Proceso formativo ambiental universitario: Trascendencia en la carrera de Arquitectura

Environmental education in higher education: Significance in architecture studies

Aymee Alonso-Gatell1, Nivia Tomasa Álvarez-Aguilar2*, Jaime Arturo Castillo-Elizondo2

 

*Autor para correspondencia: nivial12@yahoo.es / Fecha de recepción:13 de junio de 2016/ Fecha de aceptación:10 de octubre de 2016

 

1Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz, carretera Circunvalación km 5.5, Camagüey, Cuba, C.P. 70500. 2Universidad Autónoma de Nuevo León, Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, Av. Pedro de Alba S/N, Cd. Universitaria, San Nicolás de los Garza, Nuevo León, México, C.P. 66451.

 

RESUMEN

En cualquier esfera de actuación, toda actividad profesional ha de realizar aportes significativos a los problemas del medio ambiente. Para ello, es fundamental una educación universitaria que tribute a una formación socialmente responsable. Generalmente, la educación ambiental en la universidad muestra un carácter asistemático debido a la falta de planificación. El objetivo del artículo fue determinar la importancia social de promover la formación ambiental del estudiante universitario como un proceso formativo con toda su rigurosidad. Se exponen fundamentos esenciales de dicho proceso en sentido general y en particular, en la carrera de Arquitectura, basados en el todo de análisis-síntesis y argumentación lógica,  a partir  del estudio de las principales premisas teóricas y empíricas que abordan  la temática. Se concluye que es de gran relevancia incluir en los programas de arquitectura la formación ambiental como un proceso organizado, sistemático e integrador, que le permita al egresado cumplir con la responsabilidad social que de él se espera.

 

PALABRAS CLAVE: proceso formativo; formación ambiental; estudiantado universitario; carrera de arquitectura.

 

ABSTRACT

In every scope of action, professional activity should make significant contributions to solve environmental problems. In order to achieve this, it is essential for higher education institutions to include a socially responsible education as part of their curriculum. Environmental education in higher education has traditionally shown an unsystematic character due to a lack of support. The objective of the present paper is to determine the social importance of promoting a rigorously designed environmental education program in a higher education context. The essential underpinnings of this process are presented. The design of the program was based on the analysis-synthesis and logical argumentation methods and was specifically focused to meet the needs of undergraduate students of architecture by taking into consideration the essential theoretical and empirical assumptions that address the subject matter. The paper concludes that it is highly relevant to include a well-organized, systematic and integrative environmental education program as part of the undergraduate program in architecture. Such program will allow architecture graduates to comply with the social responsibility that is expected from them.

 

KEYWORDS: education process; environmental education; university students; architecture degree.

 

INTRODUCCIÓN

Los tiempos actuales  se caracterizan por transformaciones  aceleradas  en la ciencia y la técnica, más no en el desarrollo humano. Se requiere que  los futuros  profesionales sean  capaces  de tomar decisiones  basadas  en la reflexión y el análisis, y que, en pro de la responsabilidad social corporativa, sean sensibles  hacia las problemáticas sociales (Ugarte y Naval, 2010).

 

El reconocimiento del significado y el sentido, en la educación universitaria, posibilita una formación del estudiantado universitario en todas las direcciones, en correspondencia con una preparación para vivir y transformar la vida. Se traduce en una coherencia  vinculada y orientada  a la humanización del proceso educativo universitario. Los conceptos  de medio ambiente  y sustentabilidad  adquieren  relevancia  en la actualidad y, en consecuencia, mayor repercusión en  la esfera educativa, por tener un fuerte impacto en lo profesional (Basto, 2012; Chamorro, 2012; González-Anleo, 2012; Núñez y col., 2012; Sierra, 2012).

 

En el sector académico, las universidades están tratando de inculcar  en los estudiantes la preocupación por el medio ambiente, a través de actividades  para  concientizar sobre  la problemática  ambiental  y para  aminorar  los efectos  del cambio climático (Herrera-Izaguirre y col., 2011; Mendoza-Cavazos, 2016).

 

No obstante, a pesar del esfuerzo realizado en los últimos años, no se han logrado los avances esperados, en cuanto a la formación ambiental, aun- que se han obtenido aportes que enfatizan  en la necesidad  de construcción de un nuevo paradigma educacional,  centrado  en el ser humano, como sujeto histórico  transformador del contexto en el que se desenvuelve (López, 2005; Calvo y Gutiérrez, 2007; Santos y Villalón, 2009; Núñez y col., 2012; Rivarosa y col., 2012).

