Factores
que intensifican el riesgo toxicológico en comunidades expuestas al arsénico en
agua
Factors that intensify toxicological
risk in communities exposed to arsenic in water
Rebeca Monroy-Torres1*, Antonio
Espinoza-Pérez2
*Correspondencia: rmonroy79@gmail.com/ Fecha de
recepción: 24 de febrero de 2016/ Fecha de aceptación: 28 de febrero de 2017
1Universidad de Guanajuato, Laboratorio de Nutrición Ambiental y
Seguridad Alimentaria, Blvd. Puente del Milenio núm. 1001, Fracc. del Predio de
San Carlos, León, Guanajuato, México, C.P. 37670. 2Observatorio
Universitario de Seguridad Alimentaria y Nutricional del Estado de Guanajuato.
RESUMEN
La exposición prolongada al arsénico (As), a través de los alimentos y el agua de consumo, incrementa el riesgo de padecer cáncer, diabetes e hipertensión arterial, entre otras enfermedades. Las familias marginadas, que reemplazan el agua potable comercial por agua de pozo o de la llave, en zonas contaminadas con As, presentan mayores riesgos. El objetivo de este trabajo fue identificar los principales factores de riesgo toxicológico por exposición a la contaminación con arsénico presente en agua, en población que habita en zonas donde se han detectado altos niveles de este metaloide, del estado de Guanajuato. Se realizó un estudio analítico y transversal. Se aplicó una encuesta a 30 jefas de familia encargadas de la alimentación. La seguridad alimentaria se midió con la aplicación de la escala Latinoamericana y Caribeña. El 93 % de las familias tenía acceso a agua de la llave no potable. En relación a la preparación de alimentos, el 26.7 % de las familias utilizaba agua de la llave, el 13.3 % agua de pozo y el 43.3 % agua de pipa. El 70 % de las familias estudiadas presentaron algún nivel de inseguridad alimentaria. Otro factor de riesgo a considerar fue el nivel de escolaridad de la jefa de familia. La identificación de los principales factores de riesgo, incluyendo ausencia de seguridad alimentaria, permitirá diseñar una escala de validación, con la cual se obtendrá un tamizaje oportuno para prevenir posibles intoxicaciones por arsénico en comunidades en donde el agua del subsuelo está contaminada.
PALABRAS CLAVE: seguridad alimentaria, agua, arsénico, marginación.
ABSTRACT
Prolonged exposure to arsenic (As), through food and drinking water,
increases the risk of cancer, diabetes and high blood pressure, among others diseases.
Marginalized families, who replace commercial drinking water with well water or
tap water, in areas contaminated with As, present
greater risks. The objective of this work was to identify the main toxicological
risk factors due to exposure to arsenic contamination of water. An analytical and transversal study was
carried out in two populations from the state of Guanajuato that live in an
area where high levels of this metalloid have been detected. A survey was
administered to 30 heads of households responsible for feeding their families.
Food security was measured with the application of the Latin American and Caribbean
Food Security Scale (ELCSA). Findings indicate that 93 % of the families had
access to non-potable tap water. In relation to food preparation, 26.7 % of the
families used tap water, 13.3 % well water, and 43.3 % water delivered by
tanker trucks. 70 % of the surveyed families showed some level of food
insecurity. Another risk factor to consider was the educational level of household heads. The
identification of the main risk factors, including the absence of food safety, will allow the design of a
validation scale, with which
timely screening will be obtained to prevent possible arsenic poisoning in communities where subsoil water is
contaminated.
Keywords: food security, water, arsenic, marginality.
INTRODUCCIÓN
Las condiciones
de vivienda de una población, el acceso a servicios públicos, el ambiente social
familiar, los factores socioeconómicos y la seguridad alimentaria, influyen en la calidad de vida y el estado de salud de la sociedad (Bellido-Guerrero y
De-Luis-Román, 2006; Monroy-Torres, 2009).
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL, 2009), considera que: “una persona se encuentra en situación de pobreza cuando tiene al menos una carencia social (en los seis indicadores de rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación) y su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias; y en pobreza extrema cuando son más de tres indicadores de carencia, además de estar por debajo de la línea de bienestar”.
