La vinculación universidad-empresa y sus
canales de interacción desde la perspectiva de la academia, de la empresa y de
las políticas públicas
University-industry linkage and their
interaction channels from the perspective of the academy, the industry and the
public policies
Gabriela Sarabia-Altamirano
Correspondencia:
gaba.sa@gmail.com/ Fecha de recepción: 29 de mayo de 2015/ Fecha de aceptación:
23 de octubre de 2015
Universidad
Autónoma de Tamaulipas, Centro Universitario “Lic. Adolfo López Mateos”, edificio
Centro de Excelencia, primer piso, Ciudad Victoria, Tamaulipas, México, C.P.
87149.
RESUMEN
La vinculación universidad-empresa es un factor con alto impacto en el
desarrollo económico de los países, que permite que el conocimiento y la
tecnología generados se comercialicen en beneficio de la sociedad. Por
muchos años, los indicadores de éxito de estas actividades fueron las
patentes, el licenciamiento y la creación de empresas (spin-off), sin embargo,
se han identificado canales informales de interacción que, por su frecuencia y
retribución, tienen incluso más importancia que las interacciones formales. En
este trabajo se analizó la vinculación universidad-empresa desde la perspectiva
de los principales actores, como son la empresa, la universidad y
el propio investigador, así como el efecto de las políticas públicas;
mostrando cada actor distintas motivaciones y barreras que los han
llevado o no, a establecer interacciones. Los países en desarrollo
tienden a emplear canales como la investigación conjunta, formación de capital
humano y servicios de asesoría, por el contexto y áreas de desarrollo que
tienen sus empresas, así como el nivel de investigación de sus universidades.
Las políticas públicas son un elemento clave en la vinculación universidad-empresa,
y deben diseñarse con base en los patrones culturales, tipos de empresa e
intensidad de investigación en el territorio.
PALABRAS CLAVE: vinculación
universidad-empresa; transferencia de conocimiento; canales de interacción.
ABSTRACT
The
university-industry linkage is a high impact factor on the economic development
of countries, as it allows the knowledge and technology generated to be
marketed for the benefit of society. For many years the indicators of success
of these activities were patents, licensing and business generation (spin-off
); however, informal channels of interaction have also been identified. Such
channels often have more importance than formal interactions given their
frequency and retribution. In this work the university-industry linkage,
including the effect of public policies, was analyzed from the perspective of
the main actors such as industry, university and researchers. The findings show
that each actor brings different motivations and barriers that influence the
establishment of interactions. Developing countries tend to use channels such
as joint research, human capital formation and advisory services because of the
context and areas of development that present their industry, as well as the
level of research of their universities. Public policies are a key elements to
promote the university-industry linkage, and they should be designed based on
cultural patterns, types of firms and intensity of research activity in the
territory.
KEYWORDS: university-industry interactions; knowledge
transfer; channels of interaction.
INTRODUCCIÓN
Los retos económicos, requeridos para lograr el bienestar de las
personas, han propiciado que tanto naciones como regiones productivas
busquen constantemente incrementar su crecimiento económico (Roessner y
col., 2013).
Durante las décadas de 1960 y 1970, diferentes gobiernos y organizaciones
internacionales, como la Organización para la Cooperación y Desarrollo
Económicos (OCDE), tuvieron un inmenso interés en identificar los factores que
permitían incrementar la tasa de crecimiento de algunos países. El
análisis de estos factores permitió establecer que los países que concentraban
el mayor porcentaje de riqueza del planeta, debían su bienestar en
mayor medida al capitalintelectual (educación, investigación científica y
tecnológica, y sistemas de información), y en una menor medida a su capital
natural (materias primas), y capital productivo (maquinaria,
infraestructura) (Lundvall y col., 2002; Jaramillo y col., 2005).
