https://doi.org/10.29059/cienciauat.v19i2.1916
Adicción al teléfono
inteligente y preferencias sensoriales, en bachilleres y universitarios
mexicanos
Smartphone
addiction and modal preferences in Mexican bachelor
and college students
Celulares
y VALK en estudiantes mexicanos
Ismael
Esquivel-Gámez1*, Jorge Luis Vázquez-Ariza2, Martín
Guerrero-Posadas3, Julio César Berthely-Barrios1
*Correspondencia: iesquivel@uv.mx/Fecha
de recepción: 14 de mayo de 2024/Fecha de aceptación: 17 de enero de 2025/Fecha
de publicación: 31 de enero de 2025.
1Universidad Veracruzana, Facultad de
Administración-Región Veracruz, Puesta del Sol 24, Vistamar,
Veracruz, Veracruz, México, C. P. 91780. 2Colegio de Estudios
Científicos y Tecnológicos del Estado de Veracruz (CECyTEV), Coatzacoalcos,
Veracruz, México, C. P. 96535. 3Tecnológico Nacional de México,
Instituto Tecnológico de San Luis Potosí, Soledad de Graciano Sánchez, San Luis
Potosí, México, C.P. 78436.
RESUMEN
El
teléfono inteligente tiene un papel muy importante en la vida de los jóvenes,
lo que preocupa por sus efectos en la salud y el rendimiento académico. El objetivo del presente estudio fue validar un instrumento piloto de medición para
determinar la prevalencia de la adicción al teléfono inteligente entre
bachilleres y universitarios, además de examinar su relación con las
preferencias sensoriales (visual, auditiva, lectora, kinestésica).
Se realizó un estudio con 141 estudiantes de
bachillerato y universidad de México. Se aplicó una encuesta sobre adicción al
celular y un cuestionario sobre las modalidades de percepción. Aunque el
nivel de adicción promedio fue mayor en
universitarios, no hubo diferencia significativa por género. La prevalencia de
adicción general fue del 22 %, con “tolerancia” y “síndrome de abstinencia”, como síntomas más comunes, aunque sola la
primera tuvo diferencia significativa estadística (P < 0.05). Respecto a las
preferencias sensoriales, las más indicadas fueron auditiva (29.6 %) y
kinestésica (27.6 %), siendo la cantidad de uno y cuatro canales perceptivos,
los más elegidos. Los universitarios prefirieron la información visual más que los bachilleres (P < 0.05),
mientras que la preferencia por la
lectura/escritura fue mayor en bachilleres (P < 0.05). Considerando
la puntuación total obtenida en la encuesta
como un indicador de adicción al celular, se observó que las personas que
prefieren los contenidos visuales usan
más el teléfono inteligente (ρ = 0.20,
P = 0.015), mientras que las que disfrutan de la lectura/escritura lo usan menos (ρ = - 0.17, P = 0.048). Dichos hallazgos podrían guiar el
desarrollo futuro de aplicaciones para estos dispositivos, de modo que los
estudiantes reorienten el uso del teléfono inteligente en beneficio de
su propio desarrollo, aprovechando los canales de percepción preferidos, aunque por supuesto, se necesitan más estudios
similares en otras regiones de México.
PALABRAS
CLAVE: teléfono inteligente, uso problemático,
preferencias sensoriales, adolescentes, jóvenes.
ABSTRACT
The
smartphone plays a very important role in the lives of young people, which is
of concern because of its effects on health and academic performance. The aim
of the present study was to validate a pilot measurement instrument to
determine the prevalence of smartphone addiction among high school and
university students, in addition to examining its relationship with sensory
preferences (visual, auditory, reading, kinesthetic). A study was conducted
with 141 high school and university students in Mexico. A survey on cell phone addiction and a questionnaire on perception modalities were administered.
Although the average level of addiction was
higher in university students, there was
no significant difference by gender. The prevalence of
general addiction was 22 %, with “tolerance” and “withdrawal syndrome”
as the most common symptoms, although only the former had a significant statistical difference (P < 0.05). Regarding
sensory preferences, the most indicated were
auditory (29.6 %) and kinesthetic (27.6 %), with the number of one and
four perceptual channels being the most
chosen. University students preferred visual information more than high school
students (P < 0.05), while the preference for reading/writing was higher in high school students
(P < 0.05). Considering the total score obtained in the survey as an
indicator of cell phone addiction, it was observed that people who prefer visual content use the
smartphone more (ρ = 0.20, P = 0.015), while those who enjoy
reading/writing use it less (ρ = - 0.17, P = 0.048). These findings could guide the future development of applications for these devices, so that students redirect smartphone use to benefit their own development, taking
advantage of preferred perceptual channels, although of course, more similar
studies are needed in other regions of Mexico.
KEYWORDS: smartphone,
problematic use, modal preferences, adolescents, young people.