De acuerdo a
cifras del CONEVAL (2012), en el estado de Guanajuato, más de la mitad de la
población vivía en situación de pobreza y pobreza
extrema (56.7 %), clasificándose el 48.6 % en situación de pobreza, y el 8.4 % en pobreza extrema. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (Gutiérrez y col., 2012), reveló que solo el 30.0 % de los hogares mexicanos
presentaron seguridad alimentaria, cifra ligeramente superior a la que registró el estado de
Guanajuato (28.8 %)
(ENSANUT, 2012b). La población tiene seguridad
alimentaria “cuando todas las
personas tienen en todo
momento acceso físico y económico a suficientes
alimentos inocuos y
nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias, a fin
de llevar una vida activa y sana” (FAO, 1996; 2011).
La Organización
de las Naciones Unidas (ONU, 2010), estableció como un derecho humano
indispensable para una vida digna el poder disponer de agua suficiente,
saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible para uso personal y doméstico. Al respecto, la
Organización Mundial de la
Salud (OMS, 2006) estableció que para considerarla suficiente debe estar disponible
en forma continua para el uso de la población, con un volumen adecuado. Se
define como inocua, cuando está libre de riesgos microbiológicos y
toxicológicos para la salud humana, al emplearla para
consumo directo, preparación de alimentos o en las necesidades del hogar; y para denominarse
aceptable debe tener
características organolépticas adecuadas
para su consumo.
La OMS (2007),
dio a conocer que 1 100 millones de personas carecen de acceso a agua potable, y
un número mayor, consume agua contaminada; cada año se registran cerca de 4 000
millones de casos de diarrea, el 88.0 % de estos se atribuyen al consumo de agua insalubre y a deficiencias de saneamiento e higiene.
La contaminación del agua se complica, cuando además de las bacterias o microorganismos biológicos,
existe la presencia de arsénico (As), plomo (Pb) y mercurio (Hg), entre otros (FAO, 2013; Ruiz
y col., 2013).
El As es un
metaloide y se presenta en su forma orgánica e inorgánica, siendo esta última la más tóxica (Nandana y col., 2012). Las vías de ingreso del As al organismo son a
través de la piel, inhalación e ingestión. El 90 %
del As inorgánico se incorpora por vía oral; genera daño renal, hepático, y daña otros órganos
y sistemas. Clínicamente,
la toxicidad por As se identifica por lesiones en la piel (melanosis, hiperqueratosis, leucomelanosis,
despigmentación)(Nandana y col., 2012). También, causa estrés oxidativo, lo que lleva a apoptosis y
aumento en el riesgo de
desarrollo de cáncer (Nandi y col.,
2005; Liu y
Waalkes, 2008).
El As se
encuentra distribuido en el agua superficial y subterránea (Nordberg y col.,
2011). La actividad minera, la perforación al subsuelo
o excavaciones en general, promueven la incorporación del As a la reserva
natural de agua subterránea
(Nordberg y col., 2011). La arsenicosis es una enfermedad crónica que resulta de beber agua con altos niveles de As durante un
largo periodo (de 5 a 20 años) (Putila y Guo, 2011). En las poblaciones que
consumen agua con más de 1 parte por millón de
As, se incrementa la incidencia de cáncer al 25 % del total de las
enfermedades. Actualmente, más de 35 países en desarrollo consumen agua contaminada
con As (Putila
y Guo, 2011).
De acuerdo a la
OMS y la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés:
Enviromental Protection Ambiental), el límite permisible de As en agua de
consumo es de 0.01 mg/L
(OMS, 2008); la Secretaría de Salud en México, en la Norma Oficial
127-SSA1-1994: “Salud ambiental, agua para uso y
consumo humano-límites permisibles de calidad y tratamientos a que debe someterse el agua
para su potabilización”, establece aún el límite de 0.05 mg/L de As en agua de consumo (NOM-127-SSA1-1994).