Esta evidencia intensificó en años subsiguientes el estudio de los sistemas
de innovación descritos por Freeman (1987) y Lundvall y col. (2002), y promovió
la economía basada en el conocimiento, donde las universidades y los
institutos públicos de investigación surgieron como componentes clave (Eom y
Lee, 2010). Fue entonces cuando se consideró que, además de sus misiones
básicas de investigación y enseñaza, las universidades contribuyeran con el
desarrollo económico, a través de actividades que incluyeran la generación,
uso, aplicación y explotación del conocimiento, generándose así el concepto de
la “tercera misión” de las universidades (Etzkowitzy Leydesdorff, 2000; D’Este
y Patel, 2007; Arza y López, 2011; Berbegal-Mirabent y col., 2013). Al aceptar
esta nueva tarea, las universidades se volvieron parte de un sistema que
incluye a las empresas y al gobierno, formando la “triple hélice”, la cual
apuntala la innovación y el desarrollo económico (Etz-kowitz y Leydesdorff,
2000; D’Este y Perkmann, 2010; Guerrero y Urbano, 2012). Las actividades como
la transferencia de conocimiento, o la incubación de empresas, dejaron de ser
casuales y se convirtieron en actividades organizacionales permanentes, que han
sido asimiladas en los estatutos universitarios (Castro-Martínez y Vega-Jurado,
2009). Por tal motivo, las universidades enfrentan cambios en sus ambientes
internos y externos, que les permitirán volverse más dinámicas para
responder a los nuevos retos que demanda la sociedad y la empresa
(Berbegal-Mirabent y col., 2013).
Si bien, históricamente las universidades han producido conocimiento a
través de la investigación (Muscio, 2010), ahora se reconoce ampliamente
cómo han contribuido de manera importante a la economía nacional a través
del desarrollo de nuevo conocimiento y “know-how” técnico, que son fuente de
innovación para las empresas (Ramos-Vielba y col., 2010; Guerrero y Urbano,
2012), y que finalmente se traduce en mejoras al bienestar social
(Castro-Martínez y Vega-Jurado, 2009).
Si bien, la vinculación universidad-empresa, y con ella la
transferencia de tecnología y conocimiento, no es un fenómeno nuevo, ha ido
adquiriendo gran relevancia (Giuliani y col., 2010), hasta convertirse en un
tema importante en las agendas de la mayoría de las universidades, así como de los
planes de desarrollo de diferentes países y estados. En México forma parte
importante del Plan Nacional de Desarrollo (2013), y en Tamaulipas se considera
en el Plan Estatal de Desarrollo del estado (2013). En algunos otros estados,
por ejemplo en Veracruz, el tema se incorpora en el Plan Energético, que busca
la in-corporación de universidades e institutos tecnológicos en actividades de
capacitación, investigación y transferencia tecnológica, y se ejecuta con la
creación del Instituto Veracruzano de Bioenergéticos (INVERBIO), organismo
estatal que promueve y gestiona la producción, transformación y
comercialización de agrocombustibles (Agüero-Rodríguez y col., 2015).
Aunque se reconoce que en general, la vinculación universidad-empresa
permite generar beneficios económicos que favorecen a todos los actores
involucrados, también existen opiniones contrarias. Los escépticos
consideran que las universidades deben producir conocimiento básico como
un bien público, pues el sector privado no comparte sin reservas con el
público general los resultados de las investigaciones (Glenna y col., 2011).
Además, se perciben riesgos en la libertad académica, baja productividad de
investigación y una disminución en la difusión abierta del conocimiento (D’Este
y Perkmann, 2010).
En este documento se analizan los principales conceptos existentes sobre la
vinculación universidad-empresa, cómo se percibe ésta desde la perspectiva de
sus principales actores y una visión general de lo que se conoce hasta el
momento sobre sus canales de interacción, así como la pertinencia de las
políticas públicas que han emprendido países desarrollados y en vías de
desarrollo.
La vinculación universidad-empresa: conceptos generales
La vinculación universidad-empresa tiene como finalidad la transferencia de
conocimiento y tecnología, que son los insumos de la economía que mueven los
sistemas nacionales de innovación, por lo que el entendimiento de las
características que impulsan su flujo entre los diferentes actores es
fundamental. El conocimiento se diferencia de la tecnología en términos de su
propósito, grado de codificación, tipo de almacenamiento y el grado de
observabilidad. El conocimiento se almacena de manera tácita en la mente
de las personas, es intangible, con un impacto impreciso de su uso. Por
otro lado, la tecnología se codifica en productos tangibles, como por ejemplo
equipos o planos, que cambian su entorno con un impacto preciso de su uso (Eom
y Lee, 2010). Debido a las diferencias desde su esencia, la forma de
transferencia que se da en el momento de la vinculación es distinta.
Gran parte de los estudios de cooperación universidad–empresa, sobre todo
aquella publicada previo al trabajo de D’Este y Patel (2007), se centran
fundamentalmente en aquellos flujos de conocimiento que dan lugar a resultados
medibles y con retribución económica, tales como patentes, licenciamiento o
creación de empresas (spin-off) (Thursby y Thursby, 2002; Glenna y col., 2011).
