Las mujeres separadas de cara a la violencia de sus exparejas. Rumbo a su
caracterización
Separated women in light of intimate partner
violence by ex-partners. Thowards its
characterization
Areli
Zaldívar-Cerón1, Gloria Margarita Gurrola-Peña1*, Patricia
Balcázar-Nava1,
Alejandra
Moysén-Chimal1, Esteban Eugenio Esquivel-Santoveña2
*Autor para correspondencia: mgurrolaunid@hotmail.com/
Fecha de recepción: 16 de enero de 2015/ Fecha de aceptación: 7 de julio de
2015
1Universidad Autónoma del Estado de México. Facultad de
Ciencias de la Conducta, Filiberto Gómez s/n, col. Guadalupe, Toluca, Estado de
México, México, C.P. 50010. 2Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
Instituto de Ciencias Sociales y Administración, DMCU, Avenida Universidad y H.
Colegio Militar (Zona Chamizal), Ciudad Juárez, Chihuahua, México, C.P. 32310.
RESUMEN
La violencia de pareja es un importante problema de salud pública en
la sociedad, puede iniciar desde el noviazgo, estar presente en la
relación y perdurar hasta después de la separación de la pareja. El objetivo
del presente trabajo fue analizar el tipo y las características de violencia
que sufre la mujer separada por parte de su expareja.
La información se obtuvo de 17 mujeres, residentes del Estado de México,
mediante entrevistas a profundidad, con relación a los ejes de análisis:
violencia económica, patrimonial, psicológica, física y sexual. Los resultados
indican que la violencia continúa presentándose directamente de forma
psicológica, económica y patrimonial, así como de manera indirecta a través de
los hijos, reduciéndose la violencia física y sexual. Por lo que se puede
concluir que la separación de la pareja no asegura el cese de la violencia,
pero sí marca un cambio en la forma en que la expareja
la sigue ejerciendo hacia la mujer.
PALABRAS CLAVE: mujeres; violencia; expareja;
entrevista a profundidad.
ABSTRACT
Intimate partner violence is a salient public health problem in society. It
can start in dating relationships and be present well after couple separation.
The aim of this investigation was to analyze the type and characteristics of
violence from an ex-partner experienced by separated women. Data from 17
separated women residing in the State of Mexico was obtained through in-depth
interviews in regard to analysis themes: economic, patrimonial, psychological,
physical and sexual violence. The results indicate that direct violence from an
ex-partner in the forms of psychological, economic and patrimonial abuse is
experienced by separated women, as well as indirect female psychological
violence victimization through the ex-couple´s offspring. Separated women were
found to experience less physical violence and sexual coercion. It can be
concluded that rather than becoming the end of violence, couple separation only
marks a change in the way in which it is experienced by
separated women.
KEYWORDS: women; violence; ex-partner; in-depth interview.
INTRODUCCIÓN
La violencia hacia la mujer por parte de la pareja no siempre termina al
concluir la relación, incluso se puede agravar, por lo que dejar una relación
de maltrato no garantiza la seguridad de la mujer que sufre violencia (Krug y col., 2003). Para muchas mujeres, la negociación de
límites después del divorcio o separación se convierte en una oportunidad de
cambios, pero también de grandes riesgos, ya que para el hombre, la pérdida del
sentido de control, puede instigar aún más violencia.
La violencia postseparación es definida como cualquier
forma de abuso (sexual, psicológico, moral o físico), ejercido por un exesposo, examante u otra expareja (Brownridge, 2006). Una
investigación reciente indica, una fuerte relación entre el divorcio y la victimización después de la separación (Bo-Vatnar y Bjorkly, 2011). Estos
hallazgos han permitido entender, desde una perspectiva interaccional,
la violencia postseparación como un fenómeno
complejo, heterogéneo y dinámico.
La perspectiva interaccional de la
violencia (Funder, 2006), cuestiona la dicotomía
tradicional persona-situación y la reemplaza por el énfasis en la interacción (conductas),
entre los individuos y las varias situaciones que afrontan. Es así como la
conducta violenta puede entenderse en términos de la situación que la persona
afronta.
