https://doi.org/10.29059/cienciauat.v17i2.1743
Dificultades
en mujeres madres de niños y niñas en edad escolar
durante el confinamiento por COVID-19
Difficulties in female mothers of school-aged children
during COVID-19 confinement
Dificultades en madres durante el
confinamiento
Yazmín Alejandra Quintero-Hernández1*,
Perla Shiomara del-Carpio-Ovando2
*Correspondencia:
yazmin.quintero@ugto.mx/Fecha de recepción: 11 de agosto de 2022/Fecha de
aceptación: 1 de diciembre de 2022/Fecha de publicación: 31 de enero de 2023.
1Universidad de
Guanajuato, División de Ciencias de la Salud e Ingenierías, Av. Javier Barros
Sierra núm. 201, esq. Av. Baja California, Ejido de Santa María del Refugio,
Celaya, Guanajuato, México, C. P. 38140. 2Universidad de Guanajuato,
Departamento de Estudios Culturales, Demográficos y Políticos, Celaya,
Guanajuato, México.
Resumen
La
pandemia por COVID-19 ha tenido un impacto social, económico y de salud física
y emocional en la población, siendo las mujeres uno de los grupos mayormente
afectados. El objetivo del presente trabajo fue identificar las dificultades y
estrategias de solución de madres de niños y niñas en edad escolar, participantes de un grupo de autoayuda virtual durante el confinamiento por COVID-19. La recolección
de datos se realizó mediante un análisis documental y una serie de preguntas
detonadoras en el grupo de autoayuda. El trabajo de campo virtual se realizó
durante los meses de mayo y junio de 2020. Durante la pandemia, las principales
dificultades de las madres de familia con hijos e hijas pequeños, en edad entre
3 a 12 años, fueron sobrecarga de actividades, estrés y agotamiento, que les
provocaron sentimientos de preocupación,
incertidumbre, irritabilidad, cansancio y emociones de culpa y miedo. Los resultados permitieron evidenciar
la vulnerabilidad de las mujeres, en función de la socialización de género, que
ha promovido una distribución desigual de roles y actividades entre ambos sexos, asignando mayor carga de responsabilidades a ellas. Se destaca la
importancia de fortalecer el autocuidado, la
red de apoyo social y la corresponsabilidad con la pareja para hacer frente a las situaciones adversas.
Palabras clave: afrontamiento, culpa, madres, pandemia, sobrecarga.
Abstract
The COVID-19 pandemic has had a social, economic,
physical, and emotional health negative impact on the population, with women
being one of the most affected groups. The objective of this work was to identify the difficulties and solution strategies of mothers of school-aged
boys and girls, who were participants in a virtual self-help group during the
COVID-19 confinement. Data was collected
through documentary analysis and in depth questioning in the self-help
group. The virtual field work was carried out during May and June 2020. During the pandemic, the main difficulties experienced by
mothers of young children aged 3 to 12 years were: the overload of
activities, stress, and exhaustion. This caused them feelings of anxiety,
uncertainty, irritability, tiredness, and emotions
of guilt and fear. The results made it possible to show the
vulnerability of women, based on gender socialization, that has promoted an
unequal distribution of roles and activities between both genders, assigning a
greater burden of responsibilities to them. The importance of strengthening
self-care, a social support network and co-responsibility with partners to face
adverse situations is highlighted.
Keywords: coping, guilt,
mothers, pandemic, overload.
INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró, el 11
de marzo de 2020, como pandemia a la enfermedad ocasionada por el virus SARS-CoV-2 (COVID-19),
de acuerdo a la información de
la Organización Panamericana de la Salud
(OPS, 2020).
Una de las medidas más importantes de los gobiernos, para evitar
contagios, fue establecer medidas de
cuarentena, aislamiento, confinamiento y distanciamiento social (Gallegos y Elgier, 2020; Torralbas, 2020). En México, dentro de las medidas de prevención, el 24 de marzo de 2020 se
estableció el periodo de sana distancia, que consistió en la suspensión
temporal de actividades consideradas como no esenciales, la
permanencia en casa y restricción de congregaciones masivas (Gobierno de
México, 2020a).