En este contexto se considera que la generación de patentes representa sólo una
pequeña fracción de todo el conocimiento transferido a la industria (D’Este y
Patel, 2007; Geuna y Muscio, 2009; León-Balderrama y col., 2009). Este tipo de
actividades de transferencia de tecnología, por mucho tiempo ensombrecieron la
presencia de otros tipos de interacciones entre universidad-empresa, que quizá
tienen menor retribución económica, pero que pueden ser igualmente o incluso
más importantes en términos de frecuencia e impacto económico (D’Este y Patel,
2007).
Tipo de vinculación universidad-empresa
Las acciones de vinculación entre universidad-empresa toman cuatro canales
de interacción: información, recursos humanos, servicios y productos de
investigación, e instauración de empresas. Cada uno con sus modos de
transferencia (D’Este y Patel, 2007; Albornoz y Plaza, 2011, Torres y col.,
2011), como se describe a continuación: a) información, que incluye
publicaciones, asistencia a conferencias con la participación de la empresa y
universidad, contactos informales para explorar posibles colaboraciones,
creación de redes, asesoramiento o apoyo tecnológico; b) formación de
recursos humanos, que incluye asesoramiento o apoyo tecnológico,
contratación de posgraduados, entrenamiento de posgraduados en la industria,
entrenamiento a empleados de la empresa, intercambio temporal de
personal (a corto y largo plazo); c) servicios y productos de
investigación, que incluye consultoría con investigadores individuales,
investigación por contrato, investigación conjunta, cesión o explotación
de patentes; d) instauración de empresas, que incluye incubadoras tecnológicas,
parques científicos y tecnológicos, spin-off (Torres y col., 2011; Guerrero y
Urbano, 2012).
Tal como lo describen Dutrénit y col., (2010), los canales de
interacción antes descritos pueden clasificarse en cuatro tipos, de
acuerdo a las motivaciones que llevan a la vinculación y la dirección en
la que fluye el conocimiento:
1. El canal tradicional, que se relaciona con las formas más comunes
de interacción. Los principales exponentes son: contratación de graduados,
conferencias y publicaciones. En este canal el conocimiento fluye de las
universidades a las empresas, a través de roles convencionales, como la
enseñanza e investigación.
2. El canal de servicios, que es motivado por el suministro de servicios
científicos y tecnológicos a cambio de dinero. Algunos ejemplos de este tipo de
interacción, son: consultoría, uso de equipo, entrenamiento, entre otros. En
este canal, el conocimiento fluye principalmente de las universidades a las
empresas.
3. El canal comercial, que es impulsado por un intento de
comercializar los resultados científicos que las universidades han logrado, por
ejemplo a través de patentes, licencias, incubadoras, entre otros. En este
canal, el conocimiento fluye de las universidades a las empresas.
4. El canal bidireccional, que es motivado por objetivos a largo plazo
de creación de conocimiento por parte de las universidades, e innovación
por parte de las empresas, donde el conocimiento fluye en ambas
direcciones y ambas partes proporcionan fuentes de conocimiento. En
esta clasificación se encuentra la investigación, el desarrollo
tecnológico y la innovación (I+D+i), por contrato, colaborativa y participación
en redes (Dutrénit y col., 2010).
Motivaciones de los actores para vincularse
Las interacciones universidad-empresa han sido estudiadas desde las
perspectivas de los diferentes actores que están involucrados en estas
actividades, así como su comportamiento en diferentes áreas del conocimiento.
Incluso se ha analizado la influencia de la ubicación espacial de los
diferentes actores (D’Este e Iammarino, 2010; D’Este y Perkmann, 2010; Giuliani
y col., 2010; Borrás y Edquist, 2013). Sin embargo, hasta el momento hay poco
consenso en qué factores median la formación de vinculación universidad-empresa
(Giuliani y col., 2010; Ramos-Vielba y col., 2010).