En este orden de ideas, la situación de divorcio o separación, es una
experiencia especialmente estresante, que tiende a provocar diversas reacciones
en las personas involucradas, las cuales, se encuentran matizadas por el
género. Entre los hallazgos que ilustran esta afirmación está el hecho de que
los hombres y las mujeres muestran patrones distintos de malestar a lo largo
del proceso de separación (Rodríguez y Ribeiro, 2013).
Dado que la violencia en algunas parejas es un patrón interaccional
consistente, durante y después de la convivencia conyugal, es necesario contextualizarla
bajo la perspectiva de género. Esta teoría se preocupa del análisis de
cuestiones culturales y sociales, que conciben la violencia masculina contra
las mujeres como un abuso de poder, que favorece que los hombres agredan a las
mujeres (Walker, 2009).
El fenómeno de la violencia contra la mujer se encuentra en el contexto de
la cultura patriarcal. El patriarcado relaciona el maltrato durante el
matrimonio con el control, no por el hecho de perderlo, sino por ejercerlo para
dominar a la mujer (Alencar-Rodrigues y Cantera,
2012). Dado lo anterior, es de esperarse que en situación de divorcio o
separación, el hombre ante la amenaza real de perder dicho control y poder,
intente preservarlo recurriendo a diversas tácticas. Sólo una pequeña minoría
de mujeres experimentan “un rompimiento limpio”; cerca del 90 % de mujeres
reporta alguna forma de acoso o abuso continuado (Davies y col., 2009).
Estudios realizados en países como Estados Unidos, Australia, Noruega y algunas
encuestas en México (Alsaker y col., 2007; Bagshaw y col., 2011; Bo-Vatnar y
Bjorkly, 2011; INEGI, 2011), indican que la violencia
por parte de la expareja continúa después de la
separación (física y/o legalmente), de manera física, psicológica, sexual y
económica; la expareja amenaza, acosa, golpea y llega
a poner en peligro la vida de la mujer, e inclusive la sigue controlando
económicamente, o a través de amenazas a los hijos e incumplimiento de sus
obligaciones.
La presencia de hijos es un factor que transforma la naturaleza de la
relación de pareja antes y después de la separación. Los hijos complican la
separación y crean un campo fértil para continuar el maltrato (Wuest y col., 2003), la negociación por la custodia, y el
contacto continúo después de la separación provee a los padres de amplias oportunidades
para continuar el control y el abuso sobre su expareja
(Hardesty y Chung, 2006).
Ejemplo de lo anterior, es el estudio realizado en Australia por Bagshaw y col. (2011), en donde las mujeres reportaron
intentos de control o incumplimiento por parte de su expareja
en aspectos económicos, y un miedo permanente a ésta, además de recibir
amenazas, hostigamiento y acoso por parte de la expareja,
que manifestaban en frases como “Temo por mi vida y por la vida de mi hija”,
“Yo vivo con miedo” y “Me sorprende cada día que estamos vivos”.
La etapa de la violencia postseparación ha sido
escasamente abordada, ya que la mayoría de los estudios se han centrado en la
violencia durante la relación (Alsaker y col., 2007; Bagshaw y col., 2011). Las investigaciones indagan común- mente
los sucesos que las víctimas experimentan o han experimentado a lo largo de su
vida de pareja o dentro de los últimos 12 meses, sin diferenciar si la mujer
continúa viviendo en pareja o no (Valdez-Santiago y col., 2006; INEGI, 2011;
Zorrilla y col., 2011).
Este tipo de estudios, que indagan el riesgo de vivir violencia por parte
de la expareja, son prácticamente inexistente en
México, por lo cual el objetivo principal del presente estudio fue identificar
las características de la violencia que viven las mujeres separadas por parte
de su expareja, considerando que existe un espectro
de formas de violencia que pueden incluir agresión física, psicológica,
económica, patrimonial y sexual.
