Conciliación
trabajo-familia: una comparación de las decisiones de empleo entre las mujeres
de México y España
Work-family conciliation: a comparison of the employment decisions made by
Mexican and Spanish women
José Gabriel Aguilar-Barceló* Nadxilli López-Pérez
*Autor para correspondencia:
gaba@uabc.edu.mx/ Fecha de recepción: 1 de diciembre de 2014/ Fecha de
aceptación:
4 de abril de 2016
Universidad Autónoma de Baja
California, Facultad de Economía y Relaciones Internacionales, Calzada
Universidad núm. 14418, Parque Industrial Internacional, Tijuana, Baja
California, México, C.P. 22390.
RESUMEN
Las crisis económicas mundiales recientes han acelerado el flujo de
incorporación de la mujer al trabajo extradoméstico, lo que ha
representado un nuevo reto en la consecución de la conciliación
trabajo-familia. El objetivo de este estudio fue analizar hasta qué punto la
posibilidad de conciliar trabajo y familia determina el grado de inserción
laboral femenina y la elección de ocupación de las mujeres
deMéxico yEspaña, haciendo un comparativo internacional para distinguir el efecto local, de
las tendencias globales. Para ello, se utilizó el método de regresión logística multinomial a partir
de la base de datos del programa Family and Changing Gender Roles IV; la ocupación fue tratada como variable
dependiente, mientras que las características socioeconómicas y aquellas
relacionadas con los estereotipos, roles de género y de división del trabajo en
el hogar se consideraron como variables
independientes. Se encontró que la falta de conciliación favorece que la mujer
se dedique al hogar en ambos países. El comparativo internacional mostró que
los prejuicios de género y la asimetría en la división del trabajo no fomentan
el trabajo extradoméstico, pero este sí fue compatible con los roles
tradicionales que responsabilizan a la mujer del cuidado de los hijos y la
atención del hogar. Se concluyó que aun siendo México y España países que
comparten ciertos cánones culturales, existe entre ellos diferencias en la
forma de conceptualizar la conciliación entre familia y trabajo, lo cual
también se vio reflejado en un marco normativo diferenciado.
PALABRAS
CLAVE: género, conciliación trabajo-familia,
mercado laboral, autoempleo, empleo asalariado.
ABSTRACT
The recent world economic
crises have accelerated the integration of women into the labor force. This has
represented a new challenge in the achievement of work-family balance. The aim
of the present study was to analyze the extent to which the feasibility to
conciliate work and family influence career choice and the level of women
employment from Mexico and Spain. In order to achieve this, data from the
Family and Changing Gender Roles IV International Research Project was analyzed
by using a multinomial logistic regression model. Occupation was treated as the
dependent variable while socioeconomic characteristics, stereotypes, gender
roles and household division of labor were treated as independent variables.
The main findings indicate that the lack of work-family conciliation increases
the likelihood of women’s participation as housewives in both countries. The
international comparison showed that gender bias and asymmetry in household
division of labor did not lead to extra-domestic work. However, this activity
was consistent with traditional gender roles that associate women with child
rearing. We conclude that even though Mexico and Spain share certain cultural
canons, these countries have differences in the way of conceptualizing the
conciliation of family and work, which are also reflected in a differentiated
regulatory framework.
Keywords: gender, work-family conciliation, labor market,
self-employment, paid employment.
INTRODUCCIÓN
Desde
mediados de los años setenta se ha hecho
evidente un incremento significativo en la participación
laboral de la mujer en los países occidentales, impulsado por el proceso
de liberación femenina iniciado unos años atrás, además de las condiciones
sociales y políticas de las regiones. A finales de esa década, solamente el
19.4 % de las mujeres mexicanas en edad de trabajar y 24.1 % de las españolas,
participaba en las actividades remuneradas (Salazar y col., 2011), mientras que
para 2014, la tasa de participación de la población femenina alcanzaba el 48 %
en México y el 69 % en España.
