https://doi.org/10.29059/cienciauat.v18i1.1736
El orden de nacimiento como
factor de riesgo para ser víctima de trata sexual en el triángulo norte
de Centroamérica
Birth
order as a risk factor for being victim of sex trafficking in the northern triangle
of Central America
Orden del nacimiento y trata sexual
Karla Lorena Andrade-Rubio1*,
José Moral-de-la-Rubia2, Simón Pedro Izcara-Palacios1
*Correspondencia: kandrade@uat.edu.mx/Fecha de recepción: 9
de agosto de 2022/Fecha de aceptación: 21 de marzo de 2023/Fecha de
publicación: 20 de julio de 2023.
1Universidad
Autónoma de Tamaulipas, Unidad Académica Multidisciplinaria de Ciencias,
Educación y Humanidades, Centro Universitario Victoria, Ciudad Victoria,
Tamaulipas, México, C. P. 87149. 2Universidad Autónoma de Nuevo
León, Facultad de Psicología, Monterrey, Nuevo León, México.
Resumen
Las
redes de tráfico humano para la prostitución captan a menores vulnerables, en
especial, a quienes consideran no les queda otra opción que emigrar al norte
para hacer frente a problemas económicos graves. El objetivo del presente
trabajo fue establecer si el orden de nacimiento representó un factor de riesgo, asociado a la vulnerabilidad para la trata sexual de menores centroamericanas, traficadas a Estados Unidos. Las entrevistadas mostraban vulnerabilidades vinculadas con estructuras
sociales y conductas individuales. Por una parte, todas crecieron en
hogares caracterizados por la pobreza
extrema. Por otra parte, también presentaban vulnerabilidades
relacionadas con el embarazo adolescente, la falta de educación, la
disfuncionalidad familiar y la participación en mercados ilegales. Ocupar el
primer lugar en orden de nacimiento eleva la vulnerabilidad de las menores a
ser traficadas a Estados Unidos para el comercio sexual. Por el contrario,
ocupar el último lugar disminuye este riesgo.
PALABRAS CLAVE: prostitución, trata sexual, menores, Centroamérica,
Estados Unidos.
ABSTRACT
Human trafficking networks for prostitution recruit
vulnerable underage girls, especially those who are considered with no choice
but to migrate north to cope with serious economic problems. The aim of this
work was to determine if birth order
represented a risk factor associated to the vulnerability for sex
trafficking of Central American female
minors. The interviewees presented vulnerabilities associated to social
structures and individual behaviors. On the
one hand, all of them grew up in households characterized by extreme
poverty. On the other hand, they also had
vulnerabilities related to teenage pregnancy, lack of education, family
dysfunction and participation in illegal markets. Findings suggest that
occupying the first place in the order of birth raises the vulnerability of minors to being trafficked to the United States
for sex trade. On the contrary, occupying the last place decreases this risk.
KEYWORDS:
prostitution, sex trafficking, minors, Central
America, United States.
INTRODUCCIÓN
El
Protocolo de Palermo define la trata con fines
de explotación sexual a partir de tres elementos: una acción, un medio y
un propósito. La acción incluye tres
momentos: la captación, el transporte y la recepción de personas para el
comercio sexual. El medio incluye dos formas: la violencia (mediante amenazas,
uso de la fuerza, coacción, rapto, fraude o engaño), y el abuso de una situación de vulnerabilidad. Finalmente, el
propósito es la explotación de la
prostitución ajena u otras formas de explotación sexual (Naciones
Unidas, 2004: 44). La vulnerabilidad
es un concepto que no aparece definido en el Protocolo de Palermo. Únicamente se señala que, sin este instrumento
las personas vulnerables a la trata no estarán suficientemente protegidas. Asimismo,
se especifica que los más vulnerables son las
mujeres y los niños en contextos de pobreza, subdesarrollo y falta de
oportunidades equitativas (Naciones Unidas,
2004). Sin embargo, vulnerabilidad y consentimiento son dos conceptos
que forman parte de un juego de suma cero. Por lo tanto, cuando el Protocolo de
Palermo [artículo 3(b) y (3c)] limita el alcance del consentimiento, automáticamente ensancha la importancia del concepto
de vulnerabilidad (Izcara-Palacios, 2022c). Lo
mismo sucede en los ordenamientos jurídicos de los países de centroamérica y Estados Unidos de América.
La
Ley de Protección de las Víctimas de la Trata y la Violencia de 2000 de Estados
Unidos tampoco define el concepto de vulnerabilidad, únicamente señala que los
traficantes tornan a las personas (a quienes captan, presionan, engañan,
convencen o seducen) en víctimas vulnerables, cuando las transportan desde sus comunidades hasta otros países, alejándolas de familiares, amigos y otras fuentes
de protección. Asimismo, afirma que las poblaciones más vulnerables son las
mujeres y los niños (US Department
of State, 2000). En el caso
de Centroamérica, la Ley especial contra la trata de
personas de 2014 de El Salvador no menciona el concepto de vulnerabilidad. El artículo 26(a) únicamente hace referencia a la “implementación de campañas enfocadas en los grupos más vulnerables”
para prevenir la trata (Asamblea Legislativa
de la República de El Salvador,
2014). La Ley contra la
violencia sexual, explotación y trata de personas de 2009 de
Guatemala, y la Ley contra la trata de
personas de 2012 de Honduras, enuncian,
pero no definen, el concepto de vulnerabilidad. En el caso de Honduras, el
término vulnerabilidad solo aparece en la definición de trata de personas, que
está copiada de modo literal del Protocolo de Palermo (Poder Legislativo,
2012). En el caso de Guatemala, el artículo 30 (de la ley de trata) considera
como víctimas especialmente vulnerables a
los adultos mayores, a las personas enfermas
o discapacitadas y a las privadas de libertad
(Congreso de la República de Guatemala,
2009). Finalmente, Nicaragua, a través del
artículo 6(16) de la Ley contra la trata de personas de 2015, especifíca 15 elementos y circunstancias definitorias del concepto “situación de vulnerabilidad”, donde se incluyen las circunstancias
que pueden ser aprovechadas por un tercero
con la finalidad de explotar a la
víctima, y abarcan la cultura, el género, el credo, la educación, entre otras
(Asamblea Nacional de la República de Nicaragua, 2015).
