Aceptación del concepto de Economía Social e identificación de grupos homogéneos en países de Latinoamérica y Europa

Acceptance of the Social Economy concept and Identification of homogeneous groups in Latin American and European countries

Uziel Flores-Ilhuicatzi1*, Analaura Medina-Conde2

 

*Correspondencia: uziel.flores@udlap.mx/ Fecha de recepción: 20 de abril de 2016/ Fecha de aceptación: 17 de marzo de 2017

1Universidad de las Américas Puebla, Escuela de Negocios, Departamento de Contabilidad y Finanzas, Ex-Hacienda Santa Catarina Mártir S/N, San Andrés Cholula, Puebla, Mexico, C.P. 72810. 2Instituto Tecnológico Superior de Tepexi de Rodríguez.

 

RESUMEN

La globalización y las nuevas tecnologías generan fuentes de riqueza que permiten transformar las estructuras sociales, económicas e institucionales, a través de la producción de bienes y servicios, con un efecto positivo para la sociedad, cuando estas acciones propician la distribución de los beneficios por encima del enriquecimiento individual. La creciente importancia de la economía social, como alternativa para el logro del desarrollo local, ha generado el interés de instituciones públicas, sociedad civil y comunidad científica. El objetivo de esta investigación fue analizar los indicadores de la aceptación del concepto de economía social por parte de autoridades públicas, empresas de economía social y mundo académico-científico de diferentes países de Latinoamérica y Europa; e identificar grupos homogéneos de las variables: empresas de economía social y empleos, utilizando el método jerárquico de análisis de cluster Ward. Para ello, se estudiaron 17 países de Latinoamérica y 27 de Europa, obtenidos de distintas bases de datos durante el periodo 2010 a 2012, así como de algunos informes. Los países con mayor aceptación del concepto de economía social son los de Europa, quienes, a diferencia de los países de Latinoamérica, forman conglomerados más grandes, con respecto al número de empresas de economía social y de empleos. Los países de Latinoamérica requieren mayores esfuerzos para lograr que la economía social sea parte estratégica en la consolidación del desarrollo local, como sucede en  los países  de  Europa.

 

PALABRAS CLAVE: globalización, economía social, Latinoamérica, Europa, conglomerados.

 

ABSTRACT

Globalization and new technologies generate sources of wealth that allow the transformation of social, economic and institutional structures through the production of goods and services. These actions have a positive effect for society when they favor the distribution of benefits over individual enrichment. The growing importance of social economy as an alternative for the achievement of local development has generated the interest of public institutions, the civil society and the scientific community. The objective of this research was twofold: Firstly, it aimed at analyzing the indicators of the acceptance of the social economy concept by public authorities, social economy companies and the academic-scientific world of different countries from Latin America and Europe. Secondly, it intended to identify homogeneous groups of the variables: social economy companies and jobs, using Ward’s method of hierarchical cluster analysis. To this end, data from 17 countries from Latin America and 27 from Europe was studied. This data was obtained from different databases and reports from the 2010-2012 period. The countries with the greatest acceptance of the concept of social economy are those of Europe, which, unlike Latin American countries, construct larger conglomerates, with respect to the number of social economy enterprises and jobs. The countries of Latin America require greater efforts to make social economy a strategic part of local development consolidation, as it is the case in European countries.

 

Keywords: globalisation, social economy, Latin America, Europe, conglomerates.

 

INTRODUCCIÓN

“La economía social no sólo incorpora los elementos básicos de la teoría económica de los economistas clásicos, neoclásicos, keynesianos y sus expresiones actuales, así como el denominado institucionalismo, sino todas las corrientes de pensamiento con énfasis en la pluralidad de la economía social, por su pertinencia en términos de la democracia económica, que es fuente de la democracia política. La redistribución, que puede ser base de la economía solidaria, no debe ser lo único para combatir la desigualdad; es necesario apoyarse en políticas públicas activas que aseguren los derechos sociales de la comunidad. El estudio de la pobreza, desigualdad, y exclusión social debe complementarse con análisis de la formación de la riqueza legítima e ilegítima para construir sociedades con niveles ciertos de cohesión so-cial. La economía social debe entenderse como la conjunción de tres tipos de intereses (mutuo, general y público), que pueden ser la fuente de la cohesión social y del crecimiento y desarrollo sostenibles” (Becerra,  2012: 21).