 

Molano y Herrera  (2014), expresan que durante las últimas cuatro cadas, los organismos inter- nacionales han manifestado  la importancia de la inclusión de la formación ambiental en los planes de estudio formal, pasando desde directrices generales y poco precisas, hasta definir con exactitud lo que se quiere. Sin embargo, hay un amplio trecho que recorrer en este sentido.

 

Los estudios  del medioambiente tienen  un carácter  multifactorial y multidisciplinario. Tal y como señalan Drews y van-den-Bergh  (2016), el debate académico y público, acerca del medio ambiente  y la sostenibilidad, se ha fortalecido  recientemente. Justamente, Novo y Murga (2010), apuntan  que: actualmente vivimos una situación generalizada  de cambio global, un cambio en el que, por primera  vez en la historia, el planeta ya ha comenzado  a ser condicionado  en su funcionamiento  por problemas  que genera  la especie humana.

 

 

Desde lo sociológico, habría que centrar  la atención en los trabajos  que abordan la relación entre el medio ambiente y la sociedad. Por una parte, los efectos sociales de las alteraciones en el entorno natural, y por otra, las repercusiones que sobre  este  tienen  las transformaciones y cambios sociales (Gara, 2004). Otros autores, como Rojo (1991), Woodgate  y Redclift (1998) y Lezama (2008), refieren las relaciones socialmente significativas de los seres humanos con el medio ambiente.

 

Una comprensión  filosófica de este  tema, con- siente asumir  un enfoque dialéctico sobre la interacción  sociedad-naturaleza, como un proceso complejo y contradictorio. Postura  esencial que se aplica para prevenir, mitigar o solucionar problemas globales que afectan  a la humanidad.  A su vez, cobra interés  la complejidad que encierra la causa-efecto-solución, implicada  en las relaciones entre lo económico y social, la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible.

 

La formación de nuevos profesionales  es un proceso  social  sistematizado y regularizado,  en  el que se debe evitar  al máximo  que quede  sometido a la espontaneidad de los participantes o sus di- rigentes, por lo que es necesario  su estudio mediante metodología científica y pensamiento crítico, no solo en lo general, sino desde las particularidades  de las diferentes  carreras.  Solo así se puede incidir en su perfeccionamiento (Pérez, 2009; Valera, 2010; Medina, 2012; Pérez y col., 2012).

 

La formación  ambiental  del estudiante universitario, como un proceso sistemático y dinámico, ha de considerar  como mencionan Amador y Esteban (2011), que: estamos ante una sociedad en la que se producen  cambios de manera  vertiginosa. Esta rapidez dificulta la propia capacidad de responder  y adaptarnos a ellos. De esta forma, es evidente que las personas  deben aprender a desarrollar  competencias, que den respuestas a estas nuevas y rápidas demandas que caracterizan la sociedad actual.

 

La novedad que aporta  la educación  ambiental hoy a, es que el medio ambiente,  además  de medio educativo, contenido a estudiar  o recurso pedagógico, aparece con entidad  suficiente  para constituirse como objeto de la educación  (Martínez, 2009). Como expresa Mayor-Zaragoza (2009): sin  una  educación  conscientemente orientada hacia la protección y cuidado del medio ambiente, es imposible comprender que el desarrollo es un derecho  humano  y la adopción  de medidas  en favor de un desarrollo social sostenible es un imperativo ético. Más que el crecimiento económico, que es un motor y no un fin en sí, el desarrollo es, en primer lugar y ante todo, social; está, además, estrechamente relacionado  con la paz, los derechos humanos, el ejercicio democrático del poder y el medio ambiente y, finalmente, aunque no por ello menos  importante, con la cultura  y con el modo de vida de la población. En este trabajo se comprende la educación como un concepto integral, que conjuga en el ser humano todos aquellos aspectos que conforman el ambiente natural, biológico, psíquico, moral y espiritual (Alonso y col., 2014b). León (2007) afirma que la educación es un proceso humano y cultural  complejo. Es por ello, que la formación del estudiantado universitario en general y en particular de la carrera  de Arquitectura, ha intentado abordar, por un lado, el conocimiento  humanístico, arte, historia, cultura, sociedad Pérez (2009) los aspectos técnicos, propios de la carrera. Significa que se requiere  concientizar la necesidad  de la sostenibilidad  que como refieren  Barraza y Castaño (2102) es una forma de vida que busca una rearmonización entre  los aspectos  ambientales, sociales, políticos y económicos.