El confinamiento o sana distancia ha estado asociado a la
presencia de estrés, depresión y ansiedad entre la población, afectando en
mayor proporción a mujeres (Apaza y col., 2020; Barraza, 2020; Samrah y col.,
2020). El sentimiento de angustia y vulnerabilidad durante la pandemia fue
también mayor en mujeres, al igual que los sentimientos de incertidumbre, miedo
y responsabilidad derivados de ésta (Johnson y col., 2020).
Las mujeres embarazadas o con hijos e hijas menores
presentan vulnerabilidad respecto al desarrollo de ansiedad y depresión, lo
cual fue más notorio durante la pandemia por COVID-19, ya que este grupo
aumentó sustancialmente en su probabilidad de ansiedad (72 %) y depresión (41
%) durante la crisis sanitaria (Davenport y col., 2020). Existen factores socioculturales
que incrementaron la vulnerabilidad de las mujeres, dentro de ellos se
encuentra la socialización de género. La
socialización de género explica cómo son asumidos
ciertos roles, características y comportamientos, ligados a las funciones
tradicionales valoradas como inherentes a la naturaleza sexual de hombres y
mujeres (Rocha, 2009). Esta socialización propició, entre otras cosas, que las
mujeres se sintieran responsables de muchas
situaciones que enfrentaron durante la contingencia sanitaria, como fue el
incremento de actividades asociadas a la crianza y el cuidado de la familia, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2020a).
Antes
de la crisis sanitaria, las mujeres de América Latina y el Caribe, por ejemplo,
dedicaban entre 22 h y 42 h semanales al trabajo doméstico y de cuidados no
remunerados, tres veces más tiempo que los hombres, en las mismas tareas
(CEPAL, 2020a). Durante la pandemia, las
funciones de cuidado y crianza se incrementaron de acuerdo con la
Organización de las Naciones Unidas (ONU-Mujeres, 2020) y algunas mujeres, que
tenían responsabilidades de un trabajo
remunerado, tuvieron que conjuntarlas con labores de casa, lo cual
implicó cuidado y atención de tiempo completo a la niñez, que tenía que realizar actividades educativas dentro
del hogar y bajo la supervisión de madres y/o padres (CEPAL, 2020b). A ello se
sumó que, las mujeres se sentían responsables no sólo de cuidar a sus hijos e
hijas, sino también de prevenir el contagio en su familia por el COVID-19
(Johnson y col., 2020).
Estas responsabilidades asignadas y asumidas explican, de
cierta forma, la sobrecarga de actividades que causan estrés y éste a su vez
provoca el agotamiento físico y emocional reportado por las mujeres (Segura y Pérez,
2016; Pacheco y col., 2022). El agotamiento emocional, se refiere a la
disminución de energía y al sentimiento de desgaste emocional y físico,
asociados a una sensación de frustración y fracaso (Barreto-Osma y Salazar,
2021), lo cual puede deteriorar la salud mental, social y física de quienes
asumen las funciones de cuidado y provocar trastornos ansioso-depresivos
(Breinbauer y col., 2009; Cabada y Martínez, 2017).
Las mujeres son más vulnerables a presentar problemas de
salud ante situaciones adversas, entre ellas, factores socioeconómicos, que
evidencian la inequidad de género. En este contexto, sobresale el hecho de que
las mujeres representan el 72.8 % de personas ocupadas en el sector salud (CEPAL, 2020b) y durante la pandemia se
incrementó el trabajo (jornadas extremas sin descanso) y el riesgo de contagio
para las mujeres que trabajan en dicho sector. Los sistemas sanitarios,
rebasados en sus capacidades, trasladaron muchas de sus funciones a los
hogares, siendo las mujeres quienes principalmente atendieron tareas de cuidado
de la salud de grupos de alto riesgo, como adultos mayores (CEPAL, 2020a).
El confinamiento, como parte de la Jornada de Sana
Distancia, causó el incremento de la tensión familiar, derivada de preocupaciones por la seguridad, salud y dinero
(Quintero y Del-Carpio, 2020). Esta
nueva modalidad de convivencia
propició nuevos malestares y aumentó los
ya existentes en los vínculos familiares, provocando
un alza en la tasa de divorcios y de la violencia de hombres hacia mujeres (ONU-Mujeres,
2020; Scholten y col., 2020). Asimismo, reforzó el aislamiento de las mujeres,
favoreciendo el contexto para el
comportamiento controlador y violento del agresor, debido a que las mujeres se
encontraban separadas de personas y de sus principales recursos de ayuda
(Mlambo-Ngcuka, 2020) para poder afrontar múltiples adversidades suscitadas durante la pandemia.
