Economía étnica mexicana: ¿Factor de movilidad social
y mejoramiento económico para sus trabajadores?
Mexican ethnic economy: A factor for social
mobility and economic improvement of their employees?
Brianda Elena Peraza-Noriega*, Juan Manuel Mendoza-Guerrero
*Autor para
correspondencia: bperaza@uas.edu.mx/ Fecha de recepción: 29 de agosto de 2014/
Fecha de
aceptación: 30 de abril de 2015
Universidad
Autónoma de Sinaloa. Facultad de Ciencias Sociales, Av. de los Deportes,
s/n, Mazatlán, Sinaloa, México, C.P. 82017.
RESUMEN
En el estado de California, Estados Unidos, existen zonas comerciales
que emulan el ambiente de los mercados populares de las grandes ciudades
mexicanas, ocasionado por la presencia de inmigrantes mexicanos, quienes
encontraron en la economía étnica un espacio laboral, que al mismo tiempo sirve
como medio para difundir su cultura gastronómica y musical, principalmente. El objetivo
de este trabajo fue analizar los procesos económicos y culturales, asociados a
los negocios étnicos, ubicados en Huntington Park y Lynwood, California, del
área de los Ángeles, para conocer si la economía étnica es una plataforma de
movilidad social ascendente para los mexicanos migrantes que trabajan para los
connacionales; además de valorar el papel de estos negocios en procesos de
difusión y retención cultural. El principal instrumento metodológico fue
la encuesta etnográfica, aplicada a 32 inmigrantes mexicanos que
trabajaban en negocios étnicos e igual cantidad de trabajadores inmigrantes
mexicanos que laboraban en otro tipo de negocios, pero ubicados en las
ciudades de interés. También se aplicaron 61 cuestionarios a empresarios inmigrantes
mexicanos. Los resultados confirmaron que estos negocios étnicos generan
una rentabilidad económica atractiva para los dueños de las empresas; no
así para los trabajadores, quienes obtienen bajos salarios. Aunque esta
situación no favorece en lo general la movilidad social ascendente para los
trabajadores, existen casos excepcionales de inmigrantes que iniciaron como asalariados
pero lograron convertirse en empresarios. Se concluye que aunque la economía
étnica mexicana en Los Ángeles reproduce una falta de movilidad social, sigue
siendo un espacio de oportunidad para los migrantes que ahí encuentran su
primer empleo, además, en este mercado se recrea y difunde el español y la
cultura material de los migrantes.
PALABRAS CLAVE: economía étnica,
movilidad social, mejoramiento económico, trabajadores.
ABSTRACT
California has developed commercial areas that emulate the atmosphere
of popular markets of large Mexican cities. These commercial areas have
flourished due to the presence of Mexican immigrants, who found in the ethnic
economy a space that serves as both, a place for working and a medium to spread
mainly their gastronomic and musical culture. The aim of this study was to
analyze the economic and cultural processes associated with ethnic
businesses located in Los Angeles area, particularly Huntington Park and
Lynwood, California. The research project has a twofold purpose. It firstly
attempts to find out if the ethnic economy in the region is a platform for
upward social mobility for Mexican migrants who work for their fellow citizens.
Secondly, it attempts to assess the role of these businesses in processes of
cultural dissemination and preservation. The main methodological tool was the
ethnographic survey, administered to 32 Mexican immigrants working in the
ethnic economy and to an equal number of Mexican migrant workers who worked in
other businesses located in the same cities. Sixty one questionnaires were also
applied to Mexican immigrant entrepreneurs. The results confirmed that these
ethnic businesses generate attractive economic returns for business owners but
not for the workers, who earn low wages. Although this situation prevents
upward mobility for workers, there are exceptional cases of immigrants who
started as employees but managed to become entrepreneurs. We conclude that
although the Mexican ethnic economy in Los Angeles reproduces a lack of
social mobility, it is still an area of opportunity for migrants who find
their first job there. Additionally, this market recreates and
disseminates the Spanish language and the material culture of migrants.
KEYWORDS: ethnic economy, social
mobility, economic improvement, workers.