INTRODUCCIÓN
En
México, independientemente de la edad, ingresos, género y
ubicación, el teléfono inteligente se ha convertido en parte importante de la
vida de los jóvenes y adolescentes, quienes
comparten la creencia de que usarlo es
benéfico (Lavín-Zatarain y col., 2019). La Asociación Mexicana de
Internet (Asociación de Internet MX, 2024) realizó un estudio que mostró que un
39 % de los usuarios pasaban más de 9 h/d conectados a Internet y un 22 % entre
7 h/d y 9 h/d, reflejando un incremento con respecto al 2023. En México,
preocupa el impacto social y de salud de la adicción al celular, lo que puede
afectar el sueño, el estado de ánimo, la
comunicación, la autoestima, el
comportamiento, la ansiedad y la salud, así como el desempeño escolar. Aunque
se han realizado esfuerzos para investigar los impactos en el aprendizaje
apoyado por teléfonos inteligentes
(Lavín-Zatarain y col., 2019) y el incremento de la actividad física
mediante el uso de aplicaciones para celulares (Vergara-Torres y col., 2020),
se ha encontrado que las conductas adictivas se manifiestan cuando el uso de los mismos pasa de
ser un medio para convertirse en un fin (García-Santillán y
Escalera-Chávez, 2020).
Entre iniciativas
recientes que han suscitado gran preocupación, está la posibilidad de que un
número creciente de individuos, con el uso excesivo de celulares, pudiera vincularse a actividades que promuevan conductas delictivas (Olmedo-Hernández y col., 2019). También ha sido importante conocer si la
impulsividad es un factor detonante del uso problemático, lo cual
ayudaría a comprender mejor el fenómeno (Becerra-Guajardo y col., 2021). De hecho, ha sido interesante determinar,
si el miedo a quedarse sin celular (nomofobia) es una alteración grave que, de
ser identificada y tratada oportunamente, ofrece la posibilidad de prevenir
adicciones (Torres-Salazar y col., 2018). Aunque no se trata de un problema de
consumo de drogas, se trata de una conducta irrefrenable, incontrolable y
exagerada que hace que jóvenes y adolescentes dejen de realizar otras
actividades productivas o de ocio
(Pérez-Caballero y Solis-Centeno, 2011).
Por otro lado,
conforme a Dania y Marchisio (2013), es importante
enfocarse en comprender las variaciones individuales de los estudiantes en cuanto a sus preferencias sensoriales
al seleccionar y procesar información. El
trabajo de Fleming y Mills (1992) ofrece una comprensión de estas preferencias, explicando cómo las personas
reciben información a través de los sentidos (Dania y Marchisio,
2013).
Según Fleming (2012),
el proceso de selección es influenciado por los intereses personales y la presentación de información. Su modelo
corresponde al acrónimo de cuatro modalidades: Visual, Auditiva,
Lectura/Escritura y Kinestésica (VARK, por sus siglas en inglés: Visual, Auditory, Read/Write, Kinesthetic); el cual será
denominado VALK de aquí en adelante. Por
ejemplo, para interesarse por un concepto, alguien puede preferir ver un
diagrama (visual), escuchar una conferencia (auditivo), leer un texto (lector)
o participar en una demostración práctica (kinestésico). La mayoría de las
personas tienen una de cuatro modalidades más desarrollada, aun-que algunas pueden usar varias (Fernández y Narváez,
2021). Existen múltiples estudios que han usado el citado modelo, mediante la
aplicación del cuestionario VALK, buscando una mejoría en el aprendizaje con la adaptación de los recursos
educativos a las preferencias sensoriales
individuales (Ortega-Torres y col., 2020). Finalmente, Egaña y col.
(2019) basados en Fleming (2012), afirman
que el cuestionario VALK mide específicamente modalidades en la
percepción de la información, de modo que solo proporciona información sobre las modalidades preferidas de comunicación.
Para enriquecer el
presente estudio, se buscaron investigaciones previas con muestras de población
mexicana de edades similares. En cuanto al uso problemático del celular, se
pueden citar a Lavín-Zatarain y col. (2019), quienes encontraron que la mayoría
de los universitarios utilizaban el celular en actividades académicas, pero
percibían que los docentes rara vez lo
utilizaban para enseñar. Gómez-García (2018) estudió cómo los celulares
y tecnologías digitales afectan los hábitos de consumo de medios, las interacciones
sociales y la posible adicción a la tecnología. Torres-Salazar y col. (2018)
analizaron la relación entre la
nomofobia y la inteligencia
cognitiva/emocional en estudiantes, encontrando indicadores confiables para
detectar la nomofobia. Guzmán-Cortés y col. (2022) investigaron la capacidad de atención en universitarios con distintos niveles de uso de teléfonos
inteligentes. Encontraron desafíos en la atención sostenida para aquellos con
dependencia y adicción a los celulares. Betancourt-Ocampo y col. (2022)
diseñaron un instrumento para evaluar la dependencia del teléfono celular en
adultos. Identificaron cuatro factores principales: dificultad para realizar
actividades, preocupación, conflictos interpersonales y dependencia al
teléfono. Medina-Morales y Veytia-Bucheli (2022) analizaron el impacto de los
dispositivos móviles en la comunicación y la posible adicción entre estudiantes
de Ciencias de la Educación de dos universidades. En el trabajo de Pinto-Loria
(2022), se exploró la relación entre la dependencia
del teléfono móvil, la impulsividad y el riesgo de suicidio en
universitarios.