La
forma individual de afrontar las dificultades es uno de los factores que puede
incidir en la presencia de problemas de salud mental en la población durante la
pandemia (Gobierno de México, 2020b). Se denominan recursos de afrontamiento a
todos los esfuerzos cognitivos y conductuales, aprendidos o desarrollados por los
individuos, encaminados a manejar las demandas externas, internas o ambas, que
generan estrés (Lazarus y Folkman, 1984). En el caso de la pandemia COVID-19,
se ha señalado la existencia de estrategias
adaptativas y desadaptativas, utilizadas como recursos de afrontamiento.
Las primeras son resultado de un ajuste positivo y activo, a nivel cognitivo y
conductual; mientras que las segundas se relacionan con una desvinculación conductual de la situación estresante y
con una pérdida de control (Lazarus y
Folkman, 1984; Barquín-Cuervo y col., 2018). Dentro de las estrategias
adaptativas, se encuentran la reinterpretación positiva y el uso del humor
(Rosa-Alcázar y col., 2021), el apoyo social y familiar (Samrah y col., 2020; Labrague
y col., 2021; Mulukom y col., 2021; Fernandes y col., 2022), el contacto con
otras personas (Samrah y col., 2020; Mulukom
y col., 2021), realizar actividades
recreativas (Du y col., 2020; Zhuo y Zacharias, 2020), la distracción (Kołodziejczyk y col., 2021), el juego y pasar tiempo
a solas (Petrocchi y col., 2020). Entre las estrategias desadaptativas destacan
la autoculpabilidad, el consumo de sustancias y algunas acciones pasivas de
evitación (Rosa-Alcázar y col., 2021). Estos tipos de afrontamiento se han
asociado a un mayor riesgo para el desarrollo de síntomas de depresión (Spinola
y col., 2020).
El objetivo del presente trabajo fue identificar las
dificultades y estrategias de solución de madres de niños y
niñas en edad escolar, participantes de un grupo de autoayuda virtual
durante el confinamiento por COVID-19.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se
utilizó la metodología cualitativa, mediante el
análisis documental y la obtención de información por medio de preguntas
detonadoras realizadas en un grupo de autoayuda virtual, constituido durante el
confinamiento por COVID-19, por 8 mujeres mexicanas, residentes de la Ciudad de
México. En el estudio se incluyeron dos ejes temáticos: dificultades
enfrentadas durante el confinamiento y estrategias de solución.
La
forma de contacto de las participantes fue a través de una invitación abierta,
compartida vía redes sociales, WhatsApp y Facebook, colocada en el mes de abril
de 2020, en la que se convocó a formar parte de un grupo virtual para mujeres
que enfrentaban dificultades derivadas de los ajustes en sus vidas a raíz del
confinamiento por COVID-19. Los criterios de participación solicitados fueron:
mujeres que radicaran en la Ciudad de México, con hijos o hijas, en edad entre
3 a 12 años, preferentemente inscritos y activos en una institución educativa.
Las
interesadas contactaron al equipo de trabajo
para expresar su deseo de participar. Durante este primer contacto se les
explicaron los objetivos de la actividad, se señaló que el grupo de autoayuda
no tenía costo y tenía la finalidad de ser un espacio para compartir sus
dificultades derivadas del confinamiento y, la forma en que trataban de
resolverlas y en encontrar así de manera
conjunta soluciones efectivas para
afrontarlas; a su vez, se les indicó que
los resultados derivados de las sesiones serían parte de un estudio que
pretendía ayudar a más mujeres que atravesaban situaciones similares y se les
pidió autorización para grabar las dos primeras sesiones, durante las cuales se
les harían algunas preguntas; también se les comentó que la información
obtenida sería confidencial y anónima, y sería utilizada exclusivamente con fines de investigación. Este primer
contacto permitió que las participantes compartieran dudas respecto al estudio. Se acordó las fechas y horarios de
reunión en la plataforma virtual. Antes de la primera sesión, las participantes
firmaron el consentimiento informado, de acuerdo con los lineamientos del Código Ético del Psicólogo
(Sociedad Mexicana de Psicología, 2007) y de la Asociación Americana de
Psicología (APA, 2010).
