https://doi.org/10.29059/cienciauat.v18i1.1724
Invarianza factorial por sexo y puntos de corte del cuestionario
de control de la imagen corporal en fotografías en población mexicana
Factorial invariance by sex and cut-off points of the
body image control questionnaire in photographs in Mexican population
Cuestionario del control de la imagen corporal
Cecilia Meza-Peña*, Mayra Lucero
Gutiérrez-Muñoz
*Correspondencia: cecilia.mezapn@uanl.edu.mx/Fecha de
recepción: 8 de agosto de 2022/Fecha de aceptación: 23 de mayo de 2023/Fecha de
publicación: 20 de julio de 2023.
Universidad Autónoma de Nuevo León, Facultad de
Psicología, calle Dr. Carlos Canseco núm. 110, col. Mitras Centro, Monterrey,
Nuevo León, México. C. P. 64460.
Resumen
La
imagen corporal varía a lo largo de la vida. Los cambios físicos que conlleva
la adolescencia, pueden influir en el desarrollo de
conductas de riesgo para trastornos
alimentarios. Aunque los factores sociales y culturales afectan la imagen
corporal, las formas de interacción modernas, mediante el uso de tecnología, en
particular las redes sociales, permiten controlar la autopresentación de la
imagen corporal en las fotografías que son
publicadas, lo que podría servir como indicador de conductas de riesgo
alimentarias. El objetivo de este trabajo fue establecer la asociación de
conductas alimentarias de riesgo con el control de la imagen corporal en
fotografías, para analizar su invarianza factorial
por sexo y proponer puntos de corte en población mexicana. La muestra estuvo conformada por 1 155 adolescentes (51.3 % hombres y 48.7 % mujeres), con
una media de edad de 15.18 años. Se
utilizó el cuestionario en español
sobre el control de la imagen corporal en fotografías denominado BICP-S, además
del cuestionario de conductas alimentarias de riesgo (CAR). Los
resultados evidenciaron una relación entre las conductas alimentarias de riesgo
y el control de la imagen en fotografías. La estructura factorial del BICP-S
varía en función del sexo, por lo que se proponen diferentes puntos de corte del cuestionario, en donde aquellas
ubicadas en el percentil 85 indican riesgo acerca de las preocupaciones por la
imagen corporal en mujeres, mientras que en hombres se establece en el
percentil 92, con una alta confiabilidad en el control de la imagen en ambos
sexos (a > 0.90). El cuestionario tiene utilidad clínica para la detección
de jóvenes con serias preocupaciones en torno a la imagen corporal que, de
continuar, pueden constituirse en un factor de riesgo para trastornos de la
conducta alimentaria.
PALABRAS CLAVE: imagen corporal,
control de la imagen, invarianza factorial, puntos de corte, adolescentes.
ABSTRACT
Body varies throughout life. Physical changes that
take place during teenage years may influence
the development of risky behaviors related
to eating disorders. Although social and cultural factors affect body image, modern forms of
interaction with technology, particularly social networks, allow
controlling the self-presentation of body image in the photographs that are
published, which could serve as an indicator
of risky eating behaviors. The aim of this study was to establish the
association of risky eating behaviors with the body image control in
photographies, to analyze the factorial invariance by sex and to propose
cut-off points in the Mexican population. The sample consisted of 1 155
adolescents (51.3 % males and 48.7 % females), with a mean age of 15.18 years.
The BICP-S was used, in addition to the risky eating behaviors questionnaire (CAR). The results showed a
relationship between risky eating behaviors and image control in photographs.
The factorial structure of the BICP-S varies according to sex, so different cut-off points of the questionnaire are
proposed, where those located at the 85th percentile indicate risk about body
image concerns in women, while in men it is established at the 92nd percentile,
with a high reliability in image control in both groups (a > 0.90). It is concluded that the questionnaire has clinical utility for the detection of at-risk youth who may have
serious body image concerns, which if continued can be a risk factor for eating
disorders.