 

En este contexto, Tejeiro (2003), argumentó “que el propio concepto de economía social está inmerso en un proceso de continuo replanteamiento de su contenido, de su referencia, de su ámbito de aplicación, teniendo cada vez más incidencia en la corriente que plantea la economía social como ‘empresas’ con valores específicos de autogestión, de primacía del trabajo sobre el capital, autodecisión, democracia, pero que también persigue la eficacia y eficiencia  de  sus  recursos”.

 

Por su parte, Carpi (2008), define a la economía social como empresas que combinan criterios de rentabilidad y eficacia empresariales con valores de democracia, responsabilidad personal y social, tanto a nivel interno como externo, de ahí su especial incidencia sobre el desarrollo territorial sostenible. Así, Miranda (1994), afirmó “que se está dando una importante transformación en la consideración de la economía social, pasando de plantearse de carácter meramente secundario, a reconocerse como una verdadera posibilidad de actividad estable, duradera y con participación y contribución al desarrollo del marco territorial sobre el que tiene  influencia  bien,  directa  o  indirecta”.

 

La economía social está recibiendo un mayor reconocimiento por parte de las instituciones públicas y de la sociedad (Foncea y col.,  2012; Chaves-Ávila y col., 2013; Abad y Abad, 2015). Ha sido objeto de atención internacional desde hace años, por gobiernos e instituciones. Se observan diversas iniciativas, siempre como respuesta a necesidades concretas del bienestar de las personas y colectividades. Desempeña un papel fundamental para proponer soluciones a algunos de los problemas actuales y potenciar la búsqueda de objetivos sociales, como el empleo, el crecimiento y la competitividad, por su arraigo en el entorno local, pero también para crear una sociedad más inclusiva e incrementar la cohesión social (Fundación Iberoamericana de la Economía Social, 2010). En cuanto al ámbito de actuación, la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES, 2014), coincide en que las entidades de la economía social realizan su actividad en todos los sectores económicos, no sólo en pequeñas empresas, sino también en grandes. Además, aportan soluciones a problemas  relacionados  con  el  desarrollo  local.

 

Para Mauss (2010), la economía social se está abriendo camino en el mundo actual, los pueblos, las clases sociales, las familias, los individuos, podrán enriquecerse, pero sólo serán afortunados cuando sepan sentarse alrededor de la riqueza común. Bauman (2001) y Grávalos-Gastaminza (2002), mencionaron que el trabajo colectivo es la base para alcanzar la libertad individual y no avanzará sino se desarrollan ideas enfocadas hacia la mejora del bien público, la sociedad buena, la equidad y la justicia. El individualismo termina con los vínculos sociales  y  convierte  al  mundo  en  mercancía.

 

Para De-Sousa-Santos (2012), las empresas de la economía social son alternativas que están emergiendo y luchando por encontrar su espacio y consolidarse, y aunque distan de ser una respuesta global al sistema actual, y lejos de primar el beneficio económico a toda costa, se han centrado en otros objetivos como el bien  social.

 

La Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2015), argumentó que las cooperativas ejemplifican la importancia de la economía social, y a nivel mundial cuentan con casi 1 000 millones de socios, generan más de 100 millones de empleos (un 20 % más que las firmas multinacionales) y garantizan el sustento de cerca de un cuarto de la población del mundo. Para Pérez-de-Uralde y Radrigán-Rubio (2008), las cooperativas están demostrando que sus proyectos funcionan, que son realmente útiles a las personas y a la sociedad donde operan, y que su trabajo social y empresarial es modélico, comprometido y leal a sus principios. Pero también se está demostrando que actúan sin causar daños colaterales, pensando en las personas y no exclusiva o prioritariamente en los resultados económicos. Promueven un desarrollo local equitativo y humanizado. Por ello, no se entiende que los poderes públicos de muchos países no atiendan más y mejor  al  sector  de  la  economía  social.