El concepto de vulnerabilidad a la trata sexual ha sido
examinado de modo extenso por la literatura académica. La vulnerabilidad hace
referencia al conjunto de circunstancias que incrementan el riesgo de
ser víctima de trata sexual (Gómez-San-Luis
y Almanza-Avendaño, 2012: 1186). Estas circunstancias pueden aparecer
vinculadas con las estructuras sociales o
con las conductas individuales (Lara-Romero, 2015).
En
relación con las circunstancias que aparecen vinculadas con las estructuras
sociales, las situaciones de desigualdad de
género, raza y clase, generadas por la reconfiguración del capitalismo global neoliberal, han sido conceptualizadas
como elementos facilitadores e impulsores de
la trata (Kara, 2010; De-Miguel, 2015;
Cobo, 2017). La pobreza e incapacidad de
acceder a los bienes y servicios que se consideran esenciales han sido señalados como elementos que favorecen
la trata (Lara-Romero, 2015). La
vulnerabilidad económica como factor de riesgo a la trata es especialmente importante en áreas rurales (Franchino-Olsen,
2021). Asimismo, la vulnerabilidad de género ha sido entendida como el riesgo
diferencial que corren hombres y mujeres de ser víctimas de trata, debido a la construcción de roles estereotípicos de
género (Gómez-San-Luis y Almanza-Avendaño,
2012; Martín-Palomino y González-Ramos,
2014; Franchino-Olsen, 2021). James y Ranganathan
(2021) hablan de una intersección de
vulnerabilidades que afectan a las mujeres en función de múltiples
factores: educación, ocupación, salario, matrimonio e inequidad financiera. Aunque algunos autores han criticado
la instrumentalización de la vulnerabilidad
de género en aras de la persecución de
objetivos geopolíticos, relacionados con
la implementación de agendas políticas anti-inmigración (FitzGerald, 2012).
En
relación con las circunstancias que aparecen
vinculadas con las conductas individuales,
la literatura académica ha subrayado 3 elementos que incrementan la
vulnerabilidad de las personas a la trata con fines de explotación sexual: 1. La discapacidad intelectual, que
genera limitaciones en el funcionamiento intelectual
y del aprendizaje, 2. Los embarazos en la adolescencia, y 3. Las
disfunciones familiares [drogadicción y violencia doméstica: abuso físico,
emocional y sexual] (Boyce y col., 2018; Reid y col., 2021).
La limitación intelectual es un aspecto que incrementa
el riesgo de abuso sexual (Reid y Jones, 2011; Pierce, 2012). Cuando se cuenta
con capacidad intelectual limitada, disminuye la posibilidad de que las
personas se percaten de que están siendo sometidas a una situación de abuso o
explotación; además, ello resta credibilidad
a su testimonio. Un estudio realizado en Estados Unidos, representativo a nivel
nacional, concluyó que las adolescentes con
pobres habilidades cognitivas eran más vulnerables a la trata que sus pares sin discapacidades (Franchino-Olsen
y col., 2020). Reid (2018), en un estudio
donde fueron examinadas 15 menores
con discapacidad intelectual víctimas
de trata, encontró que estas eran fácilmente
manipulables e incapaces para comprender la naturaleza de la explotación a la que fueron sometidas. En una investigación más
reciente, Reid y col. (2021) señalan tres rasgos de personalidad (bajo auto-control,
desregulación emocional y psicopatía)
que incrementan la vulnerabilidad a la trata.
El
embarazo en la adolescencia, asociado a situaciones de rechazo familiar,
inestabilidad residencial, fracaso escolar e inseguridad financiera, genera un campo fértil para los tratantes
(Boyce y col., 2018). Finalmente, el abandono del hogar precipitado por disfunciones familiares, caracterizadas por abuso de
sustancias o violencia doméstica, especialmente el abuso sexual (Middleton y
col., 2022), torna a las menores vulnerables al afecto y seguridad
proporcionada por tratantes que las explotan sexualmente (Pierce, 2012; Boyce y
col., 2018; Casassa y col., 2022). El abandono del
hogar conduce al sexo de supervivencia, y este último a la explotación sexual a
manos de individuos que manipulan a las menores (Roe-Sepowitz,
2012; Franchino-Olsen, 2021) y ocultan sus
intenciones (Servin
y col., 2015). Frente a la violencia sufrida en el hogar, el tratante es
percibido como el protector de la menor, de modo que esta no se considera una
víctima (Pierce, 2012; Rosenblatt, 2014). Asimismo, la dependencia de las
drogas es un elemento que incrementa la vulnerabilidad de las menores, que son
fácilmente seducidas por las fraudulentas promesas de afecto y seguridad (Reid,
2011).
Del
derecho internacional y de la legislación de los países del área de estudio,
puede inferirse que el riesgo de ser víctima de trata sexual es mayor en las
jóvenes menores de 18 años, sujetas a vulnerabilidades vinculadas con
estructuras sociales y con conductas individuales. Una de las variables de las
que se cuenta con escasa información en torno a su papel en el incremento de la
vulnerabilidad, de quienes son víctimas de trata, es el orden de nacimiento
(Lamas, 2017), por lo que es necesario su estudio.
El objetivo del presente trabajo fue determinar si el orden de nacimiento es un factor de riesgo, asociado a la vulnerabilidad para la trata sexual de mujeres menores de edad de Centroamérica traficadas a Estados Unidos para el
comercio sexual.