KEYWORDS: body image, image control, factorial invariance, cut-off points,
adolescents.
INTRODUCCIÓN
La
imagen corporal ha sido objeto de estudio a lo largo de los años, clásicamente
se le ha definido como la representación mental que cada persona construye de
su propio cuerpo (Schilder, 1958), por lo que no necesariamente está
relacionada con la apariencia física real. Rosen (1995) advierte sobre los
componentes perceptivos, subjetivos y conductuales de la imagen corporal, ya
que esta incluye aspectos imaginativos,
sensitivos y conductuales. Aunado a esto, se considera que la imagen
corporal es móvil y variante durante la vida; siendo además influida por
factores como el autoconcepto, la
autoestima, la historia familiar y el contexto social de cada persona
(Escolar y col., 2017).
La
adolescencia es una etapa crítica con relación a la imagen corporal, debido a
los cambios físicos que conlleva, los cuales pueden influir de forma positiva o
negativa, pudiéndose desarrollar alteraciones, como la insatisfacción o la distorsión corporal, siendo más
vulnerables los adolescentes con baja autoestima (Rodríguez y Cruz, 2008). La
insatisfacción corporal constituye el descontento de la persona con las formas generales o partes de su cuerpo. Una
imagen corporal negativa del adolescente puede suponer conductas de riesgo, tales como la práctica de ejercicios
extenuantes e inadecuados, y diferentes
tipos de dietas, pudiendo desencadenar trastornos de la conducta
alimentaria (TCA). Se ha reportado una alta tasa de insatisfacción corporal durante la adolescencia, especialmente en mujeres, en diferentes
poblaciones: 14.2 % en españolas y 23 % en
latinoamericanas (Rodríguez y Cruz, 2008).
Los
factores sociales y culturales afectan la imagen corporal (Cortez y col., 2016;
Peris y col., 2016). Las formas de interacción modernas, mediante el uso de la
tecnología, en particular del internet, son las que crean y modifican los
estándares de la imagen corporal (Cortez y col., 2016). En los diferentes
medios de comunicación, existe una sobre representación de la delgadez, y es
dado a estas representaciones inadecuadas del cuerpo femenino que las mujeres
se ven propensas a desarrollar insatisfacción corporal y TCA (Uchôa y col.,
2019).
Diversos
estudios han señalado la relación entre la insatisfacción con el cuerpo
femenino y el tiempo que gastan consumiendo contenido de las redes sociales,
confirmando que, a mayor tiempo de consumo de contenido mayor preocupación por
la imagen corporal o insatisfacción con la misma (Alpaslan y col., 2015;
Fardouly y col., 2015; Brown y Tiggemann, 2016; Sherlock y Wagstaff, 2019). Las comparaciones
con cuerpos delgados, dentro de las redes
sociales, causan mayor insatisfacción
con la imagen corporal (Sharifi y col., 2016; Baker y col., 2019).
Culbert
y col. (2015) han señalado que tanto la presión sociocultural que existe por la
delgadez, así como, la internalización de
este ideal de delgadez, son predictores robustos de los TCA en mujeres
jóvenes. Algunos autores han mencionado que el enfoque de las redes sociales en las fotografías y la autopresentación
en fotografías puede incrementar las preocupaciones
en torno al cuerpo en un determinado sector
de la población (Feltman y Szymanski, 2018; Caso y col., 2019). Gioia y
col. (2020) han evidenciado que, el sentir vergüenza por el cuerpo es un fuerte
predictor del control de la imagen en fotografías. Por otra parte, Boursier y
col. (2020) reportaron, con la aplicación del cuestionario de control de la imagen corporal en fotografías (BICP, por
sus siglas en inglés: body image control in photos questionnaire) (Pelosi y col., 2014), que las mujeres
muestran un mayor uso problemático de las
fotografías que publican en redes sociales.