INTRODUCCIÓN
Desde 1848, fecha en que se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo entre
México y los Estados Unidos, los mexicanos que quedaron atrapados por la
cartografía militar, al norte de la nueva línea divisoria, se convirtieron,
dice el historiador David Gutiérrez, en una minoría étnica, en relación a la
sociedad dominante. En la medida que fue incrementándose el racismo y la
discriminación, a lo largo del siglo XIX, los mexicanos del “otro lado” se
transformaron en un grupo étnico situacional o circunstancial, al que siempre
se les regateó su calidad de americanos. Todo esto reforzó su sentido y
necesidad de construirse diferentes (Gutiérrez, 1995). A finales del siglo
XIX, los mexicanos inmigrantes y aquellos que no lo eran, habían descubierto
en la economía étnica un nicho importante para hacer negocios, basado
en la producción y venta de productos traídos de México o inventados como
propios. Las características que desde ese tiempo tomó esta economía étnica eran
la venta en el idioma español, la atención personalizada, destacando valores
como la familia y el amor a la patria mexicana. Los lazos de solidaridad
emanados de esta economía, no solo tenían que ver con el hecho de que los
inmigrantes mexicanos podían comprar en este mercado productos ya
conocidos, sino que en dicha economía podían encontrar un empleo, ya sea como
trabajador común o como dependiente de tienda. Los archivos de historia oral de
las bibliotecas de California y de otros estados de la Unión Americana, dan cuenta
de cientos de casos de migrantes mexicanos, cuyo primer trabajo fue en
negocios propiedad de connacionales. El derrotero económico y de ajuste
cultural de estos inmigrantes, mucho dependió de su contacto con estas
economías étnicas.
Para Weber (2008), un grupo étnico es aquel colectivo cuyos miembros
comparten una creencia de un pasado común debido a sus similitudes físicas o a
sus costumbres, o ambas; o debido a memorias de colonización y migración. Los
miembros de un grupo étnico no necesariamente tienen que compartir un
mismo origen sanguíneo. Por otra parte, la etnicidad es un tipo de grupo social
con una agenda de intereses que, en el caso de los Estados Unidos, es resultado
de la ausencia de claras divisiones de clase. Según Alba (1990), la etnicidad
puede servir como principio de asignación social y como una forma de
solidaridad social.
Tradicionalmente, a la economía étnica se le ha definido como: “aquel
empleo creado por una minoría para sí misma, lo cual supone relaciones
coétnicas dentro del mercado de trabajo” (Bonacich, 1973). Aunque yéndose un
poco atrás, el término se desarrolla en las décadas de 1950 y 1960 por
Becker (1956), Stryker (1959) y Blalock (1967); siendo posteriormente
recuperado y actualizado para el estudio de la empresarialidad inmigrante,
gracias básicamente a los trabajos presentados por Bonacich (1973) y
Riesco (2008). La economía étnica, de acuerdo a la definición anterior, incluye
a cualquier persona inmigrante o integrante de una minoría étnica que sea
autoempleado, empleador, trabajador asalariado y no asalariado. El contorno de
una economía étnica, bajo esta lógica, está definido por raza, etnicidad u
origen nacional, caracterizándose por adquirir ventajas en las relaciones entre
propietarios de negocios y entre propietarios y trabajadores del mismo
origen nacional (Logan y col., 1994; Light y Gold, 2000; Estrada, 2014).
Para Light y Karageorgis (1994), la economía étnica es toda empresa que es
propiedad, está supervisada o atendida, por miembros de un grupo racial o étnico
minoritario, independientemente del tamaño, tipo y concentración espacial.
Investigadores de la economía étnica consideran que esta surge como resultado
de una búsqueda de estrategias y mecanismos, por parte de los inmigrantes, en
las sociedades receptoras, tanto para evadir el desempleo ó el empleo precario,
así como para escapar de la discriminación social y económica a la que constantemente
se ven sometidos en el mercado general de trabajo (Bonacich, 1973; Bonacich y
Modell, 1980; Light y Gold, 2000). Una economía étnica genera el empleo para
minorías étnicas y de inmigrantes, creándoles su propio mercado de trabajo. La
economía étnica es un tipo de espacio social que se distingue por la fijación
de una identidad cultural de quienes son los propietarios de los negocios y su
potencial clientela, donde los empresarios son aquellas personas,
titulares de los medios de producción, que ponen en juego para extraer de ellos
beneficio económico o un valor de mercado por los bienes y servicios que
ofrecen. Partiendo de ello y generalizando, el empresariado étnico incluye
cualquier tipo de actividad económica que se encuentre fuera de la economía
asalariada general (Garcés, 2011).
El concepto de economía étnica incluye los negocios que son propiedad
de miembros del mismo grupo étnico en enclaves étnicos, así como a las
empresas de propiedad o control étnicos en la economía general (Zhou, 2004a).
El enclave relacionado a la temática, de manera general, se define como un
grupo étnico inserto en otro y de características diferentes (Diccionario de la
Lengua Española, 2012). Portes y colaboradores (Wilson y Portes, 1980; Portes y
Bach, 1985; Portes, 1987), propusieron el concepto de enclave étnico en
los ochenta, tanto para explicar las tasas altas de autoempleo entre los
cubanos en Miami, como para subrayar la importancia de la concentración
residencial, para mejorar la habilidad de los propietarios de pequeñas empresas
que buscan capitalizar y beneficiarse de la estrecha relación coétnica
(Valenzuela, 2010). La economía de enclave étnico tiene sus orígenes en la
teoría del mercado dual de trabajo y evolucionó a partir de trabajos sobre
la segmentación laboral (Averitt, 1968; Doeringer y Piore, 1971; Piore, 1972;
Light y Gold, 2000), donde el concepto recoge otros elementos (Zhou, 2004b), como:
la permanencia empresarial, en la que las actividades económicas no son
exclusivamente comerciales, sino que también abarcan a actividades
productivas destinadas a un mercado general; la variedad comercial, que
supera la sucesión de los nichos laborales dejados por los nativos; así como,
la variable territorial, esto es, las empresas deben estar concentradas en
un área física determinada, donde también se ubican las redes (Wilson y Portes,
1980; Portes y Bach, 1985; Light y Bonacich, 1988; Waldinger, 1993;
Logan y col., 1994; Logan y col., 2003, Arjona y Checa, 2006).