Empresa
Diferentes factores moldean la relación con las universidades. Un primer
conjunto de factores que influyen en estas relaciones son los denominados
factores “estructurales”, que se refieren a características como el tamaño de
la compañía, el sector productivo al que pertenece la empresa, antigüedad del
negocio, tipo de propiedad, localización, si forma parte de un grupo de
empresas o la intensidad tecnológica de los sectores. Un segundo conjunto
de factores apuntan hacia la importancia de las estrategias que tenga la
empresa en la búsqueda de procesos, y el tipo de I+D+i que realiza la
empresa. El tercer tipo de factores son los “factores situacionales”, que están relacionados
con el entorno social y económico donde se encuentra la empresa
(Ramos-Vielba y col., 2010; Torres y col., 2011). Existen estudios
que apuntan a que las relaciones universidad–empresa exitosas a menudo
dependen de la confianza y la comunicación (Kneller y col., 2014).
En cuanto a los factores estructurales, se ha reportado que las grandes
empresas buscan conseguir una ventaja competitiva expandiendo su capacidad de
investigación a áreas de mayor riesgo, estableciendo alianzas con grupos
que tengan capacidad interdisciplinaria y que realicen investigación de
punta, que los lleven incluso a lograr patentes (Boardman, 2009). En contraste,
las nuevas o pequeñas empresas tienden a confiar en las universidades por su
tecnología base (Kneller y col., 2014), están interesadas en integrar
conocimiento y desarrollar capacidades con un bajo riesgo (Boardman, 2009). Las
empresas pequeñas tienden con mayor frecuencia a interactuar con la universidad
a través de contratos con investigadores individuales, ya que es una alternativa
para aquellas que carecen de recursos (Freitas y col., 2013). Con lo que
respecta al sector productivo al que pertenece la empresa, se considera que
varía de uno a otro, por ejemplo en el área de materiales y ciencias
computacionales, la mayoría de las interacciones universidad-empresa son a
través de proyectos de investigación conjunta o colaborativa (Kneller y col.,
2014).
En cuanto a las motivaciones de la empresa para vincularse, un estudio
realizado en España muestra que las empresas principalmente colaboran para
beneficiarse de la infraestructura de las universidades y los recursos humanos,
para sustituir las actividades innovadoras que no realizan; y desde esta
perspectiva se encontró que los principales canales de interacción son el intercambio
informal, publicaciones, conferencias y entrenamiento de graduados, seguido de
la provisión de servicios (Arza y López, 2011).
Dutrénit y col. (2010), clasifican en dos tipos los beneficios obtenidos
por las empresas, cuando existe la vinculación con la universidad: a)
beneficios relacionados a actividades de producción a corto plazo, por ejemplo,
tener contacto con estudiantes para futuras contrataciones, realizar pruebas,
ayuda con el control de calidad, hacer uso de equipo especializado, aumentar la
reputación de la empresa, entrenamiento, entre otros, y b) beneficios
relacionados con estrategias de innovación a largo plazo, por ejemplo, aumentar
las habilidades de la empresa para encontrar y absorber información
tecnológica, investigación complementaria para el desarrollo de futuros
negocios, buscar nuevos productos y tecnologías, entre otros (Dutrénit y col.,
2010; Lai, 2011; Kneller y col., 2014).
En la actualidad, el porcentaje de empresas que se vinculan aún es bajo.
Según un estudio realizado en la región de Piedmont, Italia, las empresas no se
vinculan con las universidades principalmente por alguna de las siguientes
razones: porque no sienten la necesidad de hacerlo, porque tienen la capacidad
de cubrir sus necesidades internamente o porque no tienen recursos (Freitas y
col., 2013). Otros motivos son por problemas sobre temas relacionados con los
derechos de la propiedad intelectual, la libertad de publicar los resultados y
la burocracia en la universidad (Kneller y col., 2014).
Universidad
Las universidades que marcan como prioritarios sus objetivos de
transferencia de conocimiento y tecnología, para establecer puentes entre la
universidad y la empresa, tienen una alta posibilidad de lograrlo (Muscio,
2010; Hewitt-Dundas, 2012). Sin embargo, no todas lo hacen, ya que la
gobernanza y la administración de las vinculaciones universidad–empresa
influyen en la frecuencia y el éxito (Muscio, 2010).