En el estado de Guanajuato, desde el 2003, se han realizado diversos estudios en zonas contaminadas con el metaloide (San Agustín, Irapuato y Cútaro, Acámbaro), que presentan concentraciones de As en el agua de consumo y de pozo, por arriba de lo que marca la norma (Monroy-Torres y col., 2009a; 2009b; 2016). En 2009, se encontró que niños en edades entre 7 y 14 años, provenientes de hogares ubicados en las dos localidades previamente mencionadas, se expusieron al As a través del consumo de agua de la llave o del pozo de la comunidad, y presentaron concentraciones de As en cabello por arriba de la norma (1.30 mg/kg, 95.0 % IC: < 0.006 – 5.94) (Monroy-Torres y col., 2009a). También se detectaron niños con niveles altos del metaolide en cabello, a pesar de no consumir agua de la llave o del pozo de la comunidad, como agua de uso para saciar la sed, por lo que se analizaron otras fuentes de exposición, en ambas localidades, identificando que una de las principales fuentes de exposición al As fue a través del agua usada para preparar los alimentos y bebidas, ya que en ambos casos se usaba agua de la llave o del pozo. Un estudio de seguimiento para las dos comunidades de San Agustín, y Cútaro, realizado por Monroy-Torres y col. (2016), reveló que en el 65 % de los hogares usaron ollas de peltre (recipientes que contienen As en su composición) para preparar alimentos. Por otro lado, el agua de pozo se empleaba para dar de beber a los animales y para regar los cultivos. Un 44 % de las familias de las dos comunidades analizadas consumían leche de vaca que se adquiría en establos de la localidad (Monroy-Torres y col., 2009b). El As se incorpora al organismo e a través de los alimentos de origen animal y vegetal, sobre todo cuando se tienen prácticas de monocultivo (Datta y col., 2012). Además, un bajo consumo de vitaminas y minerales, que provienen de la ingesta de frutos y vegetales, puede incrementar la exposición al metaloide, ya que se sabe que el consumo de antioxidantes, que abundan en los alimentos de origen vegetal, mejora la detoxificación y metabolismo del
metaloide (Hall y Gamble, 2012). Otros factores de riesgo nutricional, es la ausencia de la lactancia materna exclusiva, lo cual genera que se use agua con el metaloide para preparar leche en polvo. La práctica de la lactancia materna, cuando la madre no está expuesta al As, beneficia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, al ser un alimento y bebida disponible y asequible (UNSCN, 2014; OPS, 2016).
Monroy-Torres y col. (2009b), encontraron
que del 90 % al 94 % de
las madres de familia de Guanajuato utilizaban agua contaminada con As para consumo directo (agua de la llave o de pozo para beber o
bañarse) y para la preparación de alimentos, incluso aun conociendo el potencial toxicológico del metaloide,
pero con una limitante económica para comprar agua de garrafón (Monroy-Torres y
col., 2009b).
El objetivo de este trabajo fue determinar los principales factores de riesgo toxicológico por la exposición prolongada a la contaminación con arsénico presente en agua, en población que habita en zonas donde se han detectado altos niveles de este metaloide, de los estudios previos de las comunidades de San Agustín, Irapuato y Cútaro, Acámbaro.
MATERIALES
Y MÉTODOS
Se realizó un
estudio analítico de corte transversal durante junio de 2012 a julio de 2013. La población de estudio fue de 30 jefas de familia, cuyo criterio de selección fue
ser habitantes permanentes de las localidades de San Agustín, Irapuato y Cútaro, Acámbaro, estado de Guanajuato, México, donde se encontraron concentraciones del metaloide en agua,
fuera de norma (0.95 mg/L en San Agustín y 0.11 mg/L en Cútaro) y en elevados niveles en
muestras de cabello de los niños expuestos (1.30 mg/kg, 95.0 % IC: < 0.006 -
5.94) (Monroy-Torres,
2009; Monroy-Torres y col., 2009b, 2016).