A la economía étnica, tradicionalmente se le ha con- cebido como un mercado
interno de trabajo que protege a los trabajadores inmigrantes de la competencia
en el mercado general, proporcionándoles adicionalmente el entrenamiento
necesario para emprender futuras actividades empresariales
(Waldinger y col., 1985; Waldinger, 1986; Waldinger y col., 1990; Bailey y
Waldinger, 1991; Light y Karageorgis, 1994; Raijman y Tienda, 2000; Arjona y
Checa, 2009). Se considera que un enclave étnico requiere de una concentración
locacional de firmas, interdependencia económica y empleados, mientras que una economía
étnica no requiere de todo ello (Light y Gold, 2000; Arjona y Checa, 2006). La
economía étnica está definida tradicionalmente por las relaciones laborales
coétnicas, incluido el autoempleo,independientemente de factores de
localización geográfica propios del concepto de enclave. Bajo esta lógica,
cualquier grupo étnico puede participar en una economía étnica, aún en
ausencia de concentración residencial ó locacional de firmas.
La economía étnica representa una tercera variante en la segmentación del
mercado de trabajo de los Estados Unidos de América, denominada “subeconomía
étnica”, la cuál, tiende como principio organizativo a la etnicidad y en la que
el colectivismo se considera como una estrategia adaptativa y los enclaves
étnicos como una forma particular de incorporación de los inmigrantes en la
sociedad huésped. El origen de este tipo de economías está relacionado con
las barreras que minorías raciales y étnicas han enfrentado para entrar a
los mercados de trabajo bien remunerados; además de la falta de un espacio
para que los inmigrantes se inserten económicamente cuando su condición es
de recién llegados. Mecanismos como un alto nivel de sindicalización y discriminación
han evitado que mexicanos accedan a ocupaciones de alta remuneración. La
economía étnica ha sido una válvula de escape contra estos mecanismos de
exclusión laboral. Otra explicación del origen de estas economías étnicas, es
el aprovechamiento de ventajas culturales que los empresarios tienen sobre
quienes pretendan explotar este nicho de mercado, ya que un empresario coétnico
tiene recursos étnicos (lengua, cultura) y capital social, que explican el
surgimiento de los negocios (Martínez, 2007) y facilitan su éxito (Mateu, 2010;
Pécoud, 2010; Fernández y col., 2013). Una última razón de la existencia de
este tipo de economías, es que el mercado étnico también es un sitio desde
donde se crea y difunde la cultura, toda vez que este espacio implica procesos
de producción y consumo de bienes, de símbolos y de significados. El mercado
puede facilitar el logro de una agenda cultural.
La preocupación común, compartida por los autores antes mencionados, es si
la economía étnica permite o no la movilidad social ascendente de quienes
laboran en ella. El concepto de movilidad social se refiere a la facilidad con
la que una persona puede subir en la escalera socioeconómica de un país (Centro
de Estudios Espinosa Yglesias, 2013). Cuando la movilidad social es limitada,
son pocas las posibilidades de que alguien adquiera una mejoría económica en
relación con los demás, independientemente de su capacidad individual, ya que
la movilidad social se presenta en torno a un grupo determinado, y esta
no se da dentro de un contexto meramente personal. En este sentido,
algunos autores rechazan la hipótesis que considera que la economía étnica es
un espacio de oportunidad para quienes laboran en él. Otros creen que
esto se debe a lo poco proclive que son los hispanos en general y los mexicanos
en particular, a ser empresarios, a pesar de que la filiación grupal los
favorece porque su cultura alienta el desarrollo de redes sociales. Otros más,
ven a la economía étnica como un freno, porque evita la integración a la
sociedad dominante y al aprendizaje del idioma inglés (Lofstrom y Wang, 2007;
Valdez, 2008; Fong y col., 2009; Xie y Gough, 2011; Sahin y col., 2012).
El objetivo del estudio fue analizar las características económicas y
culturales, de los trabajadores asalariados mexicanos y sus patrones, en los
negociosétnicos, propiedad de inmigrantes mexicanos, en las ciudades de Huntington
Park y Lynwood, localizadas en el condado de Los Ángeles, California, para
detectar si este tipo de economías étnicas son un espacio de movilidad social
ascendente para sus miembros; además de valorar el papel de estos negocios en
procesos de difusión y relación cultural.