MATERIALES Y MÉTODOS
Debido
a la dificultad para localizar y acceder a la población objeto de estudio, el
único acercamiento posible fue a través del uso de un muestreo no probabilístico,
de modo que se empleó el muestreo intencional en cadena. Se entrevistaron 103 mujeres migrantes centroamericanas, en tránsito hacia Estados Unidos, en diferentes localidades de 9 estados
mexicanos (Chiapas, Tabasco, Ciudad de México, Veracruz, San Luis Potosí,
Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Chihuahua) durante 2012 a 2021. Todas las
entrevistadas fueron repatriadas desde
Estados Unidos hasta sus países de origen, y en el momento de la
entrevista se encontraban en tránsito por México,
donde trataban de contactar con un traficante que las condujese
nuevamente a Estados Unidos.
Población
de estudio
Se
siguieron cuatro criterios de inclusión para seleccionar la muestra: 1) las
entrevistadas eran mayores de edad cuando se
realizó la entrevista, ya que debido a cuidados éticos no es
recomendable entrevistar a personas menores de edad; 2) fueron traficadas a
Estados Unidos y prostituidas antes
de cumplir 18 años; 3) padecieron
situaciones de vulnerabilidad vinculadas con las estructuras sociales: todas procedían de entornos de pobreza extrema,
caracterizados por la falta de acceso a bienes y servicios esenciales y; 4) sufrieron situaciones de
vulnerabilidad vinculadas con conductas individuales: muchas pasaron por una
situación de embarazo en la adolescencia, y en todos los casos procedían de
hogares disfuncionales caracterizados por la
violencia doméstica, el alcoholismo,
la drogadicción, el abuso emocional y sexual o la ausencia de uno o ambos progenitores. En el presente estudio se planteó que la conjunción de estos elementos
es lo que permite comprender la relevancia del orden de nacimiento como
elemento de vulnerabilidad a la trata. En el caso de víctimas mayores de edad,
que no padecieron las citadas situaciones de vulnerabilidad, la indagación en el orden de nacimiento resultaría irrelevante.
El
trabajo de campo se prolongó por un periodo
de 9 años debido a la necesidad de reunir una muestra lo suficientemente
grande para su adecuación a las técnicas estadísticas de análisis de datos, y a
la dificultad de encontrar personas que reuniesen los cuatro criterios
requeridos para formar parte de la muestra.
Víctimas
de trata
Los
conceptos de trata y tráfico tienen definiciones distintas según el paradigma
utilizado para su abordaje. Desde el paradigma
neo-abolicionista el elemento definitorio de la trata es la vulnerabilidad. Por lo tanto, la captación de mujeres
para la explotación de la prostitución ajena
en otro país siempre es definida como trata (Andrade-Rubio y col., 2021;
Izcara-Palacios, 2022a). Como contraste, desde el
paradigma proderechos el aspecto relevante es el
consentimiento. Por lo tanto, la migración en busca de trabajo sexual es
definida como tráfico o inmigración ilegal, pero
no como trata (Izcara-Palacios, 2017). El
derecho internacional y los ordenamientos jurídicos
de los países de origen de las entrevistadas adoptan un enfoque
preponderantemente neo-abolicionista (Izcara-Palacios, 2022b). Asimismo, en dichos países, al
igual que en Estados Unidos, el tráfico de menores para la prostitución se
conceptualiza siempre de modo categórico como trata. Aunque la menor sepa que
la actividad que realizará en el país de destino sea el comercio sexual y desee
ser conducida allí, esta situación es definida
como una forma severa de trata, que conlleva
un incremento en la severidad de las penas (Andrade-Rubio e Izcara-Palacios, 2020).
Es por ello que, en este texto se ha denominado a todas las entrevistadas como víctimas
de trata.
Consideraciones
éticas
Durante la realización del trabajo de campo se
siguieron los lineamientos propuestos por Zimmerman y Watts (2003). Se obtuvo
el consentimiento de participación voluntaria en el estudio de manera oral. Se
le explicó el propósito de la entrevista, qué institución realizaba el estudio,
y la naturaleza voluntaria de su participación en el mismo. Asimismo, a
aquellas quienes accedieron a formar parte de la presente investigación se les
informó sobre la confidencialidad y anonimato de todos los datos recabados.
Análisis
de datos
Se inicia describiendo las vulnerabilidades
vinculadas a estructuras sociales y conductas individuales
con un conteo de frecuencias desde los datos de las entrevistas.
Se
definió el orden de nacimiento como una variable politómica con tres categorías
ordenadas: hermana menor (la última en nacer), hermana intermedia (ni la
última, ni la primera en nacer) y hermana mayor (la primera en nacer o hija
única). Su efecto se analizó sobre tres situaciones: una situación general con la muestra total de 103 mujeres (ser captada
por una red internacional de tráfico de mujeres para la prostitución cuando
eran menores de edad), una primera situación específica con una submuestra de
35 mujeres (ser víctima de trata sexual a través del engaño) y una segunda
situación específica con una submuestra de
68 mujeres (ser víctima de trata sexual a través del abuso de una
situación de vulnerabilidad).
La
significancia estadística del efecto del orden de nacimiento sobre la situación
general o las dos situaciones específicas se contrastó por una prueba Chi
cuadrada de bondad de ajuste de Pearson
(1901) con 2 grados de libertad y un
nivel de significancia del 5 %. Se buscaba establecer si la distribución
de las mujeres traficadas para la
prostitución (situación general,
específica 1 o específica 2), condicionada al orden de nacimiento, era
la misma que la distribución esperada para el
orden de nacimiento (desde el distinto número de hermanos y su frecuencia en la muestra), esto es, el orden
de nacimiento no tendría efecto en el riesgo
de ser víctimas de trata. La alternativa sería que ambas distribuciones fueran distintas, esto es, la distribución
condicionada no coincidiría con la condicionante o marginal, por lo que el
orden de nacimiento si tendría un efecto sobre la
vulnerabilidad de las menores a ser traficadas.