 

Para lograr lo antes expuesto, son de gran importancia  las investigaciones que revelan  las relaciones  pedagógicas  fundamentales que han  de ocurrir para lograr un proceso formativo ambiental en la universidad. En particular, en la carrera de arquitectura, por la implicación  de este profesional en encontrar soluciones  efectivas en el cuidado y protección del medioambiente.

 

 

El objetivo de este estudio fue analizar la importancia social de promover la formación ambiental del estudiante universitario, como un proceso formativo con toda  su rigurosidad,  al conjugar armónicamente las necesidades sociales, las personales  y las especificidades  de cada carrera, centrando el trabajo en la carrera de Arquitectura.

 

La dimensión ambiental como un proceso formativo en la universidad Vallaeys (2014), afirma que: “A la universidad le es muy difícil admitir que también puede dañar al mundo, producir y reproducir injusticias sociales, acelerar la actual inclinación de la humanidad hacia su insostenibilidad planetaria”. Es tan perjudicial este no-reconocimiento, como el pensar que la formación socialmente responsable se logra “por añadidura”. Este tipo de formación solo ocurre a través de un proceso organizado, sistematizado y controlado. Avendaño (2012), argumenta que: “la comprensión de las necesidades e intereses ambientales, por parte de los estudiantes, como eje de cambio social, es primordial para la sistematización de la información que permita aminorar el deterioro ambiental y cimienten las bases de una conciencia socialmente responsable”.

 

En la literatura consultada  coexisten  múltiples definiciones de formación ambiental, con distintos significados y alcances. En el caso del pro- ceso  formativo  ambiental, del estudiantado  de arquitectura, se sugiere considerar  tres aspectos importantes: la concepción  del proceso  formativo en general, la formación ambiental como un componente  de este proceso general y el proceso formativo  específico del estudiantado de arquitectura.

 

En cuanto al segundo aspecto, la formación ambiental  como un  componente  de este  proceso general, es la visión del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA, 1982). Se mantiene vigente, al especificar que la formación  ambiental  es un conjunto de actividades teóricas y/o prácticas que llevan a una más adecuada comprensión  de los problemas  ambienta- les y a un entrenamiento técnico (capacitación), para el manejo de los ecosistemas, en función de una adecuada calidad de vida.

 

Ruiz y col. (2008), refieren que “una meta esencial de la educación  es la formación  integral  del ser humano, que se relaciona  con  la formación  en una cultura  general e integral en toda su diversidad: técnica, especializada  en determinada profesión; científica, para la convivencia social; cultura política, histórica, humanista, ambiental, estética y otras  manifestaciones, que como partes, se van configurando en una totalidad: el estudiante como ser social y a la vez como individualidad. De acuerdo a lo antes expuesto en este estudio, el proceso  formativo  ambiental  del estudiantado universitario parte  de la comprensión  del pro- ceso formativo en sentido general, sin distinguir un tipo de formación  en específico, y a su vez, se orienta  a una dimensión  particular, que es la ambiental  (Alonso y col., 2014b). Se apoya en una serie de principios, derivados de sus objetivos específicos, entre los que destacan:

 

1. Orientación  positiva hacia la sociedad. La formación  ambiental  no es neutral,  ha  de ser  un acto consciente  basado en valores para la transformación social. Significa dirigir el proceso a la formación de una conciencia ciudadana  que potencie desde lo individual, la protección  del me- dio ambiente y el desarrollo sustentable.

 

2. Orientación social de la ciencia y la tecnología. Se sustenta en la idea de formar un profesional capaz  de conocer  y aplicar  los adelantos de la ciencia y la tecnología, relacionados  con su profesión en función  del cuidado  y protección  del planeta Tierra.

 

3. Orientación  hacia  la unidad  de lo cognitivo- instrumental y lo afectivo-motivacional. Significa que ha de dirigirse al desarrollo de conciencia, conocimientos, habilidades, destrezas, comportamientos, actitudes, sentimientos, intereses, valores. A partir de aquí, se consolidan modos de actuación ambientales responsables.

 

4. Carácter  integrador  de los procesos que permiten el desarrollo de competencias con enfoque ambiental. Precisa mostrar las relaciones entre los saberes conceptual, procedimental y actitudinal, orientadas hacia la manifestación de una conciencia  ecológica en los modos de actuación profesional.

