de mujeres
investigadoras adscritas a instituciones mexicanas en los trabajos más
citados, así
como, determinar las áreas donde las investigadoras
están sobresaliendo. Se desarrolló un análisis bibliométrico cuantitativo,
tomando como elemento base a la referencia bibliográfica. La búsqueda se realizó en la base de datos Web of Science, considerando como más citados, aquellos que hayan recibido al menos 800 citas. Se
identificaron 232 publicaciones con un mínimo de 800 citas, de las cuales se
tomaron en cuenta 73, porque integran al menos una mujer como autora adscrita a
una institución nacional. Predominaron
las coautorías, sobre todo, las
grandes colaboraciones con presencia de mujeres y hombres. Entre 2006 y
2015 se difundió el mayor número de trabajos. Las áreas de bioquímica, genética y biología molecular predominaron. La adscripción institucional fue principalmente a dependencias de la
Secretaría de Salud, la Universidad Nacional Autónoma de México y el Cinvestav. Las científicas mexicanas con mayor
experiencia en la investigación fueron las que abrieron los espacios para la
integración y participación en los trabajos altamente citados.
Palabras clave: impacto en citas, mujeres investigadoras, temáticas de
investigación, instituciones de México.
Abstract
Women have experienced many difficulties in order to get
involved in a reserach activity. Despite the
efforts, they maintain lower levels of representation at a worldwide level. For
example, their engagement to science, publications registration,
trustworthiness of their work, and participation in highly cited papers
representation in the scientific literature has traditionally been very low. In
Mexico, the 2021 report of the National System of Researchers evidenced that
the acceptance of women (38 %) is lower than that of men. The purpose of the
present study was to determine the
participation of women affiliated to
Mexican institutions in highly cited research papers, as well as, to identify
the areas of knowledge with the largest female representation. We have
performed a cuantitative bibliometric
analysis in the Web of Science database
to retrieve the papers that have received at least 800 citations. We identified
232 papers with this characteristic, but only 73 of them were considered since
they involved at least one woman affiliated to Mexican institutions. Most of
this production involved co-authorship, above all large collaborations with
female and male authors. The largest production was published between 2006 and 2015. Biochemistry, genetics and molecular biology were the predominant areas of knowledge. The leading institutions
involved in this research production were
the Ministry of Health, the Mexican National Autonomous University and Cinvestav.
The female Mexican scientists with the longest research experience, were the
ones who opened the spaces for integration and participation in the most highly
cited works.
KEYWORDS: citation impact, female researchers, subject areas,
Mexican institutions.
INTRODUCCIÓN
El tema de
las mujeres en la ciencia se discute desde hace largo tiempo. En particular,
por la escasa representación que tienen entre la comunidad científica, sobre
todo, en las áreas de ciencias duras y
tecnologías, donde registran porcentajes mínimos de participación (Luna-Morales y Luna-Morales 2018; UNESCO, 2018).
Este tema ya ha sido abordado desde diferentes enfoques, destacando
principalmente el social y filosófico (Blázquez-Graf, 2011), estadístico y de
evaluación (Luna-Morales y Luna-Morales,
2018; Bello, 2020;), así como, de impulso y motivación (López-Sancho,
2016), entre otros aspectos.
De acuerdo
con Beltrán-Enríquez (2020), las mujeres son
discriminadas universalmente. Según datos sobre los premios Nobel
otorgados, se determinó que las mujeres en
este tipo de reconocimiento apenas alcanzan el 1 % de representación en el caso de la física, 2 % en química
y 6 % en medicina. Lo anterior, a pesar de los esfuerzos que se han realizado
desde diferentes frentes: igualdad de género
en la ciencia y tecnología (Bello, 2020), reconocimiento internacional
al trabajo científico de las investigadoras (López-Sancho, 2016), incorporación
en campos identificados como masculinos (Luna-Morales
y Luna-Morales, 2018), incremento en el
número de publicaciones (Tsay y Li, 2017; Fulvio y col., 2020), entre
otros aspectos, con la idea de lograr
equilibrios más equitativos entre mujeres y hombres dedicados a la
investigación.