MATERIALES Y MÉTODOS
La manera en que se genera el conocimiento sobre la economía étnica en este
artículo en particular, es a través del estudio del fenómeno en dos ciudades
californianas, elegidas porque en ellas se concentra uno de los mayores
contingentes de inmigrantes mexicanos y uno de los conglomerados
comerciales más grandes que surten y emplean a mexicanos (Peraza, 2012). Se
parte del conocimiento de una realidad particular, misma que pueda servir para
hacer generalizaciones sobre economías étnicas de otras ciudades similares a
las analizadas. Este método inductivo está soportado por una investigación de
corte cualitativo, cuyos instrumentos principales son las entrevistas y
las encuestas etnográficas.
Entre mayo de 2011 y febrero de 2012, fecha en que se hizo el trabajo de
campo, se aplicaron 32 encuestas etnográficas a profundidad, a
trabajadores inmigrantes mexicanos que trabajaban en negocios étnicos e igual
cantidad de encuestas a trabajadores inmigrantes mexicanos que laboraban fuera
de estos negocios. Los criterios para seleccionar a los trabajadores
encuestados era que trabajaran y vivieran en las ciudades de Lynwood y
Huntington Park, California, Estados Unidos (Figura 1). Los dos criterios para
determinar la selección de los negocios donde laboraban los trabajadores encuestados fueron su representatividad,
acorde a la demanda de productos étnicos y la ubicación geográfica de los
mismos, donde se buscó que coincidieran con el espacio residencial de los 32
migrantes. Para los 32 restantes, el criterio fue también que laboraran y
vivieran en esas ciudades, pero que no prestaran sus servicios a negocios
étnicos.
Además, en las mismas ciudades, se aplicaron 61 cuestionarios en formato de
encuesta, a empresarios inmigrantes mexicanos que vivían en la zona de estudio
y eran propietarios de los negocios en el que laboraban la totalidad de los
trabajadores inmigrantes etnoencuestados en los establecimientos étnicos. El
criterio y el periodo de estudio para la aplicación de este último instrumento
fue el mismo que el primero.
Antes de iniciar la encuesta, se mostraba al encuestado una identificación
y carta de consentimiento avalada por la Unidad Académica en Estudios del
Desarrollo, perteneciente a la Universidad Autónoma de Zacatecas. En ella se
solicitaba de manera respetuosa, información voluntaria requerida para
llevar a cabo la investigación, garantizándoles confidencialidad y veracidad,
además de asegurar escuchar con respeto las opiniones dadas por los
encuestados. Cada uno de los encuestados dio su consentimiento verbal para ser
entrevistado.
La encuesta etnográfica permitió conocer la trayectoria laboral y
empresarial de los migrantes en las dos ciudades californianas ya mencionadas,
mediante un análisis comparativo entre los dos grupos de trabajadores –los
inmigrantes mexicanos que laboraban en la economía étnica mexicana y los que se
desempeñaban como trabajadores en la economía general estadounidense- para
obtener a detalle un perfil socioeconómico de los migrantes que se
insertan a trabajar en los negocios étnicos y los que deciden laborar en el
mercado general, a fin de identificar la transición laboral de uno a otro,
y así poderdetectar si la economía étnica estudiada constituía un factor de movilidad
social y/o progreso económico para los trabajadores que la conforman, al
comparar con los resultados obtenidos en el grupo de trabajadores que laboraban
en el mercado general.
La encuesta aplicada a los empresarios inmigrantes mexicanos tuvo como
finalidad conocer casos de éxito en cuanto a la movilidad social
ascendente.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
De acuerdo a los resultados obtenidos de este trabajo, el 28 % de los
empresarios encuestados declararon que al llegar a los Estados Unidos
trabajaron en la economía étnica mexicana. De estos, el 15 % trabajó
previamente como empleado en el mismo giro de negocio del que hoy en día son
propietarios.
La economía étnica puede servir como una especie de plataforma de
lanzamiento para que sus integrantes accedan a la fase empresarial (Light y Gold,
2000). Esta plataforma de lanzamiento significa una base de entrenamiento, como
una especie de periodo de preparación de condiciones, para que el migrante
posteriormente abra su propio negocio. A este proceso algunos especialistas en
el campo lo denominan “escuela de emprendedores” (Waldinger y col., 1985;
Waldinger, 1986; Waldinger y col., 1990; Light y col., 1994; Raijman y Tienda,
2000; Arjona y Checa, 2006; 2009).
El 43 % de los empresarios mexicanos instalaron sus negocios tras un plan
de ahorro que se habían trazado previamete como trabajadores, incluso desde antes
de emigrar. Dato concordante con el estudio presentado por Oso y Villares
(2005), en el que se destaca que la mayoría de las argentinas y
venezolanas residentes en Galicia, España, parte con la idea y hasta con los
recursos, para montar un negocio.