MATERIALES Y MÉTODOS
El periodo de estudio se llevó a cabo de febrero de 2013 a septiembre de
2014. Los criterios de inclusión de las participantes fueron: ser mujeres
heterosexuales, separadas de una pareja, de la que reportaran haber vivido
violencia doméstica durante la relación. Con base en este criterio y a través
del personal del Consejo Estatal de la Mujer del Estado de México, se contactó
de julio de 2013 a febrero de 2014, a 23 participantes, de las cuales, 17
aceptaron participar en la investigación, con edades entre 19 años y 59 años.
Para la recolección de datos se empleó la técnica de entrevista a
profundidad, la cual consiste en reiterados encuentros cara a cara entre el
investigador y los informantes, dirigidos a la comprensión de las perspectivas
que tienen los informantes de sus vidas, experiencias o situaciones, expresadas
en sus propias palabras y siguiendo un modelo de conversación entre iguales
(Taylor y Bogdan, 1994). La entrevista que se aplicó
estuvo basada en una guía de 46 preguntas que exploraban los ejes de análisis:
violencia económica, patrimonial, psicológica, física y sexual, cuya validación
se obtuvo mediante criterio de seis jueces expertos en el área de violencia,
quienes son profesores de la Facultad de Ciencias de la Conducta de la
Universidad Autónoma del Estado de México (Tabla 1).
Mediante una sesión individual, para el consentimiento informado de las
mujeres, se les explicó el objetivo y se les aseguró la confidencialidad y
anonimato de la información que las pudiera identificar. Después, se procedió a
las entrevistas, las cuales fueron grabadas para transcribirlas, y así,
realizar un análisis cualitativo de contenido, cuyo método es propuesto por
Cáceres (2003), y que consta de los siguientes pasos: 1) selección del modelo
teórico; 2) preanálisis; 3) definición de unidades de
análisis; 4) elaboración de reglas de análisis; 5) elaboración de códigos; 6)
definición de categorías; y 7) síntesis final. Fue así que se identificó la
relación del discurso del participante, con la categoría de violencia de expareja, para posteriormente clasificar la información de
acuerdo a los ejes de análisis de violencia psicológica, violencia psicológica
a través de los hijos, violencia económica, patrimonial, física y sexual. La
validez de este procedimiento, se llevó de acuerdo con el proceso de saturación
de información y la triangulación de los resultados de la entrevista con la
teoría revisada.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En primer término, se presentan los resultados referentes a las
características sociodemográficas de las 17 mujeres que participaron en la
investigación. De ellas, el 5.9 % señaló contar con educación primaria, 23.5 %
con educación secundaria, 41.2`% tenían carrera técnica o preparatoria, 23.5%
licenciatura y el 5.9 % tenía estudios de maestría. En cuanto a su estado civil,
el 71 % continúa casada con su expareja y el 29 %
está divorciada.
Referente a la situación laboral, el 76 % de las entrevistadas se encuentra
activa; cabe mencionar que debido a los problemas económicos que surgieron a
raíz de su separación, el 20 % de estas mujeres, quienes no trabajaban,
tuvieron que hacerlo al dejar de depender de sus maridos; del 24 % que no
trabaja actualmente, el 100 % sí realizaba alguna actividad económica fuera del
hogar antes de la separación, pero dejaron de hacerlo debido a los problemas de
salud y familiares, que surgieron después de su separación; por lo que del
total de participantes, un 46 % dejó de trabajar o comenzó a hacerlo a partir
de su separación.
En cuanto a la vivienda, el 24 % vive en una casa a su nombre, el resto
vive en casa de alguien más, como sus suegros, padres, amigos o hijos (70 %), y
el resto (6 %), pagan alquiler.
Por otra parte, el 88 % de las participantes dijo no tener ni haber tenido
una nueva relación de pareja durante el tiempo que llevan separadas.
La relación de las participantes con su expareja
promedio fue de 11.5 años, donde el 88 % tuvo entre 1 y 3 hijos de la relación,
y el 12 % restante tenía 4 hijos o más. El tiempo promedio de separación de las
participantes fue de 2.4 años, y en el 65 % de los casos, fue su expareja quien tomó la decisión final de separarse. El
motivo principal de separación de las entrevistadas fue la infidelidad y
alcoholismo por parte de su pareja (47 %), violencia física, psicológica o
económica (41 %) y el abandono del hogar (12 %).