En cuanto a las
preferencias sensoriales medidas con el
instrumento VALK, Fernández y Narváez (2021) encontraron que la mayoría
de los estudiantes de inglés en Veracruz, México, tenían una preferencia única
auditiva, aunque algunos mostraban preferencias mixtas. Las entrevistas
revelaron que los estudiantes adaptan estrategias según sus preferencias.
Vargas y col. (2023) estudiaron el aprendizaje reflexivo en más de 1 600
universitarios en diferentes regiones de México. Los resultados indicaron que
el estilo de aprendizaje basado en la lógica fue el más común (40 %), seguido
del memorístico (33 %), siendo el reflexivo
el menos utilizado (27 %). Además, se
encontró una correlación significativa entre la preferencia kinestésica
y estilos de aprendizaje basados en la lógica y la memorización. En una universidad privada del norte de México, Jiménez
y col. (2019) identificaron las percepciones sensoriales preferidas por 199 estudiantes del tercer semestre de
Odontología, mayormente mujeres. Se descubrió
que, los participantes tenían dos modalidades preferidas, una de un
canal de percepción y otra de tres canales. En un estudio realizado por Torres
y col. (2023), se examinaron las diferentes formas en que 305 estudiantes de nuevo ingreso de enfermería en México
perciben la información. Los resultados
mostraron que más de la mitad de los estudiantes utilizaban múltiples canales
de percepción. El estudio de Olvera
y col. (2023) en la Facultad de
Informática de Mazatlán, México, investigó en 158 estudiantes y 35 catedráticos, la relación entre estilos de aprendizaje,
de enseñanza y el rendimiento académico. Se destacó el predominio del estilo de
aprendizaje reflexivo entre estudiantes (34 %) y la preferencia sensorial kinestésica entre profesores (40 %),
arrojando una falta de correspondencia entre el estilo de enseñanza y de
aprendizaje. Pizarro (2021) examinó el impacto de un aula virtual multi-modal
adaptada a las preferencias de modalidad sensorial, según el modelo VALK. Los
estudiantes informaron que este enfoque
multisensorial les facilitaba la comprensión, los motivaba y mejoraba su
rendimiento académico. Sarmiento y col. (2021) investigaron sobre las
preferencias sensoriales de estudiantes de bachillerato en el sureste de México
y diseñaron estrategias de enseñanza con tecnologías digitales.
Debido a la evidencia
de la adicción al teléfono por parte de los adolescentes y jóvenes mexicanos, y
a la escasez de investigaciones similares en el país, donde se sugiera
aprovechar esta herramienta tecnológica para cuestiones académicas, mediante
una presentación de la información de acuerdo a los
intereses personales y preferencias sensoriales
individuales, es que se hizo necesario indagar en el tema.
El
objetivo de este trabajo fue validar un instrumento piloto de medición para
determinar la prevalencia de la adicción al teléfono inteligente
entre bachilleres y universitarios, además de examinar su relación con las
preferencias sensoriales.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se llevó a cabo una
investigación descriptiva, transversal y prospectiva, desde una perspectiva
cuantitativa.
Muestra
Se realizó un muestreo
no probabilístico por conveniencia, en grupos preexistentes de tres
instituciones mexicanas de carácter público, dos de nivel universitario y una
de bachillerato. Se estableció como criterio de inclusión que los participantes
fueran estudiantes regulares matriculados en un ciclo escolar, mientras que el
criterio de exclusión fue la falta de respuesta a la totalidad de los
instrumentos previstos.
Participantes
Del 17 al 31 de mayo
de 2023, 141 estudiantes completaron los instrumentos del estudio, de los
cuales 58 eran bachilleres adscritos al programa de técnico en mantenimiento y
producción industrial en Coatzacoalcos, Veracruz, México, y 83 estudiantes
universitarios de ingeniería en sistemas computacionales, en San Luis Potosí
capital. Participaron 43 mujeres en nivel de bachilleres y 34 en el grupo
universitario. En el primer grupo, la edad promedio fue de 16.24 años con una
desviación estándar de 1.218, mientras que,
en el grupo universitario, fue de
20.87 años con una desviación estándar de 1.853.
Instrumentos
Adicción al teléfono
inteligente
Se empleó la escala de
adicción al teléfono inteligente en su versión abreviada (SAS-SV, por sus
siglas en inglés: Smartphone Addiction Scale - Short Version)
desarrollada originalmente por Kwon y col. (2013), adaptada al español por Lopez-Fernández
(2017) para universitarios españoles y
adaptada al contexto mexicano por Esquivel-Gámez y col. (2024b). Se
trata de un cuestionario unidimensional, aunque algunas investigaciones al
adaptarlo a su idioma, han explorado estructuras multifactoriales
(García-Santillán y Escalera-Chávez, 2020; Zhao y col., 2022). La
encuesta ha demostrado alta consistencia
interna, con un coeficiente alfa de Cronbach entre 0.79 y 0.95, y en
estudios con población mexicana, el rango ha sido de 0.81 a 0.89
(Esquivel-Gámez y col., 2024b). La confiabilidad test-retest
ha entregado coeficientes altos (ICC: 0.83 a ICC: 0.97) (Al-Qarni y El-Keshky, 2022; Zhao y col., 2022). Conforme a Servidio y col. (2022), ha mostrado una validez de
constructo sólida, respaldada por análisis
factoriales confirmatorios (CFI > 0.95, RMSEA < = 0.06). La validez concurrente ha. entregado correlaciones
significativas (Harris y col., 2020) con instrumentos que miden la adicción
a teléfonos inteligentes con los instrumentos: Inventario de Ansiedad y Fobia
Social (SPAI, por sus siglas en inglés:
Social Phobia and Anxiety Inventory) y la Escala de Adicción basadas en aplicaciones para teléfonos
inteligentes (SABAS, por sus siglas en inglés: Smartphone Application-Based Addiction Scale) (r =
0.83, P < 0.010) y la adicción al Internet (r = 0.71, P < 0.010).