 

López (2005), destaca que la enseñanza de cualquier disciplina debe tener una base encaminada a lograr una conciencia de protección ambiental  y, con mayor motivo, de aquellos profesionales que tienen una relación muy directa con la modificación de las condiciones naturales del territorio, como es el caso del arquitecto. En este trabajo se asume que la formación ambiental universitaria presenta rasgos comunes a  todas las carreras. Sin embargo, cada una de ellas posee peculiaridades, dependiendo del objeto de trabajo y los problemas profesionales que deben enfrentar los estudiantes una vez egresados (Alonso  y col., 2016). Por ello, las consecuencias ambientales de los diseños surgidos de la actividad del egresado de arquitectura cobran una mayor relevancia.

 

Es comprensible  que el término  formación  ambiental no satisfaga totalmente los propósitos del presente  estudio, ya que ella puede ocurrir hasta de manera  informal. Sin embargo, al hablar  de proceso formativo  se toman  en cuenta  sus rasgos específicos  de sistematicidad, organización y orientación a determinados objetivos. De aquí que; el proceso formativo específico del estudiante de arquitectura deviene en el proceso dirigido al desarrollo integral de este profesional, de manera que pueda ser competente para la creación y transformación de espacios  arquitectónicos y urbanos, con una gestión sostenible  de su práctica profesional. Todo ello, sobre la base de una con- ciencia  ecológica general  y una adecuada  comprensión  de  los  problemas  ambientales de  su profesión.

 

Análisis   del  Proceso Formativo  Ambiental (PFA) en la carrera de arquitectura. Los planes de estudio de las carreras universitarias con frecuencia  destacan  la formación ambiental como uno de sus objetivos fundamentales. Sin embargo, “no es suficiente que, en los currículos  escolares, se implemente  la educación ambiental  como eje transversal,  pues aún existe una serie de factores que deben ser examinados y transformados a fin de consolidar una auténtica pedagogía ambiental” (Basto, 2012).

 

Los últimos  40 años, se han  caracterizado por una gran diversidad de programas de Educación Ambiental, que han puesto en evidencia un  amplio abanico de propuestas de formación escolar y ciudadana, que poseen dos ejes centrales: uno refiere a favorecer vínculos de mayor integración entre  los múltiples  conocimientos,  que incluye lo ambiental, y el otro refiere a construir nuevas propuestas de acción ética y ciudadana (Rivarosa y col., 2012).

 

A pesar de lo antes dicho, de acuerdo a la revisión de la literatura sobre el tema, es limitada la información de la bibliografía en el ámbito internacional, así como de investigaciones  específicas  sobre concepciones  y modelos acerca  de la formación ambiental  del estudiante de arquitectura, y menos aún existe información  sobre la concepción de ella como un proceso  formativo  en mismo. No obstante,  en diferentes  trabajos  se puede  encontrar información  útil  que  permite comprender su esencia  e importancia (Calvo y Gutiérrez, 2007; Muñoz, 2008; Basto, 2012; Chamorro, 2012; González-Anleo, 2012; Núñez y col., 2012; Rivarosa y col, 2012; Sierra, 2012; Alonso y col., 2014a; Mendoza-Cavazos, 2016). Lo apuntado es un  tanto  paradójico, ya que el objeto de la profesión  del arquitecto  se vincula  de manera ineludible con un desarrollo sustentable de la sociedad.

 

En  relación  con lo anterior, Calvo y Gutiérrez (2007), expresan que: si hay quien piensa que la educación  ambiental  debe preocuparse exclusivamente  por la sensibilización  y la mera  interpretación, también hay defensores  a ultranza  de una  educación  ambiental  más  crítica, políticamente  comprometida y volcada a la acción,  la transformación y el cambio de los conocimientos, las actitudes, los procedimientos, los estilos de vida, las concepciones  y hábitos sobre el uso de los recursos.

 

El PFA en la carrera de arquitectura está integrado, a su vez, por procesos s específicos que abarcan los aspectos cognitivos generales y singulares (Alonso y col., 2014b). En este estudio se hace referencia a la formación de la actuación ambiental (Figura 1). Esta se conceptualiza  como el proceso transformador hacia una conducta responsable  de los estudiantes y las estudiantes hacia el medio ambiente. Implica nuevas formas de convivencia, traducidas en la capacidad  de autorregulación y autodirección consciente,  en una  sociedad  cada vez s deteriorada humana y ambientalmente.