Integración y desarrollo del grupo de autoayuda
El grupo de autoayuda se generó como un espacio de
expresión y autocuidado emocional durante la crisis sanitaria, dada la
vulnerabilidad de las mujeres, debido al riesgo de afectación en la salud
física y mental, y dada la importancia de su participación en actividades de
salud y de cuidado durante la pandemia. Se programaron 8 reuniones semanales de
1 h cada una, con los siguientes temas: 1)
dificultades enfrentadas durante la pandemia, 2) medidas, estrategias y recursos utilizados para enfrentar estas dificultades, 3) familia y redes de apoyo, 4) comunicación, 5) autocuidado y salud,
6) género, mujer y maternidad, 7) recursos
personales y sociales, 8) cambios y cierre. Este espacio permitió que las
participantes pudiesen compartir su experiencia respecto a las dificultades que
consideraban estaba generando en ellas la crisis sanitaria y las
estrategias que estaban implementando para
abordarlas.
Obtención de la información proveniente del grupo de
autoayuda
Los resultados de este estudio corresponden a las
respuestas de las participantes a dos preguntas detonadoras realizadas durante
las dos primeras sesiones. Durante la primera sesión se les dio la instrucción
de presentarse (se les solicitó indicar su nombre, ocupación, número y edades
de los hijos y personas con las que vivían) y compartir las principales
dificultades que enfrentaban a raíz del confinamiento por COVID-19. No se
limitó el tiempo de respuestas de las participantes y se les permitió responder
libremente a esta pregunta, sin intervenir,
a excepción de cuando algo no quedaba claro. Una vez que las participantes se
presentaron, se les pidió que compartieran las expectativas de acudir al grupo
y lo que se llevaban de escucharse entre sí durante esta primera sesión. La
segunda sesión giró en torno a las medidas, soluciones y estrategias que
realizaban las participantes para enfrentar sus dificultades.
Las
actividades virtuales, en las que se hizo el
levantamiento de información (especialmente las sesiones realizadas en
el mes de mayo de 2020) se enmarcaron en el
periodo de la Jornada Nacional de Sana Distancia (realizada del 23 de
marzo de 2020 al 30 de mayo de 2020), periodo en el que, en México, las
instancias de salud sugirieron protocolos con medidas fuertemente restrictivas respecto al contacto social
y se instauraron medidas contundentes, como la
suspensión inmediata de actividades no esenciales en todos los sectores,
se restringieron congregaciones masivas y se recomendó permanecer en casa
(Gobierno de México, 2020a). Es importante considerar que los testimonios de
las mujeres participantes surgieron en un momento álgido de la crisis
sanitaria.
Las entrevistas se transcribieron y la información se
organizó mediante un análisis temático (Braun y Clarke, 2006). Esto permitió
identificar, organizar, analizar y construir temas y categorías a partir de los
datos y facilitó su codificación. Los códigos se clasificaron con base en los
dos ejes temáticos vinculados al objetivo de investigación.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Características de la población de estudio
La
edad de las mujeres participantes osciló entre los 24 y los 47 años, la mayoría
trabajaba desde casa y dos de ellas se dedicaban exclusivamente al hogar. Las principales actividades laborales
estuvieron vinculadas a la docencia y el área de salud. Todas vivían con su pareja y tenían hijos e hijas en edad escolar al momento
de participar en el estudio y manifestaron ser responsables del cuidado del
hogar; dos de ellas, además del cuidado de
sus hijos, tenían a sus padres bajo su cuidado (Tabla 1).
Principales dificultades enfrentadas durante el
confinamiento
Las
dificultades expresadas por las mujeres participantes
en el estudio fueron: sobrecarga de actividades, estrés y agotamiento.
La emoción constantemente referida fue culpa, seguida por miedo, también
refirieron incertidumbre, preocupación, irritabilidad y cansancio (Tabla 2).