En
cuanto a la validez convergente, se ha encontrado asociación fuerte con la
depresión entre los jóvenes saudíes, moderadamente entre adolescentes chinos y débilmente
asociado entre universitarios estadounidenses (Hamamura
y col., 2023). Por otro lado, ha mostrado correlaciones más bajas con
constructos no relacionados como el autoescapismo (r
= 0.19, P < 0.01), lo que apoya su validez divergente (Nooripour
y col., 2022).
La escala tipo Likert
consta de 10 ítems con 6 posibles opciones de respuesta, que van desde
“fuertemente en desacuerdo” (1) hasta “fuertemente de acuerdo” (6). De los 60
pun-tos totales, el nivel potencial de uso excesivo o adicción es de 31 para
hombres y 33 para mujeres, en tanto que el nivel de uso en riesgo potencial es
de 22 puntos para ambos géneros. Para responder la escala, los participantes
debían proporcionar un identificador personal asignado previamente, su género,
edad y los diversos usos que daban al celular. A partir de este punto, el
instrumento se identificará con las siglas
SAS-SV, y el término “celular” se utilizará como sinónimo de “teléfono
inteligente”.
En su
adaptación, Lopez-Fernández (2017) identificó 6
síntomas de adicción cubiertos por la escala: pérdida de control, trastorno
familiar o escolar, desprecio de las consecuencias, síndrome de abstinencia,
preocupación y tolerancia. Los ítems 1 y 8 se refieren a la pérdida de control.
Los ítems 2 y 10 se relacionan con trastornos familiares o escolares. Los ítems
3 y 7 indican desprecio por las consecuencias. Los ítems 4 y 5 están asociados
con el síndrome de abstinencia. El ítem 6 es
sobre la preocupación y el ítem 9 se refiere a la tolerancia. Para
calcular el puntaje de cada síntoma, se promedian los ítems correspondientes. Si el puntaje resultante es mayor a tres, indica que el síntoma está presente. Conforme
a lo anterior, se calcularon la frecuencia
y el porcentaje correspondiente por síntoma para los usuarios potencialmente
excesivos.
Preferencias
sensoriales de recepción de información
Se usó el cuestionario
VALK, el cual explora cómo prefiere una persona recibir la información. Las
preguntas están relacionadas con diferentes situaciones de la vida diaria para
evaluar las preferencias sensoriales visual, auditiva, lectora/escritora y kinestésica.
Por su naturaleza, el instrumento se trata de un cuestionario formado de 16 preguntas de cuatro ítems dicotómicos cada una (Leite y col.,
2010). Por ello, los análisis
factoriales confirmatorios más adecuados son los denominados métodos
múltiples para medir múltiples rasgos (Wong y Chin, 2018). Como resultados, las
estimaciones de fiabilidad encontradas van desde 0.73, 0.79, 0.84 y 0.69 hasta
0.85, 0.82, 0.84 y 0.77 para las subescalas
visual, auditiva, lectura/escritura y
kinestésica, respectivamente. Las correlaciones entre tales subescalas, van de moderadas (r = 0.416) a fuertes (r =
0.799) en magnitud (Leite y col., 2010; Wong y Chin,
2018). En este trabajo, se ha utilizado la versión
en español del instrumento (VARK™ questionnaire ©
Copyright version 7.8 2014 held by VARK Learn Limited, Christchurch, New Zealand). Las preguntas usadas provienen del cuestionario reportado en Fuentes-Mejía
y col. (2018).
Procedimiento
Aplicación
Los instrumentos
fueron implementados mediante formularios electrónicos independientes, los
cuales fueron distribuidos por los investigadores
durante sus clases, asignando previamente un identificador a cada
participante. Las sesiones se llevaron a cabo en salas de cómputo para
universitarios y en aulas para bachilleres. Se proporcionaron instrucciones
claras y se resolvieron dudas antes de comenzar cada aplicación. En una sola
sesión, se administró la escala SAS-SV de acuerdo a
Esquivel-Gámez y col. (2024b), previa lectura detenida de cada ítem y solicitud
de respuestas honestas. De manera similar,
durante una sesión se aplicó el cuestionario
VALK, conforme a Fuentes-Mejía y col. (2018), enfatizando que los
participantes podían seleccionar varias respuestas por pregunta o dejarla en
blanco.