Para
obtener las frecuencias absolutas esperadas (ne)
de las tres categorías de orden de
nacimiento, se contaron las frecuencias del número de hermanos en cada
situación (general y las dos específicas). La suma de las probabilidades de pertenecer a la categoría de orden de nacimiento
para los distintos números de
hermanos multiplicada por la frecuencia del número de hermanos proporcionó
la frecuencia absoluta esperada. Al dividir esta frecuencia por el tamaño
muestral, se obtuvo la frecuencia relativa esperada (fe). La
estimación por intervalo con un nivel de confianza al 95 % de las frecuencias
observadas de mujeres traficadas para las tres categorías de orden de
nacimiento en cada situación se computó por el intervalo de Wilson (1927) con la corrección de continuidad (Newcombe, 1998).
El
tamaño del efecto del orden de nacimiento se
estimó por la estadística w de Cohen (1988). Valores de w menores que 0.1 muestran un tamaño
del efecto trivial, entre 0.1 y 0.249 pequeño,
entre 0.25 y 0.499 medio, y mayor
o igual que 0.5 grande.
El
error tipo II o probabilidad β (probabilidad de mantener la hipótesis nula
condicionada a que la hipótesis alternativa sea verdadera) en el contraste de
significancia, se calculó mediante la función de distribución o probabilidad acumulada de una distribución Chi cuadrada no central, NCχ2, con 2
grados de libertad. Su parámetro de no centralidad
(PNC) fue el valor de la estadística de
contraste χ2 que es equivalente al producto del tamaño muestral y
la estadística w. El argumento de la
función NCχ2 fue el valor crítico de la prueba χ2,
así:
El complemento de β proporciona la potencia
estadística o probabilidad de rechazar la hipótesis nula condicionada a que la
alternativa sea verdadera: ϕ = 1− β.
Los
tres contrastes de bondad de ajuste (entre la frecuencia observada y esperada
por el número de hermanos) por pares de categorías de orden de nacimiento se
realizaron por la prueba binomial. El número
de éxitos x fue la frecuencia muestral de la categoría de orden
con la frecuencia más baja. El parámetro n o de número de ensayos fue la
suma de las frecuencias muestrales de las dos categorías. El parámetro p o probabilidad de éxito fue la
proporción entre la frecuencia absoluta esperada de la categoría que
define x (la de menor frecuencia muestral) y la suma de las frecuencias
absolutas esperadas de las dos categorías. Al ser los valores del parámetro p
o probabilidades esperadas (p = fe) distintas de 0.5. La
prueba se calculó a una cola (a la cola izquierda cuando x ≤ E(X) = n
× fe y a la cola derecha x > E(X) = n ×
fe). Se aplicó
el procedimiento de Holm (1979), con la corrección de Bonferroni (1936), para
controlar el incremento del error tipo I (probabilidad de rechazar la hipótesis
nula condicionada a ser verdadera) dentro de
la familia de comparaciones o tasa de error familiar con un error tipo I
nominal de α = 0.05. Los cálculos se ejecutaron con los programas IBM
SPSS Statistics, Package for the Social Sciences for Windows, [Software de cómputo]. Version
26.0 y el paquete Real Statistics Resource Pack (Zaiontz, 2022) para Excel 2021.
Efecto
del orden de nacimiento sobre la vulnerabilidad a la trata sexual
Se calcularon las frecuencias esperadas de las tres categorías de orden de nacimiento en la
situación general. Esta operación requiere computar la distribución de
frecuencias del número de hermanos en
la muestra total de 103 mujeres. Se calcularon las probabilidades de las tres
categorías de orden de nacimiento para los 10 distintos números de hermanos;
por ejemplo, las tres probabilidades son de un 33.3 % para tres hermanos o las
probabilidades son de 25 %, 50 % y 25 % para cuatro hermanos. Cada una de estas
tres probabilidades se multiplica por la
correspondiente frecuencia del número de hermanos, con lo que la suma de
los tres productos por fila es la frecuencia multiplicada. Para obtener la
frecuencia esperada, por ejemplo, en el contraste entre hermanas menores e
intermedias, se dividió la frecuencia esperada de las hermanas menores (ne1
= 18.789) entre la suma de las frecuencias esperadas de ambas hermanas (ne1
+ ne2 = 18.789 + 62.421 = 81.211): P = fe =
18.789/81.211 = 0.231.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Características sociodemográficas de las entrevistadas
El
42.7 % de las entrevistadas eran guatemaltecas, 28.2 % salvadoreñas; 24.3 % hondureñas; y 4.8 % nicaragüenses. No se entrevistaron mujeres costarricenses, ya que la renta
per cápita de Costa Rica triplica a la de los países del triángulo norte de
Centroamérica. Esto las torna menos vulnerables a ser captadas por redes de
tráfico sexual para ser transportadas a otros países (Crawford, 2017). Costa
Rica es más bien un país receptor de víctimas de tráfico sexual captadas en países limítrofes (Zdrojewski,
2009). Las edades de las entrevistadas fluctuaban entre 18 y 32 años con una media de 23.1. Debido al entorno de pobreza en el que crecieron cursaron en promedio 3.2 años de educación
con un mínimo de 0 y un máximo de 9. La
media de hermanos era de 5.7 con un rango de 0 a 11. Las entrevistadas fueron traficadas a Estados Unidos entre
los 12 y los 17 años con un promedio de 15.3.
Permanecieron en la prostitución de 24 a 185 meses con una media de 83
meses hasta que fueron repatriadas a sus países de origen por no poder
acreditar su estancia legal en Estados Unidos (Tabla 1).