Las personas que se encuentran insatisfechas con su imagen
corporal pueden manipular la forma en cómo la presentan a través de imágenes
que comparten en las redes sociales, buscando una mayor aceptación o aprobación
(Gioia y col., 2020). Saunders y Eaton (2018), han evidenciado que, pacientes
en proceso de recuperación de TCA tienden a comparar su imagen en
fotografías con otras que toman de personalidades de los medios de
comunicación, tanto en persona como a través de las redes sociales, influyendo
esto de forma negativa en su proceso de
recuperación. Esto coincide con lo reportado por Brown y Tiggemann
(2016), quienes han observado que aún en personas sin TCA hay un efecto
negativo al compararse con amigos o celebridades consideradas atractivas.
La
publicación de fotografías en las redes sociales busca la aprobación y la
retroalimentación positiva (Bazarova y Choi, 2014) y, es por ello, que muchas
personas editan las fotografías buscando capturar su mejor imagen y reflejar
los requerimientos estéticos que consideran “predominan”, por lo que la imagen
que se muestra suele diferir de la real
(Tiggemann y Miller, 2010).
Estudiar
el control de la imagen corporal, en fotografías que son publicadas en redes
sociales, podría ser de utilidad para identificar factores de riesgo para el
desarrollo de TCA. En Latinoamérica hay un predominio del uso de la red social Facebook, comparado con países de
Europa y Estados Unidos (Navarro, 2020), por lo cual, en un estudio
previo (Meza-Peña y Gutiérrez-Muñoz, 2020), se traduce y adapta al español el
BICP-S (Pelosi y col., 2014), que evalúa el control de autopresentación de la imagen corporal en las fotografías que son publicadas
en Facebook.
El presente estudio tuvo por objetivo determinar la
relación del control de la imagen corporal y las conductas alimentarias de
riesgo, para posteriormente establecer la invarianza factorial por sexo del
cuestionario del control de la imagen corporal en fotografías y proponer puntos
de corte
en población mexicana, que posibiliten una
identificación de la población en riesgo de presentar trastornos de la conducta
alimentaria.
MATERIALES Y MÉTODOS
Diseño del estudio y participantes
Se
llevó a cabo un estudio empírico, de corte transversal,
en el que se evaluaron diferentes aspectos concernientes a las
preocupaciones sobre la imagen corporal durante los meses de marzo a mayo del
2018. Participaron 1 155 adolescentes mexicanos, el 51.3 % fueron mujeres y el
48.7 % hombres. Las edades comprendieron un
rango de los 13 a los 18 años (M = 15.18, DE = 1.15). Todos eran
estudiantes de nivel medio y medio superior de escuelas públicas (25.9 % y 74.1 %, respectivamente), de la zona
metropolitana de Monterrey, Nuevo León, México.
Procedimiento
El
método de muestreo fue intencional, llevándose a cabo en instituciones de
secundaria y preparatoria, en donde se presentó el proyecto a las autoridades.
Enseguida se realizó la invitación a los
alumnos explicando los alcances de los objetivos, se enviaron formatos
de consentimiento informado a los padres de familia de jóvenes que tuvieran
perfil social en Facebook y que estuvieran interesados en participar de forma
voluntaria en el estudio. Tras colectar los consentimientos de los padres de
familia de los alumnos y el asentimiento de
participación de los menores, se
inició la aplicación de los instrumentos dentro de las aulas de las
instituciones por parte de personal
entrenado, recopilando información sobre datos sociodemográficos de los
participantes, y los cuestionarios BICP-S y
el de Conductas Alimentarias de Riesgo
(CAR).