El inmigrante inicia como trabajador en una economía étnica, y tras años de
ahorro, emprende su propia actividad empresarial (Arjona y Checa, 2007; Peraza,
2012). Para aquellos que logran mejorar su estatus, la economía étnica se
convierte en albergue laboral y empresarial.
Ninguno de los comerciantes encuestados había estado desempleado
previamente. Arjona y Checa (2006), argumentan que el modelo empresarial en
España no refleja al autoempleo como una salida de emergencia. Por lo que para
estos investigadores, el autoempleo figura como una opción laboral para
aquellos inmigrantes que resultan ser los más emprendedores, análogamente a lo
que ocurre en el caso de la sociedad norteamericana.
Para Hum (2001), dentro del empresariado étnico existe por un lado, un
grupo intermedio de pequeños propietarios que luchan por sobrevivir en el mercado
competitivo y, por otro lado, una gran cantidad de microempresarios sin mayores
perspectivas de crecimiento, es decir, aquellos cuya única alternativa
a su desempleo y miseria absoluta, es el autoempleo. En la misma tónica,
Espinosa (2012), señala en su estudio del comercio polaco en la cuenca del
Ruhr, que el autoempleo se ha convertido en una de las alternativas más
viables al desempleo. Respecto al factor de autoempleo, Aguilera (2009),
en su investigación sobre los autoempleados inmigrantes mexicanos
en California y Texas, encontró que los mexicanos que se encuentran en
economías étnicas, como autoempleados, ganan menos que aquellos que, trabajan
en el mercado general, coincidiendo con los resultados de este estudio y el
realizado por Logan y col. (2003).
La decisión de crear una empresa, por parte de los inmigrantes, es en parte
consecuencia de la discriminación en el pago de salarios que sufren los
inmigrantes, frente al resto de los trabajadores nativos en el mercado dual de
una economía polarizada por la percepción salarial y que prospera mayormente en
las llamadas ciudades globales, como es el caso de Los Ángeles (Sassen, 2007;
Serra-del-Pozo, 2009). Otra razón para iniciar una empresa, descansa en el
simple deseo de superación económica, lo cual en algunas ocasiones está fijado
como una meta previa, establecida desde antes de llegar a Estados Unidos, lo
cual, en parte, contradice lo dicho por Hum (2001), en el sentido de que las
empresas étnicas son resultados del desempleo del inmigrante. Light y Roach
(1996), mencionan que la creación de empresas entre los migrantes se debe a una
combinación de cohesividad social del colectivo y dificultades sociales. A través
de esta propuesta se argumenta, que la dureza y frustración, que se experimenta
en el mercado de trabajo ordinario, ocasiona que los inmigrantes en muchas
circunstancias busquen oportunidades alternativas a través del autoempleo y
del desarrollo de fuertes lazos económicos y sociales entre los miembros
de su propia comunidad étnica. La construcción de estas redes sociales está
reflejada en la economía étnica mexicana en Los Ángeles, al encontrarse que la
mayor parte de los trabajadores encuestados durante el trabajo de campo de este
estudio, dijeron haber conseguido empleo en una economía étnica a través de la
ayuda de alguna red social (amigo, familiar o un paisano), que les
hizo saber de la vacante. Como inmigrantes, estos comportamientos
laborales aumentan su capacidad de competencia en el mercado de trabajo en
el extranjero, al contar con su propio capital social; es decir, la información
y con el apoyo de sus propias redes comunitarias como fuente de crédito,
proporcionando una clientela fiel y leal para sus negocios y un suministro
estable de trabajadores coétnicos (Díaz-Bretones y González, 2005). El capital
social es sumamente importante, no solo para el desarrollo y el funcionamiento
del negocio, sino para la incorporación laboral de sus miembros (Barros, 2007).
Para los neoliberales, la economía inmigrante limita las posibilidades de
ascenso social de sus participantes, puesto que está formada exclusivamente por
actividades étnicas dirigidas a atender una pequeña clientela coétnica,
con mínimas o ninguna posibilidad de crecimiento, perpetuándose así la marginalidad
del grupo (Borjas, 1990). Afirmación que puede tener razón, a excepción de
los pocos casos de éxito de algunos empresarios mexicanos (en este estudio se
detectaron dos casos de empresarios que declaran ganancias del orden de
los 900 000 dólares mensuales), y no se deje de tomar en cuenta el potencial
demográfico y económico del mercado hispano, cuya población para 2006 era de
poco más de 42 millones de personas, alrededor de un 30 % mayor que la
población de Canadá, y representaba la quinta economía en el continente
americano, solo después de los Estados Unidos, Canadá, México y Brasil (Olmedo,
2006). Su Producto Interno Bruto (PIB), ascendía a alrededor de los 700 mil
millones de dólares, es decir, casi al equivalente del PIB de México en ese año
(Olmedo, 2006).