 

El objetivo del presente trabajo fue analizar los indicadores de la aceptación del concepto de economía social por parte de autoridades públicas, empresas de economía social y mundo académico-científico; así como la identificación de grupos homogéneos, utilizando el método jerárquico de análisis de clúster Ward, con base en dos de sus actividades, primero, empresas de economía social (cooperativas, mutuas y asociaciones civiles y otros); y segundo, empleos (total de empleos y empleos de economía social)  de  países  de  Latinoamérica  y  Europa.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

Para el análisis de los indicadores de aceptación del concepto de economía social se tomaron del estudio “La economía social, en España, Iberoamérica y países del Magreb”, los datos de 17 países de Latinoamérica, donde se preguntó por la aceptación del concepto de economía social a autoridades públicas, empresas de economía social y al mundo académico–científico (Radrigán y col., 2012; Chaves-Ávila y col., 2013). Para el caso de los países de Europa, se tomaron del documento Field of study, quantitative importance and national acceptations los datos de 27 países (Vivet y Thiry, 2000; Monzón y Chaves-Ávila, 2012). Para poder evaluar estadísticamente, se asig un valor numérico a las respuestas de acuerdo a la información obtenida de las bases de datos, quedando de la siguiente forma: (1) escasa, (2) moderada y (3) elevada; el rango de la sumatoria se consideró: escasa (3), moderada  (4 a 6)  y  elevada  (7 a  9)  (Tabla 1).

 

El análisis de cluster es una técnica estadística multivariante que busca agrupar elementos o (variables) tratando de lograr la mayor homogeneidad en cada grupo y la mayor diferencia entre grupos. Las técnicas de análisis de cluster tienen como objetivo principal la clasificación de un cierto número de individuos (Fernández-Santana, 1991). En el presente trabajo, la caracterización significa identificar las principales variables que inciden en el grado de homogeneidad y heterogeneidad existente entre empresas de economía social y empleos en países de Latinoamérica y Europa, generando grupos representativos de países con economía social. La muestra se basa en el análisis de 17 países de Latinoamérica y 27 de Eu-ropa, divididos en dos grupos; primero, empresas de economía social (cooperativas, mutuas y asociaciones civiles y otros); segundo, empleos (total de empleos y empleos de economía social), con un total de cinco variables, información estadística tomada del informe bienio (2008-2009), Observatorio Iberoamericano de Economía Social y Cooperativa (OIBESCOOP) citado en Chaves-Ávila y Pérez-de-Ural (2012) y  Chaves-Ávila  y  col. (2013).

 

Se empleó el método de conglomerados jerárquicos, que se puede utilizar para variables cuantitativas y cualitativas, no se conoce el número de conglomerados a priori, y cuando el número de objetos no es muy grande el método jerárquico de análisis de cluster Ward, también conocido como “momento central de orden de dos” o “pérdida de inercia mínima”, tiene como principal objetivo optimizar la varianza mínima intragrupal (Ward-Jr., 1963). Se determinó la medida de distancia, para este caso, distancia euclídea al cuadrado. En cada paso del proceso de agrupación se trató de combinar aquellos dos conglomerados que provoquen el menor incremento a la suma total de las distancias al cuadrado dentro de los conglomerados.

 

RESULTADOS

Aceptación del concepto de economía social

De acuerdo a los resultados de este estudio, en Latinoamérica, solo Argentina y Colombia presentaron una aceptación elevada del concepto de economía social; cinco países una aceptación moderada (Honduras, México, Brasil, Costa Rica y Uruguay); y el resto (10) una aceptación escasa  (Tabla  1).

 

En el caso de Europa, seis países presentaron una aceptación elevada (España, Portugal, Bélgica, Francia, Grecia e Irlanda); 18 países una aceptación moderada, y solo Eslovaquia, Países Bajos y  Rumanía  una  aceptación  escasa  (Tabla  1).

 

Identificación de grupos homogéneos en Latinoamérica

El análisis reflejó que el número de cooperativas en Latinoamérica osciló de 530 de Costa Rica a 61 856 de Venezuela, que proporcionó una media de 7 661 cooperativas. La media de empleos de economía social fue de 449 de una oferta laboral de 228 010 puestos (Tablas 2 y 3).