En
cuanto a la sobrecarga de actividades, surgieron situaciones derivadas del
entorno de pandemia y del incremento de responsabilidades, como las clases en
línea y el aumento de las actividades de
limpieza, derivadas del mayor tiempo
en casa de los hijos e hijas y esposos; además, de la incorporación de nuevas
rutinas y medidas higiénicas para evitar contagios. A este respecto, las participantes compartieron:
“Ahora también soy maestra de mi hijo y tengo que dar clases
y estar al pendiente de las suyas y para
casi todo requiere mi atención constante” (Sara, 29 años).
“Ellos comienzan a desordenar desde
temprano. Todo el tiempo veo tirado, al
principio intentaba recoger, ahora sólo me molesto” (Alicia, 34 años).
“Y con mi esposo en casa, el trabajo y el
desorden aumenta” (Tania, 24 años).
“Ahora toda la limpieza me corresponde a
mí” (María, 38 años) (antes acudía una persona a ayudarles 3 veces por semana,
por situación de pandemia dejó de acudir).
“Las compras casi siempre las realiza mi
esposo, pero al llegar hay que limpiar todos los alimentos y enlatados con
cloro, eso lo hago yo” (Rocío, 26 años).
Las mujeres del estudio se describieron como las principales
encargadas de los trabajos domésticos y de cuidados en su hogar durante la
pandemia. Pacheco y col. (2022) también encontraron
que las mujeres en pandemia vivenciaron
una mayor sobrecarga doméstica. De acuerdo con la CEPAL (2020a) la
pandemia por COVID-19 evidenció la injusta organización social de los cuidados
en América Latina y el Caribe, al ser las mujeres las que realizan la mayor
cantidad de tareas de cuidados, ya sea en
forma remunerada y no remunerada (CEPAL,
2020b). Esta instancia reconoce también que la función de cuidado y de apoyo
emocional que realizaron las mujeres durante la crisis sanitaria resultó
fundamental para ayudar a reducir los
efectos del aislamiento y las
consecuencias negativas en la salud mental de la familia. En este sentido,
señala que la pandemia ha puesto de relieve la importancia de los cuidados para
la sostenibilidad de la vida (CEPAL, 2020a).
El cierre de escuelas y guarderías implicó la necesidad
de un rol más activo de los padres y madres en la educación académica de sus
hijos e hijas (Spinelli y col., 2020). En el caso del presente estudio, este
rol fue generalmente asumido por las madres participantes, quienes debían guiar y apoyar constantemente a sus hijos e hijas en las actividades escolares.
Se
encontró que fue mas difícil y estresante pasar
la cuarentena en casa para quienes equilibraban el trabajo y la crianza
con hijos e hijas pequeños (Spinelli y col., 2020). A este respecto, las
mujeres del estudio señalaron vivenciar
agotamiento.
“Me cuesta mucho trabajo levantarme por
las mañanas” (Tania, 24 años).
“Me siento todo el día
cansada y no puedo descansar por las noches” (Elisa, 47 años).
“A pesar de estar todo el día en casa no
rindo igual y me siento muy cansada” (Sara, 29 años).
Algunas de las participantes de este estudio tenían que
compaginar las funciones de crianza, cuidado y domésticas con las laborales, al
trabajar desde casa. La dificultad de compatibilizar las actividades de la
esfera laboral y familiar ha sido reportada en otros estudios con mujeres
durante la pandemia. Pacheco y col. (2022) encontraron que fue difícil para las
mujeres que trabajaron desde casa demarcar los límites temporales y espaciales
entre ambas esferas, lo cual les provocó efectos negativos en su salud,
causando un estado de tensión permanente a nivel físico y psicológico y un
aumento del estrés, preocupación e irritabilidad.
El agotamiento indicado por las mujeres hace referencia a
dimensiones emocionales y físicas, éste alude a la disminución de energía y al
sentimiento de desgaste emocional y físico, asociado también a una sensación de
frustración y fracaso (Barreto-Osma y Salazar, 2021). Las
mujeres indicaron miedo y preocupación al contagio por COVID-19. Esto se suma a
lo encontrado en otros estudios, que reportaron que las mujeres presentaron
mayor miedo al COVID-19, en comparación de
los hombres (Caycho-Rodríguez y col.,
2021). En este sentido, las participantes refirieron:
“Me preocupa la salud de mis papás, ya
no acuden tan seguido a revisiones médicas y por la edad sé que es muy riesgoso
que enfermen de COVID” (Elisa, 47 años).