Portes y Bach (1985), así como Light y Bonacich (1988), mantienen que los
inmigrantes mexicanos son un grupo consignado al trabajo asalariado, es decir,
no están destinados a ser empresarios. A este respecto, Raijman y Tienda
(2000), están de acuerdo, aunque ellas no consideran esta situación como
parte de algo primordial, sino que esto se debe a la poca capacidad de este
grupo para movilizar recursos a lo largo de las líneas étnicas (el rol de las
instituciones étnicas y las redes de capital social que permiten acceder a
recursos financieros e insumos de información para la creación, mantenimiento y
expansión de los negocios). Capacidad que sí la tienen los coreanos y los
cubanos (Raijman y Tienda, 2000).
Para Zhou (2004b), lo que más importa al analizar el significado y las
implicaciones prácticas de la iniciativa empresarial étnica, es que el empleo
independiente es una mejor opción que el desempleo; genera oportunidades
laborales para el individuo y a la vez para otros, dentro y fuera del grupo
étnico; aporta recursos económicos para la familia; dota de poder a los
miembros del grupo a través de la independencia económica y abre un camino
viable para la movilidad social de los miembros individuales del grupo y
para sus grupos en conjunto (Zhou, 2004b; Garcés, 2011). Como opción laboral,
el autoempleo es altamente debatido por los proponentes de las principales
teorías que dominan los estudios de migración en Estados Unidos (Piore, 1972;
Bonacich, 1973; Portes y Bach, 1985; Waldinger y col., 1985; Waldinger, 1986;
Sanders y Nee, 1987: Borjas, 1990; Waldinger y col., 1990; Waldinger, 1993;
Min, 1996; Light y Gold, 2000: Zhou, 2004b). Estas interpretaciones –de nuevo,
basadas fundamentalmente en la experiencia de inmigrantes asiáticos y cubanos-
forman un continuo que va desde visiones acríticamente positivas, hasta
evaluaciones críticas que descartan totalmente el autoempleo y la economía
étnica como medio viable de incorporación. En un extremo del continuo teórico
se encuentra el argumento, según el cual, la economía étnica es un modo
positivo de inserción y un vehículo de movilidad social ascendente, tanto para
los empresarios como para sus empleados (Guarnizo, 1998).
En el área de estudio se pudo comprobar que, en la mayoría de las
ocasiones, el negocio del empresario inmigrante inicia como un
establecimiento familiar determinado por el autoempleo, el cual crece, madura
y se expande con el tiempo, a través del establecimiento de alguna
sucursal o sucursales, contando con trabajadores asalariados y obteniendo
ventas y ganancias, como es el caso de la mayor parte de los negocios
estudiados, los cuales generalmente albergan a trabajadores inmigrantes
coétnicos, relativamente recién llegados, que en sus condiciones de inmigrantes
ven a la economía étnica como una opción laboral más factible que la presentada
en una economía general tan fragmentada como la estadounidense.
Se puede decir, que la economía étnica funciona, en primer lugar, como
mercado de trabajo “interno”, que protege a los inmigrados de la
competencia del mercado de trabajo general al ofrecer oportunidad de
empleo a sus coétnicos. No obstante, es importante apuntar, que pareciera ser,
que los bajos salarios relativos son un costo aplicado a los trabajadores
étnicos por el favor que se les hizo al darles un primer empleo, de permitirles
a muchos de ellos laborar sin documentos, y de dejarlos trabajar en un
medio familiar donde no se enfrentan a las dificultades del idioma inglés y de
la cultura dominante.
Además, en momentos de recesión de la economía general, donde no se
demanda mano de obra, la economía étnica puede mantener el nivel de oferta de
trabajo. De los negocios estudiados, el 72’% han sido creados en época de
crisis, esto es, en los últimos 10 años. A su vez, el funcionamiento interno de
este mercado de trabajo permite a algunos trabajadores coétnicos asalariados
montar su propio negocio (Waldinger, 1993; Jiobu, 1998), ya que, proporciona el
entrenamiento necesario para que se genere la posibilidad de que el migrante
posteriormente abra su propio negocio (Arjona y Checa, 2006).
Min (1996), estudió el origen de la economía étnica que forjaron los
coreanos en distintas ciudades de Norteamérica y encontró una intensa relación
entre los empresarios, encaminada a una búsqueda común de estrategias para
escapar de la exclusión social y económica a la que estaban sometidos. En esta
misma línea se encuentra Arjona (2004), al señalar que: la independencia
económica, parcial o total, representa para los inmigrados y las minorías
étnicas una autodefensa básica frente a la exclusión y las desventajas que
tienen en el conjunto del mercado laboral. La economía étnica les permite
superar esas desventajas y ellos mismos pueden negociar los términos de su
participación en el mercado de trabajo desde una cierta “posición de fuerza”,
haciendo de la economía étnica un mercado protegido (Arjona y Checa, 2007).