Las
103 mujeres entrevistadas fueron víctimas de trata sexual cuando eran menores
de edad, de acuerdo con el criterio de inclusión al estudio, esto es, fueron
captadas por una red internacional de tráfico
de mujeres para la prostitución antes de cumplir 18 años, lo que se
denomina situación general a efectos de análisis. Sin embargo, no todas fueron
captadas del mismo modo. Unas fueron engañadas,
es decir, los traficantes les dijeron que realizarían una actividad
distinta al comercio sexual. Otras sabían que las reclutaban para la
prostitución y lo aceptaron, debido a que padecían múltiples vulnerabilidades.
De estas 103 mujeres, 35 fueron víctimas de trata sexual a través del engaño,
lo que se denomina situación específica 1. Por otra parte, 68 de las 103
mujeres fueron víctimas de trata sexual a través del abuso de una situación de
vulnerabilidad (pobreza extrema, embarazo durante la adolescencia, ausencia de
la figura paterna, entre los principales motivos), a lo que se denomina
situación específica 2.
Vulnerabilidades
de las mujeres centroamericanas traficadas a
Estados Unidos
Todas las entrevistadas presentaron vulnerabilidades
vinculadas tanto con las estructuras sociales como con las conductas
individuales y familiares, que las tornaron susceptibles a ser víctimas de
trata con fines de explotación sexual.
La
vulnerabilidad asociada a las estructuras sociales incluye discriminación de
género, pobreza, falta de oportunidades económicas, políticas migratorias
restrictivas, urbanización, migración y corrupción, entre otras (Lara-Romero,
2015; Rocha-Jimenez y col., 2018; Franchino-Olsen,
2021). Las entrevistadas manifestaron haber sufrido situaciones de pobreza
extrema durante su niñez, la cual ha sido identificada como un elemento que
deshumaniza y mercantiliza a mujeres y niños,
que son percibidos como objetos de
poco valor (Brooks y Heaslip, 2019). Además,
la inestabilidad financiera crea condiciones desesperadas, que llevan a las víctimas a aceptar grandes riesgos, como emigrar a Estados Unidos bajo condiciones
desfavorables (Schwarz y col., 2019). El término que más repetían las mujeres
de este estudio, para describir la situación familiar, era el de pobreza, que aparecía asociada al desempleo, al empleo mal pagado y a la falta de oportunidades económicas.
También recordaban con tristeza el hambre que sufrieron en su niñez, la falta
de alimentos en el hogar y tener que dormir con el estómago vacío. La comida
era casi siempre descrita como un bien preciado y escaso. Los momentos más
gozosos de su niñez aparecían relacionados con la descripción de escenas donde había comida suficiente,
ya que el ayuno y la privación de alimentos constituían la normalidad. En las
interacciones conversacionales rememoraban la
amargura y angustia de crecer en un entorno
caracterizado por la marginación, el desamparo y la desprotección, por
no tener donde vivir o carecer de una
vivienda digna. A esto se añadía la inseguridad ocasionada por la presencia intimidante de las
pandillas. Asimismo, la falta de educación intensifica la vulnerabilidad creada
por la pobreza, porque priva a la persona de los beneficios que confiere la asistencia a la escuela (Schwarz y col., 2019). El 39.8 % de las entrevistadas
no recibieron ningún tipo de educación
escolarizada, debido a la falta de recursos
económicos y al desinterés de los padres por que asistiesen a la escuela
(Tabla 2).
Las
vulnerabilidades vinculadas con las conductas individuales incluyen la baja
autoestima, carencia de educación, discapacidad, hacinamiento, disfuncionalidad familiar y embarazo adolescente,
entre otras (Reid y Jones, 2011; Servin y col., 2015;
Casassa y col., 2022). En la población estudiada, destacaron los embarazos en la adolescencia, la ausencia del padre o ambos progenitores, el alcoholismo y desempleo
y que algún miembro de la familia pertenecía a la delincuencia organizada
(narcotráfico y/o proxenetismo) (Tabla 2). Servin y
col. (2015), en una investigación cualitativa sobre los factores conducentes a
la entrada de menores en el comercio sexual conducido
en Tijuana y Ciudad Juárez, encontraron que, en la mitad de los casos
analizados, las menores se prostituyeron al perder el soporte social, tras quedar embarazadas durante la
adolescencia y ser expulsadas del hogar familiar. Asimismo, 40.8 % de las
entrevistadas tuvieron un embarazo durante su
adolescencia. Esto deja una secuela de vulnerabilidades sociales,
económicas y de salud, que facilita la trata sexual (Boyce y col., 2018). Dicho
escenario coloca a las menores en una
situación límite, que les obliga a
aceptar cualquier fuente de ingresos para mantener a sus hijos. Este
grupo de entrevistadas señalaban que su
única preocupación era cómo
alimentar a sus hijos. Ellas no contaban con ningún tipo de apoyo familiar ni de sus parejas, por lo que la única forma que encontraron
para obtener recursos económicos fue el trabajo sexual.
Respecto
a sus padres, 39.8 % de las entrevistadas crecieron en hogares donde faltaba
uno o los dos progenitores, porque desaparecieron, fallecieron, fueron
asesinados, encarcelados o abandonaron el hogar. El padre estaba ausente en el 22.3 % de los casos, la madre en el 5.8 % y tanto el padre como la madre
en el 11.7 %. El 7.8 % de las entrevistadas señalaron que su padre no
hacía ningún aporte a la economía familiar, porque estaba discapacitado o porque era alcohólico y
desempleado. En 9 de los casos, la madre vivía del comercio sexual, lo
que propició que sus hijas se inmiscuyesen en dicho ambiente. Para estas hijas de trabajadoras sexuales, el ingreso en el
mundo del comercio sexual era
percibido como la normalidad. Ellas veían cómo sus madres se ganaban la vida, e imitaron a sus progenitoras.