De acuerdo al
Sistema de Apoyo para la Planeación del Programa para el desarrollo de Zonas
Prioritarias (PDZP) de la Secretaría de Desarrollo Social, de 2010, la
localidad de San Agustín, Irapuato, cuenta con una
población de 1 329
habitantes, mientras que Cútaro, Acámbaro, cuenta con 262 habitantes (SEDESOL, 2010a; 2010b). El tamaño de la muestra fue por simple disponibilidad de la
cohorte de estudios previos de una muestra original de 55 (sólo aceptaron
participar 30 jefas de familia, las cuales dieron su autorización y
consentimiento informado por
escrito).
El proyecto fue
aprobado por el Comité de Investigación del Departamento de Medicina y Nutrición
de la Universidad
de Guanajuato.
Para determinar
los factores de riesgo que promueven la exposición al As, se aplicó una
encuesta de 28 ítems, los cuales integraban la evidencia de los principales
factores de riesgo que aumentaban la exposición al metaloide, derivados de estudios
previos de las comunidades San Agustín, Irapuato y Cútaro, Acámbaro
(Monroy-Torres, 2009; Monroy-Torres y col., 2009b), así como del acervo
científico recopilado en este tiempo de las citas bibliográficas que fundamentaron los trabajos de las
publicaciones de
Monroy-Torres y col., del 2009 al 2013. La encuesta de 28 ítems se clasificó de la siguiente manera: 1.1. Condiciones de vivienda de una población (material del
que está construida la casa); 1.2. Servicios públicos (teléfono, agua, drenaje y alcantarillado, frecuencia de la recolección de basura);
1.3. Datos socioeconómicos (ingreso económico
aproximado); 1.4. Actividad agrícola y ganadera (tierras de cultivo para
autoconsumo, animales para
consumo); 1.5. Acceso al agua de consumo (usos, distribución, accesibilidad e
inocuidad del agua,
conocimiento de los métodos de desinfección o
potabilización); 1.6. Problemáticas asociadas a la carencia de agua y a los bajos ingresos económicos;
y 1.7. Agua para preparación de
alimentos y bebidas.
Para conocer la
seguridad alimentaria de los hogares, se aplicó a las 30 jefas de familia la
escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (ELCSA, 2012),
validada y adaptada para México. Esta escala clasifica a los hogares en
categorías, y para su interpretación se usó el puntaje de la escala establecido:
a) Hogares seguros (2 o menos respuestas afirmativas).
b) Hogares con inseguridad alimentaria sin hambre (3
a 7 respuestas
afirmativas).
c) Hogares con inseguridad alimentaria con hambre moderada (de 8 a 12
respuestas afirmativas).
d) Hogares con inseguridad alimentaria con hambre severa (más de 13
respuestas afirmativas).
Posteriormente,
se procedió a aplicar estadística descriptiva (porcentajes) a las principales variables. Se usó el paquete estadístico NSCC®, versión 2006.
RESULTADOS
La edad promedio de las 30 jefas de
familia estudiadas fue de 45 ± 11 años. El nivel de escolaridad fue de primaria
concluida en el 63 % de la muestra, y de secundaria terminada en el 28.0 %, el
resto no recibió educación formal.
Características
socioeconómicas de la población estudiada
Factores
de riesgo que promueven la exposición al As
El 83 % de las
familias poseían casa propia; 87 % de los hogares estaban construidos con
ladrillo y 93 % contaban con piso de cemento (Tabla 1).
El 93 % de las
familias tenía acceso a agua de la llave, considerada no potable. Ninguna de
las familias contaba con servicio de drenaje y alcantarillado; 90 % refirió que
el camión recolector pasaba por sus casas de 1 a 2 veces por semana. El 80 %
poseía servicio de electricidad y el 43
% servicio de
telefonía.
El 46 % de las
familias tenía un ingreso mensual de 1 000 a 3 000 pesos, y el resto contaba con un ingreso mensual inferior a los 1
000 pesos. En el 54 % de las familias el ingreso mensual era aportado por un
integrante, en el resto provenía de dos o más miembros de la familia.