Procesamiento de los
datos
En
su mayoría se analizaron utilizando el software Paquete estadístico para ciencias sociales
(SPSS, por sus siglas en inglés: Statistical Package for the Social Sciences)
versión 25. Inicialmente, se aplicó la prueba estadística de Kolmogorov-Smirnov para determinar la normalidad de los
datos. Con ello, se procedió a aplicar los estadísticos correspondientes. Al
principio, para evaluar el desempeño de los
distintos ítems del SAS-SV, se empleó el alfa de Cronbach para medir la
consistencia interna.
Dado que el
instrumento es una escala tipo Likert y en ausencia de normalidad, se realizó
un análisis factorial exploratorio (AFE) con
matriz de correlaciones policóricas, siguiendo
el enfoque de García-Santillán y col. (2022). Para ello, se empleó el software
Factor versión 12, realizando un cálculo de correlaciones para determinar si la
matriz de datos era una matriz de identidad,
lo que podría impedir la aplicación del AFE.
Otras medidas que
permitieron justificar la pertinencia de la técnica factorial fueron la prueba
de esfericidad de Bartlett con el Kaiser-Meyer-Olkin (KMO), la prueba Chi2
con n grados de libertad y la
significancia (P < 0.01), las
medidas de adecuación muestral para cada variable y las cargas factoriales.
Para comparar medias entre géneros y niveles de estudio, se usó la prueba de U
de Mann-Whitney, porque los datos no seguían una distribución normal.
Para determinar la
existencia de significancia en la relación de niveles de riesgo en el uso del
celular, con el nivel académico y con el género, se usó la prueba Chi2.
En línea con lo anterior, se aplicó el estadístico exacto de Fisher, para los
casos en los cuales, no se cumplía el criterio de que las frecuencias esperadas
en las celdas, fueran mayores a 5. De igual manera,
para determinar los restantes niveles de asociación, se aplicó el estadístico
de correlación rho de Spearman.
Consideraciones éticas
El protocolo de
investigación fue registrado y autorizado por la institución del investigador
adscrito al bachillerato. Se contó con el permiso de la institución de
adscripción de los estudiantes encuestados,
a quienes previamente se les informó sobre el propósito, productos,
mecánica y duración de las actividades. Posteriormente, firmaron una carta de
consentimiento informado (en el caso de los menores, se considera de
asentimiento informado, por no tener el consentimiento de los padres) y se
verificó su acceso a los instrumentos, con los datos proporcionados.
Se respetaron los
principios éticos de la investigación mediante la protección a la privacidad y de los datos personales, evitando causar
daño físico, emocional o psicológico, y se proporcionó a todos los
participantes un trato justo y equitativo. También, se ha respetado el derecho
a participar y se ha conducido la
investigación de manera honesta y transparente, siguiendo los principios
descritos por Koepsell y Ruiz-de-Chávez (2015).
RESULTADOS
Adicción al celular
El
coeficiente del alfa de Cronbach del instrumento fue de 0.88 y la
Chi2 = 846 (P < 0.001) con 45 grados de libertad; se verificó que
las variables eran adecuadas para la aplicabilidad del AFE. Todos los valores
de la medida de adecuación muestral fueron óptimos al ser superiores a 0.50
(Lorenzo-Seva y Ferrando, 2021) y el estadístico de la prueba KMO fue de 0.88. Además, todas las correlaciones fueron
diferentes de cero y el AFE reveló un solo factor que explicaba el 59.4 % de la
varianza total.
En la Tabla 1 se
muestra el valor promedio y la desviación estándar obtenido por cada ítem,
además de la asociación ítem-total corregida para cada ítem, y los coeficientes
de carga y de comunalidad, asociados a dicho
análisis. La media del puntaje de adicción en general fue de 24.07 ±
10.1, que es superior al límite de 22 puntos establecido para el nivel de
riesgo potencial. Se encontró diferencia significativa (P < 0.001) en la
puntuación media obtenida por bachilleres
(20.3, DT = 9.6), respecto a la de los universitarios (27.0, DT = 9.6).
Sin embargo, no se encontró diferencia significativa (P > 0.05) asociada con
el sexo de los participantes.
En cuanto al nivel de
riesgo en el uso del celular (Tabla 2), solo se encontró diferencia
significativa (P < 0.001) asociada al nivel de estudio, sin que hubiese
diferencia asociada al sexo. En total, 31 participantes (8 bachilleres y 23
universitarios) presentaron un nivel de “uso excesivo de celular”, con una
mayor tasa de riesgo los universitarios (27.7 %) que los bachilleres (13.8 %).
En cuanto al sexo, no
existieron diferencias significativas (P > 0.05) en esta variable en ninguno
de los dos niveles académicos (Tabla 3).
Los 31 estudiantes
evaluados con un nivel de uso excesivo del
celular (Tabla 4) presentaron tasas de incidencia altas en “tolerancia” (87.1
%) y “síndrome de abstinencia” (77.4
%); mientras que “desprecio de las consecuencias” fue el de menor
porcentaje (35.5 %). El análisis por nivel académico mostró que solo el síntoma “tolerancia” fue diferente significativamente (P < 0.05) entre niveles académicos, presentándose en todos los universitarios de este subgrupo
(100 %). Dicho resultado concuerda con el hecho de que los estudiantes de nivel universitario manifestaron significativamente
(P < 0.001) mayor nivel de riesgo que los de bachillerato (Tabla 2).