En México, las mujeres incorporadas a la ciencia y la investigación
siguen siendo un grupo reducido. Así lo demuestran los datos por producción científica y por
dependencia de adscripción (Cárdenas-Tapia,
2015; Luna-Morales y col., 2019;
Ortiz y Armendáriz, 2019). Esta situación también ha sido difundida por el
Sistema Nacional de Investigadores (SNI), a través de los resultados de la última convocatoria de ingreso, permanencia y promoción 2021, donde es evidente que la aceptación de mujeres
(38 %) es menor que la de los hombres
(CONACYT, 2021). Esta información también permite determinar que las mujeres están ganando espacios significativos, en particular, en las áreas de Humanidades y Ciencias de la Conducta, Medicina, Ciencias Sociales, Biología
y Química, donde registraron una
participación mayoritaria (CONACYT, 2021).
Las mujeres
investigadoras deben hacer frente a distintas
limitaciones, como: formación académica, trabajo digno, sueldo decoroso
y escasa probabilidad de conseguir puestos
de responsabilidad, entre otros
aspectos (Segovia y col., 2020). También deben encarar los problemas de
discriminación en la obtención de citas. En este caso, autores como Over
(1990); Aksnes y col. (2011); Malinia y col. (2013); Dion y col. (2018),
señalaron que, es preocupante la forma en que el género femenino es excluido de
las citas y la forma en que afecta en todos los campos del conocimiento donde
hay presencia de mujeres (Dworkin y col., 2020; Fulvio y col., 2020). Dion y
col. (2018) sugirieron dos posibles causas de lo anterior: la primera,
relacionada con la exigua relación de colaboración
que existe entre las investigadoras y sus pares (hombres), generando desconfianza
por el trabajo que realizan las mujeres; la
segunda, tiene que ver con la aplicación del
efecto Matilda, término dado a conocer por
Rossiter (1993), quien lo describe como un fenómeno contrario al efecto Mateo.
En la ciencia, el efecto Mateo es visto como reconocimiento y prestigio, quien
cuenta con ello, recibirá más y se le dará más. El efecto Matilda, es un ejemplo de la forma en que las mujeres
en la investigación son discriminadas y poco valoradas, al igual que sus
aportaciones. Lleva el nombre de Matilda, por los esfuerzos que esta luchadora
llevó a cabo en defensa de los derechos de la mujer (Segado-Boj y col., 2021).
Desde que
las mujeres tuvieron la oportunidad de integrarse a la educación ampliaron sus
expectativas y motivaciones, sobre todo, las que se orientaron por la formación
científica y académica. De acuerdo con Watts
(2007), hasta finales de la Segunda
Guerra Mundial, las mujeres no tenían definida su participación en la ciencia.
Es posterior a esta fecha cuando se logra la incorporación de manera
definitiva, sin embargo, hasta hoy, siguen
mostrando esfuerzos poco representativos, en parte porque hay una
dedicación menor de tiempo en la investigación (Jolly y col., 2014).
Zhang y Sivertsen (2021), señalan que la discriminación de citas a los
trabajos de las investigadoras es un tema que ya ha sido analizado de forma
general y por temas específicos (Reardon, 2021). Aksnes y col. (2011) y Alger
(2021) argumentaron que falta documentar las causas
que dan lugar a estas diferencias, por tanto, propusieron desarrollar estudios
más detallados.
El tema se ha convertido en una limitante
para las mujeres, que se ven impedidas
en la consolidación de su
carrera científica, dado que, generalmente son vistas como candidatas
con menos probabilidades de ser contratadas,
de conseguir promociones y reconocimientos,
además de contar con mínimas probabilidades
de ocupar puestos de dirección (Kwiek y Roszka, 2022).
El objetivo del presente estudio fue determinar la participación de las
investigadoras mexicanas con adscripción a instituciones nacionales en los
trabajos más citados, registrados en la base de datos Web of Science, así como,
identificar los campos de estudio donde están sobresaliendo de acuerdo con las
publicaciones.