 

 

El número de asociaciones civiles y otros en Latinoamérica (529 949 = 79.07 %) fue muy superior al de cooperativas (130 238 = 19.43 %) y mutuas (10 072 = 1.50 %) (Tabla 3). Considerar los números absolutos (total de cooperativas, mutuas, asociaciones civiles y otros, total de empleos y empleos de economía social) en lugar de los números promedio del Producto Interno Bruto (PIB), por ejemplo, genera que los países con mayor riqueza económica tengan una infraestructura superior y un número más alto de empresas de economía social, y consigan mayores ofertas de empleo. Este hecho genera casos atípicos de las variables analizadas, como se observa en la Figura 1. La variable empleos presentó dos casos atípicos en

xico (12) y Brasil (3), coincidiendo en los dos países la mayor oferta de empleos en total de empleos  y  empleos  de economía socia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Respecto a las empresas de economía social, se reflejaron casos atípicos de cooperativas: en Venezuela (17); de mutuas: en Chile (4) en Argentina (1), en Colombia (5) y en Uruguay (16); de asociaciones civiles y otros: en Brasil (3), en Chile (4), en Argentina (1). Argentina y Chile presentaron casos  atípicos  en  dos  variables (Figura 2).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La localización de los casos atípicos en la parte superior de la distribución indicó que se trata de distribuciones con asimetría positiva (De-la-Fuente, 2011), como se observó en los estadísticos descriptivos de este trabajo (Tabla 3). Distribuciones que es necesario hacer simétricas antes de aplicar el análisis de cluster. Considerando la escalera de las transformaciones de Tukey, la asimetría positiva se corrige sustituyendo los datos recogidos por su raíz cuadrada o su logaritmo; en el caso de que las transformaciones proporcionen resultados muy similares se opta por la menos potente (Mora-Catalá y Rodríguez-Jaume, 2001). En este caso, se optó por realizar una transformación raíz cuadrada a las variables. Las nuevas variables transformadas se denominaron con el mismo nombre, pero se agregó la letra R (Tabla 4). Se observó una correlación significativa (P < 0.01) de la variable total de empleos R con empleos de ES R y asociaciones civiles y otros R del modelo, por lo que se procedió a eliminarla del modelo.

 

 

Un análisis detallado de los coeficientes reveló una gran similitud en la actividad de la economía social en Guatemala (10) y Perú (15) (con una distancia de 0). Otras comunidades con pautas parecidas son Nicaragua (13) y El Salvador (9) (con una distancia de 0.001), Honduras (11) y Guatemala (10) (con una distancia de 0.007) y Honduras (11) y Perú (15) (con una distancia de 0.008). Los países más diferentes en cuanto a la actividad de economía social son Uruguay (16) y Brasil (3) (con una distancia de 24.689) y Venezuela (17) y Brasil (3) (con una distancia de 26.439) (Tabla  5).

 

 

Tomando los casos de la Tabla 5 se observó en el historial de conglomeración o vinculación de Ward, que Guatemala y Perú son los primeros países que se unen en el Historial de conglomeración. De la última columna (próxima etapa), este primer agrupamiento se utilizará también  en  la  etapa  3  (Tabla  6).

 

 

La lectura del dendograma de la vinculación de Ward “se realiza de izquierda a derecha, y en su interior aparecen líneas horizontales y verticales, utilizando estas últimas para indicar el punto de unión entre dos países. Así, la posición de la línea vertical respecto a la regla situada en la parte superior indica la distancia donde se han realizado la unión de dos grupos, de modo, que cuanto más a la derecha se produzca una agrupación existirá más diferencia entre los casos, formando grupos más heterogéneos (Figura 3). La ‘escala’ de las distancias oscilan de 0 a 25, mientras que la amplitud de las distancias del historial de conglomeración oscila de 0.000 a 64.000 (Tabla 6). Es decir, la amplitud de las distancias (0.000 a 64.000) se calcula para adoptarla a la escala (0 a 25), basta con multiplicar cada amplitud por 0.390 625” (Villardón, 2007; De-la-Fuente, 2011). En la nueva escala, en la distancia 2.089 062 5 (5.348) se produce el primer gran incremento en las distancias para unirse Guatemala, Perú, Honduras, Paraguay, Bolivia y Costa Rica con El Salvador, Nicaragua, Cuba, Ecuador y Colombia. En la distancia 3.284 765 6 (8.409) se unen Argentina y Uruguay. En la distancia 6.823 828 1 (17 469) se unen Brasil, Chile y  México (Figura  3).