Instrumentos
Cuestionario
del control de la imagen corporal en fotografías adaptado al español (BICP-S)
(Meza-Peña y Gutiérrez-Muñoz, 2020)
El
BICP-S utiliza una escala tipo Likert para evaluar la autopresentación de la
imagen corporal en fotografías publicadas en Facebook. Lo integran 27 ítems
divididos en dos secciones: Fotografía general (8 ítems) y Facebook (19 ítems). En la validación mexicana los ítems se
agrupan en 4 factores: 1) Control negativo de la imagen corporal (ejemplo: si
alguien sube una foto que pone en evidencia mi peor defecto físico, pido que la
quiten); 2) Control positivo de la imagen corporal (ejemplo: cuando me sacan una
foto me pongo en una pose en particular o utilizo una expresión particular, ya
que sé que así salgo mejor); 3) Control y edición tecnológica de la imagen
(ejemplo: Uso programas para retoque de
fotos –como Photoshop- para mejorar mi aspecto en la foto) y 4) Etiquetado
(ejemplo: Viéndome en las fotos que otros suben, me etiqueto sólo en aquéllas en las que me gusta como salgo). Los
índices de consistencia interna para el conjunto de 27 ítems mostraron un alpha
de Cronbach = 0.942; la sección I tuvo una buena consistencia interna (α =
0.832), así como, la sección II (α = 0.924) (Meza-Peña y Gutiérrez-Muñoz,
2020).
Cuestionario de Conductas Alimentarias de Riesgo (CAR) (Unikel-Santoncini y col., 2004)
El
CAR es un cuestionario que evalúa las conductas alimentarias de los tres meses
previos, y que son características de los trastornos de la conducta
alimentaria, basándose en los criterios del
Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales (DSM-IV).
Se compone de 10 ítems en escala tipo Likert, cuyas opciones de respuestas van
de 0 = nunca o casi nunca a 3 = muy frecuentemente (más de 2 veces a la
semana). Son ejemplo de las preguntas que incluye el cuestionario los
siguientes ítems: 1) Me ha preocupado engordar y 4) He vomitado después de
comer, para tratar de bajar de peso. En la validación, Unikel-Santoncini y col.
(2004) proponen un punto de corte de 10, siendo que puntuaciones a partir de 11
puntos se consideran con riesgo de TCA. La consistencia interna de la escala es
de α = 0.83.
Análisis de datos
Debido a que la distribución de los datos no se ajustó a
una curva de normalidad, se optó por utilizar un
análisis de correlación de Spearman entre las conductas
alimentarias de riesgo y las dimensiones del BICP-S (Bobko, 2001), considerando como relaciones débiles valores de 0.100 a 0.399, moderadas
dentro del rango de 0.400 a 0.699 y fuertes con valores de
relación de 0.700 a superior (Bobko, 2001). Enseguida,
se realizó un análisis factorial confirmatorio (AFC) multigrupo para determinar la invarianza factorial del BICP-S en
grupos de mujeres y hombres. Para determinar la invarianza de un instrumento
este debe cumplir con los cuatro niveles de invarianza que son: configuracional,
métrica, escalar y estricta. Si la estructura interna de un instrumento no
varía, sería equivalente en todos los grupos (Milfont y Fischer, 2010).
Para el análisis de la invarianza se consideraron los
índices de diferencia entre χ2/gl, el
modelo de línea base (invarianza configuracional) y los modelos anidados (Δχ2/gl), así
como, la diferencia entre el índice de ajuste comparativo (CFI, por sus
siglas en inglés: Comparative Fit Index) y la raíz cuadrada de la media del error de aproximación (RMSEA,
por sus siglas en inglés: Root Mean Square Error
of Approximation) (ΔCFI y ΔRMSEA) (Bentler,
1990).
De acuerdo con Jordan-Muiños (2021), son índices de buen
ajuste óptimo del modelo cuando: P de χ2 > 0.05, χ2/gl
< 2, RMSEA £ 0.05, CFI > 0.95; mientras que se consideran índices de
ajuste aceptable los siguientes valores: P de χ2 > 0.01, χ2/gl < 3, RMSEA £ 0.08, CFI
> 0.90. La invarianza se determinó tomando como valores críticos en la
comparación de los modelos Δχ2/gl P > 0.05, ΔCFI £ 0.01 y ΔRMSEA £
0.015 (Cheung y Rensvold, 2002; Dimitrov, 2010). Los índices de cambio (Δ)
utilizados en la comparación de los modelos, representan la diferencia del
valor en el modelo nuevo y el valor obtenido en el modelo anterior.