Por otro lado, 7 de ellas (5.8 %) fueron violadas o prostituidas por un
familiar. En un 10.7 % de la población analizada, algún miembro de la familia pertenecía a una organización delictiva
dedicada al narcotráfico, la trata de
personas o la extorsión. Además, dichos hogares se caracterizaban por
una violencia de género extrema, que afectaba sobre todo a las hijas de menor
edad. Las menores que crecieron en
este tipo de familias,
manifestaron que abandonaron el hogar a una edad muy temprana
para vivir en las calles, ya que no
soportaban las continuas palizas,
ni el grado tan elevado de violencia doméstica
que presenciaban diariamente. Una vez
en la calle su situación no mejoró. Ahí fueron víctimas de abusos sexuales, y la principal forma de
supervivencia que encontraron fue el comercio sexual.
La
captación de menores vulnerables a través del
engaño (Rocha-Jimenez y col., 2018), es uno de
los aspectos más destacados por la literatura académica en México (García,
2014; Montiel-Torres, 2015; Vargas-Urías, 2016; Montiel-Torres, 2018; Ruenes,
2018). Los testimonios recabados en la
presente investigación indican que, las vulnerabilidades a las que
estuvieron sometidas las menores allanaron el camino para que pudieran ser
reclutadas, a través del engaño, de modo no forzado, por redes que las traficaron para la prostitución. Esto confirma
que, las menores captadas por estas redes se
encuentran con frecuencia en una situación en donde, desde su
perspectiva en ese momento y contexto, su
única opción es emigrar para resolver
sus problemas. Todas las entrevistadas
aceptaron la invitación de un
traficante que les ofrecía llevarlas a Estados Unidos, porque eso significaba dar una solución a sus
problemas. A través de la emigración no solo podían reunir más recursos económicos, sino también escapar de un entorno
violento.
Efecto
del orden de nacimiento sobre la vulnerabilidad
a la trata sexual (situación general)
La frecuencia esperada de riesgo, para cada una de las
tres categorías de orden de nacimiento (ser la hermana menor = 1, intermedia =
2 - 10, o mayor = 11), en la situación general, se presenta de la fila 2 a la
12 de la Tabla 3. A través de la suma de los productos por columna (nei1,
nei2 y nei3) se obtuvo la frecuencia absoluta esperada,
que fue de 18.789 para hermanas menores,
62.421 para intermedias y 21.789 para mayores, valores que sumados corresponden al tamaño muestral que
es 103. Al dividir las frecuencias absolutas
esperadas entre 103 (tamaño muestral) y multiplicarlas por 100, se obtiene la frecuencia relativa esperada (Tabla 4) (hermana mayor: 18.2 %, intermedia: 60.6 % y menor: 21.2 %).
La distribución encontrada de las mujeres captadas por redes internacionales de tráfico para la prostitución condicionada al orden de nacimiento (n1o
= 12, n2o = 50 y n3o = 41) difirió de la distribución esperada para el orden de nacimiento (n1e = 18.789, n2e
= 62.421 y n3e = 21.789) (Tabla 4), lo que sugiere
que el orden de nacimiento para las hermanas mayores casi se duplicó, mientras que para las más jóvenes este factor disminuyó un 34 %.
La
frecuencia relativa de mujeres captadas es significativamente menor entre las
que ocupan el último lugar de nacimiento, f3o
= 0.117, intervalo de confianza (IC) al 95 % [0.064, 0.198], en
comparación con las que ocupan un lugar intermedio, f2o =
0.485, IC al 95 % [0.387, 0.585], y el primer lugar, f1o
= 0.398, IC al 95 % [0.304, 0.499],
cuyos intervalos de confianza se solapan, lo que indica que no hay
diferencia significativa con un nivel de
significación del 5 % entre las mujeres que ocupan el primer lugar y un
lugar intermedio de nacimiento (Tabla 4).
Con
base en los cálculos mostrados en la Tabla 4,
se estimó el tamaño del efecto del orden
de nacimiento, sobre la frecuencia de mujeres captadas por redes
internacionales de tráfico para la prostitución, estimado mediante la
estadística w de Cohen (1988) (Tabla 5), que obtuvo un valor medio, 0.3 < w = 0.461 < 0.5, lo que indica que existió un efecto de riesgo,
asociado al orden en que nacieron las mujeres entrevistadas con un valor P <
0.000, < α = 0.05, una potencia
muy alta (j = 0.991 > 0.99)
y un error tipo II muy bajo (β = 0.009 <
0.01), mostrando un efecto significativo del orden de nacimiento (Tabla
5).
Al
comparar por pares de categorías de orden de
nacimiento, la equivalencia entre la frecuencia observada y la esperada
(por el número de hermanos) en la situación general, para el nivel de
significancia, las hermanas mayores tuvieron significativamente (P < 0.000 1
< αc = 0.016) más casos de haber sido traficadas para la prostitución que los esperados (n3o = 41 versus n3e
= 23.546) frente a las hermanas intermedias que reportaron menos casos que los esperados (n2o = 50
versus n2e = 67.454), al igual que frente a las hermanas menores (P < 0.000 < αc
= 0.025; n3o = 41 versus n3e = 28.459 y n1o
= 12 versus n1e = 24.541), lo que evidencia un efecto del
orden de nacimiento. En el contraste entre hermanas menores e intermedias, las
frecuencias observadas se ajustaron a las esperadas (P = 0.296 > αc
= 0.05), indicando no efecto del orden de nacimiento (Tabla 6).