MATERIALES Y MÉTODOS
Selección de los artículos
En la base
de datos Web of Science (WoS), se realizó una
búsqueda por dirección (Address) usando el descriptor: MEXICO NOT (NEW
MEXICO OR NM), para recuperar los trabajos registrados con adscripción a México, excluyendo los que corresponden a Nuevo Mexico, Estados Unidos.
WoS, en su
cobertura completa (1900 – febrero de 2022), reconoce para México un total de
419 695 publicaciones. Los resultados se ordenaron para mostrar en primer lugar
los documentos más citados. Se obtuvo un alto número de trabajos que
registraban como mínimo 100 y máximo 7 900 citas, por lo que se seleccionaron aquellos con 800 citas o más, a los que se denominarán, en este trabajo,
como altamente citados. Este criterio permitió seleccionar 232 documentos, que
fueron revisados individualmente para identificar la incorporación de al menos
una mujer en la lista de autores.
Los 232 artículos se registraron en un archivo de Excel, donde se
procedió con la revisión de los autores, para ello se desagregaron uno a uno, a
fin de integrar una lista única que facilitara la revisión. WoS no integra
nombres y apellidos completos de todos los autores, por lo que se consultó la
base de datos Scopus, para consultar datos relacionados con los autores. La información se complementó, cuando fue necesario,
con la consulta de los artículos a texto completo, los sitios Web de las
instituciones de adscripción y los perfiles de los autores en bases de datos de
la red, como el Google Scholar.
La búsqueda
del nombre de los autores permitió a su vez identificar su sexo, usando la información en las mismas fuentes: WoS, Scopus, instituciones de adscripción, portales personales,
portales académicos como el Google Scholar y otras en la red.
Este
procedimiento de identificación del nombre y
sexo de cada autor participante ayudó para confirmar la presencia de al
menos una investigadora en 73 de los artículos
seleccionados.
Perfil de las investigadoras
Los datos bibliográficos obtenidos de la búsqueda en WoS se
complementaron con los recuperados de Scopus, para obtener el perfil de las
autoras, con la actividad científica de cada investigadora: instituciones de
adscripción, años en la investigación y temas de estudio. Esta información
ayudó a estimar los años que las investigadoras tienen realizando actividades
científicas, los cambios de adscripción que presentan a lo largo de su vida
académica y las áreas en que han participado. La información se complementó con
el apoyo de la información registrada en Google Scholar y sitios Web personales y
de las diversas instituciones registradas por las autoras.
Análisis de la información
Se generó una matriz con la información obtenida utilizando el programa
de Microsoft Office Excel versión 2016, la cual posteriormente fue transferida
a una base de datos en Access, para generar las consultas que dieron lugar a los resultados mostrados en el trabajo.
Las instituciones registradas en los 73 trabajos más citados se
separaron y se normalizaron. Para
facilitarlo, se clasificaron en sectores de
producción de la ciencia, en este caso, se consideraron: (1) el académico, (2)
de investigación, (3) de salud, (4) otros. En este último grupo se consideran
instituciones que no corresponden a los sectores señalados, por ejemplo,
fundaciones. Es importante aclarar que hay casos donde los conteos se aplicaron dobles, triples o más, dependiendo del
número de instituciones de adscripción registradas por las autoras en cada trabajo.