La
rápida incorporación de la mujer al trabajo extradoméstico ha sido objeto de
estudio desde diferentes perspectivas, entre las que destacan la antropológica,
la sociológica y la económica; las cuales reconocen un complejo reto de
asignación de tiempo entre el mercado laboral, trabajo doméstico y ocio. Lo
anterior se da en el marco de la relación histórica entre el hombre y la mujer,
que se puede representar de forma sucinta en la dicotomía entre la vida pública
y privada, donde el único trabajo que cuenta es aquel que se remunera y donde
el ámbito laboral y económico presentan rasgos masculinos. Por lo anterior, la
discusión acerca de la “correcta” armonía entre lo público y lo privado ha sido
cercana a la lucha feminista, que ha pretendido redefinir los conceptos
fundamentales del mercado de trabajo, partiendo de una visión incluyente, que
considere el ámbito doméstico y la reproducción (Tepichin, 2012).
Para Tobío (2003), la sociedad ha mostrado
persistentemente una estructura patriarcal, caracterizada
por
la división sexual de trabajo y por roles
de género claramente diferenciados. La motivación para la inserción en el mercado
de trabajo está en función del estatus social: la mujer de clase baja toma su
decisión influenciada por la necesidad económica familiar, mientras que la de
clase alta lo hace para mantener el nivel de consumo existente en los círculos
sociales y profesionales a los que pertenece o alcanzar el de aquellos a los
que pretende ingresar. Escobar y col. (2005), señalan que aunque las
diferencias observadas dentro del mercado laboral por la condición de género se
relacionan con la posición de la mujer en el tejido social, en los grupos
sociales de alto ingreso, su inclusión al trabajo extradoméstico no ha
producido un cambio significativo con relación a la distribución de funciones
en el hogar, sino que estas familias recurren a la subcontratación para la realización
del trabajo de casa. Si bien, entre los determinantes de la participación
laboral de la mujer y su decisión de ocupación deben considerarse variables
como las crisis económicas y convulsiones políticas acaecidas en las últimas
décadas, también resulta fundamental la inclusión de factores de carácter
regional, local e incluso individual, como aquellos de tipo socioeconómico y
los relacionados con las expectativas y circunstancias
al
interior de la familia, las cuales se manifiestan en la manera de entender y
vivir las interacciones de género, los roles sexuales y los estereotipos.
Por
su parte, Muñoz (2009), menciona que los factores sociodemográficos son
determinantes en la participación laboral femenina, al igual que algunos
elementos externos, como la composición sectorial, el nivel de desarrollo
económico y las posiciones ocupacionales preexistentes, además de factores de
carácter cultural (tales como los prejuicios sociales). Por otro lado,
Guadarrama (2008), aborda el fenómeno del incremento de la participación
laboral femenina en América Latina, a través de distintas coyunturas
convergentes desde la visión de género: la reestructuración económica, la
flexibilización de las relaciones laborales y la globalización de los mercados.
De
acuerdo con García y de-Oliveira (2011), las mujeres mexicanas, habitualmente
supeditadas a los usos y costumbres de las familias de esquemas patriarcales,
comienzan a tener mayor participación derivada de las crisis económicas de los
años ochenta. A diferencia de lo que ocurre en México, el incremento en la
participación económica de la mujer española, durante esa época, fue motivado
en buena medida por la liberalización del régimen franquista, que por años
censuró a la sociedad con una marcada tendencia sexista y bajo el amparo de la
moral.
El
consenso internacional actual, influido por el pensamiento feminista, afirma
que la conciliación es la respuesta política a una situación de
incompatibilidad entre al menos dos esferas del ámbito humano, como puede ser
la profesional y la familiar. En psicología social, la conciliación está
centrada en el manejo del conflicto entre la vida familiar y la laboral (Papí,
2005). Por lo tanto, hablar de conciliación implica considerar la interacción e
integración entre las tareas domésticas de la familia, la decisión laboral de
sus miembros y las responsabilidades derivadas de ello (Guerra, 2007; OIT/PNUD,
2009).