 

 

El conglomerado 1 destacó por tener más mutuas (91 %). El conglomerado 2 fue el que más cooperativas registró (72.3 %); pero también presentó el menor porcentaje de empleos de economía social (3.7 %), mutuas (3.7 %) y asociaciones civiles y otros (1.4 %). El conglomerado 3 destacó por tener más empleos de economía social (91.6 %), y más asociaciones civiles  y  otros  (83.9 %)  (Tabla 7).

 

Identificación de grupos homogéneos de

Europa

El análisis reflejó que el número de cooperativas en Europa osciló de 250 en Malta (22) a 1 128 381 en Italia (14), lo que proporcionó una media de 168 459 cooperativas. La media de empleos de economía social resultó de 523, de una oferta laboral de 216 398 puestos (Tablas 8 y 9).

 

El número de asociaciones civiles y otros (9 217 088 = 65.24 %); fue superior al de cooperativas (4 548 394 = 32.19 %) y mutuas (362  632 = 2.57 %)  (Tabla  9). La variable empleos presentó cuatro casos atípicos en Alemania (2), Reino Unido (8), Francia (10) e Italia (14), coincidiendo en los cuatro países la mayor  oferta  de  empleos  en total de empleos y  empleos  de  economía  social (Figura  4).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Respecto a las empresas de economía social, se reflejaron casos atípicos de cooperativas en: Italia (14), Alemania (2) y España (9); de mutuas en: Francia (10), Alemania (2) y Reino Unido (8); y de asociaciones civiles y otros en: Francia (10), Alemania (2), Reino Unido (8) e Italia (14) (Figura 5). Alemania presentó casos atípicos en las tres variables; Francia en mutuas y asociaciones civiles; e Italia en cooperativas y asociaciones civiles y otros. La localización de los casos atípicos en la parte superior de la distribución indica que se trata de distribuciones con asimetría positiva (De-la-Fuente, 2011), como se observó en los estadísticos descriptivos de este estudio (Tabla 9).

 

 

Antes de aplicar el análisis  cluster, se optó por realizar una transformación raíz cuadrada a las variables. Las nuevas variables transformadas se denominaron con el mismo nombre, pero se agregó la letra R  (Tabla  10). Se observó una correlación significativa (P < 0.01) en todas las variables del modelo, por lo que se determina una medida (distancia de Mahalanobis: Tabla 11) para compensar la correlación, ya que si las variables se encuentran correlacionadas, se corre el peligro de incluir información redundante, que se debe evitar  en  todo momento  (Leiva  y  Herrera,  1999).

 

 

Se cumple con la revisión del criterio de valor atípico multivariante extremo, donde son aquellos cuya probabilidad sea menor a 0.01, en la muestra ninguno es atípico y se procede al  análisis cluster (Tabla  12).

 

Los países de Europa fueron clasificados considerando el total de empleos (Z total de empleos R), número de empleos de economía social (Z empleos ES R), el número de cooperativas (Z cooperativa R), número de mutuas (Z mutuas R) y número de asociaciones civiles y otros (Z  asociaciones  civiles  y  otros R)  (Tabla  12).

 

Los coeficientes de la matriz de distancias indican la distancia entre los países de Europa, considerando las variables del análisis, de modo que cuanto mayor sea el coeficiente entre dos países existirá mayor distancia entre ellos, y en consecuencia serán más diferentes  (Hair  y  col.,  1999:  497).

 

Un análisis detallado de los coeficientes reveló una gran similitud en la actividad de la economía social en Hungría (21) y República Checa (16) (con una distancia de 0.071), Malta (22) y Chipre (18) (con una distancia de 0.071). Otros países con pautas parecidas fueron Hungría (21) y Finlandia (12) (con una distancia de 0.073), Luxemburgo (5) y Malta (22)(con una distancia de 0.088), y Chipre (18) con Letonia (19) (con una distancia de 0.092). Los países más diferentes en cuanto a la actividad de economía social fueron Alemania (2) con Malta (22) (con una distancia de 53.981) y Alemania (2) con Letonia (19) (con una distancia  de  52.285) (Tabla  13).