La
visualización de la red de coautoría se realizó mediante el software Pajek,
disponible para acceso libre (Pajek /
PajekXXL / Pajek3XL (jun-lj.si). Para ello, se tomó en cuenta la lista
de autoras, pero únicamente la relación entre investigadoras mexicanas (cabe
mencionar que hay casos donde se ven involucradas algunas investigadoras. Con la red se busca mostrar la forma en que se relacionan las investigadoras nacionales, no
obstante, que proceden de distinto sector de producción científico. Es por ello
que, se clasificaron las investigadoras dependiendo de la institución donde se encontraban
activas, al momento de realizar el estudio
(académica, investigación,
salud, otras).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Se localizaron 419 695 publicaciones para México en la base de datos
WoS, entre 1900 - 2022 (corte
a febrero), de las cuales, 232 registraron
participación de investigadores adscritos a instituciones mexicanas y
presentaron 800 citas o más, es decir,
altamente citados. En 73 de los
artículos, se reconoció la participación de al menos una investigadora
con adscripción a una institución de México, lo que representa el
31.4 % del total. Por otro lado, en los 73
artículos trabajaron 7 262 autores únicos (no repetidos), esto debido a
que son producto de acciones de amplia colaboración para alcanzar los objetivos
planteados. En ellos, 101
corresponden a mujeres adscritas a instituciones
de México, lo que representa un porcentaje de 1.3 % del universo de los
autores.
En 8 de las
73 publicaciones científicas son mujeres las que aparecen como autoras
principales (Tabla 1). Estos documentos recibieron entre 812 y 1 728 citas. En
2 de ellos, las investigadoras son autoras
únicas y en 1 solo son mujeres las autoras. En los otros 5, participan
hombres, pero las mujeres son primeras
autoras. En 5 publicaciones, adicionalmente ellas son autoras de
correspondencia (Tabla 1).
La Tabla 1 también permite observar que, con el trabajo publicado en
2003, en el área de la salud (bioquímica y biología molecular; biofísica) por
Lorenza González-Mariscal, Abigail Betanzos y Blanca Estela Jaramillo, se
abren los espacios para que las mujeres
ocupen las primeras posiciones en las listas de autores de artículos con participación
mexicana altamente citados. En 2006 se publica el artículo con mayor
número de citas (1 728), del área de ciencias
ambientales y ecología, en el que destaca una investigadora nacional, Patricia
Balvanera. Sin embargo, el último trabajo altamente citado se publicó en
2011, en el campo de la investigación de la salud (endocrinología y metabolismo; neurociencias y neurología; fisiología),
donde Annia Galano-Jiménez es primera
autora. Es importante destacar que han pasado más de 10 años, hasta
febrero de 2022, sin que una mujer mexicana haya sido reconocida con autoría
principal, entre los documentos más citados
del país. Esto coincide con lo reportado en el campo de la entomología (Walker,
2020).
Otro
aspecto importante es que, las 8 publicaciones con autoría destacada de
investigadoras nacionales son revisiones. Las revisiones se han incrementado en
los últimos años por diversas razones, principalmente, porque es la manera de
recuperar un número más alto de citas, sobre todo, por las revistas especializadas en dicho género de publicaciones (Camps, 2008). Este tipo de publicación se define como la revisión de la literatura para
comprender el estado que guarda un campo de estudio (Nassi-Caló, 2021). De
acuerdo con Arshed y Danson (2015) una revisión conduce hacia diversos fines,
entre otros: resolver dudas y discusiones, identificar donde falta
investigación y definir nuevos temas de estudio.
Considerando lo anterior, el hecho de que las científicas mexicanas estén orientadas hacia el trabajo de
revisión infiere que están en la búsqueda de la identificación de temas de
investigación más precisos o poco explorados (Arshed y Danson, 2015).
Las
investigadoras mexicanas están presentes en los artículos altamente citados
desde finales de los años 70 (Figura 1). En
general, su participación se intensificó durante el periodo 2006-2011, donde se observan incrementos importantes,
aunque en 2008 solo hubo 3 trabajos. A partir
de 2012 se observa una tendencia a disminuir en los artículos altamente citados en los que participan investigadoras
nacionales.
A excepción del 2015, en que se reportaron
6 trabajos. Cabe mencionar, que en 2021 no se registró ningún trabajo, tendencia que venía a la baja desde 2019 y 2020, donde solo se reportó 1
trabajo en cada año, con las características
analizadas.