Pérez
(2014), afirma que la conciliación trabajo-familia procura por una parte,
ajustar el modelo social que asigna roles en función del sexo, y por la otra,
eliminar los estereotipos que refuerzan la división sexual de trabajo,
visibilizando el conjunto de actividades femeninas que componen el trabajo
doméstico. En relación con los estereotipos, aunque España tiene leyes con más
tiempo en vigor que México–y posiblemente más estrictas– para intentar combatir
su construcción, sigue siendo habitual situar al hombre por encima de la mujer
en la esfera pública, por lo que una mayor normatividad en este sentido, no
implica necesariamente una sociedad menos sexista (Martín-Llaguno y
Navarro-Beltrá, 2013).
Durante
los últimos años, los gobiernos, tanto de España como de México, han llevado a
cabo acciones de política pública para desarrollar medidas compensatorias que
reduzcan la discriminación por razón de sexo (Camberos, 2011), incluyendo la
referida a las oportunidades de incorporación al mercado de trabajo. En el caso
de España, por ejemplo, se promulgó la Orden PRE/525/2005, que reconoce que la
igualdad real entre mujeres y hombres aún no ha sido alcanzada, y la Ley
Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, que establece
el marco normativo para acabar con las desigualdades de género existentes en
todos los ámbitos de la vida y prevenir conductas discriminatorias (Ministerio
de Agricultura y Medio Ambiente, 2012).
Por
otro lado, en México, en 2001 se creó el Instituto Nacional de las Mujeres
(INMUJERES), para
fomentar las
condiciones que posibiliten la igualdad de oportunidades y de trato entre
géneros y la no discriminación, a la vez que se implementó entre 2002 y 2006 el
Programa de Acción Mujer y Salud. Adicionalmente, de 2006 a 2008 se duplicó la
oferta de servicios de cuidado de menores, lo cual es un beneficio que
incrementa las posibilidades de conciliación hogartrabajo. Además, el Programa
de Escuelas de Tiempo Completo, puesto en marcha en el mismo periodo, buscó
armonizar los horarios escolares con los laborales, para eliminar barreras que
dificultaban la inserción de las mujeres en el mercado laboral (CONAPO, 2009).
La
modificación y persistencia de los roles de género ocasiona tensión en la vida
cotidiana de las mujeres, al intentar combinar de forma eficiente el trabajo
remunerado con las responsabilidades familiares (Salazar y col., 2011). En la
práctica, muchas mujeres que pretenden incorporarse a la vida laboral siguen
enfrentando costos ex ante por intentar compaginar estas acciones con su vida
familiar, lo cual condiciona su toma de decisiones y provoca su autoexclusión
del mercado de trabajo, reforzando los perfiles de pobreza y marginación
(Pérez, 2014).
De
acuerdo con Martínez y col. (2002), la percepción de triunfo o fracaso, por
parte del individuo, ante este potencial conflicto, depende de cómo se
identifica y amalgama con el estereotipo de gé- nero. Blättel-Mink y col.
(2009), consideran que las mujeres con actitudes tradicionales frente a los
temas de género pueden conciliar la vida laboral con la familiar y eliminar más
fácilmente el conflicto, dependiendo de las estructuras imperantes en ambos
ámbitos y de otras características individuales, por lo que la ausencia de
confrontación no asegura un balance sano entre poder y equidad.
El objetivo de este
estudio fue determinar el grado de influencia de algunos de los elementos
asociados a la conciliación familiar y al entorno socioeconómico, en las
posibilidades de elección de una ocupación laboral y de inserción en el mercado
de trabajo de las mujeres españolas y mexicanas, a partir de su percepción
acerca del salario de reserva, influenciado por factores culturales y
expectativas personales, distinguiendo el efecto local de las tendencias
globales
MATERIALES
Y MÉTODOS
El grado de
influencia relativa en las decisiones de inserción y empleabilidad, de algunos
elementos asociados a la conciliación familiar y al entorno socioeconómico, se determinó
mediante los datos del proyecto internacional Family and Changing Gender Roles IV. Este proyecto fue
elaborado por el Instituto Leibniz para las Ciencias Sociales (GESIS) en el año
2012, y en él participaron cerca de 50 países, teniendo como propósito conocer
cómo era la interacción entre los miembros del hogar, con relación a los temas
de conciliación y conflicto entre tareas domésticas y trabajo, decisiones
acerca de los hijos y su educación, de opinión y juicios sobre la familia no
convencional y el concepto de familia, entre otros.