A fin de estimular a los científicos a considerar la comercialización y
apoyarlos en el proceso, muchas universidades han establecido Oficinas de
Transferencia de Tecnología (OTT) (Muscio, 2010). Existe un debate en cuanto la
contribución de la OTT al proceso de transferencia de tecnología. Hay
literatura que pone en evidencia que la participación de las OTTs retrasa el
proceso de comercialización, debido al énfasis en salvaguardar los intereses de
los investigadores y maximizar la rentabilidad de la universidad (Muscio, 2010;
Kneller y col., 2014); hay otros estudios que indican que al colaborar con las
OTTs la comercialización es más rápida y que se obtienen mayores ganancias. Una
de las conclusiones a las que se ha llegado es que la efectividad de las
OTTs depende de su propia administración; de las regulaciones y apoyo
institucional; y de los incentivos que otorgue la universidad a los
investigadores por transferir tecnologías (Muscio, 2010). Aquellas
universidades que asignan un porcentaje significativo de las ganancias del
licenciamiento a sus profesores tienen mayores ganancias totales de las mismas,
ya que los investigadores están motivados monetariamente para hacer invenciones
valoradas comercialmente (Kneller y col., 2014).
Algunas de las motivaciones que tienen las universidades para vincularse
con la empresa son: la oportunidad de manejar instrumentos especializados,
obtener experiencia práctica, tener apoyo financiero de la empresa, proveer
oportunidades de trabajo para los graduados, tener educación orientada,
integrar la teoría con la práctica empresarial, una fuente de innovación para
los negocios y una fuente de desarrollo económico para los
responsables de formular políticas (Lai y Tsai, 2009; Muscio, 2010).
Con respecto a los canales de interacción universidad–empresa, existe una
diferencia entre las Universidades con Alta Intensidad en Investigación
(UAI) y aquellas con una Baja Intensidad en Investigación (UBI). Las primeras
emplean mayormente la explotación de propiedad intelectual como canal de
transferencia, mientras que las últimas ponen mayor énfasis en la formación de
capital humano (Hewitt-Dundas, 2012). Se ha visto que las UBIs tienden a
vincularse más con empresas locales y preferentemente pequeñas, en cambio las
UAIs tienen una alta reputación que hace que la transferencia de conocimiento
se haga incluso con socios en lugares distantes (D’Este e Iammarino, 2010;
Hewitt-Dundas, 2012).
Las universidades están insertas en un contexto regional, por lo que una
consideración importante para hablar de su éxito en las actividades de
vinculación universidad-empresa, es corroborar si las características de la
economía local limita la capacidad de desarrollo de innovación con aplicaciones
industriales (Berbegal-Mirabent y col., 2013).
Investigadores
Históricamente, los investigadores han sido valorados por su
producción científica, medida por la cantidad de publicaciones y sobre
todo el impacto de las mismas. La “excelencia” que buscaban los académicos, ha
sido reemplazada con la principal meta de las políticas en investigación que es
la “robustez social”, entendida como la característica de alinearse a las
preocupaciones sociales y políticas, así como a los intereses del público
afectado directa o indirectamente con el conocimiento generado (Benner,
2011).
Una de las barreras de los investigadores para vincularse con la empresa,
sobre todo en México, es que estos proyectos no necesariamente se traducirán en
un artículo científico, los cuales son más fáciles de generar mediante la
colaboración académica participativa entre pares académicos, que mediante la
colaboración con el sector productivo (Hewitt-Dundas, 2012).
A pesar de las barreras, existen investigadores en todo el mundo que
deciden colaborar con la empresa. Algunos de ellos lo hacen a través de
contratos y acuerdos firmados directamente entre empresa-investigador, y otros
tantos lo hacen a través de las estructuras administrativas instituidas en la
universidad (Freitas y col., 2013). La primera forma de interactuar se basa en
la confianza entre las partes, algunas veces debido a que son egresados de la
misma institución o que pertenecen a una misma asociación (Freitas y col.,
2013; Kneller y col., 2014), y en otras ocasiones, debido a que la burocracia
de la institución orilla a las partes a buscar otras alternativas; en cualquier
caso, es una forma de interacción que ha sido poco estudiada; se encuentra en
la zona gris entre lo que se desea en cuanto a transferencia y lo que a los
investigadores se le permite hacer o se puede tolerar (Freitas y col., 2013).
Los beneficios percibidos por los investigadores se pueden clasificar
en dos: a) beneficios intelectuales, los cuales se relacionan con
la “nutrición” de habilidades de conocimiento de las universidades,
por ejemplo, obtener inspiración para futuras investigaciones, ideas para
nuevas vinculaciones, reputación, entre otros; b) beneficios económicos, los
cuales están relacionados con el acceso a recursos adicionales, como fuentes de
financiamiento o equipo e instrumentos (Dutrénit y col., 2010).