“Mi mamá vive con mi hermana en la Ciudad
de México, su actividad es en hospital, eso me tiene mucho más preocupada”
(Alicia, 34 años).
Otro
aspecto importante compartido por las participantes hace referencia a la culpa,
por no poder responder con eficiencia a las
demandas laborales o del hogar, o por no poder estar más tiempo atendiendo funciones de crianza o cuidado. En
ocasiones, estas situaciones generaban también agotamiento e irritabilidad:
“No me gusta dejar la casa tirada”
(Alicia, 34 años).
“Al principio decidí trabajar por las
noches, cuando mis hijos ya dormían, pero no aguanté más de una semana” (Sara,
29 años).
“La mayor parte del tiempo me siento muy
cansada, o estoy de malas y eso me hace sentir mal porque sé que mis hijos no
tienen la culpa” (Rocío, 26 años).
“Acabo gritando a mis hijos y luego me
arrepiento porque para ellos tampoco es fácil” (Tania, 24 años).
“He buscado trabajar de noche y en
silencio avanzo mucho. Al otro día no me siento culpable, pero entonces me
siento muy agotada y no estoy al 100” (Gladis, 37 años).
De manera similar, Pacheco y col. (2022) encontraron
culpa en mujeres, derivada de la percepción de ser incapaz de responder
adecuadamente a las demandas laborales y familiares, especialmente de no poder
atender las necesidades de los hijos durante la pandemia. La culpa es una
emoción frecuentemente vinculada a las mujeres. Huertas (2010), señaló que la
culpa en las mujeres se ha utilizado como instrumento de violencia para
mantener la estructura patriarcal. De acuerdo con Mizrahi (2003), es una
emoción que se observa en fragmentos de textos religiosos y de la literatura
clásica para neutralizar la autonomía de las mujeres. Las mujeres son más
propensas a introyectar la culpa como emoción ante situaciones diversas. De
acuerdo con Huertas (2010: 95) “Alrededor de la maternidad, se
desarrolla el entramado más patente de culpa
en la mujer”. Este autor señala que muchas mujeres manifiestan sentirse
culpables por transgredir las funciones asignadas culturalmente a su rol de
género, por descuidar a sus hijos e hijas, por mostrarse irritables y por no
realizar labores de casa adecuadamente.
Aunque ha habido cambios, encaminados a que la identidad
femenina no se conforme exclusivamente de la mujer-madre (Alzard,
2019), ser “buena madre” sigue siendo parte importante de las altas exigencias de las mujeres que deben
cumplir con actividades de crianza, cuidado y laborales. La abnegación y el
sacrificio pareciesen ir unidos al mito de la “buena madre” (Ruíz, 2021: 32).
Así, ser madre en el siglo XXI exige una
maternidad “perfecta”, que genera ansiedad, depresión, preocupación y
malestar entre las mujeres (Alcalá, 2015) y que, en el caso de las
participantes en el estudio, implicó el “autosacrificio” y que tuvieran que
anteponer la atención de necesidades
familiares a la de ellas, lo cual implicó disminución de tiempo de descanso y sueño, postergar horarios
de comida y actividades laborales, entre otras.
Las respuestas de las participantes del estudio se suman
a lo señalado por autores como Breinbauer y col. (2009) y Cabada y Martínez
(2017), quienes indicaron que una mayor sobrecarga deteriora la salud mental, social y física de
quienes asumen las funciones de cuidado, quienes también suelen presentar mayor
frecuencia de trastornos ansioso-depresivos.
Los resultados encontrados en las respuestas emitidas por
las participantes, permiten observar que las dificultades expresadas estuvieron
asociadas a la vulnerabilidad por condición de género que, en el contexto de
pandemia, volvió más crítica la situación de las mujeres, debido al incremento
de múltiples tareas en el hogar, la crianza y las tareas de cuidado, lo cual
les generó irritabilidad, estrés, sobrecarga, agotamiento y emociones de culpa,
a lo cual se sumó el miedo de que integrantes de la familia fueran contagiados
por COVID-19, especialmente adultos mayores.