Se propusieron puntos de corte a partir de la estimación de
los percentiles en hombres y mujeres; para ello, se tomó como base el punto de corte para conducta alimentaria de riesgo,
denominando a partir de este punto de corte, como riesgo de control de la
imagen corporal en fotografías.
Los análisis de correlación y de la invarianza se
realizaron con el uso del Paquete Estadístico para Ciencias Sociales (SPSS, por
sus siglas en inglés: Statistical Package for the Social Sciences) versión 21.
Para el cálculo de tamaño del efecto y potencia estadística de las
correlaciones se utilizó el programa G*Power
versión 3.1.9.6., en donde los tamaños
del efecto se considera que los valores de 0.10 a 0.29 representan un tamaño del efecto pequeño, de
0.30 a 0.49 mediano, ³ 0.50 grande, acorde a la propuesta de Padilla (2018).
RESULTADOS
El trabajo evidenció correlación
entre las dimensiones del control de imagen fotográfica con las del cuestionario de conductas alimentarias de riesgo. La
Tabla 1 muestra relaciones positivas y débiles (r < 0.400) pero estadísticamente significativas (P < 0.001) con
cada una de las dimensiones del cuestionario, así como, con el conjunto
de ítems en el control de la imagen. Así mismo, acorde a la propuesta de Faul y
col. (2007) y bajo la metodología para G*Power (Padilla, 2018), se muestran
tamaños del efecto (P) grandes en cada una de las dimensiones, con excepción de
la dimensión de etiquetado, en donde se observa un tamaño mediano (0.375). No
obstante, para cada una de las dimensiones se obtienen potencias estadísticas (1 - β) de 1, valor por encima de lo
convencional, señalando la validez de los datos, así como, que la probabilidad
de cometer un error Tipo II es prácticamente nula.
Para determinar
la invarianza del BICP-S, se realizó un AFC multigrupo (Tabla 2). Los índices
de ajuste obtenidos en este nivel (CFI = 0.903; RMSEA = 0.040; χ2/gl
= 2.876) evidencian un ajuste aceptable al modelo de invarianza
configuracional, línea base o libre (M1), a los datos, teniendo un valor alfa
significativo (P = 0.001), lo cual sugiere que el BICP-S tiene una estructura unifactorial en los grupos de sexo, permitiendo la
estimación libre de las cargas factoriales, los interceptos y las varianzas de
error.
En el análisis del nivel del modelo
de invarianza métrica (M2) se restringieron las cargas factoriales, con el
objetivo de que fueran iguales entre hombres y mujeres. Los índices de CFI y χ2/gl, muestran que el modelo
obtuvo un valor de ajuste aceptable, ya que se obtuvieron valores de
CFI > 0.90 y el χ2/gl < 3. Mientras que se obtuvo un valor de
ajuste óptimo de RMSEA (< 0.05). Cuando
se comparó con el M1, la diferencia de CFI del M2 con el M1 fue = 0.000 (DCFI), la diferencia de DRMSEA resultó £ 0.015, y el valor alfa del cambio en Dχ2 fue significativo (P
< 0.05), cumpliendo con los
criterios para la invarianza métrica.
Para el análisis de la invarianza
escalar (M3), el análisis dentro del software incluye, además de la restricción
de las cargas factoriales, la restricción de los interceptos de acuerdo con la
metodología. Se puede ver en la Tabla 2 que, aunque el valor de RMSEA muestra
ajuste óptimo (< 0.05), los índices de CFI (< 0.90) y χ2/gl (>
3) no ajustaron a los criterios (Jordan-Muiños, 2021). En la comparación con el
M2 el cambio de Dχ2 es significativo, y las
comparaciones de las diferencias en
DCFI y DRMSEA con el modelo anterior,
cumplen con los criterios. En el modelo final de invarianza estricta (M4), se
restringieron las cargas factoriales, los interceptos y las varianzas de error.