La mayoría de los trabajadores inmigrantes mexicanos de la economía étnica
y en el mercado general, declaró haber arribado a Estados Unidos entre
mediados de los ochenta y comienzos del 2000, especialmente al estado de
California, encontrándose esto también ampliamente relacionado con la llegada
masiva, a inicios de los ochenta, de los migrantes mexicanos al condado de Los
Ángeles, producto de la reestructuración económica vivida en el sur de
California, así como de la amnistía que se dio y benefició a gran cantidad de
mexicanos en el estado. No solo la mayor parte de los empresarios encuestados
declaró haber llegado a mediados de los ochenta, sino también una parte
importante de los trabajadores arribaron en esa época. Es entonces una
inmigración relativamente joven.
En el mercado general, el 50 % de los empleados era indocumentado, y un 32
% era ciudadano; en los negocios étnicos los indocumentados representaron el 59
% del personal contratado, mientras que los ciudadanos solo representaron el 16
%. Pero, no solo la situación migratoria legal es un factor que influye en los
mexicanos a trabajar en el mercado general, sino también el dominio del idioma
inglés. En los empleados de los negocios étnicos mexicanos, el bajo nivel de
inglés y el mejor trato y entendimiento con los connacionales fueron factores
que influyeron para mantener este empleo (Tabla 1).
Respecto al manejo del inglés, los trabajadores mostraron cierto grado de
integración a Estados Unidos, debido a que en los dos grupos fue mayor el
porcentaje de los que lo hablan, ya sea escasa (50 % en el mercado general/31 %
en negocios étnicos) o medianamente (37 % en negocios étnicos). Solo en el
mercado general los trabajadores inmigrantes contaban con un buen dominio de
inglés oral (41 %).
De acuerdo a la Tabla 1, la mayor parte de los trabajadores
etnoencuestados, que trabajaban en los negocios étnicos dedicados a la venta de
comida, laboraban como empleados en restaurantes, donde habían obtenido
mayores ingresos. Sin embargo, se presentó una movilidad social restringida y
limitada solo a un segmento de sus miembros migrantes para este tipo de
actividades, debido a que en promedio los trabajadores en los negocios de
inmigrantes mexicanos manifestaron ser empleados en restaurantes, mas que
poseer puestos gerenciales, constituyendo de esta manera la economía étnica, un
medio que permitió una primera inserción laboral para la mayoría de los
trabajadores inmigrantes.
Referente a la vivienda, casi una tercera parte de los trabajadores que
laboraban en los negocios étnicos y 64 % de los que laboraban en el mercado
general, rentaban cuartos en menos de 1 000 dólares al mes (el pago promedio de
éstos para ambos grupos laborales era de 500 dólares), esto debido generalmente
a que se encontraban viviendo solos en Estados Unidos, ahorrando para el
regreso a México o para traer consigo a su familia, según declararon.
Mientras aquellos que trabajan en el mercado general y rentaban casa, era
porque generalmente vivían con familia y dicha renta les generaba costos
mensuales que iban de 1 000 a 1 500 dólares, cantidad muy similar a la que
pagaban aquellos pertenecientes al mismo mercado laboral que contaban
con casa propia y vivían con su familia (Tabla 1).
El 53 % de los trabajadores de negocios étnicos rentaban vivienda con
un costo inferior a los 1 000 dólares mensuales; es importante destacar que un
30 % de este mismo grupo vivía en un cuarto con un costo de renta promedio de
500 dólares. El 9 % de estos trabajadores pagaban su propia vivienda, pero sólo
el 6 % tenía capacidad para pagar entre 1 000 y 1 500 dólares.
Con relación a los salarios que obtenían los empleados en la región de
estudio, en los negocios
étnicos el sueldo fue más bajo, ya que el 69 % de los empleados ganaba
menos de 500 dólares y solo un 6 % ganaba más de 1 000 dólares, en tanto que en
el mercado general únicamente el 45 % de los empleados tenía una percepción
inferior a los 500 dólares y un 14 % percibía más de 1 000 dólares. Esta
situación pareciera que se ajusta al paradigma de un mercado dual, en el que el
trabajador de la economía étnica obtiene los trabajos peor pagados en
comparación de aquel que posee un perfil similar, pero se inserta a laborar en
el mercado general.