Modalidad
preferida
El 34 % de los
encuestados seleccionaron solo uno de los cuatro canales de comunicación como
el que prefieren utilizar (Tabla 5), donde el 16.3 % obtuvo mayor preferencia
por el canal auditivo, seguido del 10.6 % por el kinestésico. El 17.7 % de los
estudiantes manifestaron usar dos canales, destacando la combinación
visual/kinestésico y auditivo/kinestésico, con 5 % de preferencia ambos. En
tanto que, 14.9 % utilizaban 3 canales, destacando la combinación de
visual/auditivo/kinestésico con 8.5 %. El 33.3 % de los encuestados refirieron
usar los 4 canales de manera no preferencial. Por nivel educativo (Tabla 5), no
se encontró diferencia significativa (P > 0.05) para cada una de las
cantidades de canales preferidos. Tampoco se encontró diferencia significativa
(P > 0.05) entre el grupo con uso excesivo respecto al total, para cada una
de las cantidades de canales (Tabla 6).
Asociación
entre instrumentos
El análisis de las 3
274 elecciones totales permitió observar que la población estudiada seleccionó
en primer lugar al canal auditivo (29.6 %), seguido del kinestésico (27.6 %) y como última opción al de lectura/escritura
(19.3 %). En ambos niveles académicos la tendencia en la preferencia por los
canales fue similar (Tabla 7). Sin embargo, el análisis de varianza de un solo factor mostró que, al analizar
el promedio de sus elecciones, los universitarios prefirieron la información
visual más que los bachilleres (P < 0.05), mientras que los bachilleres tuvieron mayor preferencia por la
lectura/escritura (P < 0.05) (Tabla 8). Por género en cambio, no se encontró diferencia significativa de
las medias. En cuanto a los niveles de asociación, de acuerdo
al estadístico rho de Spearman, no
existió correlación significativa entre el nivel de adicción y los dos
canales preferidos, auditivo y kinestésico (r = - 0.02, P = 0.794 y r = - 0.03,
P = 0.751, respectivamente). En cambio, se encontró una relación baja, pero
positiva y significativa entre la adicción
y la preferencia visual (r = 0.20, P = 0.015). La preferencia
lectora/escritora presentó relación negativa y baja, pero estadísticamente
significativa (r = - 0.17, P = 0.048).
DISCUSIÓN
Sobre
el uso problemático del celular
El instrumento que se
aplicó arrojó resultados adecuados, con un coeficiente de confiabilidad de
0.88, similar al de Lopez-Fernandez (2017) (0.79 y
0.95) y Esquivel-Gámez y col. (2024b) (0.81 a 0.89), y una varianza total
explicada de 54.9 %, mayor en un 10 % y un 5 %, respectivamente. En cuanto a la población estudiada, no
hubo diferencia significativa (P >
0.05) del puntaje global entre géneros, como en ambos estudios. Sin embargo, la proporción de usuarios adictos fue
casi el doble (22 %) al del primer trabajo (13 %) y similar al del
segundo (30 %). Se presentó una asociación positiva significativa (P < 0.05)
entre la edad y el nivel de adicción, a diferencia del primer trabajo donde fue negativa y del segundo donde no
existió. También se encontró una asociación estadísticamente significativa (P
< 0.05) entre el nivel de estudios y el nivel de uso del teléfono
inteligente.
En ambas poblaciones,
en el presente estudio, en general, los síntomas de adicción prevalentes fueron “tolerancia” y “síndrome de abstinencia”,
mientras que “desprecio de las consecuencias” fue el menos encontrado. Los
universitarios tuvieron los mismos síntomas prevalentes, mientras que los
bachilleres experimentaron mayores síntomas de adicción para “síndrome de
abstinencia” y “preocupación” (Tabla 4). Lo
anterior, y conforme a Kwon y col. (2013), implica que los
universitarios no podían dejar de usar el celular por más que lo intentaran,
además de percibirse impacientes e intolerables cuando no lo tenían y cuando lo
usaban, se molestaban si alguien los interrumpía. Este comportamiento también
se observó en los bachilleres, quienes mostraron preocupación constante por el
dispositivo y, además experimentaron intranquilidad al pensar continuamente en
el teléfono, incluso cuando no lo usaban, como establece el mismo autor.
Similar a ambos trabajos, el síntoma menos respaldado fue “desprecio por las
consecuencias físicas o psicológicas”, lo cual implica que fueron poco
consideradas las alteraciones de su vida cotidiana,
y las dolencias derivadas del abuso
del dispositivo (Kwon y col., 2013). Asimismo, quizá debido a la mayor
disponibilidad de acceso a internet que tenían los universitarios, reportaron
una adicción por encima de los bachilleres, quienes aparte pensaban
continuamente en su celular, incluso cuando no lo usaban, posiblemente por la
novedad que representaba su uso.