A pesar de la separación de la mujer con su expareja
violenta, continúa el maltrato hacia ella de diferentes maneras o tipos, pero
con distintas características de acuerdo a sus experiencias relatadas para este
estudio. Se presentan en orden según el número de lexías obtenidas en las
entrevistas.
Violencia psicológica
En el aspecto psicológico, todas las mujeres entrevistadas señalan que su expareja ha continuado manifestando agresiones verbales
(insultos), “y me siguió gritando, gritándome, es que eres una cualquiera y la
gente pasando, mis vecinas pasando”; las han intimidado (aventándoles cosas o
lastimándose ellos mismos frente a ellas); las humillan y se han sentido
rechazadas por él “ya todos los vecinos nos conocen por sus gritos, a mí me da
vergüenza salir de la casa, porque todo mundo se me queda viendo y me da
vergüenza”. Esto coincide con los resultados de la Encuesta Nacional sobre la
Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH)
(INEGI, 2011), la cual considera a la violencia psicológica como el tipo de
violencia más frecuente en México.
Así mismo, su expareja les ha prohibido realizar
algunas actividades o las ha amenazado: “me dijo que si metía a otro ahí me iba
a matar”. Son acosadas vía telefónica o vigiladas por parte de él: “luego me
decía y a poco te hiciste tantas horas en el camión, si sales a tales horas”,
“cuando tomaba me mandaba mensajes”, “él se iba, y luego empezaba a hablarme
por teléfono”; además de que las continúa culpando de ser las responsables de
la separación o de tener una nueva relación sentimental, que no existe: “lo que
hacía era fastidiarme, en el aspecto de que me decía que el día que lo viera
con otra era porque yo lo había obligado, que yo era la culpable de la
situación”, “me dijo que qué derecho tenía yo de terminar con la relación o no,
que yo no tenía ningún derecho de eso”. Respecto a lo anterior, este
comportamiento evidencia una forma particular de acoso denominado acecho (stalking), el cual es un patrón persistente de conductas que
pueden ser materializadas en diferentes tipos de contactos, comunicados,
persecuciones o monitoreo de la mujer (Frieze y
Davies, 2002; Norris y col., 2011; Duff y Scott, 2013). Esta dinámica del acecho puede ser razonablemente
vista como amenazante en sí, ya que provoca miedo en las víctimas, incluso si
el acechador no transmite amenazas explícitas (Ferreira y Matos, 2013), ejemplo
de lo anterior son las visitas a los hijos sin previo aviso o en horarios en
que los hijos se encuentran en la escuela, mandar mensajes o preguntar por las
actividades de la madre a los hijos.
Algunas mujeres comentaron que el miedo a sus exparejas
les impidió concretar acuerdos económicos o fueron coaccionadas para aceptar
acuerdos injustos, una de ellas comentó: “pero sí, por el miedo que tengo, que
tenía, bueno que tengo, fue que no llegamos a un acuerdo así”. Lo anterior
concuerda con lo reportado por Bagshaw y col. (2011),
en el sentido de que las mujeres separadas, que han vivido violencia en su
relación, frecuentemente toman decisiones financieras basadas en el miedo que
le tienen a sus exparejas, ya que suelen reportar
presiones y amenazas que van desde bloquearles la cuenta bancaria, hasta
forzarlas a abandonar la casa familiar.
La violencia en la que se involucra a los hijos fue un aspecto que, de
acuerdo a los resultados obtenidos, ameritó un análisis particular. Debido a la
frecuencia de las referencias por parte de las participantes, se tomó la
decisión de analizarla por separado.