En México, el periodo de los años 70 fue la década en la que las mujeres se
integraron a la educación superior; de igual manera, fue la etapa en la que se
crearon las primeras instituciones dedicadas a la investigación en el país, convirtiéndose en los espacios de trabajo iniciales
para las mujeres investigadoras (De-Garay y Díaz-Muñoz, 2012). Esta reciente
inclusión de las mujeres a la investigación podría
explicar el periodo de 14 años (1980-1993) sin reportarse trabajos
altamente citados con participación de mujeres
(Figura 1). Por otro lado, los años
2000 marcaron nuevos espacios para las mujeres, pues se intensificó el estudio de la genética humana, que ha sido muy bien aprovechado por expertas
en medicina y ciencias de la salud
(Anaya-Muñoz y col., 2018). Además de
otros temas de estudio que están abriendo camino para las mujeres, como las
ingenierías, donde se están integrando de manera más dinámica
(Luna-Morales y Luna-Morales, 2018).
En la
Figura 2 se muestra el tiempo que han participado las investigadoras en la
actividad científica. Las investigadoras con
mayor trayectoria tienen 56 años, 48 años y 42 años desarrollando esta actividad, en tanto que, 5
cuentan con solo 7 años.
La
distribución de la participación de las mujeres
por periodos, considerando los datos mostrados
en la Figura 2, permite observar que, las investigadoras con más de 30 años en el desarrollo de la actividad científica representan el 24.8 % del
total de las científicas que forman
parte del estudio, de 20 a 29 años muestran
30.7 %, de 10 a 19 años registran 34.7
%, y quienes cuentan con menos de 10 años 9.9 %. Las investigadoras
consolidadas en la ciencia (más de 20 años laborando) tuvieron ligeramente mayor representación (55.5 %)
en estos 73 trabajos altamente citados.
Rodríguez y
col. (2017) encontraron que, en México, la edad máxima de productividad de las
investigadoras fue de 58 años. Esto sugiere
que, por un tiempo, algunas de las investigadoras de este estudio se
mantendrán formando parte de los trabajos más
citados. Por otro lado, el grupo de
mujeres con trayectoria incipiente
o en consolidación, seguramente reforzarán el
trabajo de sus predecesoras, garantizando más contribuciones en trabajos
altamente citados, sobre todo, considerando
lo señalado por Bonaccorci y Daraio
(2003), quienes señalan que la mayor experiencia de los investigadores,
generalmente repercute en la producción científica, y al término de su etapa
laboral, se contratan nuevas investigadoras para
mantener las líneas de generación de conocimiento y productividad
científica.
En la Figura 3 se muestran los movimientos o cambios de institución de
adscripción de las investigadoras. Es interesante observar que una investigadora registró 37 adscripciones distintas, que podrían estar asociados con movilidad
(cambios institucionales) y participación simultánea en diferentes
instituciones a lo largo de su carrera. Se
detectaron también a investigadoras
con 30 y 27 adscripciones y 2 con 20; por otra parte, 10 investigadoras
reportaron 1 sola adscripción.
Fueron
pocas las mujeres (8) que registraron entre 16 y 37 cambios de institución
durante su trayectoria científica y eran las investigadoras más consolidadas,
probablemente por el tiempo en que se
integraron a la ciencia; esto es, que tuvieron que buscar los espacios
para la investigación, mismos que no existían (o quizá estuviesen restringidos
para ellas), y por ello, se vieron obligadas
a tomar las oportunidades que
se ofrecieran, aunque fueran por temporadas (Luna-Morales y Luna-Morales,
2018). Por el contrario, un número más denso (93) se ubica entre 1 y 13
movimientos de institución, lo que permite deducir que, se trata de
investigadoras que se encuentran en proceso de consolidación, a través de la
búsqueda de instituciones que brinden
estabilidad. No hay que perder de vista que están presentes los casos
donde 1 o 2 instituciones han sido la adscripción de algunas mujeres a lo largo
de toda su vida académica y de investigación. Por último, se debe
considerar que la movilidad científica, a
veces, como lo menciona De-Filippo (2009), es consecuencia de distintas motivaciones: voluntaria o involuntaria,
tiempo de permanencia, ubicación geográfica,
beneficios personales, individual o grupal, entre otras. También es probable que, los
cambios de institución tengan que
ver con situaciones directamente
relacionadas con la familia.