De los cinco
países de habla hispana participantes en el proyecto (España, Argentina, Chile,
México y Venezuela), se seleccionó a España y México por presentar una posición relativa igual
o mejor en su índice de desigualdad de género, respecto a la de su índice
de desarrollo humano, lo cual es indicativo de que –guardando proporciones– han logrado avances en esta materia en
términos de desarrollo social. Específicamente España presenta un índice de
desarrollo humano de 0.876, ocupando el lugar 26 en el mundo, mientras que
tiene el lugar 16 en términos del índice de desigualdad de género con 0.095.
Por su parte, México tiene el lugar 74 a nivel mundial en el índice de
desarrollo humano con 0.756, mismo lugar que ocupa en el índice de desigualdad
de género con 0.373 (UNDP, 2015).
El cuestionario del proyecto Family
and Changing Gender Roles IV fue aplicado inicialmente a un promedio de 2 595 personas
en cada país, independientemente de su sexo, estado civil y tipo de ocupación.
Sin embargo, en este estudio la muestra utilizada se redujo a 1 142
observaciones para el caso de España y 697 observaciones para el caso de México, dado que
esta investigación se enfoca en aquellos individuos que están unidos, ya sean
casados o en unión libre, que pertenecen al sexo femenino y cuya ocupación
pueda ser considerada como empleo asalariado, trabajador por cuenta propia o
trabajo doméstico (el trabajo no toma en cuenta la posibilidad de desempleo).
Aunque las actividades asociadas al trabajo por
cuenta propia pueden desarrollarse en el domicilio del individuo, éstas no se
consideraron en la definición de trabajo doméstico, el cual está referido a tareas
como la limpieza de la vivienda y enseres del hogar, la preparación de los
alimentos, las compras y el cuidado de niños, ancianos o enfermos, entre otras,
y a las que se supondrá no remuneradas de forma directa. Por lo tanto, para los
efectos de esta investigación, el trabajo remunerado será considerado como
trabajo extradoméstico aun siendo por cuenta propia.
Se
utilizó el método de regresión logística multinomial de variables categóricas,
con base en el empleado por De-Hoyos (2006), quien examinó el intercambio entre ocio y consumo como resultado de la comparación del
salario de reserva y el salario del mercado. Se consideró que el individuo elige
una de varias ocupaciones en el mercado laboral, o en su caso, decide no
participar en el mismo en función
de variables de diversa naturaleza. En este trabajo se usó la ocupación como
variable dependiente (ama de casa, empleada, autoempleada) y como variable
independiente diferentes aspectos categorizados en características
socioeconómicas y demográficas, prejuicios y opinión acerca de la libertad de
acción, opinión sobre los roles masculinos y femeninos y división de trabajo en
el hogar. El salario de mercado esperado estaría fuertemente ligado a la calidad del capital humano,
es decir, en su explicación intervienen las características sociodemográficas,
junto con las fuerzas de la oferta y la demanda. Por otro lado, se definió el salario
de reserva como el salario más bajo que un individuo estaría dispuesto a
aceptar para trabajar en una determinada ocupación, pudiendo quedar determinado
por las preferencias personales del individuo descritas, por ejemplo, por su punto de vista acerca de
roles, estereotipos y prejuicios de género, junto con la división del trabajo
(e incluso las características socioeconómicas de su hogar); es importante
hacer notar que el salario de reserva es de naturaleza no observable.
Con respecto a
los factores intrafamiliares que pueden determinar la elección de una ocupación
por parte de la mujer, se optó por seleccionar variables que capturen los
prejuicios de género y aquellos relacionados con la libertad de acción cuando
se hace vida en pareja, los roles y estereotipos masculinos y femeninos y la
división sexual del trabajo en el hogar. Los anteriores, junto con el grado de
dependencia de los ingresos del cónyuge o del antecedente de que la madre haya
trabajado, son elementos vinculados al salario de reserva del individuo. De
igual manera, se incluyeron variables demográficas relacionadas con el salario
de mercado potencial del individuo acorde con la teoría de capital humano,
tales como la edad, la escolaridad y el estado civil (Tabla 1).