Violencia psicológica a través de los hijos
La existencia de hijos en común, ha sido reportada como un factor de riesgo
para que el hombre prosiga el abuso sobre la expareja
y los hijos, dada la custodia compartida que se les suele otorgar (Wuest y col., 2003). Recientemente, estudios como el de Bagshaw y col. (2011) y el Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI, 2011), refieren que una de las principales
manifestaciones de la violencia psicológica se presenta relacionada a la
crianza de los hijos, los dos estudios coinciden en que la mujer teme por la
seguridad de sus hijos o que éstos son utilizados como objetos, recibiendo
constantemente amenazas de quitárselos, o son el pretexto para obtener
información y continuar controlando las actividades de la mujer. Respecto a lo
anterior, las mujeres expresan que su expareja
continuamente las amenaza con quitarle a sus hijos: “me ha amenazado de querer
quitarme al niño”, e incluso ha llegado a hacerlo con el fin de lastimarlas;
adicionalmente a que expresan tener miedo de que su expareja
pueda llegar a lastimar a sus hijos “dices… ¿Por qué delante de mí va a golpear
a mi hija?”.
Otra forma en la que se manifiesta esta violencia, es con el abandono de las
responsabilidades emocionales por parte de la expareja
hacia sus hijos, lo cual lastima a la mujer que abandona a la pareja violenta,
y hace más difícil el proceso de salir definitivamente de la relación: “los
domingos iba según por la niña, le decía voy a ir por ti, la niña emocionada,
pero me la dejaba… yo le decía que trabajaba mucho”, “No, si no estuvo antes
cuando vivía con nosotros pues ahora menos”.
Así mismo, la expareja usa a los hijos para
obtener información de la mujer: “por decir que llega a preguntar ¿y tú mamá?
no sé, y ¿y tu mamá? ¿cómo está?”, les habla mal de ella “cuando ya pasa el
tiempo le decía a la niña, es que tu mamá tiene la culpa de que nos hayamos
separado, es que tu mamá me sacó de la casa, es que si tu mamá no me saca de la
casa no estaríamos así” y los pone de pretexto para buscarla sin un acuerdo
previo “porque llegaba a ver a sus hijos cuando él quería”, “ha ido en horarios
en que la menor no se encuentra, en el que la menor se encuentra en la
escuela”.
Respecto a lo anterior, Zeoli y col. (2013),
agregan que efectivamente los hombres agresores persisten en los intentos de
controlar a la mujer o lastimar a los hijos después de la separación. De
acuerdo a los datos obtenidos en este estudio, los hombres utilizan una
variedad de tácticas de control, que van desde amenazas de raptar o agredir a
los hijos, minar la autoridad materna, culpabilizar a la mujer de la ruptura y
utilizar el régimen de visitas a su conveniencia para controlar las actividades
de la mujer.
Violencia económica
De acuerdo con las entrevistas, la mujer continúa viviendo violencia de
tipo económica, tal como lo encontrado por Bagshaw y
col. (2011). Este tipo de violencia se manifiesta en las dificultades de llegar
a un acuerdo económico o en aceptar un acuerdo económico injusto por temor al
agresor, también siguen siendo controladas por medio de cuestionamientos sobre
cómo y en qué gastan su dinero: “En ese aspecto sí, empieza así ¿cómo que no te
alcanza? ¿qué hiciste?”, “Siempre me lo ha reclamado ¿por qué? y ¿qué hiciste
con tanto dinero?”.
Adicionalmente, las participantes manifestaron que sus exparejas
no cumplen con sus responsabilidades económicas realizando actos como
reducirles o suspender la aportación económica que les corresponde, negarse a
llegar a un acuerdo económico justo: “No, ningún acuerdo ni nada”, “él no me
daba ni un peso más. Entonces, ahora me quitó”, “Pues quedamos así… y a los 12
días me demandó…lo que hizo, bajarle la pensión a la menor”; o condicionarles
el darles una pensión: “y yo estoy de acuerdo, porque digo… para no tener
dificultades, no pelear”, “tuve que recurrir a un familiar de él, para que
empezara a dar a mi niña pensión, y esa persona fue la que lo obligó a que le
depositara mínimo una pensión, una pensión que quedaron de acuerdo entre
ellos”. Esta omisión de las responsabilidades también es una manifestación de
la violencia económica, congruente con la ENDIREH
(INEGI, 2011), en la que las mujeres manifestaron que sus exparejas
pocas veces o nunca han cumplido con su acuerdo económico, muchas veces su expareja ha sido injusta, aprovechando el temor que la
mujer continua sintiendo hacia el hombre.