Entre los
temas que abarcan los trabajos más citados destacan: bioquímica, genética y
biología molecular y medicina, así como,
agricultura y ciencias biológicas, ciencias del ambiente y neurociencias (Tabla 2). Las 3 principales
temáticas abordadas se encuentran asociadas con el área de medicina y ciencias
de la salud del SNI, la cual, en la última década ha sido la segunda con más
participación de mujeres (Cárdenas-Tapia, 2015; Rodríguez, 2016) y concuerda
con el perfil creado en este estudio para cada autora, de acuerdo con la base
de datos Scopus (datos no mostrados). Lo que resulta alentador, es el hecho de
que comienzan a abrirse los espacios en
disciplinas como física, química y ciencias
de la tierra, sobre todo, tratándose de campos de estudio donde las mujeres no
logran incursionar de forma constante, aspecto que, de acuerdo con Larivière y col. (2013) afecta en las
expectativas de las mujeres.
Las investigadoras que participaron en los trabajos más citados
están o estuvieron adscritas
a 29 instituciones (Tabla 3). El sector salud, mediante sus distintas
instituciones: Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto Nacional
de Salud Pública, Instituto Nacional de
Nutrición, Instituto Nacional Psiquiatría Juan Ramón de la Fuente Muñiz,
Hospital General de México, el Hospital General Dr. Manuel Gea González, entre
otras, incorporó al mayor número de investigadoras, 53.6 %
del total. De manera desagrupada, es el Instituto
Nacional de Salud Pública de Morelos el que registra al grueso (28.7 %) de
mujeres, seguido de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) con 18.8
%, el Instituto Nacional de Medicina Genómica (5.9 %), y el Centro de
Investigación y de Estudios Avanzados con 5 %. Estos resultados parecen
congruentes, dado que se trata de las
instituciones de mayor consolidación en el
país y las primeras en incorporar mujeres en su planta académica y de investigación
(Martínez-Sosa y Cervera-Jiménez, 2012).
El análisis de la red de colaboración de investigadoras mexicanas se muestra en la
Figura 4. Las instituciones de adscripción de las autoras se clasificaron en
cuatro sectores de producción de la
ciencia, para un mejor análisis de la
procedencia de las publicaciones y el tipo de actividad a la que están
orientadas primordialmente, dicho de otra manera, la función que deben
cubrir. Las dependencias se clasificaron en
los sectores: salud (amarillo),
académico (rojo), investigación (verde) y otros (azul). Como se puede ver, el nodo más denso lo conforman
particularmente investigadoras del sector salud (Lucía Cuevas-Nasu, Reyna Alma Gutiérrez, Teresa Shamah-Levy,
entre otras), con mínima representación
del sector académico y de investigación
mediante la presencia de Teresa Cosío-González, Ileana Heredia-Pi,
Rosario Cárdenas, Alejandra Jauregui, Lucero Cahuana-Hurtado y Annie Pardo
quien también tiene una participación destacada. Es precisamente en el nodo más estructurado donde se localizan las autoras con mayor participación, lo cual es
identificado por el tamaño que representan los círculos. Importante es destacar
la presencia de nodos más pequeños
integrados por 4 y 6 investigadoras, pero también es primordial la presencia que tienen algunas científicas que publican de manera independiente, como es
el caso de María Elena Medina-Mora.
Sin duda la colaboración está jugando un papel esencial en la ciencia.
Este esquema se puede
determinar a través del número de autores que participan en los trabajos
mostrados en la Tabla 4, así como en la red de coautoría, donde
únicamente se integraron autoras de México.
Las investigadoras mexicanas se están incorporando cada vez más a las grandes colaboraciones, sobre todo, las que forman parte de campos de
estudio como el de medicina, que generalmente brindan beneficios a la sociedad
(Yang, 2019).