 

 

 

 

 

La formación  metodológica  para  proyectar, se admite  como el proceso que permite  perfeccionar este tipo de actividad estudiantil en el proceso de diseño, y es de vital importancia. Como bien expresa Muñoz (2008): “el proyecto desde el que se genera  la arquitectura tiene  una  estructura interna  compleja, ya que debe aunar  muchos tipos distintos  de análisis de fuentes, de técnicas, de disciplinas  diversas, para  llegar a la síntesis creadora  del proyecto”. Proyectar  es una  labor creativa, intelectualmente enriquecedora y personalmente muy  satisfactoria. La  complejidad de la actividad proyectual, los múltiples factores que en ella intervienen,  la diversidad de técnicas y conocimientos necesarios   y la necesidad de desarrollar  simultáneamente la libertad  creadora y el control crítico, hacen del aprendizaje  del proyecto una de las labores más arduas a las que se tiene  que enfrentar el estudiantado de esta carrera. Y es que según  Muñoz (2008),  “la arquitectura deseada, ideada o intuida, solo puede hoy hacerse  a través de un laborioso proceso de creación, mediante el que se obtiene un complejo modelo documental previo.”

 

Desde la concepción misma de la humanidad,  la arquitectura siempre  ha sido el resultado  de la permanente relación del ser humano con su entorno natural.  A medida que ha evolucionado la sociedad  y su cultura, la influencia  de ésta  ha sido mayor sobre la naturaleza, por la acción  misma del hombre (Rada y col., 2012).

 

Pérez (2016), refiere que el desarrollo  del proyecto arquitectónico es hoy un instrumento pedagógico esencial del aprendizaje  teórico-práctico de la arquitectura. De allí que, la educación para la arquitectura sostenible forma arquitectos con una estrecha relación con el medioambiente, capaces de desafiar el impacto ambiental que representa la acción de construir, de tal manera que esté presente  en los procesos sociales, económicos y ambientales generados al proyectar, edificar, habitar.

 

De acuerdo a lo expuesto, se puede decir que la elaboración del proyecto arquitectónico es una síntesis creativa  de todo lo aprendido  en la escuela. La enseñanza de proyectos a través de trabajos en taller, con el asesoramiento del profesor y la constante  socialización  entre el estudiantado, propicia la asimilación  de conceptos  y desarrolla  capacidades conforme a las necesidades  individuales y del grupo. En una solución constante de los errores cometidos  se adquiere  un sólido aprendizaje, se desarrolla la capacidad y destreza  en ese complejo proceso de análisis y ntesis, que requiere la elaboración del proyecto de arquitectura.

 

La formación  especializada  para  proyectar  con enfoque ambiental,  es un proceso  que discurre desde la Teoría de la Arquitectura y del diso.

 

Sus principios  y la composición  arquitectónica han  de  responder   a  propuestas de  proyectos sustentables. Es un proceso contextualizado que establece  las situaciones de aprendizaje,  para que los estudiantes y las estudiantes aprendan a aprender la nueva realidad  profesional  bajo el  paradigma del desarrollo  sustentable (Alonso y col., 2014a). Se requiere  de una  formación especializada para proyectar con enfoque ambiental, que debe concretarse en clases desarrolladoras  e integradoras. Este  tipo de clases potencian  el aprendizaje  desarrollador que según Castellanos (2002),  citado  por González  y col., (2009), es aquel que garantiza  en el individuo la apropiación  activa y creadora  de la cultura, propiciando  el desarrollo  de su  auto-perfeccionamiento  constante,   de  su  autonomía  y autodeterminación, en íntima  conexión  con los necesarios  procesos  de socialización, compromiso  y responsabilidad social. En la carrera  de arquitectura  es pertinente tomar  en cuenta, entre  otros, los rasgos característicos de una clase desarrolladora  e integradora sobre la educación ambiental que se enuncian  a continuación (Easy y col., 2011).

 

Transitar de un profesor informativo, transmisor del conocimiento, a un profesor director y facilitador  del conocimiento  del medio ambiente. De un(a)  estudiante pasivo(a) y receptor(a) del conocimiento, a uno(a) protagonista, participativo(a),  reflexivo(a)  para  contribuir al mejoramiento y solución de los problemas y consecuencias del progreso científico-técnico.

 

Rebasar la transmisión de conceptos acabados, a conceptos elaborados por los y las estudiantes, de forma práctica y aplicada a la realidad ambiental territorial, pero con un fundamento  científico; que además favorezcan formas participativas en la gestión de soluciones.

 

 

• Lograr un sistema de actividades orientado a  la búsqueda y exploración del conocimiento acerca de por qué surgen los problemas ambientales, cuáles son sus efectos y las alternativas  de solución, desde posiciones reflexivas, críticas y participativas.