A pesar de que el Código Civil Federal (Honorable Congreso de la Unión,
2015), establece en sus artículos 287 y 288, la obligación de los consortes
divorciados de contribuir en proporción a sus bienes e ingresos, a las necesidades
de los hijos a la susbsistencia y educación, hasta
que lleguen a la mayoría de edad, en muchas ocasiones la mujer acepta tener
pérdidas económicas y materiales, a cambio de obtener el divorcio. El acuerdo
económico desventajoso, también se debe a cierto grado de incomprensión de la
trascendencia que pueden tener dichas pérdidas y es el resultado de ciertos
factores: desconocimiento legal, desconfianza en la justicia, la presión
ejercida por el hombre, el poco tiempo para tomar decisiones y el estado
anímico de la mujer (Ramos, 2007).
Según Ramos (2007), el incumplimiento de la pensión es un hecho reconocido,
ya que en muchas ocasiones, sólo se utiliza para cubrir el requisito legal para
que el divorcio no se complique. El cumplimiento de la pensión alimenticia se
convierte así, en una cuestión de conciencia más que de supervisión de la ley.
A pesar de que la ley indica sanciones para quien no cumpla, difícilmente se
ponen en práctica o bien los juicios son muy dilatados, por lo cual la
victimización de la mujer y los hijos continúa por más tiempo.
En este mismo aspecto económico, la mujer es vulnerada en su capacidad de
obtener recursos, ya que tal como lo refieren Alsaker
y col. (2007), los actos de violencia afectan a la mujer en sus actividades laborales,
poniendo en riesgo su desempeño y permanencia en su empleo. Su expareja ha afectado sus percepciones económicas al
ocasionarle problemas en el trabajo o el descuido del mismo: “Me llamaron la
atención… una maestra me dijo que, ¿qué onda? que aquí no era un mercado o un
ring, que las cosas personales se tenían que solucionar en casa”, “empecé a ver
que estaba descuidando también mi trabajo”.
Violencia patrimonial
En el aspecto de la violencia patrimonial, como lo mencionan Anderson y
Saunders (2003), el no contar con recursos como la vivienda y transporte puede
ser factor de vulnerabilidad para la mujer, lo que es congruente con el
resultado del análisis de las lexías encontradas, ya que la vivienda, el seguro
de salud y el auto, han sido utilizados por la expareja
para afectar a las mujeres, pues éstas refieren que no contaban con una
vivienda propia antes de la separación y han sido privadas de este derecho
sacándolas del domicilio o condicionándoles el contar con una vivienda: “y
estaba todo enojado y me empezó a sacar mis cosas a la calle, porque ya quería
que me fuera, y agarró y empezó a romper las cosas”, “mientras yo no meta a nadie
y los niños estén chicos y esté yo con ellos, yo voy a vivir ahí, pero cuando
los niños crezcan, así como que un otro poquito, o ya alguien se haga
responsable de los niños, así como que ya váyase: eso me ha estado diciendo”.
Así mismo, se les negó el uso del auto familiar y se les condicionó el poder
contar con seguridad social: “me dijo que si yo no le daba el divorcio y no le
dejaba el carro, me iba a quitar la pensión y me iba a quitar el ISSEMYN”, adicional a que su expareja
ha tratado de vender propiedades en común sin su autorización: “apenas me dijo
hace 15 días que él piensa vender el departamento”.
Violencia física
Las participantes manifestaron que al separarse de su pareja la violencia
física se redujo, a diferencia de lo que encontraron García-Moreno y col.