En la Tabla 4 se muestran los 10 trabajos más citados (más de 2 000 citas). Se
mencionan solo los nombres de las autoras adscritas a instituciones de México. No se incluye el nombre de todos
los colaboradores por ser numerosos, pero se indica la cantidad de participantes
en cada trabajo. Es posible observar que la mayor parte de los artículos corresponden al campo de medicina y
fueron publicados en revistas con
amplia difusión y reconocimiento, por ejemplo, Lancet y Allergy, no obstante,
también hay presencia de títulos de tipo multidisciplinario como: Nature y Science.
Algunas de las investigadoras participan en más de un trabajo, como es el caso de
Martha Híjar (Instituto Nacional de Salud Pública de México), María Elena
Medina-Mora (Instituto Nacional de Psiquiatría, Juan Ramón de la Fuente Muñiz),
Fabiola Mejía-Rodríguez (Instituto Nacional
de Salud Pública de México) y Blanca Sandra Ruíz-Betancourt (Instituto Mexicano del Seguro Social). Lo que quiere decir que, estas académicas han
consolidado sus líneas de investigación y
están involucradas activamente en
acciones de colaboración científica.
Las investigadoras comienzan a formar coautorías que han
dado excelentes resultados en términos de citas. La colaboración científica es producto de la participación
de distintos autores, que pueden no
pertenecer a la misma institución, país y campo de estudio. Los patrones
aquí señalados dan muestra de la importancia que actualmente tiene el trabajo en coautoría. Esta forma de publicación se ha convertido en uno de los
medios más importantes de difusión del conocimiento y un medio por el cual se logra obtener un número
más alto de citas, sobre todo, si se trata
de colaboraciones internacionales (Khor y Yu, 2016). En este sentido, las
investigadoras saben que, por esta vía pueden
integrase y estar presentes en los trabajos de mayor impacto, representando a México. Sin embargo, su
participación sigue siendo baja. Aún cuando
se ha incrementado el registro de mujeres en el Sistema Nacional de
Investigadores (Rodríguez, 2016; CONACYT, 2022). Lo que hace suponer que, al haber más investigadoras, consolidadas
o en consolidación, también se elevan las
publicaciones, y por consiguiente debería de aumentar la participación en los documentos más citados. Sin embargo,
no ocurre así, porque los campos más
citados están relacionados básicamente con temas
de bioquímica, genética y biología molecular, medicina, agricultura y ciencias
biológicas, principalmente (Pérez-Sedeño,
2019); en tanto que, el grueso de las mujeres en el SNI forman parte de las ciencias sociales y las humanidades (CONACYT, 2022).
CONCLUSIONES
México
tiene más de 400 000 publicaciones en la base de datos del WoS hasta febrero
de 2022, con más de
232 documentos altamente citados (más de 800 citas). En 73 de estos trabajos (31.4 %) existe la participación
de científicas mexicanas con adscripción a una institución nacional. Las 101
investigadoras que participan en ellos
representan el 1.3 % del total de autores y en general fueron
investigadoras con trayectorias consolidadas. El periodo de su actividad académica predominó entre los 20 y 56 años.
Las principales áreas de investigación
estuvieron asociadas a los campos de medicina y ciencia de la salud, con
presencia destacadas de otros campos, como agricultura y ciencias biológicas,
ciencias del ambiente, diferentes disciplinas de ciencias sociales y algunas
más de las ciencias básicas. Aunque la mayoría de las investigadoras
registraron poca movilidad, algunas de las mujeres con mayor trayectoria
enfrentaron un abundante número de cambios de adscripción para poder ejercer su
profesión. La principal forma de participación fue mediante colaboraciones en
grupos multidisciplinarios e internacionales. Las bases de datos WoS y Scopus
no capturan información del sexo de los autores, lo que dificulta el desarrollo
de este tipo de estudios. Es importante analizar la participación de mujeres en
artículos con menor número de citas, para establecer más exhaustivamente la
participación de mujeres en trabajos de alto
impacto y la existencia de otros campos de investigación no
identificados en este trabajo.
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