Los
niveles de consistencia interna y varianza total, en el actual instrumento,
fueron similares al del instrumento de 19 ítems sobre uso excesivo del
celular, desarrollado por Betancourt-Ocampo y col. (2022), aunque en su caso el tamaño de la muestra (n
= 301) y el rango de edad, fueron mayores (20 a 50 años). Su escala arrojó
cuatro factores (interferencia con
actividades, preocupación, problemas interpersonales y apego al celular), que
se asociaban a los síntomas de adicción (pérdida
de control, preocupación, trastorno familiar
y síndrome de abstinencia, respectivamente) planteados por Lopez-Fernández
(2017) para la escala SAS-SV.
A
diferencia de Betancourt-Ocampo y col. (2022), ahora se
compararon diferentes grupos de edades y se encontró que los jóvenes tienen más adicción que los adolescentes. Aunque
hay similitud en cuanto a los usos reportados (actividades lúdicas,
principalmente), hay contraposición a Lavín-Zatarain y col. (2019), quienes
detectaron un mayor uso para fines académicos, pero una limitante de su estudio
es que el tamaño de su muestra fue pequeño (n = 23).
Medina-Morales y
Veytia-Bucheli (2022), reportaron la
presencia de efectos negativos asociados al uso del teléfono inteligente
por parte de los participantes, los cuales se traducen en malestares físicos,
aislamiento y descuido de algunas tareas. En el presente trabajo esos síntomas
fueron menos frecuentes (ítems 3 y 7: desprecio de las consecuencias; ítems 2 y
10: trastorno familiar o escolar; ítems 1 y 8: pérdida de control (Tabla 1).
Además de los efectos
negativos previamente documentados, en el trabajo de Guzmán-Cortés y col.
(2022), se encontraron diferencias en la atención sostenida entre usuarios con
distintos niveles de uso de dispositivos móviles, afectando en mayor medida a aquellos con mayores niveles. En comparación con
ellos, quienes usaron una escala de 30 ítems, una prueba Go-No Go y la falta de una evaluación más amplia, el
estudio de Esquivel-Gámez y col. (2024a) no reportó diferencias en la memoria
operativa y la inteligencia fluida, entre usuarios con distintos niveles de
adicción.
Sobre
las preferencias sensoriales
El cuestionario VALK se enfoca en indicar cómo
se prefiere aprender, lo cual se construye
entre los 12 a 20 años, pero puede cambiar dependiendo del ambiente de desarrollo. Las modalidades detectadas por el instrumento coexisten,
ya que los límites entre las mismas son borrosos (Fleming, 2012). En el caso de
los universitarios, un 30.1 % tuvo una sola preferencia y un 38.6 % las cuatro
(Tabla 5). De sus 1 963 elecciones totales, al dividir las correspondientes a cada canal, se obtuvieron
las siguientes proporciones: auditivo y kinestésico (29 % cada uno), visual (25
%) y lector (18 %) (Tabla 7).
Fernández y Narváez (2021) encontraron resultados
similares, ya que los 69 alumnos de
un programa de inglés tenían mayor preferencia por la modalidad
auditiva, pero la segunda opción en su caso era la lectura/escritura. La
mayoría de sus encuestados eligió una sola opción en lugar de las cuatro
disponibles a diferencia del presente trabajo, donde la más popular para los
universitarios fueron las cuatro modalidades
(Tabla 5). El estudio de Vargas y col.
(2023) con participantes de
diferentes programas, regiones y sostenimiento,
arrojó una preferencia principal por el canal kinestésico, similar al
encontrado en el presente trabajo (31
% vs 29 %). Llama la atención
que, en sus 1 619 participantes, la
modalidad lectora/escritora fue la segunda más elegida. Con respecto a los resultados de Jiménez y col. (2019) con estudiantes
de Odontología, hay similitud en cuanto a las preferencias por lo auditivo y
kinestésico, aunque en su caso, aparecieron como segundo y tercer lugar de
preferencia (24 % auditivo y 23 % kinestésico), siendo la modalidad visual, la
mayor (34 %). También, como en el caso de Torres y col. (2023) quienes trabajaron con 305 estudiantes de enfermería, hubo
similitud en la proporción de unimodales (34 % vs 30 %) y en la
selección principal por la modalidad kinestésica, aunque en su caso la
modalidad lectora/escritora fue la segunda
más elegida, como en Vargas y col. (2023). Finalmente, en el estudio de Olvera
y col. (2023) aplicaron el
cuestionario VALK a 35 profesores, encontrando mayores preferencias por las
modalidades kinestésica (40 %) y lectora/escritora (31 %).
Asimismo,
en el nivel bachillerato una proporción del 39.7 % eligió un solo canal
de preferencia sensorial y un 25.9 %, los cuatro. De las 1 311 elecciones
totales, al dividir las correspondientes
a cada canal, se han encontrado las proporciones: auditiva (31 %), kinestésica
(26 %), lectora/escritora (22 %) y la visual (21 %). Estos hallazgos se
contraponen a Sarmiento y col. (2021), quienes en 138 bachilleres encontraron
que el 28.1 % eran kinestésicos, el 28.1 % visuales, el 25.1 %
lectores/escritores y el 18.7 % auditivos.