El 47 % de las
familias poseía tierras destinadas al cultivo, de esas familias, el 86 %
consumía los alimentos cultivados y el resto los utilizaban para comercio; 63 % de las familias criaba animales de granja, 83 % tenía
animales como mascotas,
predominando perros y gatos.
Acceso
al agua de consumo
El 4 % de las familias tuvieron falta de acceso a agua en los últimos 3 meses, 24 % asociaron haber enfermado con el consumo de agua en el mismo periodo. El 11 % de las familias conocía a través de pláticas recibidas por el centro de salud, que el agua contaminada puede transmitir enfermedades, por lo que es necesario desinfectarla o potabilizarla antes de consumirla. El 5 % de las familias tuvo que desviar recursos económicos destinados a alimentos para comprar agua de garrafón (comercial), dado que conocían del riesgo de consumir agua contaminada con arsénico.
Agua
para preparación de alimentos y bebidas
El 83.3 % de las familias preparaban sus alimentos con agua de la llave (26.7 %), pozo (13.3 %) o de pipa (43.3 %) y solo un 16.7 % usaba agua de garrafón. En el caso del consumo de agua fresca o para preparación de bebidas de sabor, el 60 % utilizaba agua de garrafón, 26.7 % agua de pipa, 10 % agua de la llave y 3.3 % agua de pozo. En el aseo personal, el 58.6 % de las familias usaban agua de la llave, 31 % de pipa y 10.3 % de pozo.
Seguridad
alimentaria
El 70 % de las familias presentaron algún grado de inseguridad alimentaria leve a severa (Tabla 2). El 63 % de las jefas de familias presentaron un nivel de escolaridad bajo (primaria), lo cual puede asociarse a condiciones desfavorables socioeconómicas y por ende alimentarias.
DISCUSIÓN
El consumo de
agua potable es indispensable para prevenir enfermedades. “El agua y el
saneamiento son uno de los principales temas para el desarrollo de las naciones,
ya que el problema de enfermedades ocasionadas por la contaminación del agua
por agentes biológicos y compuestos orgánicos tóxicos, afecta la calidad de
vida de la población. Es de importancia internacional el encontrar tecnologías
económicas, efectivas, accesibles y que no dañen el ambiente para purificar el
agua; en la actualidad, se utilizan tecnologías convencionales como la
aplicación de cloro y la ozonización para la desinfección del agua. Sin
embargo, tiene un alto costo económico para lograr la
sostenibilidad (OMS, 2007)”.
La carencia de
las familias de ambas comunidades, de los servicios básicos públicos, es un
indicador de pobreza (CONEVAL, 2009; 2012; ELCSA, 2012) que las pone en riesgo
de exposición a
contaminantes. El agua contaminada que no recibe un adecuado tratamiento se convierte en un factor de
riesgo para la salud
de la población (OMS, 2000; 2004; 2011), por lo que el 83.3 % de las familias de las comunidades estudiadas, que no utilizaban agua potable de garrafón para preparar alimentos estaban en alto riesgo de contaminación bacteriana y por As, y a sus efectos tóxicos. Y aunque disminuía el riesgo de contaminación bacteriana y por As para consumo diario o preparación de bebidas, al utilizar el 60 % de las familias agua de garrafón, el resto quedaba en riesgo, y en riesgo grave el 3.3 % que usaba agua de pozo.
La mayoría de las
jefas de familia encuestadas manifestó preocupación por la falta de acceso a la red municipal de agua (63 %), lo cual refleja que aún cuando existe
abastecimiento de agua no potable en las comunidades, puede haber ausencia de la misma en cualquier momento, lo cual agrega la
compra de agua por medio de un transporte (pipa), que en México es habitual cuando no se cuenta con
una red de abastecimiento.
La mayoría de
las familias perciben una mejor protección al agua cuando esta se hierve o se
clora, porque estas han sido las medidas que se han dado por años para tratar
el agua de bacterias, virus y parásitos, pero eliminar el riesgo por metales
tóxicos requiere de otros tratamientos
(OMS, 2011).