También
es posible observar que la distribución
desigual de las actividades y la consecuente sobrecarga de trabajo en las mujeres, perpetúa su condición desventajosa al
limitar su crecimiento y desarrollo en áreas que podrían darles otro tipo de
beneficios, independencia y autonomía
(Quintero, 2021). Esto, al considerar que asumir solas o de forma
mayoritaria, las tareas domésticas, de cuidado y del hogar no ha sido exclusivo
al periodo de confinamiento de la crisis sanitaria, sino que es extensivo a
otros momentos y experiencias de su vida familiar, debido entre otras causas, a
la socialización de género que ha perpetuado que las mujeres asuman múltiples
ocupaciones y que antepongan las necesidades familiares a las personales, afectando o comprometiendo su salud
física y mental (Lagarde, 1997). En este sentido, se considera el pronóstico de
la CEPAL (2021), al afirmar que la crisis por COVID-19 ampliaría aún más la
brecha de género, lo cual implica un retroceso de 10 años hacia el camino de la
igualdad de género y autonomía de las mujeres.
Estrategias
de afrontamiento y solución de dificultades
Las estrategias de solución fueron analizadas desde la
teoría de Lazarus y Folkman (1984) sobre el afrontamiento al estrés. Las
mujeres desarrollaron principalmente estrategias de afrontamiento cognitivo y
en menor medida estrategias de afrontamiento social y conductual para atender las dificultades y el incremento de
trabajo en casa y laboral (Tabla 3). Las estrategias
conductuales giraban en torno a lo que ellas mismas podían o no hacer.
Al respecto una participante expresó:
“Muchas veces he avanzado mejor trabajando de noche” (Gladis, 37 años). En
cuanto a las cognitivas, reportaron que intentaron ser más tolerantes con ellas
mismas y dejar de preocuparse por el desempeño de sus hijos e hijas. En
ese sentido, compartieron:
“He intentado ser muy tolerante conmigo
y entender que estamos viviendo una situación extraordinaria, por lo que tengo
que exigirme menos” (María, 38 años).
“Si mis hijos no avanzan ahora, sé que
ya habrá tiempo para recuperarse” (Elisa, 47 años).
Saber que el incremento de actividades, debido al
confinamiento, era temporal, enterarse y leer que otras personas estaban
pasando por una situación parecida, les ayudaba a
disminuir el estrés.
“Trato de pensar que esto es temporal,
lo que me da más fuerza para resistir el cansancio” (Sara, 29 años).
“Lo he compartido con mi hermana, es un sentimiento muy común de ahora, no soy sólo yo, por
eso decidí entrar al grupo” (Alicia, 34 años).
Considerar que la situación era temporal y que
afectaba a más personas, era un tipo de reinterpretación positiva señalada por
Rosa-Alcázar y col. (2021), como estrategia adaptativa para hacer frente al
COVID-19. En algunas participantes, la red de apoyo constituida por familiares
y amigos resultó fundamental para enterarse de la existencia del grupo de
autoayuda virtual que les permitía un espacio de desahogo emocional y conocer a
otras personas con un sentimiento compartido.
Las
participantes del estudio reportaron poca o
nula participación de los hombres en la división del trabajo del hogar, de crianza y de cuidado de los hijos e hijas. Adicional a ello, debe subrayarse
que ninguna de las acciones declaradas, para hacer frente a la sobrecarga de
actividades, implicó la corresponsabilidad de la pareja, lo que permite considerar que las mujeres del estudio tuvieron
que asumir solas las múltiples tareas
familiares durante el periodo de confinamiento
de la crisis sanitaria. Sus acciones en torno a la solución y atención de
dificultades estuvieron en función de la propia administración de tiempo y organización individual de actividades que no consideraba la participación
de la pareja.
“Mi esposo sí está saliendo a trabajar,
tiene muchas presiones por la situación actual de su trabajo y no está de
humor” (Gladis, 37 años).
“Se vuelve como una rutina, él hace lo
suyo y yo tengo que hacer lo que siempre he hecho, las cosas no han cambiado, a
excepción de que ahora lo hago desde casa y con los niños al lado” (Sara, 29
años).