Efecto
del orden de nacimiento sobre la trata sexual a través del engaño (situación
específica 1)
El
engaño es una estrategia utilizada con cierta
frecuencia por las redes de tráfico de mujeres para el comercio sexual que reclutan a menores en
Centroamérica y las conducen hasta Estados
Unidos (Martínez-Martin, 2022). Las menores provenientes de familias que
viven en situación de pobreza y proceden de hogares con múltiples
problemáticas, son fácilmente “encandiladas”
por reclutadores que les ofrecen atractivos
empleos, con elevadas remuneraciones
en sectores de la moda, la belleza,
el modelaje, entre otros (Juárez-Moreno y col., 2022). Las menores
aceptan dejar atrás una vida de sufrimiento
para llevar una vida de lujos en
Estados Unidos. Sin embargo, cuando llegan al país de destino la
actividad que deben realizar es diferente de lo que les dijeron. Allí se percatan de que no las condujeron para
ser modelos, sino para el mercado del comercio sexual. Sin embargo, el hecho de
ser menores de edad, carecer de educación escolarizada o tener niveles bajos de
educación, desconocer el idioma y no disponer
de recursos económicos, no les deja otra opción que aceptar lo que les
proponen los traficantes: dedicarse al comercio
sexual a cambio de una remuneración
económica. Esta opción les permite pagar la deuda que contrajeron al ser
conducidas al norte y enviar remesas a sus familias (Izcara-Palacios,
2020). Rechazar esta propuesta significaría la deportación y la acumulación de
una deuda que ni ellas, ni sus familias podrían afrontar.
El
34 % de la entrevistadas señalaron que fueron conducidas hasta Estados Unidos
con engaños. Los traficantes nunca les explicaron en qué consistiría la
actividad que realizarían en ese país. En
algunos casos, únicamente les
explicaron que allí ganarían mu-cho dinero por realizar actividades sencillas
como bailar o modelar. En otros casos nunca se mencionó qué harían en el norte
de América. Ellas eran menores de edad, crédulas e ingenuas, que nunca dudaron
de la buena voluntad de quienes las transportaban hacia Estados Unidos. Sin
embargo, cuando llegaron al lugar de
destino todo cambió. Allí les dijeron con tono intimidante que el trabajo que desempeñarían era la prostitución. También les
advirtieron que habían contraído una deuda de miles de dólares que pagarían a
través de descuentos semanales en sus salarios. Además, les revelaron el
monto de su salario semanal, que casi
siempre se elevaba por encima de 1 000 dólares. Los traficantes les ofrecieron
dos opciones: trabajar en la prostitución y continuar en Estados Unidos o
rechazar esta oferta de trabajo y ser deportadas. La primera opción significaba
poner fin a sus problemas económicos. La segunda, conllevaba adquirir una deuda impagable. Como
consecuencia, todas aceptaron la primera opción.
La
distribución de la frecuencia de mujeres traficadas por engaño, condicionada al
orden de nacimiento (n1o = 2, n2o = 16 y n3o
= 17) fue la misma que la distribución esperada para las tres categorías del orden de nacimiento: ne1 = 6.263 (fe2 = ne1 /35 = 0.179)
para hermana menor, ne2 = 21.474 (fe2
= ne2 /35 = 0.614) para intermedia y ne3 =
7.263 (fe3 = ne3 /35 = 0.208) para mayor
(Tabla 4). Esto señala que el orden de nacimiento afecta en el riesgo de ser
víctima de trata sexual a través del engaño. La
frecuencia relativa de hermanas menores, f1o = 0.057, IC
al 95 % [0.010, 0.205] fue significativamente
menor que las frecuencias relativas de
hermanas mayores, f3o = 0.486, IC al 95 %
[0.317, 0.657], y hermanas intermedias, f2o = 0.457, IC
al 95 % [0.292, 0.631], cuyos intervalos de confianza se solapan, lo que
indica que no hay diferencia significativa con un nivel de significación del 5
% entre hermanas mayores e
intermedias (Tabla 4).
El tamaño del efecto fue grande, w = 0.704 >
0.5 (Tabla 5), con un valor de P <
0.000, < α = 0.05, potencia alta (ϕ = 0.970 > 0.9) y un error tipo II
bajo (β = 0.030 < 0.05).
Al
comparar por pares de categorías de orden de
nacimiento, la equivalencia entre la frecuencia observada y la esperada (por el
número de hermanos) en la situación específica 1, para el nivel de
significancia, las hermanas mayores presentaron significativamente (P < 0.001 < αc = 0.016 7)
más casos que los esperados (n3o = 17 versus n3e
= 8.341) frente a las hermanas intermedias que reportaron menos casos que los
esperados (n2o = 16 versus n2e =
24.659), al igual que frente a las hermanas menores (P < 0.001 < αc
= 0.025; n3o = 17 versus n3e = 10.202 y
n1o = 2 versus n1e = 8.798), lo que evidencia un efecto del orden
de nacimiento. Según Lamas (2017), no es infrecuente que las hermanas mayores
recurran al comercio sexual para que las hermanas menores puedan estudiar o
para sostener una economía familiar
maltrecha. En el contraste entre
hermanas menores e intermedias, las frecuencias observadas se ajustan a las esperadas (P = 0.192 > αc =
0.05), indicando no efecto
del orden de nacimiento (Tabla 6).