Debido a que la
decisión de inserción exige el análisis simultáneo de múltiples opciones
laborales, cuyo beneficio está relativizado por su propia interrelación, en el
presente trabajo las opciones laborales de la mujer casada o unida se
circunscribieron a tres formas: la dedicación a la atención del hogar, el
trabajar como empleada asalariada, o hacerlo por cuenta propia. Así, la variable dependiente
es categórica nominal, pudiendo tomar las formas:
“ama de casa” “empleada” y “autoempleada”. Se utiliza el trabajo en el hogar
como la opción de referencia desde el punto de vista del modelo estadístico.
Para facilitar su interpretación como probabilidades en el modelo logístico
multinomial, todas las variables independientes, exceptuando la edad y los años
de escolaridad, han sido dicotomizadas (el beneficio de ello supera el costo
asociado a la pérdida de información).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
El
comportamiento estadístico de las variables en ambos países es presentado en la
Tabla 2 mientras que en la Tabla 3 se muestran los resultados de la aplicación del modelo estadístico de forma
independiente para cada país, el cual permite identificar la influencia en la decisión de
inserción laboral, de factores socioeconómico y demográficos, pero además de
aquellos relacionados con la visión de la libertad de acción, prejuicios y
roles de género, junto con la evidencia acerca de la división del trabajo en el
hogar. El nivel de significancia de los resultados del modelo se estableció con
valores de P < 0.05 ó P >0.01.
En lo que se
refiere a las variables de tipo socioeconómico
y demográfico, se encontró que el 65 % de las unidas españolas estaba casada,
mientras que esa condición ocurría en el 61 % de las unidas mexicanas. El tipo
de unión (MARS), también tuvo una influencia similar en la ocupación femenina
de ambos países; el matrimonio, en contraposición a la unión libre, aumentó las
probabilidades de ser ama de casa o autoemplearse y disminuyó
significativamente las
de ser empleada asalariada. En ambos países ocurrió que, conforme la mujer envejece (EDAD),
el empleo asalariado se volvió menos atractivo, y quizá, asimismo, menos
viable, sobre todo en el caso de México, ganando terreno el trabajo por cuenta propia y de
hogar. De nueva cuenta, con patrones similares en ambas sociedades, a mayor
escolaridad (ESC) se hizo menos probable la dedicación a las tareas de casa y ligeramente
más factible el ser empleada o autoempleada, lo cual favorece la eliminación de
las desventajas relativas de inserción laboral (Blättel-Mink y col., 2009; Tepichin, 2012).
El 75 % y 56 %
de las españolas y mexicanas, respectivamente, vivía en una zona urbana. El hecho de vivir
en una zona urbana (ZONA) aumentó la probabilidad de participar como empleada y
disminuyó la de ser autoempleada en ambos países, pero únicamente en México
este atributo mostró una asociación negativa con la posibilidad de dedicación
al hogar. El 79 % de las mexicanas y el 62 % de las españolas declararon tener ingresos menores a los de
su cónyuge. En la línea de los resultados de De-Hoyos (2006), cuando los
ingresos de la entrevistadas son menores que los de su cónyuge (INGR), se incentiva
el empleo asalariado en los dos países, pero en México, además, se favoreció la
dedicación al hogar y en España, al autoempleo. Finalmente, el 31 % de las españolas y 26 % de las
mexicanas, vieron a su madre trabajar cuando eran niñas. Si se cuenta con el
antecedente de haber tenido una madre trabajadora (ANTM), se desfavorece la
dedicación al hogar e incrementa la motivación por el trabajo asalariado en las dos
sociedades bajo análisis, lo cual es consistente con los resultados de McGinn y
Milkman (2013), quienes señalan que cuando la madre participó en trabajos
extradomésticos –junto con otros rasgos raciales y demográficos– se incrementa
la probabilidad de que las hijas obtengan mayores ingresos y ocupen puestos de
más alta responsabilidad que los de las hijas cuyas madres se dedicaron
exclusivamente al hogar.