• Propiciar la formación de conceptos y el desarrollo de los procesos lógicos del pensamiento (análisis-síntesis, abstracción-generalización, y otros), sobre el medio ambiente y su papel como sujeto activo de la sociedad, participando en la prevención y solución de estos problemas.

 

• Trabajar los diferentes niveles de asimilación del conocimiento (conocer, saber, saber hacer y crear), aplicados al medio ambiente y su protección, de acuerdo a la complejidad de las relaciones del medio ambiente y la sociedad.

 

• Integrar lo instructivo con lo educativo a favor de la protección ecológica, favoreciendo la formación de convicciones para su uso racional, así como promover la utilización de la zona de desarrollo intelectual potencial, como un pensamiento innovador a partir de los problemas ambientales y situacionales.

 

Para la formación de la actuación ambiental, constituye un requisito el modo de proyectar creativo ambiental.  Este  modo es considerado  como un proceso dinámico, dirigido a la transformación paulatina  del actuar  profesional  del estudiantado hacia el medio ambiente, a través de la actividad proyectual. Su propósito  esencial es formar una  cultura  ambiental,  en correspondencia con las exigencias de la sociedad, que contribuya a su futuro  modo de actuación  profesional  responsable.

 

La práctica  proyectual  dirigida al desarrollo  de proyectos, donde la toma de decisiones se apoya en aspectos objetivos, derivados de la aplicación de metodologías idóneas, favorece el diseño don-de se toma muy en cuenta el ambiente. Se orienta a la puesta en práctica de conocimientos, habilidades y competencias en general del diso, en un determinado contexto.

De lo anterior, se desprende  que el sentido  ambientalista en la creación  arquitectónica y desde una perspectiva  pedagógica, tal y como se aborda en este trabajo, se expresa en la apropiación por el estudiantado de conocimientos, habilidades y actitudes  relacionadas  con su compro miso con la conservación  y protección del medio ambiente, desde el proceso profesional de diso.

 

Este hecho se manifiesta en la carrera, a partir del logro de la unidad entre significados de los objetivos ambientales y sus sentidos, lo que posibilita una formación en todas las direcciones. En este caso, el sentido, como expresa Ruiz (2010): posee un carácter  más flexible, tiene  una relación  di- recta  con cada estudiante,  sus motivaciones, su manera de ver el mundo, sus sentimientos, sus experiencias, sus expectativas. De aquí su relación con el aspecto axiológico.

 

Si el proceso de diso arquitectónico se concentra solo en el aprendizaje de su aparato conceptual, sin enfatizar su sentido ambientalista, entonces es una formacn parcial, incompleta, no trascendente. Por el contrario, cuando en este proceso se toma en cuenta el plano axiológico, se logra su trascendencia,  es significativo,  perdurable  y permite la transformacn propia, así como la preservación y transformacn en sentido positivo y con visión futurista del medio ambiente. Su esencia  se corresponde  con un proceso de creacn y transformacn de espacios arquitectónicos y urbanos, de manera flexible, que resuelva los problemas del hábitat de un  modo sustentable, en beneficio de las personas, el medio ambiente  y de las exigencias apremiantes de la sociedad actual y futura.


 

CONCLUSIONES

La educación ambiental es un tema analizado con frecuencia  en los foros académicos  y la literatura científica desde una perspectiva  general, que involucra a los diferentes sectores de la sociedad, incluyendo a las instituciones de educación  superior, pero que en pocas ocasiones se aborda su análisis como un proceso integral, en el que se analice la presencia de rasgos que denoten la presencia de espontaneidad y asistematicidad en la práctica formativa universitaria, o en el desarrollo de modelos y estrategias para atender este problema. En forma particular, la formación ambiental en la carrera de arquitectura requiere atender las peculiaridades específicas de esta profesión, adicional a la formación común que se da a los diferentes  profesionistas, para que los egresados presenten una visión de sustentabilidad en los diferentes emprendimientos que realicen, mostrando  responsabilidad social y ambiental. Esto sólo puede lograrse si la formación ambiental  del arquitecto  se realiza a través  de un proceso organizado y sistemático en el que se promueva el cuidado  y protección  al medio ambiente,  conscientes  del impacto  que su ejercicio causará  al hábitat  en que trabajen. Algunas de las premisas esenciales  expuestas en este trabajo, quedan como insumo para el desarrollo de trabajos futuros con temáticas similares o complementarias.

 

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