(2005). Sin embargo, estas mujeres a partir de su separación llegaron a recibir
empujones y jalones: “pues nada más en las manos me jaloneó muy feo, quedé toda
morada porque este me tiró al piso y me estaba apachurrando así muy feo”. En
algunos casos, las entrevistadas señalan que las exparejas
se volvieron más “amorosos”: “cuando nos separamos al contrario, ya se volvió
muy amoroso, cariñoso, porque quiere que regrese con él… “pero me sigue
insultando verbalmente, psicológicamente me dice cosas que me lastiman”.
Las mujeres también optaron por evitar estar con su expareja
en privado o cortaron totalmente comunicación con él, con el fin de evitar que
las agrediera. Usaron también mediadores como los hijos, familiares o abogados,
para evitar ponerse en riesgo: “lo que yo he hecho, la verdad, después de que
me separé, no he hablado con él jamás en privado, lo que hago es ir a lugares
públicos, precisamente para evitar la situación”, “yo evito, por decir, cruzar
con él, es decir, si él llega mis hijos cierran la puerta para que no me vea ni
nada”. Sandoval (2012), menciona que el no ver a su expareja
a solas y el acudir a instituciones de protección a la mujer, para solicitar
asesoría legal y psicológica, permiten a las mujeres protegerse de la
violencia.
Violencia sexual
La violencia sexual es la menos mencionada por las participantes; en este
aspecto, las mujeres refieren que han sido objeto por parte de su expareja de presiones y manipulaciones para tener
relaciones sexuales, “pues al principio sí, quiso varias veces, pero siempre lo
rechacé, no permitía que se me acercara, algo que hice con él es que una vez
que nos separamos hubo un punto donde ya no le permití más”, “en una ocasión
sí, porque se murió un amigo que teníamos, pero yo también tengo la culpa,
porque yo reconozco que estaba o hasta estoy súper enamoradísima dice mi hijo,
como se dice apantallada, enamorada, manipulada por mi marido, porque para mí,
mi marido era lo máximo”; de manera adicional, son constantemente cuestionadas
acerca de su intimidad sexual por parte de él “él me decía, que con cuántos
amantes había estado, que ¿cómo me lo habían hecho?”
La reducción de la violencia sexual y física, coincide con lo encontrado en
Bagshaw y col. (2011) y ENDIREH
(INEGI, 2011), lo anterior se puede explicar debido a que las participantes
están dentro de un proceso judicial con su expareja,
lo que les brinda el apoyo por parte de abogados y psicólogos, para enfrentar
algún ataque de este tipo.
CONCLUSIONES
La violencia de pareja es un factor importante para que la mujer decida
terminar con su matrimonio, asumiendo que al separarse de su pareja abusiva el
maltrato terminará. Sin embargo, ésta continúa una vez que se ha abandonado la
relación, presentándose en todas sus formas, de manera psicológica, económica,
patrimonial, física y sexual. La violencia psicológica registró un
escalamiento, que va desde agresiones verbales hasta una forma de violencia
particularmente atemorizante denominada acecho, el cual, se caracteriza por un
monitoreo constante de las actividades de la mujer. Existe todavía una fuerte
tendencia de utilizar a los hijos del matrimonio para ejercer violencia
psicológica sobre la expareja, mediante la amenaza de
lastimarlos para controlarla o disminuir su autoestima culpándola de los problemas
de los menores o descalificando su autoridad. Se evidenció que aunque la ley
tiene reglas y procedimientos en el aspecto económico y patrimonial, para
muchas de las participantes y sus hijos estos procedimientos han fallado, por lo
cual continúan siendo victimizados por parte del hombre. La violencia física y sexual
se redujeron en comparación a cuando la pareja convivía en el hogar. Esto es,
debido a que la mujer ha desarrollado estrategias de prevención de la violencia,
como evitar ver a su pareja a solas o bien acudir a instituciones para mediar
sus encuentros. La violencia de expareja, es un
problema de salud pública escasamente estudiado y los resultados obtenidos en
el presente estudio, permitieron descubrir un campo fértil de investigación que
debe ser abordado de manera específica, diferenciando las mujeres separadas de
las que continúan en la relación; con el fin de poder generar programas de
atención psicológica y legal efectivos para este sector de la población.
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