Sin embargo, a pesar de dichos beneficios, existe un tema económico
que no en todos los países e instituciones está definido. Los profesores de las
universidades creen que la persona que posee una mayor capacidad para crear
tecnologías comercializables, debería ganar más incentivos, lo cual, lo
motivaría para establecer vinculaciones universidad-empresa (Lai, 2011; Freitas
y col., 2013).
Políticas públicas
Las universidades están siendo llamadas a contribuir al desarrollo
económico y a la competitividad, por lo que en varios países se
han implementado políticas que incrementen la comercialización de las
tecnologías desarrolladas en las universidades. Un primer tipo de política
pública es la que surgió en Estados Unidos en 1980, el “Bayh-Dole Act”, donde
se les permitió a los investigadores tener derechos de propiedad intelectual de
los resultados de sus investigaciones, lo cual fomenta difundir las últimas
innovaciones tecnológicas hacia la empresa, y cerrar la brecha entre las
actividades de ambos actores (D’Este y Perkmann, 2010; Lai, 2011;
Berbegal-Mirabent y col., 2013). Otras políticas fomentan a las universidades y
a las empresas, para lograr asociaciones e intercambio de personal. Finalmente,
un tercer tipo busca construir capacidades de transferencia de conocimiento en
las universidades, apoyando el reclutamiento y entrenamiento de personal para
transferencia de tecnología (D’Este y Perkmann, 2010). La tendencia general en
los países latinoamericanos ha sido la adopción de esquemas y modelos de
vinculación derivados de la experiencia de países desarrollados, en muchos casos,
sin la crítica ni la reflexión adecuadas, en cuanto a la realidad del entorno
en que se desarrollan sus actividades de ciencia y tecnología (Castro-Martínez
y Vega-Jurado, 2009). Es necesaria una política regional que promueva la
vinculación y transferencia, acorde a la intensidad de investigación
de las universidades localizadas en la región (Hewitt-Dundas, 2012), así
como al tipo de empresas.
Dado que las actividades de vinculación son relativamente nuevas, por lo
menos con un carácter formal, el grado de profesionalización de dicha actividad
es bastante reducido (Castro-Martínez y Vega-Jurado, 2009). Aún hay canales de
interacción que no han sido institucionalizados y se le ha prestado poca
atención a su manejo y gobernanza. Más aún, hay escasa evidencia en la
literatura en cómo negociar con aquellas actividades fuera de las patentes y
licenciamentos (Geuna y Muscio, 2009). Sin embargo, existen hallazgos
que muestran que es importante que los administradores universitarios
entiendan sobre los canales informales de transferencia de tecnología, ya que
su objetivo es formalizar dichas actividades (Link y col., 2007). Por ejemplo,
mucho se ha analizado la vinculación de investigadores con la empresa, a través
de las estructuras administrativas de las universidades que han sido creadas
para ello, pero no hay que olvidar que en la realidad los investigadores hacen
contratos individualmente con las empresas. Un mejor entendimiento de esta
forma de interacción llevará a desarrollar políticas adecuadas para institucionalizarla
y mejorar los mecanismos de apoyo y remuneración para los investigadores
(Freitas y col., 2013), que fomenten el compromiso de los académicos con
la empresa.
La vinculación universidad-empresa en los países en desarrollo, el
caso de México
Los países en desarrollo suelen presentar un sistema nacional de
innovación débil (Dutrénit y col., 2010). Los gobiernos de estos países han
diseñado políticas que emulan a aquéllas de países más industrializados para
fomentar las interacciones universidad-empresa, así como el desarrollo de los
sectores de alta tecnología. Sin embargo, los entornos de innovación entre las
industrias madura y emergente difieren considerablemente (Freitas y col.,
2013).
Debido a un bajo nivel en la investigación e infraestructura educativa, las
empresas tardías toman prestada tecnología de aquellas que son
innovadoras, lo que las hace altamente dependientes del aprendizaje. Las
necesidades deinnovación de las empresas en los países en desarrollo son
distintas a los países desarrollados, por lo que la manera en la que las
empresas interactúan con la universidad también lo es. Por ejemplo, en los
países recientemente industrializados, la industria centra sus preocupaciones
en la productividad y la calidad, y a diferencia de las empresas que han
incorporado innovación en su evolución, no presentan la ventaja competitiva de
contar con productos y procesos pioneros (Torres y col., 2011).