La falta de drenaje y alcantarillado, en los
hogares de las familias de las dos comunidades analizadas, imposibilita que el agua se deseche de forma adecuada, lo que puede representar un foco de infección,
provocando el incremento en la morbilidad por
enfermedades intestinales,
que al respecto, el 24 % de las jefas de familia encuestadas refirió haber
padecido con el consumo del agua
en los últimos
tres meses.
Los ingresos
económicos de las familias de las comunidades de San Agustín y
Cútaro eran muy bajos, al percibir el 54 % un ingreso
mensual inferior a los 1 000 pesos, y 46 % percibía un ingreso
mensual de 1 000
a 3 000 pesos.
El 47 % de las familias tenían huertos o tierras de cultivo como es una estrategia para complementar su alimentación; sin embargo el esfuerzo no fue suficiente, ya que el 70 % de las familias manifestaron algún nivel de inseguridad alimentaria. Esto implicó que algunas familias tuvieran que sacrificar la compra de agua potable, por la adquisición de alimentos, lo cual sucedió con el 13.3 % de las familias que usaron agua de pozo para preparar alimentos o el 3.3 % que la usaron para consumo como agua fresca o para la preparación de bebidas, incrementando el riesgo de intoxicación por As. Adicionalmente, los alimentos producidos de
huerto podrían estar contaminados con As si se utiliza agua de pozo contaminada para el riego (Monroy-Torres, 2009; Monroy-Torres y col., 2009a).
La inseguridad
alimentaria es un problema que afecta a todos los países de Latinoamérica, y
México no es la excepción (CONEVAL, 2012). Los resultados de este estudio
coinciden con la media nacional reportada por la ENSANUT (2012a), de que el 70 % de los hogares
presentan algún
grado de
inseguridad alimentaria.
La inseguridad
alimentaria contribuye a una mayor exposición a los efectos al As, sobre todo en la población de niños y jóvenes (FAO, 1996; OMS, 2000), lo cual es grave, ya que existen datos estadísticos que
demuestren que por cada
incremento del 50 % en la concentración de As podría haber una disminución
aproximada de 0.5 puntos en el coeficiente intelectual de jóvenes entre 5 a 15
años (Rodríguez-Barranco y col., 2013).
Una alimentación
variada promueve y asegura un consumo adecuado de nutrimentos esenciales para
el crecimiento y desarrollo en las primeras etapas de la vida, y en la mujer
embarazada, así como asegura el mantenimiento y buen funcionamiento en la etapa adulta. La inseguridad alimentaria se ha
asociado con esta falta de variedad, generando deficiencias nutrimentales y a la vez obesidad y
sobrepeso, por lo que al haber esta asociación con un
mejor estado nutricio y la seguridad alimentaria, debería haber mayor protección a los efectos del As en el cuerpo
(Mundo-Rosas y col., 2013). Sin embargo, el ingreso económico de las familias
estudiadas es insuficiente para asegurar el
acceso a una canasta básica que aporte los nutrientes adecuados y en proporción suficiente. Aunado a esto, la falta de
acceso a agua potable, obliga a las familias a adquirirla por medio de la
compra, disminuyendo el ingreso para la compra de alimentos (Carvalho, 2006). Además, cada familia estudiada
estuvo integrada en promedio de 4 a 5 miembros, y la mayoría eran menores de
edad, lo que limita la posibilidad de que cada integrante cubra sus necesidades nutricionales, con el acceso a una alimentación
adecuada, que le permita desarrollarse de forma óptima, lo cuál solo se logra
cuando la población cuenta con seguridad
alimentaria (FAO, 1996).
Existen ciertos
factores nutricionales que influyen en el metabolismo del As en los adultos, y
se considera que los niveles nutricionales bajos (reflejados en parte por la
falta de varias de las vitaminas B y de antioxidantes) confieren una mayor
susceptibilidad a la toxicidad
por As. Los niños pueden metabolizar el arsénico más eficientemente y excretarlo con mayor facilidad si
cuentan con los insumos
nutrimentales. El metabolismo del As requiere de reacciones de metilación,
donde participa el aminoácido metionina y la vitamina ácido fólico (Hall y Gamble, 2012; Hall y
col., 2009).