Al comparar el ingreso anterior y el actual, se encontró que un importante
número de trabajadores (50 % en negocios étnicos y 37 % en mercado general) declaró
ganar mejor, lo cual habla de un mayor bienestar económico respecto al pasado
-movilidad ocupacional y mejoramiento económico-. Aunque también se detectó que
el 31 % de los trabajadores en negocios étnicos y 27 % de los trabajadores
en el mercado general ganaban mejor en su trabajo anterior (Tabla 1). Lo cierto
es que, a pesar de que en los negocios étnicos mexicanos no se paga como en el
mercado general, habitualmente se cumple con el salario mínimo establecido en
el estado de California, el cual en las fechas en que se llevó a cabo la
investigación era de 8 dólares por hora de trabajo (Sánchez, 2013).Además, hay
que tomar en cuenta que en esa época también se estaba atravesando por periodos
de crisis económica, lo cual en ese tiempo limitaba el aumento de los sueldos.
La información obtenida permite afirmar que los empleos en la economía
étnica no son en general bien remunerados. De esta manera, la economía étnica
se convierte en un obstáculo para el ascenso social y económico. Sin
embargo, el hecho de que la mayor parte de la planta laboral en los
negocios estudiados corresponda a la de origen mexicano (90 %), confirma la
importancia que la economía étnica tiene en la zona como mecanismo de
inserción. Sin embargo, la economía étnica genera oportunidades laborales tanto
para el grupo connacional, como para aquellos individuos que se encuentran
fuera del grupo étnico, tal y como lo menciona Zhou (2004b).
En contraparte a los magros salarios de los trabajadores, el beneficio que
la economía étnica produce a sus empresarios se corrobora cuando se analizan
las ganancias netas mensuales declaradas en el área de estudio (Figura 2). El
26 % de los empresarios dijeron obtener utilidades en el rango de 5 000 a 9 999
dólares mensuales. Esto indica que hay un buen nivel de rentabilidad.
Cuando a los empresarios se les cuestionó si ganaban y vivían mejor que
cuando eran empleados, la mayor parte señaló que sí (75 % y 84 %
respectivamente), lo cual es expresión del progreso económico alcanzado a
través de sus negocios y el beneficio que a ellos si les proveen, en
contraposición a lo que les sucede a los trabajadores. Lo anterior lo
corroboran Sanders y Nee (1987), en el mismo tenor que Bonacich (1973) y Borjas
(1990), quienes reconocen que la economía étnica sí produce eneficios, pero
aclaran que los mismos son solo para los empleadores, quienes explotan a sus
paisanos en nombre de la solidaridad étnica (Guarnizo, 1998). Sin embargo, a
través de la conducta emprendedora, los inmigrantes consiguen atenuar la
discriminación (Arjona y Checa, 2009), obteniendo ingresos similares a los
percibidos por los empresarios nativos (Croate y Tensión, 1992; Clark y
Drinkwater, 1998). Es así, como el establecer un negocio, ofrece a los miembros
de grupos étnicos minoritarios una importante forma de participación en el
mercado de trabajo (Díaz-Bretones y González, 2005), además de que los trabajos
coétnicos para grupos de inmigrantes, como los mexicanos, representan
una especie de blindaje contra la discriminación (Morales, 2009). Así como
también impide, en cierto modo, la asimilación del grupo étnico (Fong y Ooka,
2002).
Con las consideraciones anteriormente presentadas y partiendo de la
aproximación menos negativa, se podría asegurar que, con escasas
excepciones, la economía étnica es una economía con pocas oportunidades de
mejoramiento social y económico para el grueso de los trabajadores, quienes
regularmente ganan menos y cuentan con menores beneficios laborales que los
trabajadores del mercado general, pero sigue siendo un espacio de oportunidad
para los migrantes que ahí encuentran su primer empleo, además, en este mercado
se recrea y difunde el español y la cultura material de los migrantes.
CONCLUSIONES
La economía étnica, creada y alentada por los inmigrantes mexicanos en el área
de Los Ángeles, funciona como un espacio de libertad, porque facilita la
retención cultural, y como una forma particular de inserción económica de los
inmigrantes, que reproduce pirámides de poder económico y que colocan a los
mexicanos que laboran como empleados, en los escaños más bajos. La economía
étnica sigue siendo una pista de aterrizaje para los migrantes recién llegados,
en tanto permite que éstos consigan más fácilmente un primer empleo. Algunos
inmigrantes, propietarios de negocios étnicos, presentan casos de éxito en
cuanto a la movilidad social ascendente, toda vez que parte de ellos empezaron
siendo trabajadores en esta economía. El emprendurismo y capital social,
separan a estos individuos del resto de los otros inmigrantes. La economía étnica
es una vía para que los empresarios inmigrantes mexicanos maximicen sus
ganancias a través de la explotación laboral de sus connacionales. El caso
mexicano es particular en el sentido de que su economía étnica prospera menos
que la de otros grupos; los bajos salarios que los empleadores mexicanos les
pagan a sus connacionales permiten el crecimiento de las
empresas mexicanas, pero el crecimiento de las mismas es limitado, ya que
su mercado potencial se reduce únicamente a la clientela coétnica. A su vez,
los trabajadores tienen pocas posibilidades de ascender en la escalera social,
debido, de nuevo, a los bajos salarios.
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