La proporción de
participantes multimodales del presente trabajo en ambos niveles educativos (60
% en bachillerato y 70 % en licenciatura) se alinearon a Fleming (2012), quien
indica que la misma es muy común en dos terceras
partes del estudiantado. El mismo autor, señala que las personas
multimodales pueden ser más flexibles,
durante el proceso de aprendizaje y
que es poco probable que una muestra exhiba en más de 40 % una sola
modalidad. En este estudio, los bachilleres casi alcanzaron ese porcentaje,
posiblemente porque sus preferencias aún están en desarrollo. Adicionalmente,
es notable, que la preferencia kinestésica, la cual se alimenta de captar la realidad de experiencias (Fleming, 2012), ha sido
una de las más elegidas en los diversos estudios.
También, llama la atención que, en cuatro
trabajos, la segunda elección correspondió a la lectora/escritora, no
obstante que los participantes eran de diferentes regiones del país. Una
posible explicación es la diferencia en las preguntas del cuestionario
utilizado y la limitada distribución geográfica de los participantes (centro y
sureste) que se tuvo. Adicionalmente, una distinción puede ser el tipo de estudios que cursaban los diversos participantes.
Romero-Amado (2020),
señala que actualmente existe una mayor distribución de la oferta cultural que
antes, a través de los celulares. Indica también que, es importante investigar
cómo está cambiando el consumo cultural y las preferencias de los jóvenes para
entender el impacto en su desarrollo profesional y social. Ello en relación con
lo encontrado en el presente trabajo, donde se reportó una asociación
significativa positiva baja, de que a mayor adicción mayor preferencia por
contenidos del tipo visual; y también se
presentó una asociación significativa negativa baja, de que a menor adicción,
mayor preferencia por contenidos del tipo escrito (Tabla 8). Esto puede deberse
a que los contenidos visuales ofrecen estímulos placenteros, inmediatos y
variados, como videos y redes sociales, que activan
sistemas de recompensa en el cerebro (Sabater, 2023). Su consumo rápido
y breve en los celulares se alinea con esta preferencia, mientras que quienes
prefieren contenidos escritos, requieren de mayor concentración y lectura
prolongada, por lo que no encuentran el mismo
nivel de gratificación instantánea
(Pérez-Rodríguez (2024). Por supuesto que, limitado a la muestra que se encuestó, los recursos digitales
distribuidos para fines académicos podrían contener principalmente diagramas,
imágenes, dibujos, gráficos, símbolos y colores, y en menor medida textos a
manera de listas, diccionarios, resúmenes, libros y manuales. Se trata de
atrapar la atención del estudiante con recursos atractivos, para que al usar el celular, se mueva del consumo hedonístico al
consumo productivo.
Según
Torres-Salazar y col. (2018) y Loria (2022), la
adicción al celular podría estar relacionada con impulsividad y falta de auto-control. Por lo tanto, es importante utilizar la escala
SAS-SV junto con otras para detectar a tiempo a las personas en riesgo suicida
y tomar las medidas necesarias. En consonancia con Betancourt-Ocampo y col.
(2022), es necesario aplicar la escala a más
muestras, que permita tener una mayor variabilidad en características
regionales y sociodemográficas. De acuerdo con Gómez-García (2018),
Lavín-Zatarain y col. (2019), Esquivel-Gámez y col. (2024a), es aconsejable
implementar estrategias al interior del aula para la incorporación del celular
al proceso enseñanza-aprendizaje-evaluación. Además, es importante fomentar el
consumo crítico de contenidos digitales en los primeros semestres, como
mencionan Gómez-García (2018) y Romero-Amado (2020).
CONCLUSIONES
El instrumento
aplicado arrojó resultados adecuados de confiabilidad y validez en las
poblaciones de estudiantes seleccionados. El nivel de uso problemático del
celular fue significativamente mayor en universitarios que en bachilleres. En
los primeros, los síntomas adictivos prevalentes fueron “tolerancia” y
“síndrome de abstinencia”, mientras que, en los segundos, “síndrome de
abstinencia” y “preocupación”. En cuanto a las preferencias sensoriales, quedó
de manifiesto que las modalidades auditiva y kinestésica fueron muy apreciadas;
en cambio, la modalidad lectora/escritora fue poco elegida. Hasta donde los
autores saben, este trabajo representa el
primer pilotaje sobre la asociación
entre las modalidades de percepción según el modelo VALK y la adicción a teléfonos inteligentes entre mexicanos.
La preferencia visual está asociada a mayor uso del celular y la
lectora/escritora, a un menor uso. Por supuesto que, dado el valor de los
coeficientes de asociación, estos hallazgos han de tomarse con cautela. Con base en los resultados, se recomienda que los docentes migren su práctica al
interior del aula, hacia el ámbito del celular, de modo que influyan para que
los estudiantes lo perciban como aliado en el
aumento de su productividad y eficiencia, además del entretenimiento.
DECLARACIÓN DE CONFLICTO DE INTERESES
Los autores declararon no tener conflictos de intereses de
ningún tipo.
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