Este análisis no mostró ajuste a los datos (χ2/gl
> 3, CFI < 0.90, RMSEA > 0.05) y al comparar con el M3 el índice de
cambio de DCFI no cumple con el
criterio (Cheung y Rensvold, 2002; Dimitrov, 2010), mientras que DRMSEA si cumple, teniendo significativo el
cambio de Dχ2. En
conjunto, los resultados de los cambios de Dχ2
en cada modelo, al ser < 0.05 advierten de que los modelos comparados
son diferentes. Lo que indica que la estructura factorial varió en función del
sexo, por lo que hombres y mujeres no deberían ser comparados con la misma
línea base.
El BICP-S no mostró una estructura
invariante por sexo, por lo que se proponen puntos de corte diferenciales para
hombres y mujeres. Tomando como referencia el punto de corte del cuestionario
CAR, que es de 10 (Unikel-Santoncini y col., 2004), en el caso de las mujeres corresponde al percentil 85 (Tabla 3). Por lo que, valores superiores a 93.9 en
el control de la imagen, indicarían la existencia de riesgo de TCA.
En el caso de los hombres, tomando
como referencia el mismo punto de corte del CAR, se propone como punto de corte
el percentil 92, que corresponde a valores superiores de 79 para el control de
imagen corporal, como indicador de riesgo de TCA (Tabla 4).
La Tabla 5 presenta los valores
límites y confiabilidad de cada una de las dimensiones del control de la imagen en fotografías para hombres
y para mujeres que podrían indicar riesgo de TCA. El puntaje total del
cuestionario, denominado control de la imagen,
muestra buenas propiedades psicométricas, con una consistencia interna (α
> 0.900), tanto para hombres como para mujeres.
DISCUSIÓN
Las diferentes dimensiones del
BICP-S muestran correlaciones estadísticamente significativas con las conductas
alimentarias de riesgo, mostrando una
consistencia teórica en cuanto al efecto que se ha mostrado en torno a
las preocupaciones corporales y el presentar conductas alimentarias de riesgo
(Lora-Cortez y Saucedo-Molina, 2006), así como
la relación entre el uso y exposición de redes
sociales y la pobre percepción de la imagen corporal (Rodgers y
Rousseau, 2022). Magallanes y col. (2015) han
evidenciado la presencia de conductas alimentarias de riesgo e
insatisfacción corporal en población mexicana, observando mayor riesgo en los
grupos de personas con sobrepeso u obesidad.
Las preocupaciones corporales de un
individuo se pueden manifestar en las
fotografías que se publican en redes sociales, observando si busca tener un mayor control de estas. Dicho control
se presenta al seleccionar qué imágenes
subirá a las redes, ya sea porque pasen primero por filtros estéticos o
de edición, o que muestren aspectos
positivos y disminuyan aspectos
negativos de la propia imagen (Boursier y col., 2020).
Los resultados presentados en la
Tabla 2 revelan que en el estudio de la invarianza de la escala no se obtuvo un
buen ajuste de los reactivos del BICP-S, debido a que la estructura factorial
varía en función del sexo, por lo que el presente trabajo propone puntos de
corte para hombres y mujeres, considerando que ambos
grupos tienen diferente control sobre la
imagen corporal a través de fotografías. Estos resultados concuerdan con lo
reportado en la literatura. Con relación a la imagen corporal, es de esperarse
disimilitud en distintos grupos poblacionales, con evidencia en torno a las
diferencias por sexo (Rodgers y Rousseau, 2022) y la vulnerabilidad de la
población joven en torno al uso de redes sociales y el impacto en aspectos
relacionados con trastornos de la conducta alimentaria (Lozano-Muñoz y col.,
2022).