En México, las interacciones universidad-empresa han sido frágiles e
irregulares, en gran medida por la limitada vinculación universidad–empresa,
así como la baja generación, diseminación y absorción de conocimiento
tecnológico. El desajuste entre el suministro de conocimiento y la demanda de
las empresas surgió desde el origen. Las principales universidades y centros
públicos de investigación de México fueron creados con la visión de la oferta,
sin considerar las demandas del sector productivo (Dutrénit y col., 2010). Esto
explica por qué las empresas no ven a las universidades como una fuente primaria
de conocimiento ni como un socio en las actividades de innovación. Por otro
lado, los investigadores académicos están más comprometidos con
la investigación básica o aplicada, para generar conocimiento innovador
que pueda ser publicado en revistas científicas, que con el desarrollo
de proyectos de desarrollo tecnológico. Esto debido a que
tradicionalmente la evaluación de los investigadores se da con base en su
producción científica por encima de su producción tecnológica (Fuentes y Dutrénit,
2012).
Otro factor, que también puede estar relacionado con la poca vinculación
entre universidad-empresa en México, son las prácticas de los corporativos
multinacionales y las grandes empresas en los sectores maduros, los cuales se
inclinan más hacia la producción que a la innovación, o a que buscan
proveedores de conocimiento en el extranjero (Dutrénit y col., 2010; Arza y
López, 2011). Las debilidades en el sistema de innovación de México han
evolucionado a través del tiempo por la intervención de políticas en ciencia,
tecnología e innovación, la participación de instituciones y otros incentivos
(Dutrénit y col., 2010). En la última década se han diseñado programas para
promover e impulsar la vinculación universidad-empresa, con el objetivo de
generar innovaciones en las empresas, lo cual ha contribuido a incrementar
dichas interacciones, o al menos llamar la atención en la importancia de
las mismas (Fuentes y Dutrénit, 2012). Sin embargo, el tiempo invertido en
dicha evolución ha sido mayor que el requerido por otros países, ya que ha sido
difícil cambiar la inercia con la que se vienen haciendo las cosas en México en
estos temas.
CONCLUSIONES
La vinculación universidad-empresa se considera una herramienta estratégica
para el desarrollo de actividades de I+D+i en los países desarrollados, en
tanto que en los países en desarrollo, este tipo de vinculaciones se enfoca más
en la mejora de los procesos y productos mediante proyectos de corto plazo, la
consultoría y la formación de recursos humanos. Estas interacciones permiten la
transferencia de conocimiento y tecnología, mejorando la competitividad de las
empresas, pero no es suficiente para garantizar el éxito mediante la innovación
permanente en la empresa. Es importante considerar que el nivel y éxito de las
interacciones universidad-empresa varía entre países, e incluso muestra grandes
variaciones al interior de un mismo país y región, debido principalmente a la
capacidad científica y estrategias de vinculación que presentan
las universidades, así como, a las diferencias estructurales, las
estrategias de I+D+i y los factores situacionales que presentan las empresas
potenciales para desarrollar estas actividades de vinculación. Por otra parte,
un factor que ha limitado a la implementación de las estrategias de desarrollo
innovador empresarial, a través de la vinculación universidad-empresa en los
países en desarrollo, ha sido el hecho de que el diseño de las políticas
públicas para incentivar dicha vinculación están subordinadas a patrones
culturales y barreras naturales del territorio y que suelen no considerar o
darle la adecuada importancia a los intereses particulares que cada uno de los
actores que intervienen en estas vinculaciones tienen. En este sentido, las
empresas buscan apoyo intelectual para ser más competitivas y ven a la
universidad como una fuente de capital humano. Las universidades y sus
investigadores buscan financiamiento externo y ver los resultados de sus
investigaciones aplicados para obtener retroalimentación para proseguir
con sus investigaciones y generar productos académicos asociados con los
parámetros de calidad con los que son evaluados. En México, la implementación
de políticas públicas y programas para promover e impulsar la vinculación
academia-industria, deben considerar el contexto en el que se desarrollan estas
actividades, con una adecuada aproximación regional. En estas acciones se deben
considerar las motivaciones y barreras, así como los canales de transferencia
que emplean los actores para la vinculación universidad-empresa, lo que
permitiría acelerar el cambio de actitud y cultura de la transferencia de
conocimiento y tecnología en México.
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