Es
notable la similitud en los signos de las estimaciones de las variables
socioeconómicas entre ambos países, aunque no necesariamente en la magnitud. Destaca la semejanza
de signos entre las actividades del hogar y el autoempleo, generalmente
contrarios a los del empleo asalariado. De esta forma,
llegar a la adultez media o estar
casada parecieran erigir barreras a la entrada al empleo asalariado; no obstante,
contar con al menos educación formal básica, el vivir en zona urbana, el hecho
de contar con menores ingresos que el cónyuge, o con el antecedente de madre
trabajadora, favorecieron la incursión a este tipo de actividad; lo anterior
coincide con los resultados de Suárez (1992), Iglesias y Llorente (2001), y
Jiménez y Restrepo (2009). Resalta también el impacto diferenciado de los
ingresos superiores del cónyuge; mientras que en México ese hecho favoreció la
dedicación al hogar, en España fue una motivación para el autoempleo.
En lo que se
refiere a los prejuicios de género y libertad de acción en la sociedad, en el
caso de las variables PRE1 y PRE2, las respuestas tipo 1 revelan una actitud
favorable a la visión patriarcal. En promedio, 52 % de las mujeres españolas
comulgó con estas
opiniones, mientras que en el caso de las mexicanas, 69 % mostró aceptación.
Para el caso de PRE3, relacionada con la posibilidad de la postergación
temporal de la maternidad para enfocarse el desarrollo laboral, las respuestas con valor
de 1, se relacionan con una visión femenina, afín a los conceptos de igualdad,
la cual fue compartida por
79 % de las mujeres en España y 70 % en México.
La creencia de
que la vida familiar se ve afectada si la mujer lleva a cabo un trabajo a
tiempo completo (PRE1), desanima la incursión en el autoempleo en ambos países,
pero sólo en México parece favorecer la decisión de ser ama de casa. Por otro
lado, estar de acuerdo con la idea de que la mujer prefiere tener una casa e
hijos a una posición laboral (PRE2), claramente favorece la elección de ser ama
de casa, y desalienta la de ser autoempleada en
ambos países, resultando en una manifestación de autoexclusión inconsciente
(Pérez, 2014). Además, el simpatizar con la idea de que la mujer joven debe
darle prioridad al trabajo antes que a la maternidad (PRE3), tiene un efecto
diferenciado entre países, siendo notable la compatibilidad que presenta en
España con el trabajo extradoméstico. La evidencia muestra también que las
restricciones de comportamiento derivadas de prejuicios de género (impuestas o
autoimpuestas) no suelen propiciar el autoempleo sobre todo en el caso de México.
Con relación a
los roles femeninos y masculinos, para el caso de las variables ROL1 y ROL2,
las respuestas tipo 1 van a favor de la concepción tradicionalista, la cual
estuvo respaldada, en promedio, por el 49 % de la mujeres españolas y el 58 %
de las mexicanas. Las respuestas tipo 1 para el resto de los roles estarían en
contra de la visión patriarcal, por cuanto suponen la incorporación de la mujer
al mercado de trabajo; esta oposición fue manifestada por el 79 % de las
españolas y el 69 % de las mexicanas. En el caso de aquellos que muestran las consideraciones hacia el trabajo
doméstico, cuando las mujeres piensan que ser ama de casa puede llegar a ser tan
satisfactorio como tener un trabajo remunerado (ROL1), hubo una propensión al
autoempleo y sólo en España este hecho no favoreció la incursión al empleo
asalariado. El considerar que el hombre es el proveedor del hogar y la mujer es
quien lo cuida, presentó signos contrarios entre países en las tres categorías de la variable
dependiente, destaca que en el caso de España se relacionó positivamente con ser
empleada y negativamente con ser ama de casa, en tanto que en México ocurrió
justo lo inverso. A partir de lo anterior, podría afirmarse que la concepción
conservadora de familia en España tiene menores implicaciones en la elección del trabajo
extradoméstico por parte de la mujer.
Dentro de los roles
que consideran la disyuntiva entre hijos y trabajo en el marco del ciclo vital,
los que se refieren a que la mujer piense que debe trabajar hasta antes de
tener hijos (ROL3) o durante el tiempo que sus hijos estén en edad escolar
(ROL4), resultaron asociados positivamente con la probabilidad de ser empleada y
negativamente con la de ser autoempleada y ama de casa, en ambos países. Las
implicaciones divergieron entre países cuando se trató de la opinión de emplearse una vez que los hijos
se van del hogar (ROL5). De acuerdo con Suárez (1992), durante los ochenta, en México 38.2 % de las
mujeres no tenía actividad laboral en ninguna de las etapas del ciclo vital,
mientras que para el año 2014 ese dato se había reducido a 16.7 %.