 

 

Se observó que República Checa (16) y Hungría (21) fueron los primeros países que se unen en el Historial de Aglomeración. De la última columna (próxima etapa), se desprende que este primer agrupamiento volverá a ser utilizado en  la  etapa  9  (Tabla  14)  (De-la-Fuente, 2011).

 

 

 

 

La amplitud de las distancias del historial de conglomeración oscila de 0.036 a 130. Es decir, la amplitud de las distancias (0.036 - 130) se calcula para adoptarla a la escala (0 a 25), basta con multiplicar cada amplitud por 0.192 307 69. Respecto a la nueva escala, en la distancia 2.454 615 355 (12.764) se produce el primer gran incremento en las distancias para unirse Polonia (23), Países Bajos (6), Italia (14), España (9). En la distancia 5.579 038 395 (29.011) se unen Alemania (2), Francia (10) y Reino Unido (8). En la distancia 8.991 538 354 (46.756) se unen Bélgica (1), Irlanda (3), Grecia (4), Luxemburgo (5), Austria (7), Portugal (11), Finlandia (12), Dinamarca (13), Suecia (15), República Checa (16), Estonia (17), Chipre (18), Letonia (19), Lituania (20), Hungría (21), Malta (22), Eslovenia (24), Eslovaquia (25),  Bulgaria (26), Rumania (27) (Figura 6).

 

 

El conglomerado 1 destacó por ser el que más empleos ofrece (26.50 %). El conglomerado 2 fue el que más mutuas registró (73.10 %), así como asociaciones civiles y otros (51.60 %). El conglomerado 3 se destacó por tener más cooperativas (51.90 %) y menor cantidad de mutuas (4.00 %) (Tabla 15).

 

 

DISCUSIÓN

El concepto de economía social ha evolucionado, constituye una realidad económica heterogénea con diferentes percepciones entorno al concepto (Morais, 2016). Por ejemplo, en Latinoamérica se conoce como economía solidaria (ESOL) o economía popular (EP); también hay otros enfoques, como el de economía alternativa (EA) con raíces francesas. Sin embargo, en Europa se ha logrado un consenso científico en cuanto a su delimitación y lo definen como economía  social.

 

Para Fonteneau y col. (2011), las empresas y organizaciones en la ESOL crean y mantienen empleos y medios de vida, amplían la protección social, fortalecen y amplían el diálogo social a todos los trabajadores y promueven la aplicación y cumplimiento de normas para todos. En estos tiempos de crisis e inestabilidad, la promoción de la economía social y solidaria, dentro del marco del Programa de Trabajo Decente, es una forma eficaz de promover la justicia social y la inclusión social en todas  las  regiones  (Alzate  y  col.,  2016: 419). Por otro lado, Icaza y Tiribia (2003) y Coraggio (2011), mencionaron que la EP incluye tanto a las iniciativas económicas destinadas a la obtención inmediata de ingresos, como acciones espontáneas de familiares, amigos y vecinos, organizadas en el ámbito de la comunidad, que tienen como meta una mejor calidad de vida; destacando las actividades orientadas a la construcción de viviendas, el cuidado de niños y adultos mayores y la realización de trabajos de reparación en la comunidad (Vio y Cabrera,   2016: 62).

 

Para González (2016), no puede dejar de señalarse que resulta paradójico la expresión “economía social”, pues “lo económico” comprendido como dimensión de la realidad es, por naturaleza,  social.

 

El concepto de economía social no es reciente surgió a mediados del siglo pasado y continúa enfrentándose a nuevos retos para crecer y fortalecerse como agente político, social y económico. Actualmente, este concepto está vigente como una posible solución contra la desigualdad y propone prácticas alternativas al sistema económico de algunos países, mediante la aplicación de valores universales, como la equidad, la justicia, la fraternidad económica, la solidaridad social, el compromiso con el  entorno  y  la  democracia  directa.