Efecto
del orden de nacimiento y trata sexual por medio del abuso de una situación de
vulnerabilidad (situación específica 2)
El
abuso de una situación de vulnerabilidad constituye la estrategia utilizada con
mayor frecuencia por las redes de tráfico de mujeres para la prostitución que captan menores centroamericanas que son
conducidas hasta Estados Unidos. La pobreza extrema, los embarazos durante la
adolescencia, la ausencia de las figuras
paternas, la imposibilidad de que la cabeza de familia desempeñe el rol
de proveedor o la participación de la familia en mercados ilegales, torna a
muchas menores centroamericanas en víctimas de redes de tráfico humano que las
reclutan para introducirlas en el mercado
del comercio sexual de Estados Unidos (Preble,
2019). En este caso, los traficantes no engañan a las menores, pues les
explican la naturaleza del trabajo que realizarán en Estados Unidos (Izcara-Palacios,
2021). Desafortunadamente, ello no es un obstáculo para que las menores se nieguen a emigrar al norte. Las
múltiples vulnerabilidades a las que se enfrentaron desde su infancia más temprana las predisponen a aceptar realizar cualquier tipo
de actividad a cambio de una remuneración económica. Schwarz y col. (2019)
señalan que la vulnerabilidad asociada a la pobreza hace que mucha gente acepte
ser esclavizada para obtener seguridad financiera. Por lo tanto, cuando
los traficantes les dicen que únicamente
las conducirán a Estados Unidos si aceptan
trabajar en el comercio sexual, las
menores no dudan en aceptar la invitación de los primeros.
El
66 % de la entrevistadas señalaron que sabían qué trabajo harían en el norte.
En algunos casos conocían a otras personas que habían sido traficadas a Estados
Unidos para la prostitución y les contaron qué hacían, cómo vivían y cuánto
dinero ganaban en esa región. Por lo tanto, ellas fueron quienes tomaron la iniciativa
de buscar a un traficante que las condujese al norte para trabajar en el
comercio sexual. En otros casos, fue un traficante quien dio el primer paso y
las invitó a ir a Estados Unidos para trabajar en la prostitución. Y después de
valorar el beneficio económico derivado de aceptar esta proposición, decidieron
emigrar a Estados Unidos.
La
distribución de la frecuencia de ser víctima de esta situación, condicionada al
orden de nacimiento (n1o = 10, n2o = 34 y n3o
= 24) fue la misma que la distribución esperada para las tres categorías de orden de nacimiento: ne1
= 12.026 (fe1 = ne1 /68 = 0.177) para
hermana menor, ne2 = 40.948 (fe3 = ne2
/68 = 0.602) para intermedia y ne3 = 15.026 (fe3
= ne3 /68 =
0.221) para mayor (Tabla 4). Lo que señala que el orden de nacimiento tiene
efecto sobre el ser víctima de trata sexual
a través del abuso de una situación de vulnerabilidad. La frecuencia
relativa de hermanas menores, f1o = 0.147, IC al 95 %
[0.077, 0.258] fue significativamente menor
que la frecuencia relativa de hermanas intermedias, f2o
= 0.500, IC al 95 % [0.377, 0.623], y esta última frecuencia se solapa con
la de hermanas mayores en su estimación por intervalo, f3o =
0.353, IC al 95 % [0.244, 0.479], lo que indica que no hay diferencia
significativa con un nivel de significación del 5 % entre las mujeres que
ocupan el primer lugar y un lugar intermedio
de nacimiento (Tabla 4).
El
tamaño del efecto fue medio, 0.3 < w = 0.318 < 0.5 (Tabla 5) con
un valor de P = 0.032 < α = 0.05, una
potencia baja (ϕ = 0.647 < 0.8) y un error tipo II alto (β = 0.353
> 0.2).
Al
contrastar por pares de categorías de orden de nacimiento, la equivalencia
entre la frecuencia observada y la esperada (por el número de hermanos) en la
situación específica 2, para el nivel de significancia, las hermanas mayores
presentaron significativamente (P = 0.011 < αc = 0.0167), más casos (n3o
= 24 versus n3e = 15.570)
y las hermanas intermedias menos (n2o
= 34 versus n2e = 42.430) que los esperados, mostrando un efecto significativo del orden
de nacimiento. En las otras dos comparaciones, las frecuencias observadas se
ajustan a las esperadas, por lo que el orden de nacimiento no tiene un efecto
significativo (Tabla 6).
CONCLUSIONES
Las
redes de tráfico humano para la prostitución captan a menores en situación de
vulnerabilidad. Estas vulnerabilidades aparecen vinculadas tanto a las estructuras sociales (pobreza, desempleo y
la falta de oportunidades económicas) como a las conductas individuales (embarazo en la adolescencia, violencia
doméstica, participación de familiares en mercados
ilegales). Los resultados de este estudio permiten establecer que las
hermanas que ocupan el primer lugar en el
orden de nacimiento (hermanas mayores) son las más susceptibles a ser captadas por una red internacional
de tráfico de mujeres para la prostitución (situación general) y ser engañadas
por traficantes para que emigren a Estados Unidos
para insertarse en el mercado del comercio sexual, en comparación con
las hermanas menores. Su posición en el
orden de nacimiento las hace más vulnerables a sacrificarse por sus otros
hermanos y hermanas que le siguen, sobre todo, cuando falta uno o ambos
progenitores, aun cuando sean menores de edad (promedio de 15 años). Por
otro lado, ocupar el último lugar en el orden de
nacimiento hace a las jóvenes menos vulnerables al tráfico sexual en
general y a la trata por engaño, en comparación con la hermana mayor y las
hermanas intermedias, así como a la trata
por medio del abuso de una situación
de vulnerabilidad en comparación con las
hermanas intermedias. Las hermanas mayores fueron quienes asumieron la
responsabilidad de procurar el bienestar de los más pequeños y con ello, las
hermanas menores presentan una menor vulnerabilidad a ser traficadas para el
comercio sexual, porque las hermanas mayores están dispuestas a sacrificarse
por ellas. Los resultados tienen importantes implicaciones para quienes
trabajan en programas de prevención de trata sexual en sociedades caracterizadas
por elevados niveles de pobreza, desigualdad social y desintegración familiar.
Se debe prestar una especial atención a las niñas que ocupan el primer lugar en
el orden de nacimiento, ya que presentaron una incidencia significativamente
mayor en el número de casos de tráfico sexual a Estados Unidos para la
prostitución, entre las niñas del triángulo norte de Centroamérica.
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