Desde una
perspectiva ampliada, los roles que conciben a la mujer como la encargada del
hogar resultaron
compatibles con el trabajo extradoméstico e incluso con actividades de
autoempleo y aquellos relacionados con la faceta de conciliación entre hijos y
trabajo únicamente son afines al empleo asalariado; sin embargo, la evidencia no fue suficiente como para asegurar que por prejuicios
o roles de género las mujeres unidas prefirieran autoemplearse. Es
posible que este resultado se deba a que las respuestas solamente recogieron la
perspectiva de la mujer y
no sus acciones de facto.
Las posibilidades
de conciliación tienen que ver con el alcance, naturaleza y motivaciones de la
participación en el mercado de trabajo. Con relación a los factores asociados a
la inserción laboral femenina, desde la óptica económica, el trabajo de
Killingsworth y Heckman (1986), fue uno de los primeros en presentar evidencia
multinacional; su investigación utiliza una visión inversa a la del presente
trabajo: intentar explicar las implicaciones que tiene la participación laboral
en variables como en el estado civil, la fecundidad, las tareas en el hogar, la
distribución de rentas familiares y las diferencias salariales, en los países
desarrollados.
Respecto a la
división del trabajo en el hogar, se encontró que tanto en España como en
México, la división de la responsabilidad era altamente asimétrica en el 83 %
de los casos, desfavoreciendo a las mujeres. Cabe señalar que ésta fue la
clasificación con menores diferencias medias entre países. En cuanto a las
tareas del hogar, si la responsabilidad recae enteramente sobre la mujer
(DTH1), en ambos países se incrementa la probabilidad de ser ama de casa,
aunque la estimación resulta de mayor magnitud para el caso mexicano. Este
hallazgo parece incidir negativamente en la predisposición al trabajo
extradoméstico en ambos países; en el caso de España, en el empleo asalariado,
y en el autoempleo para México. Cuando es la mujer quien debe atender las
reparaciones menores del hogar (DTH2), se observó que es menos probable que
ésta tenga un trabajo asalariado, ya sea en México o en España. El estimador asociado a tener la responsabilidad de
la compra de víveres (DTH3) no resultó significativo en el caso de España y por
lo tanto, no es viable su comparación.
Por otra parte,
que la
mujer se encargue de las tareas de limpieza del hogar (DTH4) se relacionó
negativamente con el empleo asalariado y positivamente con la dedicación a tiempo completo en tareas del
hogar en ambos
países, pero sólo positivamente con el empleo por cuenta propia en España.
Finalmente, cuando se tuvo la responsabilidad de la preparación de los
alimentos en el hogar (DTH5), se incrementó la probabilidad de que se tratase
de un ama de casa en ambos países. Resulta indiscutible que una división del trabajo en el
hogar, donde la mujer tenga toda o la mayor parte de la carga, constituye una
barrera para el trabajo extradoméstico. Este resultado fue más evidente para el
caso de España, donde se ve desfavorecido el trabajo asalariado. Los resultados
para el caso mexicano no son tan claros.
En particular, para el
caso de España, existen diversas investigaciones empíricas que han abordado el
tema de la participación laboral de la mujer desde la perspectiva económica, tales como la de
Iglesias y Llorente (2001), quienes analizan las variables más importantes en
las decisiones de búsqueda de empleo y participación laboral y su impacto en la
economía. Sus hallazgos evidenciaron que la edad, el nivel de estudios, el
estado civil, el tamaño
de la zona urbana de residencia, pero sobre todo, los ingresos del cónyuge, influyen en
la participación laboral
femenina. Por otra parte, son varios los estudios que hablan sobre los
determinantes de la participación laboral de la mujer en América Latina, siendo
recurrente la alusión a factores como el número de hijos, la edad, el estado
civil, la escolaridad, el ingreso familiar y en algunos casos el estrato
socioeconómico (Jiménez y Restrepo, 2009). Para el caso de México, el trabajo
de De-Hoyos (2006), corrobora que factores como el número de hijos o la
situación laboral de la cabeza de familia, influyen en los flujos laborales de
la mujer, incluida la participación en el mercado de trabajo.