 

En el estudio de Morais (2016), los términos economía social y ESOL contemplan una multiplicidad de opiniones, el concepto carece de aceptación e implementación generalizadas. Existe una realidad donde muchos hablan sobre el tema, pero cuyas fronteras se encuentran abiertas y nebulosas. Si bien, se ha trabajado en los últimos años, puede notarse el aumento de estudios y de interés por el tema; la superación de fronteras y de medios para definirlo y cuantificarlo, está por venir. Hasta el momento, no existe consenso sobre la delimitación del concepto de estos sectores (Barea, 1990; Carpi, 1997; Defourny y col., 1997; Chaves-Ávila, 1998; Barea y Monzón,  2002).

 

La aceptación del concepto de economía social en Latinoamérica es, en su mayoría escasa, de acuerdo a las tres variables, por lo que se puede indicar que ni las autoridades públicas, ni las empresas de economía social, ni el mundo académico científico, mantenían una posición clara respecto a la definición de economía social. Al identificar grupos homogéneos de las variables empresas de economía social y empleos, utilizando el método jerárquico de análisis de clúster Ward, se encontró que los países con mayor puntuación en la aceptación del concepto de economía social forman conglomerados (cluster) con países de aceptación moderada o escasa, esto quiere decir que son homogéneos. En Europa, la aceptación del concepto de economía social es en su mayoría moderada, aceptándola más, la comunidad académico-científica y las empresas de  economía   social  (Tabla  1).

 

La ESOL, EP, EA y la Economía Social han tenido gran aceptación con programas de posgrado, no sólo en países de Europa, sino en Latinoamérica. En el futuro se tiene que potenciar la docencia en Economía Social, y será muy difícil si no existe un apoyo de la administración, que considere la importancia y transversalidad de esta materia en los planes y programas de estudio. El profesorado e investigadores, tienen un mayor compromiso para alcanzar esta meta (Melián-Navarro y col.,  2017).

 

El método de Ward pretende agrupar de forma jerárquica elementos de modo que se minimice una determinada función objetiva. Persigue la minimización de la variación intragrupal de la estructura formada. Tiende a generar conglomerados demasiado pequeños y demasiado equilibrados en tamaño, no calcula distancias, maximiza la homogeneidad dentro de grupos, plantea todas las posibilidades en cada etapa. Se logra la caracterización de las principales variables que inciden en el grado de homogeneidad y heterogeneidad existente entre empresas de economía social y total de empleos, generando grupos representativos de países con economía social en Latinoamérica y Europa. Se puede comparar el resultado de los conglomerados (análisis de Ward) con el grado de aceptación del concepto de economía social y demostrar si coincide con el grado de aceptación por parte de empresas de economía social, ya que se utilizan las variables: empresas de economía social y total de empleos.

 

En el estudio de Violán y col. (2016), mencionaron que el análisis cluster tiene algunas limitaciones en el análisis exploratorio, puesto que algoritmos diferentes podrían dar resultados diferentes. Por otro lado, los métodos jerárquicos aglomerativos obligan a que cada unidad de análisis (diagnóstico) sea incluida en un solo clúster. En este sentido, los algoritmos jerárquicos se consideran más apropiados para problemas de clasificación que comparten factores subyacentes comunes y pueden ser un punto de partida útil cuando no se conoce el número y la estructura de los “clústers”, como en el caso de países con empresas  y  empleos  de  economía  social.

 

CONCLUSIONES

La aceptación del concepto de economía social por parte de autoridades públicas, empresas de economía social y mundo académico-científico en Europa es moderada en su mayoría, a diferencia de los países de Latinoamérica, que en su mayoría es escasa. Sin embargo, al utilizar el método jerárquico de análisis de clúster Ward, para identificar grupos homogéneos de las variables empresas de economía social y empleos, se encontró que los países con mayor puntuación en la aceptación del concepto de economía social forman conglomerados (cluster) con países de aceptación moderada o escasa, esto quiere decir que son homogéneos. La falta de investigación de la economía social y la búsqueda de alternativas, lleva al planteamiento de retomar prácticas de otros lugares para realizar investigaciones y futuras líneas de investigación, atendiendo a circunstancias económicas, políticas, sociales y culturales, que permitan proponer soluciones factibles a problemas complejos,  como  lo  es  la  falta  de  desarrollo  local.

 

REFERENCIAS

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