La existencia
de diferentes puntos de corte
para hombres y mujeres puede deberse a que las prácticas de publicación de
imágenes en redes sociales, como Facebook, están atravesadas por distintos
componentes. Hay aspectos que tienen un efecto en el control de la imagen distinto, como, por ejemplo, la vergüenza por el cuerpo, misma que puede mediar el control de la imagen con diferencias
por género en cuanto a las preocupaciones cognitivas y la regulación emocional
(Gioia y col., 2020). Esta diferencia de corte indica la capacidad que presentan los ítems para evaluar los
distintos aspectos presentes en el control de la imagen.
Considerando el alto uso de las
redes sociales hoy en día, por parte de la población joven, y dado el valor que se le otorga al cuerpo, el alto control de la
imagen corporal puede reflejar preocupaciones en torno al cuerpo, que
rebasan los límites de lo normal, lo cual puede deberse a una mayor comparación
del cuerpo con el de otros (Fardouly y Vartanian, 2015). Esto puede ser un
indicador de riesgo para el desarrollo de TCA, tanto en mujeres como en
hombres, como han evidenciado diferentes estudios (Griffiths y col., 2018;
Raggatt y col., 2018). No obstante, la presencia de TCA es mayor en mujeres, y
son quienes se ven más afectadas por los ideales de delgadez (Uchôa y col., 2019).
El uso de redes sociales altamente visuales puede aportar beneficios a los
usuarios, cuando posibilita acceso a
información de salud, pero también propiciar un ambiente para la
comparación negativa del cuerpo, con efectos negativos (Raggatt y col., 2018).
Durante el confinamiento por la
pandemia de COVID-19, un estudio reportó incrementos en el uso de diversas
redes sociales y la relación con la
insatisfacción corporal, tendencia a buscar la delgadez y baja
autoestima (Vall-Roqué y col., 2021). No
obstante, un estudio de Saunders y
Eaton (2018) había advertido de una mayor relación en las comparaciones negativas y la insatisfacción corporal en el uso
de la red social de Facebook en contraste con el uso de Instagram y Snapchat.
Se requieren de
mayores estudios en torno al comportamiento del BICP-S en poblaciones hispanoparlantes, que validen
las dimensiones propuestas en otras culturas
diferentes a la mexicana, así mismo,
sería interesante incluir en futuras
investigaciones población clínica con TCA, a fin de robustecer la
evidencia en torno a las preocupaciones corporales y el control de la imagen en fotografías compartidas por los
usuarios de redes sociales como Facebook. En futuros estudios se deben incluir
variables como el índice de masa corporal, a fin de analizar diferencias entre
los grupos que presentan bajo peso, normo peso o bien, sobrepeso y obesidad.
El presente estudio destaca en sus
fortalezas metodológicas el haber sido aplicado en ambientes cotidianos y a una muestra amplia, aspectos que permiten ver su validez externa. El BICP-S es
un cuestionario que puede ser de gran utilidad clínica en la prevención de TCA, esto cuando se detectan casos
de riesgo de alto control de la imagen en fotografías.
CONCLUSIONES
El BICP-S
ofrece un indicador que refleja preocupaciones por parte del usuario en torno a su imagen
corporal, pero puede usarse también como una herramienta para la detección de
factores riesgo para población predispuesta a
trastornos de conducta alimentaria (TCA). Los resultados obtenidos contribuyen a la comprensión de los problemas asociados con el uso de las redes sociales, a las cuales
acceden los jóvenes de manera natural.
En particular, puede servir de marcador para
determinar si presentan preocupaciones
mayores por su imagen corporal difundida a través de estos medios de
comunicación, así como, la posible presencia
de TCA y el desarrollo de estrategias para su prevención. Es importante
destacar que, hombres y mujeres viven una presión
diferente por el cuerpo, y es por ello que, se
requiere que las evaluaciones en torno a
este tipo de instrumentos sean sensibles a dichas
diferencias.
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