Los factores de riesgo identificados para el consumo de agua con As en 30 familias de comunidades del estado de Guanajuato, refleja una alta vulnerabilidad para que se desarrollen los efectos adversos del metaloide en el organismo. Estos factores, que han sido ampliamente descritos en la literatura científica, deben ser y seguir siendo integrados en las evaluaciones de riesgos ambientales y para el establecimiento de soluciones para mitigar la exposición al As en este tipo de poblaciones. Desde la salud pública, específicamente desde la promoción de una correcta alimentación, se podrían generar nuevas estrategias de intervención que coadyuven con la disminución de los efectos adversos que tiene el As en el organismo, si el estado nutricio en la población es adecuado, pero para ello, se requieren instrumentos o propuestas de tamizaje que identifiquen el nivel de riesgo, y por ende, el diseño de diferentes estrategias terapéuticas para contener la exposición o el daño en el organismo, una vez que ingresa. Es importante continuar trabajando en la promoción de una alimentación correcta, un buen estado nutricio y cuidado del medio ambiente.
Una de las
limitantes de este estudio fue el no contar con un tamaño de muestra que fuera
representativo para el total de la población para ambas comunidades, sin
embargo, con los estudios previos y la evidencia integrada de 2009 a 2013, se
pudieron identificar los principales factores
de riesgo.
Cabe señalar
que, durante y al final del estudio, se mantuvo la comunicación del riesgo a la
población, con las vocales de las comunidades, delegado y con los médicos de
los centros de salud, sobre los niveles
de As encontrados en el agua de consumo. Además de dar información y reporte a
los centros de salud y
jurisdicciones respectivas, entregando los resultados impresos y verbales; así como a las jefas de familia y maestros, cuyos
contactos fueron a través de los directores de las escuelas y con el secretario
de salud. Sin embargo, el nivel de escolaridad dificulta que sean capaces de
generar sus propios esquemas de intervención, una vez que conocen la problemática. Por otra parte, es difícil
alcanzar una estrategia sostenible, por lo altos
costos que implica la purificación y abastecimiento de agua potable a la
comunidad en riesgo, por lo que se considera que es importante, seguir buscando
y promoviendo el tratamiento y acceso al agua potable en estas poblaciones. Es
necesario trabajar con nuevos esquemas de tamizaje de exposición para un
adecuado diagnóstico y tratamiento desde otros abordajes, como es el nutricio
(salud pública).
CONCLUSIONES
Los principales
factores de riesgo a la exposición al As en este estudio fueron la falta de servicios públicos (red de abastecimiento de agua, drenaje y alcantarillado) uso de agua
de pozos, compra de agua de pipa y nivel de escolaridad. La inseguridad
alimentaria, presente en el 70 % de los hogares, también resultó un factor de riesgo. El ingreso económico bajo de las familias, implicó que la compra de agua
para la preparación de
alimentos (16.3 %) y para agua de consumo (60 %), desplazara la compra de
alimentos. Las deficientes condiciones tecnológicas, educativas, económicas,
sociales, y dietéticas
que viven las familias, aumentan el riesgo a la exposición al As, ya que los mecanismos para aumentar su
detoxificación, requiere de insumos nutrimentales para proteger al organismo de
las agresiones de este y otros contaminantes. Los principales factores de
riesgo, identificados en este trabajo, podrán ser un insumo para el diseño de
una escala validada para medir la seguridad al agua, que permita hacer un tamizaje de los riesgos a los que están
expuestos la población de las comunidades en donde el agua del subsuelo está
contaminada, y se puedan tomar acciones que minimicen
la exposición al
metaloide.
AGRADECIMIENTOS
Al “13º verano
de la ciencia de la región centro”, a los centros de salud y a las Jurisdicciones de
Acámbaro e Irapuato por las facilidades para realizar el estudio. A la LN Rosa
María Pérez González por su contribución en la aplicación de las encuestas.
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