Desde
el punto de vista neoclásico, la toma de decisiones relacionada con la inserción laboral
del indi-viduo puede estar influida por factores económicos y sociales, a
nivel personal, familiar o contextual (Muñoz, 2009; McGinn y Milkman, 2013;
Long y Freese, 2014). La decisión de participar en el mercado laboral se puede
equiparar a la relación entre dos magnitudes de complejo origen. Por una parte, el poten-
cial salario de
mercado, vinculado con las fuerzas de la oferta y la demanda, pero también con
la edad, el sexo, el nivel escolaridad, la experiencia y el área de
especialización, y por la otra, un salario crítico de reserva influenciado por
los elementos anteriores, desde la óptica de las expectativas personales, pero
además, por aspectos culturales derivados de las concepciones que se tengan de
los estereotipos y los roles de género y el grado de conciliación
trabajo-familia alcanzado (Papí, 2005; Pérez, 2014), lo cual pone en tela de
juicio que el supuesto de la alta elasticidad en el caso de la oferta laboral
de la mujer unida, pueda ser justificable hoy en día (Heckman, 1993).
Los
resultados obtenidos sugieren la posibilidad de que el fenómeno del autoempleo
femenino, en ciertos contextos, sea derivado de un cambio social estructural y no necesariamente
coyuntural, tal como afirma Camberos (2011). Sin embargo, hace falta
mayor evidencia para poder afirmar que la incorporación de las mujeres al
mercado de trabajo
constituya por sí sola una vía de empoderamiento femenino en el corto plazo, en
tanto que no se pueda comprobar que está acompañada de un cambio ideológico al
interior del seno familiar.
CONCLUSIONES
Los factores
relacionados con la conciliación familiar son determinantes en el proceso de
inserción laboral femenina y en su elección de ocupación. El sentido del
impacto de las variables socioeconómicas resultó ser bastante similar entre países (no así
las magnitudes), no mostrando cambios significativos por diferencias culturales
o de nivel de desarrollo económico, lo que indica que estos procesos son
propios de la dinámica del
mercado de trabajo. Existe una conexión entre el trabajo en casa y el trabajo
por cuenta propia, que es una manifestación derivada de las contracciones del
mercado laboral formal propias de las economías en recesión. Aunque, en la
práctica, el trabajo extradoméstico parece ser compatible con los roles
tradicionales que responsabilizan a la mujer del cuidado de los hijos y la
atención del hogar, los prejuicios de género afectan el desarrollo profesional
de la mujer y la calidad de su desempeño. Lo anterior, ha sido un resultado casi
axiomático en el caso del empleo asalariado, pero no tanto al referirse al
autoempleo, que en muchos casos se visualiza como la única alternativa –deseada
o posible– de contribución al ingreso familiar para una mujer inmersa en una
estructura familiar patriarcal; dicho hallazgo representa una de las
principales aportaciones de este trabajo. Se encontró también que cuando hay un
desequilibrio en la división del trabajo en el hogar, la probabilidad de
dedicarse al empleo
asalariado disminuye. La evidencia no es suficiente como para asegurar que las
mujeres unidas que desean trabajar y tienen hijos pequeños, prefieran
autoemplearse temporalmente por este hecho, con la pretensión de incursionar
después al empleo asalariado. En términos relativos, la mujer mexicana muestra
mayor condescendencia que las españolas con los roles tradicionales de familia
y con la división asimétrica del trabajo de hogar, medido por sus expectativas de
empleabilidad y su salario de reserva. Aunque México y España comparten ciertos
cánones culturales, existen entre ellos diferencias en la forma de
conceptualizar las realidades sociales, tales como la referida a la
participación laboral de la mujer y la conciliación entre familia y trabajo que
de ésta deriva, lo cual coincide con un marco normativo diferenciado.
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