“Se desespera muy rápido con los niños,
entonces me siento peor y al final acabo trabajando yo con ellos” (Tania, 24
años).
En relación con la corresponsabilidad, cabe mencionar
que, debido a la socialización de género, las mujeres han asumido múltiples
tareas sin la participación de la pareja, porque ambos consideran que son
tareas que les corresponden a ellas, lo cual hace que el trabajo, atención y
tiempo de las mujeres se decante, casi en
su totalidad, en las actividades familiares, generando
afectaciones en la salud física y mental (Lagarde, 1997). Esto resulta
preocupante, debido a que ninguna de las
participantes expresó alguna medida de autocuidado, como descansar, proveerse de actividades placenteras, tomarse
un tiempo o poner límites. Posiblemente, esto se debe a que las mujeres han
interiorizado el ser y estar para los otros, tan acertadamente señalado por Lagarde (1997), cuando menciona
que el descuido de lo personal y la anteposición de los otros sobre ellas
mismas son valores de la mujer tradicional. Sin embargo, algunas participantes
señalaron la necesidad de incluir actividades de distracción y recreativas,
como la siguiente expresión: “Cómo me
hace falta salir y tener 5 minutos fuera
para mí” (Mónica, 42 años).
Los
resultados obtenidos subrayan la importancia de generar acciones que permitan
sensibilizar a las mujeres respecto al autocuidado; el cual va más allá de
mantener la salud, pues implica el empoderamiento emancipatorio (Arango, 2007),
y la necesidad de acudir y fortalecer la red
de apoyo social, ya que constituye un elemento importante para prevenir
o mitigar efectos negativos de acontecimientos estresantes y durante la
pandemia ha sido considerado una estrategia de afrontamiento adaptativa (Samrah
y col., 2020; Labrague y col., 2021; Mulukom y col., 2021; Fernandes y col.,
2022).
Es necesario seguir realizando investigación con
perspectiva de género en torno al cuidado de la salud individual, familiar y
social, ante diversas crisis, como la pandemia por COVID-19 y desarrollar
estrategias para la sensibilización respecto a la importancia del autocuidado,
así como de acudir y fortalecer la red de apoyo social. También es importante
trabajar respecto a estereotipos y roles de género, con el fin de que hombres y
mujeres asuman la corresponsabilidad en las funciones del hogar, crianza y cuidado,
así como lograr la distribución más equitativa de actividades. Adicionalmente,
se deben formular políticas culturales que apoyen un cambio de comportamiento y
una redefinición de roles hacia una mayor corresponsabilidad en las tareas
domésticas y de cuidados entre hombres y mujeres (CEPAL, 2020a)
CONCLUSIONES
Las
mujeres de este estudio, madres de hijos e hijas pequeños, reflejaron una
situación de desventaja, que se volvió más crítica en el contexto de la
contingencia sanitaria, provocando dificultades, como la sobrecarga de
actividades, estrés y agotamiento, que les generaron sentimientos de culpa,
miedo, incertidumbre, preocupación, irritabilidad y cansancio. Para resolver
las dificultades, las participantes, en general, recurrieron al afrontamiento
cognitivo y en menor medida al conductual. En todo caso, sus soluciones estaban en función de lo que ellas podían, o
no, realizar, sin recurrir al apoyo de la pareja. Todas estas dificultades se explican
en función de la socialización de género, que ha promovido una distribución
desigual de roles y actividades entre hombres y mujeres. El caso de las mujeres
del presente estudio refleja las posibles desventajas que viven otras mujeres,
las cuales afectan su bienestar socio emocional. Es importante el desarrollo de
futuros trabajos con perspectiva de género
para evaluar las consecuencias pospandemia en las mujeres, y la efectividad de implementar
acciones de autocuidado, fortalecimiento de la red de apoyo social y la redefinición de roles, que impliquen
una mayor corresponsabilidad entre hombres y mujeres en las tareas de
crianza y cuidado. La labor desde la academia
es visibilizar estas desventajas derivadas de la distribución
inequitativa de funciones, a fin de sensibilizar y promover la construcción de
otras representaciones de las mujeres y sus roles.
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